El Mamut: el ciclo de poesía, gastronomía y música
El proyecto, que comenzó durante 2018 en la localidad bonaerense Florida Oeste por iniciativa de Simur y Toti, dos amigos apasionados por la poesía, realizó su encuentro número 57.
Existe un espacio nómade que mezcla lo impensado: poesía en vivo, baile y gastronomía al aire libre. Su nombre es El Mamut, y fue creado en 2018 por Simur (32), y Toti (35), dos amigos que se conocieron por ser vecinos de Florida y Florida Oeste. Hoy, «el ritual», como ellos le dicen, no para de crecer.
Aunque Simur es porteño, eligió irse a vivir a la Provincia escapando del ritmo caótico de la ciudad. Según él, el barrio donde se conocieron con su ahora socio es muy importante para el desarrollo del proyecto. A pesar de que Florida es un barrio donde suelen habitarlo gente mayor, o familias, todavía existen casas compartidas de jóvenes que solamente podrían costear un lugar con jardín o patio si los gastos se reparten entre varios.
Este escenario fue ideal para que Toti (35) y Simur (32) se conozcan y comiencen a pensar este proyecto en común, cuya primera edición fue en noviembre del 2018 en la casa de Toti. «Creo que en el momento fue simplemente querer hacer la lectura de poesía que a nosotros nos gustaría, medio hedonista», afirma Simur. A la primera edición fueron 50 personas, amigos y amigos de amigos. A partir del Mamut número 15, ellos dejaron el micrófono donde recitaban sus poesías y empezaron a convertirse en productores, ocupandose del diseño cultural, mientras otros invitados leían.
«Algo que nos dimos cuenta muy rápido que era la esencia del Mamut desde el principio es que nosotros teníamos que diseñar toda la experiencia«, afirma. Hoy en día, ellos meten mano en cada aspecto del mamut: la gastronomía, la música, el servicio, la prevención. «Lo que no nos gustaba era no tener ningún control de la experiencia. Vos quizás vas a leer poesía a un lugar y no sabes qué pizza venden, si la cerveza va a ser cara o no, si van a cuidar a la gente. Nosotros queríamos un esquema diferente» afirma Simur. «Pero fue más de la acción que de la reacción. No sabemos cómo se hacen las cosas, pero nosotros queremos hacer esto». Ahí se empezó a gestar su propia sagrada trinidad: poesía, parrilla y perreo.
Aunque todo comenzó como un lugar donde escuchar poesía pensándola como protagonista, los dueños del proyecto sostienen que ninguna de las cosas que ofrecen está subordinada a la otra. «La experiencia es el total. El otro día me preguntaban qué aportaba el perreo a la poesía. No sé, para mi hay algo muy fuerte en bailar después de haber estado en silencio, escuchando 45 minutos de poesía al lado de amigues, pareja, familia, en un lugar verde, cuidado, comiendo algo rico. Genera algo muy particular, de goce absoluto. Lo que armamos es un ritual de esos tres elementos, que logra su propia sinergia. Nos interesan los matices y que el público tenga una experiencia», afirma Simur.
Este fin de semana, realizaron El mamut número 57, con más de 900 asistentes. La característica nómade del Mamut los llevó a donde quiso: bares, unidades básicas, sums de edificios, la playa, una calle, entre otras. Además de recorrer los barrios porteños y distintas localidades bonaerenses, recorrió ciudades europeas de Madrid, Barcelona, Lisboa, Bolonia, Berlín y Hamburgo.
«Siempre tratábamos de hacer uno en capital y uno en el conurbano. Queríamos invitar al público a que se mueva. Pero en 2021, ya empezó a venir demasiada gente y teníamos que ofrecer un mejor servicio, así que empezamos a estar fijos en una infraestructura más grande». Llegaron a juntar más de 1000 personas.
Lo que nunca perdieron fue el boca a boca, ya que solamente el año pasado se hicieron una cuenta de Instagram. Muy lentamente, empezaron a aparecer personas que ellos ya no conocían, desconocidos. «Desde el inicio empezamos a notar una fidelidad muy grande. No solo de nuestros amigos, sino de amigos de amigos, que no tienen un compromiso afectivo con vos quizás. El domingo había quince o veinte que también estaban en la primera edición del Mamut. El público va haciendo lo suyo, generando su propia diversión. Se conocen, se hacen amigos, se forman parejas. Hay gente que se conoció en el Mamut y se casó. «, afirma.
Uno de las máximas del Mamut es su accesibilidad. Durante la primera hora, es posible entrar al evento solamente llevando un alimento no perecedero. Después de la primera hora, se entra con un alimento de ese tipo y 500 pesos. El resto de la tarde, son 800 persos. «La cultura tiene que ser sustentable. Nosotros vivimos de esto, y le dedicamos mucho amor y trabajo», afirma uno de sus protagonistas. El precio no está nada mal dado que es un evento que suele durar ocho horas, de la primera tarde hasta la noche.
Muchas veces están en el programa de un festival más grande, como por ejemplo, estuvieron a cargo de la apertura del Festival Poesía YA!, en el Centro Cultural Kirchner. El ritual que nació en Florida no para de crecer, y parte de su encanto proviene de la mística que le otorgó el barrio, que sigue viva en otra de las máximas del Mamut: siempre al aire libre.
«Yo como porteño te digo: si fuesemos vecinos de Palermo o Villa Crespo esto no hubiera sucedido jamás», afirma Simur. «Creo que hay algo que se da en el conurbano, que es otro acceso al aire libre, a tener una parrilla, un mínimo contacto con la naturaleza. Esa decisión del Mamut siempre estar mirando la luna desde el lugar, creo que eso nace de compartir jardines, del rancheo. Viene alguien de capital, mira tu jardín y te dice «ah, estás como querés»».
«Y además justo Florida tiene una accesibilidad que permite que la gente pueda venir de muchos lugares de CABA, y del conurbano también. Quizás a otro lado los porteños no te van», ríe.
Su sueño es llevar el ritual de mil personas (que requiere un gran movimiento) a toda la Argentina. «Siempre con Toti decimos que el último Mamut lo hacemos en Malvinas. Si llegamos ahí, no lo hacemos más», concluye Simur.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/525841-el-mamut-el-ciclo-de-poesia-gastronomia-y-musica-que-nacio-e