«No existe la verdad en términos colectivos»
A 210 años de la gran movilización popular, el politólogo, historiador, periodista y poeta presentó la reedición del primer libro sobre el tema, abordado de una manera integral: «Éxodo jujeño, Manuel Belgrano y la gesta de un pueblo para crear una nación«.
POR CARLOS DANIEL ALETTO
A 210 años de la gran movilización popular y el sacrificio de hombres, mujeres y niños que dejaron todo para protegerse e ir en busca de un ideal aparece la reedición del libro «Éxodo jujeño, Manuel Belgrano y la gesta de un pueblo para crear una nación» que Hernán Brienza escribió motivado por el sentimiento que despierta «esa gran pueblada donde no participaron solo jujeños sino también altoperuanos y el ejército derrotado de la batalla de Huaqui», explica el autor.
Hasta que el politólogo, historiador, periodista y poeta Hernán Brienza, nacido en Buenos Aires en 1971, escribiera sobre el éxodo jujeño publicado ahora por la editorial Planeta, por más ilógico que parezca, nadie había escrito de forma íntegra sobre el tema, ni en Buenos Aires ni en Jujuy. Este es el primer libro sobre el éxodo jujeño abordado de una manera integral, motivo por el cual el autor se decidió a describir este momento de la historia argentina: «Me llamó muchísimo la atención porque nadie había escrito sobre una gesta importante como ésta», dice Brienza a Télam.
«En la historia argentina el éxodo jujeño es fundamental, junto con la batalla de Tucumán», explica el ensayista, para quien esta batalla es la más importante que se da en territorio del Virreinato del Río de la Plata. En su trabajo asegura que sin esta gesta posiblemente la revolución hubiera caído y hubiera tardado muchísimos años más en producirse. Brienza sostiene que «el éxodo fue una orden de Rivadavia en la cual le pidió a Belgrano que retrasara al Ejército hasta Córdoba y que Belgrano se dio cuenta que no podía dejar a los pueblos a la merced de los realistas».
En el libro detalla cómo Belgrano decidió llevar adelante la famosa técnica de tierra arrasada. Es un éxodo que se ha visto varias veces después repetido a lo largo de la historia argentina e internacional, por lo tanto la importancia que tiene en el marco del proceso emancipatorio es altísimo, según queda claro en «esta crónica de no ficción» como prefiere llamarla el autor.
– ¿Cuál es el motivo central del éxodo que te llevó a escribir el libro?
– Me interesó esa gran movilización popular y el gran sacrificio de un pueblo que dejó todo para, primero protegerse por supuesto, porque el ejército realista venía degollando, pero también en función de un ideal que les prometía un líder como Belgrano. Por supuesto hubo jujeños que se quedaron y armaron un cabildo abierto y eligieron a una autoridad realista. Pero imagino a miles y miles de personas caminando a campo traviesa hasta llegar a Tucumán durante un mes y pienso que es lo más heroico que se hizo en la emancipación. En Argentina esas puebladas son contadas con los dedos: el cruce de los Andes, el 17 de octubre, el 19 y 20 de diciembre del 2001. Son pocas las manifestaciones y sacrificios populares como las del Éxodo Jujeño.
– De sus protagonistas (además de Belgrano) ¿cuál es o cuáles son los más pintorescos que te cautivaron?
– A mí, obviamente además de Manuel Belgrano, me interesa mucho la figura de Juan José Castelli, que era el jefe político de Belgrano. Castelli era verdaderamente un republicano, un liberal radical, un jacobino que cuando estuvo allí en el Alto Perú, a pesar de sus errores, sus equivocaciones y de sus apresuramientos intentó con la Proclama de Tiahuanaco (del 25 de mayo de 1811) imponer una igualdad que nadie toleró. Por esto, quizá, fue traicionado o abandonado en lo político y también en lo militar. Castelli es un gran personaje de la revolución emancipadora. También hay otros personajes que fueron retratados en mis libros anteriores como Juana Azurduy y Manuel Padilla, ambos están presentes en el éxodo, y que se llevan también toda mi admiración. Pero Belgrano y Castelli es la dupla insoslayable en su camino por la revolución.
– ¿Cómo cambia el contexto de la recepción entre la primera en el 2012 y esta nueva edición?
– El contexto cambió muchísimo. En el 2012 se vivían años muy épicos y también de mucha preocupación por la historia argentina, por revalorizar a los líderes populares de Sudamérica. Ahora hay un contexto más previo al éxodo, más ligado a cierta quietud, a cierta moderación, a cierta falta de épica. Esto hace que el libro pase inadvertido o quizá tenga más resonancia. Esa son las dos posibilidades. En el 2012 había un gobierno nacional y popular en ascenso, con mucho apoyo popular, algo que no ocurre en este momento donde parece que las fortalezas estarían del lado del adversario.
– ¿Qué momento histórico que viviste te gustaría escribir y no lo pudiste hacer?
– Ahora tengo ganas de seguir contando la Argentina a través de algunos personajes posteriores a Urquiza, en el fin del siglo XIX, para después meterme en el siglo XX. Tengo la sensación de que me debo un gran libro sobre el peronismo.
– Eras y sos una persona con mucha participación en los medios ¿Cómo ves la comunicación a través de los medios tradicionales y las redes?
– La comunicación está en un momento muy caótico. Primero porque el periodismo como lo conocíamos hasta la hasta el siglo XX se derrumbó. Ya no hay un periodismo que esté vinculado a un método, sino que representa intereses políticos, corporativos y empresariales. Siempre fue así, pero en este momento se nota muchísimo más. El periodismo ha perdido muchísima legitimidad como proceso informativo de una sociedad. Las redes ocupan ese espacio comunicacional, pero lo hacen de una manera caótica, anárquica, pero, al mismo tiempo, teledirigida, lo que parece una contradicción, pero no lo es. La posibilidad de que la información esté al alcance de la mano en un WhatsApp mandado por alguien que uno conoce racionaliza mucho más la información. Hoy más que nunca la lógica de que la verdad es subjetiva es real, es más yo diría que directamente no existe la verdad en términos colectivos. La inteligencia artificial en los próximos años va a hacer desastre de esa verdad que nosotros conocíamos como analógica. Esto hace que también estemos en una cultura sin canon, sin reglas, sin método, y al mismo tiempo con mucha libertad, lo cual no quiere decir que esa libertad sea escuchada.
– ¿La poesía y la ficción siguen apareciendo en tu escritura cotidiana?
– La poesía aparece mucho como lectura permanentemente. En mi escritura siempre se cuela algo de reflexión o de escritura poética, incluso en mis libros de historia hay una gran preocupación por la ficción. Pienso que esa es una gran característica de mis libros: más que libros de historia académicos son crónicas de no ficción. Por esto creo importante la alimentación de la literatura ya sea poética o de ficción. La ficción y la poesía están siempre presente, es una alimentación permanente en mí. Por eso leo literatura todo el tiempo para poder volcarla a la forma de narrar la historia.
Fotos: Alejandro Santa Cruz.