El doctor en química Gabriel Vinderola explica los beneficios de que los chicos crezcan con una microbiota saludable como protección contra las enfermedades.

La Universidad de Cork en Irlanda es sede de, probablemente, el grupo más grande de investigadores reunidos en un solo lugar, y dedicados al estudio de las comunidades microbianas que habitan nuestro cuerpo: la microbiota. ¿Flora intestinal, microbiota o microbioma?

Todos estos términos están emparentados, pero tienen su diferencia. El término flora intestinal es el más antiguo, y ya en desuso, y se refiere a los microorganismos que están alojados en nuestro intestino. Pero no solo hay microorganismos en nuestro intestino. Los tenemos por todo el cuerpo: la piel, la boca, los pulmones, el tracto vaginal y, por supuesto, el tracto digestivo.

Actualmente el término “microbiota” hace referencia a todos los microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, estos son bacterias, virus, levaduras y hongos. Son imprescindibles para nuestra vida, no podríamos sobrevivir sin ellos. El término “microbioma” se usa para referirse a todos los genes, a todo el material genético, a todo el ADN de esos microorganismos.

Al entender la importancia de conocer a estos microorganismos, estudiar sus funciones y su relación con la salud y la enfermedad, la Universidad de Cork creó un instituto de investigación de más de 400 investigadores del microbioma, llamado APC Microbiome. Estos investigadores, con el motivo de visibilizar al microbioma y su importancia para nuestra salud, propusieron en 2018 que cada 27 de junio se festeje a nivel mundial, el día del microbioma.

En los humanos, el microbioma toma especial importancia en lo que se llaman los primeros 1.000 días. Este es un concepto común en pediatría para referirse al tiempo que trascurre entre la concepción de un bebé y sus primeros dos años de vida. ¿Por qué es tan importante este período? Porque en el bebé se dan los cambios fisiológicos tal vez más importante para su desarrollo físico, fisiológico y cognitivo, pero no es casual que para la microbiota también.

La microbiota y el bebé maduran juntos. Y, ¿por qué se cuenta desde la concepción? ¿Cómo desarrolla la microbiota en el bebé cuando está en la panza si se supone que está en un ambiente estéril? Pensemos que el espermatozoide de papá “nada” en un mar de bacterias, presentes en el tractor vaginal de mamá, antes de encontrarse con el óvulo y engendrar al nuevo ser.

A su vez, el embrión debe descender e implantarse en el útero, abriéndose paso otra vez en un mar de bacterias. Hoy se está mirando atentamente a la composición de la microbiota del tracto reproductor femenino para relacionarlo con el éxito, o no, de la implantación del embrión y el desarrollo de un embarazo exitoso, que llegue a término, sin que se den las complicaciones de un parto prematuro, el cual pone en riesgo la salud del bebé.

A su vez, las bacterias del intestino materno pueden ir preparando para pasar al intestino del bebé. Por eso es muy importante la alimentación de la mamá en el embarazo, porque es una ventana de oportunidades para mejorar su microbiota, para luego transferirle una buena microbiota al bebé.

El momento del parto es un momento clave: cuando es por parto vaginal, el bebé saldrá “bañado” con lactobacilos (bacterias buenas) que están naturalmente presentes en la vagina de mamá. Pero si el parto es por cesárea, los microorganismos son otros, y menos benéficos que los de la vagina. Sin embargo, hay una etapa clave para que mamá le transfiera sus mejores bacterias al bebé: la lactancia materna.

La leche materna es el mejor alimento para el bebé y lo que se conoció, no hace mucho, es que la leche materna tiene un mundo de bacterias que la mamá le va a transferir en cada gota de leche. Se calcula que el 30% de las bacterias del bebé, viene de la leche materna. Mientras haya lactancia, habrá transferencia de bacterias.

El especialista recuerda el valor de la lactancia materna como fuente de salud. Foto: Shutterstock.

El especialista recuerda el valor de la lactancia materna como fuente de salud. Foto: Shutterstock.

Estas bacterias del intestino del bebé se encargarán de entrenar a su sistema inmunológico, haciéndolo capaz de combatir infecciones intestinales y respiratorias, pero también previniendo enfermedades crónicas (diabetes, sobrepeso, obesidad, alergias alimentarias, dermatitis atópicas) o trastornos generalizados del desarrollo (trastornos del espectro autismo, déficit de atención, hiperactividad).

Pero la cosa no queda en el intestino. Lo que sucede en Las Vegas, queda en Las Vegas, pero lo que sucede en el intestino impacta en todo nuestro organismo, incluso el cerebro. Existe lo que se denomina un eje microbiota-intestino-cerebro. La microbiota, a través de su actividad metabólica, puede enviar señales al cerebro.

Lo que comemos se transforma en señales químicas gracias a la acción de la microbiota. La microbiota puede generar neurotransmisores como la serotonina. Los niveles de depresión, ansiedad, trastornos de la conducta o el estrés, pueden modificarse, para bien o para mal, mediante lo que la microbiota haga en nuestros intestinos.

El intestino y el cerebro se conectan por neuronas, que son tan largas como la distancia que hay entre estos dos órganos. Son dos órganos “conectados” por cables, que son las neuronas, en una comunicación de ida y vuelta. Las emociones y el estrés pueden convertirse en síntomas intestinales como retorcijones, cólicos, constipación, diarrea o distensión abdominal. La microbiota determina nuestro bienestar mucho más de lo que suponíamos. Cada vez se sabe más.

La leche materna es inimitable. Provee una fuente inagotable de microorganismos diversos y sustancias para que estos microorganismos se nutran. Los llamados oligosacáridos de leche materna: hay más de 200 diferentes. Debería ser el alimento exclusivo de los bebés hasta los 6 meses de vida, y debería ser sostenida hasta los dos años de vida.

Lamentablemente hay casos muy específicos donde la misma no está disponible para el bebé, y es en estos casos donde el profesional médico, el pediatra, con un gran compromiso con la lactancia materna, debe evaluar la necesidad de administrar algún sucedáneo, el cual puede incluir, además, los denominados “bióticos”.

Los bióticos son un grupo de microorganismos y sustancias que vinieron a enriquecer las antiguas fórmulas desprovistas de microorganismos. Entre los bióticos encontramos a los probióticos: microorganismos vivos benéficos, los prebióticos: sustancias que utilizarán las bacterias de la microbiota para crecer, y los postbióticos, microorganismos no viables y sus productos metabólicos, que también pueden ejercer efectos benéficos sobre el sistema inmune y la microbiota en formación.

Adquirir una buena microbiota en los primeros 1.000 días es un certificado de buena salud para toda la vida. El parto vaginal, a término, la lactancia materna y el contacto con el medio ambiente, aseguran la mejor microbiota posible.

* Gabriel Vinderola es doctor en Química, investigador principal del Conicet en el Instituto de Lactología Industrial, Universidad Nacional del Litoral y profesor de Microbiología de la Univ. Nacional del Litoral.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/dia-mundial-microbioma-clave-cultivarlo-primeros-mil-dias-bebe_0_8a3QosBjHh.html