Rol del episcopado en la dictadura
El libro “La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983″, que contiene documentación desclasificada del Vaticano y la Conferencia Episcopal Argentina que confirma el rol de esa institución durante la dictadura cívico militar, será presentado esta tarde en la Universidad Católica Argentina (UCA).
Editada por Planeta, la obra consta de tres tomos -hasta ahora se publicaron dos y el tercero saldrá hacia fin de año- con la autoría de los teólogos e historiadores Carlos María Galli, Luis Liberti, Juan Durán y Federico Tavelli, entre otros.
El acto de presentación se realizará hoy a las 18 en el Auditorio San Agustín de la UCA, ubicado en avenida Alicia Moreau de Justo 1300, subsuelo, edificio Santa María, en el Campus Puerto Madero.
La actividad es libre y gratuita con previa inscripción en www.uca.edu.ar/laverdadlosharalibres.
La presentación estará a cargo de la comisión editora de la obra integrada por Galli, Durán, Liberti y Tavelli, acompañados por Paula Pérez Alonso, editora de Grupo Planeta.
Impulsada por el papa Francisco y la actual conducción del Episcopado, que encabeza Oscar Ojea, se trata de una investigación histórica a partir de la desclasificación de toda la documentación relacionada a la violencia política de los ’70 y la represión durante la dictadura cívico-militar, que se encontraba archivada en el Vaticano y la Iglesia argentina.
El segundo tomo en particular revela las conversaciones reservadas entre las autoridades de la Iglesia católica y los jerarcas del régimen militar, el «rol activo» que el vicariato castrense asumió en el marco del ejercicio del terrorismo de Estado y las vacilaciones y contradicciones internas del Episcopado en los ’70.
Con la información desclasificada, que incluye actas de reuniones secretas, queda contrastado en el libro el papel en apoyo de la dictadura militar que jugaron obispos como Adolfo Tortolo -quien fue titular del Episcopado y vicario general castrense-; el entonces arzobispo de Buenos Aires, Juan Carlos Aramburu, y el nuncio apostólico Pío Laghi, entre muchos otros, en contraposición con la actitud de obispos como Jaime De Nevares, Vicente Zazpe y Miguel Hesayne, entre los pocos miembros de la jerarquía eclesiástica que denunciaron el terrorismo de Estado.
Previo a la publicación de los libros, algunos documentos de la información desclasificada fueron presentadas ante la Justicia argentina -concretamente ante el juez federal Ariel Lijo- con el objetivo de «ayudar a lograr una justicia largamente esperada», según indicó la CEA en comunicado.
La desclasificación de estos archivos también fue un pedido realizado durante mucho tiempo por los organismos de derechos humanos: referentes como Estela de Carlotto o la fallecida Hebe de Bonafini lo solicitaron en múltiples oportunidades a las autoridades de la Iglesia argentina e incluso al papa Francisco.
De hecho, el viernes pasado, los autores del libro se reunieron con Carlotto en la sede de Abuelas.
«Fue un encuentro muy cercano, emotivo y positivo. Les manifestamos nuestra disponibilidad para colaborar en todo lo que pueda contribuir en sus líneas de investigación y búsqueda de los nietos. Abuelas se mostró también muy cercana y con gran interés por nuestro trabajo y todo lo que esto pueda aportar»; explicó Tavelli en diálogo con Télam.
«Esta obra, pensada en tres tomos, es el fruto de un largo proceso de sistematización e investigación impulsado por la CEA, con la colaboración de organismos de la Santa Sede, que comenzó en el año 2012 con la sistematización de la documentación existente en torno a la década del ’70 del siglo pasado y custodiada en los archivos de la Conferencia Episcopal y de la Santa Sede», explicó el Episcopado en una carta de presentación de la obra.
Jorge Bergoglio tuvo un papel protagónico en la publicación de la obra: en 2012, antes de ser Papa, formó parte de la conducción del Episcopado que impulsó la apertura de los archivos a víctimas o familiares, y luego en el 2013, ya como pontífice, dio instrucciones para que también se abrieran los de la nunciatura apostólica en Buenos Aires y los de la Santa Sede para este estudio.
Fuente: Télam