Entrevista: Nace «Vigía Planetario»
Nace «Vigía Planetario», un superhéroe argentino que pelea contra gorilas y buitres. Entre mate y mate, el Vigía Planetario combate contra los villanos y protege a los pueblos de la galaxia. Su arma secreta son los dedos en «v», desde donde dispara rayos láser. Su director contó a Télam los pormenores de la industria argentina de la animación.
POR TOMÁS ELIASCHEV
Daniel Duche adquirió el hábito de dibujar personajes desde que era un niño. Y nunca dejó de hacerlo. A sus 42 años, y con una amplia experiencia acumulada en estudios comerciales, festivales independientes y en la docencia, acaba de presentar una serie realizada íntegramente en animación tradicional junto a la Revista Fierro: “Vigía Planetario”.
En sus primeros cinco capítulos la serie introdujo a un superhéroe volador que, entre mate y mate, defiende a los pueblos de la galaxia y enfrenta a los villanos, ya sean gorilas, buitres o una fuerza militar imperial, cuyas siglas son muy familiares en la historia reciente del país. Hasta le toca enfrentarse a una grieta que separa a los habitantes de un planeta. Su arma secreta son los dedos en “v”, desde los que dispara rayos láser.
Uno de los principales problemas a los que tiene que enfrentarse este personaje -y todas las creaciones locales- es la falta de estructura en la industria de la animación argentina. Pero ni Duche con su productora «Puño Robot» ni el Vigía Planetario se rinden: ya está en preparación la segunda temporada de la serie. Para que esto sea una realidad, el creativo pide el apoyo de la comunidad, apostando por el financiamiento colectivo a través de la aplicación “cafecito”. Mientras tanto, se pueden ver los capítulos en Youtube.
En el medio de su trabajo para canales como Disney Channel o Cartoon Network, así como producciones internacionales como la película de Lucky Luke, “Una película de huevos” o de videoclips para estrellas como Thalia, el director logró hacerse un espacio para ir cultivando sus propias creaciones.
“Al Vigía Planetario lo hice pensando en un Fantasma del espacio o un Birdman, un tipo que está en un lugar, medio bombero, le llega un alerta, va y resuelve un problema y vuelve. Pero sucede acá. El chabón está en un rancho, tiene una nave que es tipo un Pulqui. No tiene un sistema de alerta, se entera mirando Crónica. Como hacemos nosotros. Cuando ves cualquier problema, pones Crónica, ahí el problema es peor, la apuesta es doble”, contó Duche, que recibió a Télam en su estudio, ubicado en el living del departamento donde vive, en el barrio porteño de Villa Urquiza.
Rodeado de libros de cómics, figuritas y juguetes, cuenta cómo nació su amor por el dibujo y por la animación: “Empecé a dibujar de chico. El tema es no dejar de dibujar. Todos los chicos dibujan. Pero luego pasa algo y dejan de hacerlo. Yo nunca dejé de dibujar. Eso llevó a que me apasione por los cómics y los dibujos animados”, contó el realizador, quien también es docente de animación tradicional en Casa Acme y delegado de la rama animación del SICA-ATMA (Sindicato de la Industria Cinematográfica de la Argentina – Animación Publicidad y Medios Audiovisuales).
-Veo que todavía tenés varias figuritas del álbum de Cromy de los Superamigos de DC de los ‘80.
-¡Sí! Estaban muy buenas, las comprábamos todos. Años después me enteré que ese álbum es la biblia del arte de cómo dibujar superhéroes. Lo hizo José Luis García López, un español-argentino que se fue de joven a Estados Unidos y trabajó mucho para DC comics.
-¿Cuáles son los dibujitos que te apasionaron de chico?
-Algo que me movilizaba mucho de chico es Mazinger. También He-Man, Robotech, las Tortugas Ninja. De más grande, “Batman, la serie animada”. Y de ahí, todo lo que son cómics, sobre todo de Batman y de Flash. Ese fue el motor.
-¿Qué historietas te influenciaron, además de las de DC?
-Asterix es fabuloso. Me acuerdo de ver los libros antes de saber leer, mi viejo tenía varios. La importancia para mi es la gestualidad en los dibujos, el plantado de los personajes, más allá del humor que tienen. Tiene esa cuestión que después fui estudiando de la línea clara, limpia, de la historieta franco belga, no sólo tiene que ser realista el dibujo para ser virtuoso como comúnmente se cree. Si preguntás en la calle quién dibuja bien, te van a decir que es el que dibuja más realista, y no necesariamente es así. Si dibujas parecido a Disney o tipo animé te van a decir que dibujas bien. Pero hay muchos más estilos. Otra influencia clave fueron los libros “El Principe Valiente”, de la colección Robin Hood, que es un cómic adaptado. Los dibujos son de Harold Foster. Son espectaculares. Cuando aprendí a leer no me gustaba leer. Todavía me pasa que leo pero si tiene dibujitos mejor. Entonces mi vieja para que lea aparte de los “Asterix” me compraba esos libros. Ahí me enganchaba.
-¿Y de los argentinos?
-Los Breccia y Meglia. “Mafalda”, Roberto Fontanarrosa... Primero me gustaba más Alberto Breccia, estaba muy fascinado por el virtuosismo. Ahora me gusta más Enrique Breccia, es muy personal. Carlos Meglia es fabuloso. Y Eduardo Risso. Todos en líneas parecidas.
-¿Qué recordás de tus primeras creaciones?
-Me acuerdo de hacer narraciones en la escuela, era la excusa para hacer el dibujo y yo hacía un robot o algo. Me preocupaba más el dibujo que la historia. Hoy me pasa lo mismo (risas). De muy chico había hecho una tira para un diario barrial pero sin haber estudiado dibujo ni nada. A los 13 más o menos empecé a aprender dibujo con un profesor, más allá de lo que te enseñaban en el cole que era muy poco. Y ahí se armó un grupo. Más de adolescente, más grande, a los 17, fui a estudiar animación a un taller, el de Claudio Briasco.
-¿Cuál fue tu primer trabajo en animación?
-A los 19, 20 años entré a mi primer trabajo en animación, en “Mercano el Marciano”, la peli de Ayar Blasco y Juan Antín. Es una película que quedó medio en el under pero que tuvo mucha repercusión, tuvo un impacto bastante grande para los recursos que tenía. Entré asistiendo y terminé animando algunas cosas.
-¿Cómo fue tu inserción en la industria?
-Después de ahí pasé a un estudio que trabajaba mucho para Disney y para Cartoon Network, de los típicos estudios que tercerizan. Entré asistiendo, eventualmente animé y luego dirigí animación. Sobre todo en publicidades. Entre 2002 y 2010 todas las publicidades de Cartoon Network Latinoamérica se hacían acá. Tenía que mezclar muchos personajes. Eran especiales para fin de año, Navidad, cualquier festividad. Estaba bueno, tenía que adaptarme a todos los estilos. Cartoon Network abarca muchos estilos: desde Tom y Jerry, a Dragon Ball, Ben 10 a Gumball, que todavía no se había estrenado acá. Ahí también laburábamos mucho para películas, como “La película de los huevos» o la de Lucky Luke. Soy fanático de Lucky Luke, igual que de Asterix.
-¿Cómo empezaste a hacer tus propios cortos?
-Como te contaba, de chico ilustraba. Empecé a participar en cortos y en un momento determinado me puse a hacer mis propios cortos. Cuando comencé, era todo analógico, era tablero y dibujar a papel. Cuando se pasó de lo digital ahí se comprimieron o flexibilizaron varias tareas. Me di cuenta de que podía hacer entero un corto yo solo y podía contar la historia que quería contar. Empecé a mandar y participar en festivales, es un mundo paralelo y distinto a lo comercial. Mientras, trabajaba en Disney y Cartoon Network y en paralelo iba a festivales de corte independiente. Son dos mundos distintos. Por ese lado me empezaron a llegar nuevas propuestas.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Thalia?
-Conocí a Bruno Scopazzo en un festival y al poco tiempo me llamó para hacer un videoclip de un grupo paraguayo que se llama Kchiporros, “Ana Lucía”. Lo hicimos, fue muy bien, tuvo una barbaridad de vistas en youtube con un presupuesto muy acotado. Un día me vuelve a llamar y me dice que la hija de Thalía vio el video y quiere que hagamos uno. Estaba laburando en un estudio, me pregunté quién es Thalia. ¡Yo escucho Metálica! Pensé que era la que sale con Pique, la que baila. Tuvimos unas videollamadas, le presentamos tres ideas, eligió por suerte la más deforme y alocada. Hicimos el videoclip que tiene barrabasada de visitas. Cuenta muchos detalles de su trayectoria. Dimos vuelta el concepto del tema. Es una canción de amor, es reggaetonera. Propusimos que cuente del amor a un perro. Mucha gente comentó contando que justo había perdido su perro. Había una serie en la que ella tenía un perro con el que hablaba: “Maria la del barrio”. Más que serie, una novela, que en realidad es lo mismo. Para llegar a producir eso implementé más mi método: lo hice más como encaraba los cortos que dirijo a como trabajaba profesionalmente para otros estudios. Preparé la cadena de producción para poder hacer con un presupuesto más bien acotado un videoclip. Hicimos tres minutos en tres meses. Ahorramos un montón porque hice los diseños. Animé cuatro quintos del video.
-¿En qué situación creés que está la industria de la animación?
-Yo trabajo con el sindicato, soy delegado de rama de la rama animación de SICA-ATMA (Sindicato de la Industria Cinematográfica de la Argentina – Animación Publicidad y Medios Audiovisuales). El sindicato está concentrado en el desarrollo de la industria, le interesa ir para ese lado. Actualmente, los festivales de animación terminan siendo endogámicos. Sólo van quienes hayan hecho las cosas y a los que les interesa la animación. Si te subís a un taxi y le decís al taxista que estudiaste animación te va a nombrar a García Ferré. Por eso es necesario un mercado interno. Hablemos de la patria grande, pensemos en trabajar con Paraguay o con Brasil, que tiene muchísimo público.
-¿Cómo es la situación de los trabajadores de la industria de la animación?
-Desgraciadamente es muy normal que los estudios agarren gente ad honorem, son prácticas que no están buenas. Hoy en día está muy hostil el ambiente del mercado de la animación. Cada uno labura en su casa, no se hacen contratos. Lo que corresponde legalmente es que te hagan un contrato temporal. Con suerte, lo que te suelen pedir con suerte es que factures, cuando no se trabaja directamente de forma completamente irregular. Te dan la plata en mano. Eso no solo es muy desordenado, desprolijo, sino que aparte te rompes una pata y no tenés ART. Son derechos básicos que no se cumplen.
Asimismo, por ser una actividad en la que uno por desconocimiento o no se qué, muchos ansían entrar a trabajar, entonces mucha gente lleva a estudiantes a trabajar ad honorem o con pseudo pasantías que no existen. Las pasantías tienen que estar reguladas y la persona tiene que cobrar un mínimo que es lo que estipula el sindicato. La situación está hostil por todos esos condimentos. Esto nos perjudica a nivel industrial a la hora de hacer un reclamo. Hoy no hay una cámara de productores de animación. No existimos, está todo en negro. Y es una cantidad enorme la que se produce de animación. La producción de animación en 2D y 3D durante la pandemia fue gigantesca. Todo eso no existió para el Estado. Y a la hora de decir que necesitamos fondos para el fomento de nuestra actividad, no tenemos cómo respaldarlo. El reclamo viene más del lado de las organizaciones de trabajadores o del sindicato, como una cuestión gremial, que de la parte empresarial. Es algo que falta, inevitablemente nos perjudica.
-¿Cómo pensaste “Vigía Planetario” en ese contexto?
-Va por ese lado, de generar algo para el mercado interno. El año pasado hice “Furia estival” y se lo mandé a Lautaro Ortiz, el actual director de la Revista Fierro, que es una revista que leía mi viejo. Me contactó para saber si se podía hacer algo. Ellos consiguieron financiación de la Ciudad de Buenos Aires, a través de un mecenazgo, y me lo pagaron. Fue algo simbólico, un cuarto se fue en la música y el resto lo invertí como productor. Me auto exploté, fue un desafío, era mucha cantidad de producción en poco tiempo. Produje un minuto por mes, es un promedio alto para una sola persona, no paré de trabajar. La característica técnica del Vigía es que lo pensé para poder hacerlo en poco tiempo.
-¿Es un superhéroe con conciencia política?
-Tiene cierta conciencia social. Eso sí, en ese universo “FMI” se le llama a otra cosa. Es la “fuerza militar imperial”. Esos son los chistes, la parte de hacerlo divertido. Hubo gente que se ofendió, se enojaron algunos. La mayoría son repercusiones buenas. ¿A quién le cae bien un gorila? A nadie, ni siquiera es lindo serlo. ¿Quién quiere a los fondos buitres? ¿Los vas a defender de verdad? No da. Entonces apelo a eso, esos enemigos en realidad son de todos. La serie tiene ese carácter universal por no tener idioma, puede ser que necesites saber español para terminar de entender los remates, cuentan mucho en Crónica lo que sucedió. Pero si no lo entendes igual se entiende por sí solo. Hay chicos que les gusta, me pueden acusar de panfletario, no se si sea tan así.
-Luego de los primeros capítulos, me quedé con ganas de ver más. ¿Estás pensando en nuevos capítulos?
-Sí, estoy en proceso de encarar una nueva temporada, mezclando con el laburo y todo, sin mucha financiación, sino que buscando yo la financiación. Estoy con esto de los cafecitos, si quieren colaborar pueden entrar a la aplicación.
Quiero demostrar que se puede hacer algo, una producción, una serie teniendo en cuenta los recursos de nuestro país. Trabajé en muchas películas en donde el modelo era hacer algo a lo Disney. Pero no tenés la economía, la estructura. Pero sí se pueden hacer buenas producciones. Por ejemplo como lo que hace Cartoon Salon. No hacen películas tipo Disney, tienen un monto de recursos limitados, es más parecido a la UPA o a la linea de diseño de Hanna- Barbera en cuanto a lo sintético de la animación, cuidando mucho los recursos. No es ‘tiremos todo por la ventana y si no lo hacemos a lo Disney ni vale la pena’. A veces pasa que cuando se encara una animación lo dirige gente que no viene de la animación. ¿Cómo le fue a “Metegol”? ¿Dónde está “Metegol 2”? No está. Hay que buscarle la vuelta para hacer cosas que sí se pueden hacer.
Fuente: Télam