Guillermo Vilas cumple 70 años
Grabó tres discos, aunque solo uno (1990) está disponible en Spotify. También escribió dos libros de poesía; en el último el prólogo lo escribió su amigo y compadre, el Flaco Spinetta.
Ocho temas de Guillermo Vilas hay en Spotify, la app más usada para reproducir música. Son los de su disco debut Mil Nueve Noventa 1990: Tú eres para mí, Si quieres amarla, Dame lo que puedas, Ella es la obsesión, Beso eterno (House Version), Beso eterno, Más más que nunca, Si quieres amarla y Canción a mi padre.
Sí, además de ser el mejor tenista argentino de la historia, Vilas escribía música -hizo otros dos discos y un par de libros de poesía- y se animó a grabar y a cantar en vivo.
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Es sábado 12 de mayo de 1990 en el estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires. A metros están las canchas de tenis del Club Ciudad y del Centro de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). Pero Guillermo Vilas hace un año que no agarra una raqueta aunque todavía no haya confirmado su retiro (incluso, volvería brevemente en 1992).
«Es que cada vez se juega en superficies más veloces y entonces los puntos se deciden con un solo golpe. El servicio es casi definitivo, y no hay creación, sorpresa. Yo prefiero un jugador como André Agassi, que todavía no ha ganado nada grande pero es atractivo para el espectador», decía sobre ese estadounidense que se impuso en ocho torneos de Grand Slam, aunque entonces le faltaban dos años para festejar el primero (Wimbledon 1992).
Ese sábado de 1990 Vilas no habla de tenis. Parado sobre el escenario lo que sale de su boca no es una declaración periodística ni un agradecimiento por un trofeo ganado sino el trabajo de años resumido en el primero de sus tres discos, para el que se tomó cinco años de trabajo, en el que hubo adaptación y aprendizaje.
«La mayoría me irá a ver como algo curioso y no sé cómo reaccionarán, si serán benévolos o rigurosos conmigo. Pero no quisiera que me juzguen como tenista o como un caprichoso, aquí hay cinco años de estudio y trabajo, lo hago porque me gusta, porque puedo expresarme como ser humano y seguir en contacto con la gente», le dijo a Clarín en la previa.
La previa del show. Un repaso del Vilas tenista al Vilas cantante.
El lunes, dos días después de aquel del debut, el extenista pasó de la sección Deportes a la de Espectáculos, que publicó: “Guillermo Vilas se dio el gusto: cantó en Obras”.
Allí, se relató que el marplatense se presentó entre las 2.45 y las 2.55 ante las 2.000 personas que habían pagado los 60 mil australes que habilitaban el ingreso al primer «warehouse party» argentino. Su performance, breve de apenas tres temas, cumplía con las reglas del “house”, la música del momento que había “nacido” en Chicago en 1987.
Vilas había subido al escenario vestido con jeans y una camisa estampada, secundado por su novia de entonces, la modelo estadounidense Michelle Tomaszewski, y acompañados por un grupo de bailarines. «Tú eres para mí», «Pide lo que quieras» y «Si quieres amarla» fueron los tres temas que el tenista devenido en cantante eligió para su lanzamiento.
“Entre curiosa y divertida, la gente que siempre amó al ídolo lo escuchó, lo aplaudió y le ofrendó una vincha”, relataba aquella crónica de Clarín, en la que reconocía que “el encuentro tuvo una gran difusión, con Guillermo Vilas convertido en atracción principal de la noche”.
El debut de Guillermo Vilas en Obras Sanitarias en 1990 durante un festival de música house, en el diario Clarín.
Además de él, se presentaron El Signo, la banda del hijo de Raúl Lavié y Pinky (Leo Satragno), el belga Praga Khan, la belga Jade 4U y el neerlandés Hithouse, intercalados con la música de seis disc-jockeys y las imágenes de cuatro pantallas. La gran estrella de la noche fue el italiano Rocco Granata, el del hit «Marina».
Un proyecto a la par del tenis
Pero lo de Vilas y la música venía ya de un tiempo: todavía empuñaba una raqueta cuando comenzó a tocar la guitarra, repartiendo su tiempo entre los torneos y la composición de canciones.
“Siempre me gustó. Mi primera canción la compuse a los 17 años y me fui a probar a los 18. No sé qué pasó con esos tapes, yo no cantaba en ese momento. La música es muy absorbente. Y componés cuando te sentís preparado para componer. Toco la guitarra todos los días y cuando me gustan las cadencias las anoto y las toco hasta que entran en mi cabeza. Hay canciones que tardo mucho tiempo y otras que hago en una tarde”, dijo en una entrevista de TV cuando el tenis ya había quedado en el pasado.
La letra de Para y Amala, uno de los temas del músico Vilas.
Según Eduardo Puppo, amigo y biógrafo de Vilas, así como autor del documental “Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada”, la pasión del tenista por la música comenzó «durante su estadía en la residencia San José, en Belgrano”. Allí, “empezó a tocar el bongó junto a un compañero que tocaba la guitarra, Chacho. Incluso hicieron temas en las plazas de Buenos Aires.
Luego comenzó a componer con flauta dulce y, más adelante, con guitarra. Dijo que componía la música primero y luego adaptaba la letra. Con el canto tomó clases en diversos momentos, aquí y en Nueva York».
Muchos de sus temas nacían como poemas. “Según él, compuso más de ochenta canciones y seleccionó algunas para sus discos«, reforzó en una nota de La Nación.
En el sitio Mad House, recuerdan que fue durante esas largas concentraciones lejos de casa donde comenzó a interesarse por el rock. Su relación con el tenis había nacido cuando solo tenía 5 años y su padre le había regalado una raqueta. Pero el nacido hace 70 años, el 17 de agosto de 1952, en Buenos Aires se entusiasmó con la música cuando visitó una disquería en busca de “algo progresivo” y un empleado le presentó a Jimi Hendrix.
Con ese disco, llegó también la vinculación al mítico Festival de Woodstock, ciudad que luego elegiría para una especie de retiro espiritual el día de la final del US Open entre sus rivales Björn Borg y Jimmy Connors en 1978.
Eran los ’70 y Vilas no era el único que dejaba atrás la formalidad que durante muchos años proponía el tenis. Aquel pelilargo liberó sus rulos, a los que solo contuvo con una vincha durante los partidos, y alternó las prácticas de tenis con las de guitarra, aunque en las últimas era autodidacta.
Si bien su debut en un escenario se dio recién en 1990, no fue ese su primer vínculo con la música. Vilas entró en el célebre estudio Record Plant de Nueva York en 1978, donde estaba la banda Trigger, un grupo estadounidense de hard rock que estaba grabando su disco. El argentino terminó agregando unos curiosos aplausos en el tema “We’re Not Gonna Make It”.
“Le dimos unos auriculares y nos dirigimos hacia donde queríamos poner las palmas. Se divirtió mucho haciéndolo y nosotros también. Al final de la noche, nos agradeció y le dijimos que como tocaba en el disco le íbamos a dar crédito. Y cuando salió el álbum, efectivamente se incluyó su nombre en los créditos. Por desgracia lo escribieron de forma incorrecta, poniendo una N donde deberían haber puesto una M (Guillerno). No sé si alguna vez recibió una copia del álbum, pero que se sepa que no solo era un gran jugador de tenis, sino también un gran aplaudidor”, bromeó el baterista y cantante Derek Remington en el foro “The Other Board”.
Curiosa también es la relación que entabló de casualidad con una futura estrella de rock: Lars Ulrich, el hijo del tenista danés Torben Ulrich con quien Vilas compartiría los entrenamientos. El pequeño siempre sintió admiración por el tenis del argentino y le confesó su sueño de convertirse en músico, algo que concretó cuando formó Metallica junto a su amigo James Hetfield.
«Mis profesores me dijeron que era muy malo. Que tenía fuego, pero que no sabía nada«, dijo alguna vez. Como había hecho antes con la raqueta, estudió y persistió hasta que alcanzó un cierto nivel que le permitió animarse a compartir su música con el público.
Antes de ese show en 1990, en el verano de 1989 se presentó en un concierto de Los Fabulosos Cadillacs y quince mil personas lo aplaudieron. «Van Gogh no vendía ni un cuadro mientras estaba vivo; todo es relativo«, se animó a comparar quien nunca salió del mundo del rock, aunque desde otro lugar, como amigo de Keith Richards e invitado de lujo de los Rolling Stones.
Primero solista; después, la banda de rock
El disco Mil Nueve Noventa presentado en la Buenos Aires Warehouse Party tuvo buenas ventas y cierto alcance pero, acostumbrado a estar solo en el court, lo que Vilas quería era formar un grupo de rock.
Y el sueño lo cumplió en 1992 cuando armó Dr. Silva (anagrama de Vilas) junto a tres ex miembros de Plus, una banda argentina de heavy metal y hard rock fundada en los ’70: el guitarrista Julio Sáez, el baterista Cacho Darias y el bajista Hugo Racca. El cuarteto sacó un disco con temas de título peculiares como Delfi I Love You, Susi Liconas o Sexo En Tu Escote En V.
El 21 de noviembre de aquel año, Vilas se ganó la portada del suplemento de Espectáculos del diario Clarín. “Solo quiero rock and roll” decía la tapa en alusión a aquel tema que Patricia Sosa había hecho famoso con la banda La Torre en los ’80.
La tapa del suplemento Espectáculos de Clarín. Guillermo Vilas: «Solo quiero rock n’ roll». Foto Gentileza Archivo Tea&Deportea
“Lo que hago no es un capricho de millonario. Si lo fuera, haría el video de algún tema mío dirigido por Spielberg… Y no es así. Con la banda me estoy formando de abajo, haciendo algunos pubs”, aclaraba en esa entrevista. Ya tenía 40 años.
Aunque también confesaba que “en un tiempo” cayó en la omnipresencia. “Cuando era joven era omnipotente y también maquiavélico. Lo que tenía en la mira lo conseguía sí o sí. Ahora no. Pero siempre fui sincero. Nunca alquilé mi mente ni compré ningún verso ni hago una apología de la transgresión o esas cosas. Soy un racionalista.Y hago siempre lo que quiero”, contaba.
Temas de Dr. Silva, la banda que formó Vilas en un anagrama de su apellido.
En 1998, lanzó su último álbum, titulado “Guillermo Vilas. y editado de forma independiente por su propio sello discográfico –Heavy Asociados-, pero muy poco difundido. «Creé el sello también para otros proyectos: la edición de poesía leída, textos de tenis y otras cosas», explicaba el autor de dos libros de poesía («125» -de 1974- «Cosecha de cuatro» -1981-), tres discos y, claro, 62 títulos ATP.
El amigo de Spinetta: «Mi Elvis fue el Flaco»
─Hola, Luis Alberto. Soy Guillermo Vilas.
─¡Ya sé que sos Guillermo Vilas. ¿Cómo no te voy a conocer?
─Bueno, yo soy fanático tuyo.
─¿Cómo qué sos fanático mío? Vení, pasá.
La amistad entre El Flaco Spinetta y Guillermo Vilas.
El diálogo entre dos de los ídolos de Argentina fue recreado por el periodista Sergio Marchi en su libro Spinetta: Ruido de Magia, publicado a finales de 2019.
En ese primer encuentro, Vilas llevó una raqueta de regalo para el músico que había ido a ver cuando tocó con Pescado Rabioso en Mar del Plata a principios de los ’70. Como contraprestación, un sorprendido Spinetta le obsequió una Fender que había comprado hacía poco.
“No conocía mucho (del rock), me parecía un mundo aburrido, hasta que asistí a un concierto de Pescado Rabioso y no dormí; iluminó a la gente. (Spinetta) me enseñó un nuevo camino y a partir de ahí fui a muchos conciertos, a los ensayos, tengo muchas fotografías juntos y nos hicimos amigos”, dijo en una entrevista que le dio a Página 12 hace un tiempo.
«Fueron tejiendo un vínculo que se hizo público cuando compartieron una entrevista para el primer número del Expreso Imaginario”, contó Marchi en su libro.
Allí también relató que Vilas le ofreció al Flaco sus múltiples contactos para grabar en Estados Unidos, lo que finalmente se concretó cuando Luis Alberto Spinetta grabó con la CBS su disco Only Love Can Sustain. Allí, incluso, sellaron con el marplatense la coautoría del tema «Children of the Bells».
Pero el contrato con la discográfica, que buscaba lanzarlo internacionalmente, no duró mucho porque el músico, que escribía canciones que luego se traducían al inglés, sentía que no tenía voz ni voto. «Muchas veces volví a escuchar ese disco», reconoció Guillermo Vilas en 2014 en una entrevista para el programa Dos Solos (ACUA) de Gastón Pauls.
La amistad avanzó tanto que el deportista se transformó en el padrino de Dante Spinetta, el hijo mayor del Flaco. aunque ni Luis Alberto ni su esposa, Patricia Salazar, eran católicos. Pero por insistencia de Vilas terminaron en una iglesia de un pueblito de Buenos Aires.
En 1981, cuando Dante ya tenía 4 años, Spinetta tomó lápiz y papel y escribió: “Conozco a Vilas desde una templada noche de 1976. Yo diría que estas poesías tienen la enorme verdad de un guerrero de la derrota y del triunfo en serio, a quien celebro más apto para la discusión de la autenticidad que aquellos que se han reencontrado innumerables veces con su poeta de turno, al cual ni siquiera han oído en verdad, y de vez en cuando se lanzan, birome en mano, a la cremación del cuerpo de la poesía, sólo emulando la derrota de su tino”. Fue el prólogo del segundo libro del ya extenista.
«Mi Elvis fue el Flaco., resumió Vilas en el documental que lo revindicó como el número 1 del tenis. Aunque también confesó que ese primer contacto con la música de la mano de Spinetta lo asustó “mucho”.
Solo lo pudo superar cuando otro tenista-músico, Vitas Gerulaitis, le “enseñó” a divertirse con la música, “a jugar con las máquinas». Poco después se subiría a un escenario por primera vez en Obras Sanitarias.
Fuente: https://www.clarin.com/deportes/guillermo-vilas-cumple-70-anos-musico-transgresor-poeta-sensible_0_vwbOJuLiKv.html