El voto: ¿más estrés y angustia por la incertidumbre ?
Muchas personas, tras los comicios, sienten una mezcla de ansiedad, parálisis y miedo ante los resultados y sus posibles consecuencias económicas. Cómo nos afecta la votación y la responsabilidad de definir nuestro propio destino
En las últimas horas de las PASO, cuando aún no estaban “cerradas” las urnas, ya empezamos a experimentar algunas muestras de lo que vendría. Las máquinas en algunos lugares no funcionaban, se prolongó la hora de cierre donde habían informado anomalías, hubo quejas de la jueza electoral y la entrega de resultados se hizo esperar.
Pero, sin duda, luego de las PASO comenzamos a transitar con mayor intensidad un camino que, no por ser ya conocido, no genera un profundo malestar: el de la incertidumbre. Quizás sea esta la palabra que enmarque estos momentos actuales y que defina y sea el eje de los diferentes estados emocionales que vamos experimentando de manera cada vez más intensa.
La etimología de la palabra nos sirve para entender lo que la misma encierra: proviene del latín y significa aquello que “no es (in) cierto (certus)”, donde cierto es lo previsible, esperable, ya que certus proviene de cortar, el haber separado una parte de la otra, la verdadera de la que no lo es. Quizás como las elecciones y las expectativas de lo que traerán como consecuencia, la falta de alguna certeza o seguridad.
«La incertidumbre genera una serie de giros mentales, emocionales y tomas de decisiones sesgadas, que terminan por incrementar el malestar en lugar de apaciguarlo», dijo el doctor De Rosa Alabaster (Getty)
En la nota “Cuál es el papel de las emociones y la psicología en el voto”, hablamos sobre aquellas emociones básicas, según Paul Ekman, que son tristeza, alegría, ira, miedo, asco, y sorpresa, y cómo había modelos que agregaban otras como: deseo e interés. La característica de la incertidumbre es que inclusive nuestras emociones, no sabemos si son las adecuadas a la situación, ya que esta es incierta, lo que ocasiona mayor malestar y angustia. No solo lo emocional impera sobre lo racional, sino que dudamos hasta de la pertinencia de esa emoción. Todo pasa a ser duda, incertidumbre.
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Esto quedó en evidencia en estos últimos días, siendo necesaria una sola variable que ya funciona como un medidor en nuestra sociedad y es el precio del dólar. En esta variable se veía claramente reflejado el sistema de incertidumbre, ya que en un contexto global de incremento del costo e inflación formidable solo en unos días, las subas y bajas respondían a las más diversas explicaciones, en las cuales la misma razón esgrimida servía para explicar altas y bajas (las menos) del precio de la moneda símbolo de bienestar/malestar.
En 48 horas, las frecuentes referencias a un pasado traumático (crisis de 1989/2001, por ejemplo), un aumento de precios en el cual directamente no hay precios, lleva a que quienes debieran alquilar una propiedad, se encontraran con el mismo concepto de un mercado incierto e hiperinflacionario.
Votar es una toma de decisión compleja con consecuencias que a veces banalizamos
Así, se retiró la oferta de un bien o servicio al no saber cuánto podría costar mañana o permitiría ganar, con lo cual la incertidumbre en algunos casos era que posiblemente si vendía hoy “perdía” porque hubiera ganado más mañana. Sin ver que esa mayor ganancia, en una lógica generalizada, también implicaría pagar más lo que fuera a adquirir con eso que había ganado. Como se ve, la incertidumbre genera una serie de giros mentales, emocionales y tomas de decisiones sesgadas, que terminan por incrementar el malestar en lugar de apaciguarlo.
Entonces, las preguntas son: ¿cómo transcurrimos el periodo entre las PASO y las elecciones generales, y definitivas? ¿Cómo atravesamos ese, también, imprevisible escenario donde dos días pueden ser años? y ¿cuáles son las consecuencias emocionales que “pagamos”, además, padeciendo paralelamente una inflación y un aumento de costos imposible de medir? Sin duda, abordaremos en varias oportunidades el tema de las diferentes formas de manifestarse este malestar, esta incertidumbre preelectoral, ya que quizás sea el tema central para nuestras vidas en este momento.
Es habitual que la sociedad, quizás expresada de manera emergente por políticos y medios, entienda que los temas económicos o políticos actúan como compartimentos estancos que se explican en su propio y aislado contexto, y que el todo es el “amontonamiento” de partes que están rigurosamente separadas. Se acepta que algunas profesiones u oficios están avalados a relatar esa interacción. Pero con un principio, un juicio a priori, que se trata de “cosas” y que están separadas. Nunca se juntarán las piezas de algo. Como que se ve, solo son piezas inconexas.
Ansiedad y estrés con sus consecuentes ira, parálisis y miedo pueden afectar al votante después de las elecciones (Imagen ilustrativa Infobae)
El factor que da sentido a la imagen partida es el humano, ya que todas esas actividades o sectores son realizadas por personas que, sin embargo, en su complejidad, no son comprendidas. Las mismas, puestas en lugar de observador, no pueden describir y aceptar su propio proceso.
La visión escotomizada y recortada de la realidad lleva a no entender el lugar de las emociones en el comportamiento humano y en absolutamente todas sus repercusiones o acciones. Sin embargo, todos ellos interactúan de una manera circular unos con otros, potenciando los efectos desgastantes. En este caso, incrementando la angustia. Si se quiere llevar a las expresiones de la misma: a la ansiedad y al estrés con sus consecuentes ira, parálisis, miedo o todas ellas actuando en diversos momentos en la misma persona.
Un niño de Lituania que había emigrado a París fue detenido, así como su familia, en las tristemente célebres redadas sobre personas de origen judío que se efectuaron en la capital francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Estas redadas, obviamente, eran quizás la manifestación más cruel y trágica de la incertidumbre y las decisiones correctas podían significar la vida o la muerte. Quizás eso lo llevó a entender el valor de la toma de decisiones en estos momentos.
«Luego de las PASO comenzamos a transitar con mayor intensidad un camino que no por ser ya conocido no genere profundo malestar, el de la incertidumbre», explicó De Rosa Alabaster (Imagen Ilustrativa Infobae)
Muchos años más tarde, ese niño era el psicólogo Daniel Kahneman y fue honrado con el Premio Nobel de Economía por presentar de manera erudita profunda y fundada el valor de la toma de decisiones, las distorsiones cognitivas asociadas y especialmente las emociones en momentos de incertidumbre. Concretamente, demostró cómo lo que a veces se sigue considerando una toma de decisiones racionales está fuertemente condicionada, según el grado de incertidumbre por las emociones.
Los trabajos de Kahneman, especialmente aquellos realizados en colaboración con Amos Tversky, como “Juicio bajo incertidumbre: heurística y prejuicios”, nos llevan a aspectos centrales en el estudio de las ciencias del comportamiento (Behavioral Science). Estos trabajos explican esas “interrelaciones” entre aspectos que se imaginan separados (y por eso deben ser interrelacionados) en lugar de formar parte del ser integrado, como las emociones, la economía y, por ejemplo, un proceso electoral. Así, demostraron cómo la toma de decisiones se aleja de principios de probabilidad para estar focalizada en conductas emocionales. Esto es la teoría de la perspectiva y quizás sea el concepto central del aporte de ambos a las conductas en el marco de la economía. En este momento, esta toma de decisiones, aunque se trate de elegir candidatos, también es relativa a un futuro económico, y eso conlleva una carga emocional.
Tenemos un corto, pero que puede resultar extraordinariamente largo e incierto, periodo previo a las elecciones. Durante este tiempo, prestar atención a nuestras emociones y a nuestros pensamientos asociados a eventos que consideramos aislados, como la información fragmentaria de la que nos nutrimos, nos podría permitir atravesar estos momentos en los que el destino no parece claro, o incluso nos preguntamos si realmente hay uno.
En el comienzo de la travesía por el desierto o cuando no se distingue “la otra orilla” con claridad, pueden surgir momentos de gran desesperación, incertidumbre y angustia. Entendiendo que estas son las características de dichos momentos, en los cuales nuestra mente nos envía mensajes caóticos y a veces nos hace tomar decisiones con sesgos cognitivos o simplemente erróneas, podríamos protegernos de esa tormenta mental. Y quién sabe, tal vez contribuir a que la niebla externa e interna de la incertidumbre disminuya.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/2023/08/22/las-emociones-despues-del-voto-mas-estres-y-angustia-por-la-incertidumbre-ante-el-futuro/