Entrevista: Ana Franchi, titular del Conicet
La presidenta del principal organismo público dedicado a la ciencia y la tecnología en la Argentina, analizó las declaraciones del candidato a presidente por LLA, Javier Milei, que proponen cerrar el Conicet. Hoy, las exportaciones asociadas a la economía del conocimiento ocupan el tercer lugar en la Argentina. Un repaso por hallazgos científicos que ponen a la ciencia local en lo más alto
Como un loop repetido y monótono que parece incluso volver el tiempo atrás, en la Argentina, reaparecen debates públicos que obligan a discutir cuestiones sobre las cuales se habían logrado consensos sociales. Esta vez, el objeto de estudio en la picota es la dimensión y el funcionamiento de la ciencia, la tecnología y el rol del Estado y los privados para propulsar su desarrollo.
La propuesta de cierre y privatización del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de parte de Javier Milei y su partido La Libertad Avanza (LLA) fue: “Si me eligen presidente voy a privatizar el Conicet“. “En realidad habría que cerrarlo”, agregó.
La misma idea condenatoria sobre el sistema científico nacional apareció en 1994 cuando el por entonces superministro de Economía, Domingo Cavallo, mandó a la socióloga y demógrafa del Conicet, Susana Torrado, “a lavar los platos”. El loop también ocurrió a la inversa. La sociedad volvió a ponderar el trascendente rol que tiene la ciencia en un Estado moderno para fortalecer la idea de futuro. Una serie de mojones contemporáneos ayudaron a visibilizar el aporte de los científicos e investigadores argentinos, a través de hechos concretos: la pandemia, el cambio climático, la investigación básica, vacunas y tratamientos para enfermedades, el agro sustentable, entre otros.
Por primera vez, la doctora en Química de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Ana Franchi, presidenta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) visitó los estudios de Infobae y conversamos sobre la controversia y los pilares alrededor de una institución científica modelo para la región y el mundo, fundada en 1958 por el premio Nobel de Medicina Bernardo Houssay.
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Franchi opinó sobre la controversia Milei versus Conicet y sobre cuáles son los logros y cómo se administra el presupuesto del organismo científico.
—Doctora Franchi, existe un debate caliente alrededor del Conicet hoy y la opinión pública decidió involucrarse. Las declaraciones las hizo el candidato presidencial Javier Milei, quien resultó el más votado en las recientes PASO. Con sus dichos desacreditó el funcionamiento eficiente del CONICET. ¿Usted encuentra algún hilo conductor entre aquel “vaya a lavar los platos”, de Domingo Cavallo a la socióloga del Conicet Susana Torrado, bajo la idea de atacar el rol del Estado en investigación, ciencia y conocimiento?
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—Ana Franchi: Generalmente, cuando ocurren estas situaciones de crisis económica, por un lado, y de posibles gobiernos de derecha por el otro; aparecen estos ataques a la ciencia, que en general la sociedad no los asume, sino que por el contrario los rechaza.
Ana Franchi sobre la crisis: «Estos ataques a la ciencia coinciden con momentos de tensiones políticas y económicas en el país.»
Creo que en el caso de (Domingo) Cavallo fue una reacción contra los índices de pobreza de aquel momento, un ataque al pensamiento crítico; que, sin duda, es lo que puede agitar el Conicet. Esta vez, es otro tipo de ataque, me parece más una cuestión de cajas, sobre si mantenemos o no mantenemos al Conicet. Todo está dicho desde un lugar de profundo desconocimiento.
—¿Cómo se financia el Conicet y cuáles son las estrategias y los resortes que también le generan autofinanciamiento y aportes al PBI?
—El Conicet está en la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. Es un ente autárquico, pero no autónomo como sí lo son las universidades públicas, esa es nuestra diferencia. El Conicet tiene un presupuesto que viene aprobado del Presupuesto Nacional. Somos una institución del Estado que tiene casi 30.000 personas trabajando, de las cuales más de 12.000 son investigadores e investigadoras; más o menos la misma cantidad son becarios y becarias que están haciendo su doctorado o su post doctorado.
El CONICET fue creado por Decreto Ley N° 1291, el 5 de febrero de 1958. Es el principal organismo público dedicado a la ciencia y la tecnología en la Argentina. Su primer presidente fue Bernardo A. Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947, quien dirigió la institución por más de una década.
Entre sus cuatro objetivos figuran:
1- Fomentar y financiar la investigación científica y tecnológica, y las actividades de apoyo que apunten al avance científico y tecnológico.
2- El intercambio y la cooperación científico-tecnológica, otorgar subsidios a proyectos de investigación y pasantías y becas para la realización de investigaciones.
3- Organizar y financiar institutos, laboratorios y centros de investigación.
4- Brindar asesoramiento a entidades públicas y privadas en el ámbito de su competencia.
Tenemos alrededor de 3000 personas que son personal técnico, que pueden ser profesionales o no, manejan los grandes equipos, cuidan los animales que se usan en experimentación, y salen de campaña en experimentos e investigaciones. Y también alrededor de 1.400 personas que es el personal de gestión, es decir que gestiona toda la parte administrativa del CONICET, es un personal especializado en políticas científicas.
¿Qué sale del presupuesto del CONICET? Los salarios de todas estas personas, los estipendios de las becas y los becarios, el sostenimiento de más o menos 316 institutos de investigación que tenemos en todo el país. El Conicet funciona desde una sede central en el barrio de Palermo, Ciudad de Buenos Aires, pero los institutos están distribuidos en todo el país, desde La Quiaca a Tierra del Fuego.
La mayoría de ellos son de doble pertenencia, generalmente junto a las universidades. Tenemos institutos con universidades públicas y con universidades privadas, con algunos hospitales, públicos y privados también. Por ejemplo, con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tenemos dos institutos en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, uno de Virología y otro de Endocrinología.
0 seconds of 2 minutes, 58 secondsVolume 0%Ana Franchi sobre la financiación del Conicet: ‘Nuestro presupuesto proviene del Presupuesto Nacional, pero también generamos autofinanciamiento.»
El Conicet es un organismo verdaderamente federal cuyas sedes se encuentran distribuidas desde la Antártida hasta la Puna y desde la Cordillera de los Andes hasta el Mar Argentino.
—Coincide con la idea de que la carrera científica está muy lejos del concepto del “ñoqui” o acomodado, porque es un sistema de logros y meritocracia. Hay que tener determinadas competencias y defenderlas en el sistema de concursos ante pares y superiores. ¿Cómo usted explica esta lógica a los que piensan que es un nido de acomodados?
—Nuestros investigadores concursan, por eso digo que estamos permanentemente evaluados, porque cuando yo quiero dinero para una investigación tengo que entrar a un concurso de subsidios que pueden ser del Conicet, o pueden ser de la Agencia de Ciencia, Tecnología e Innovación (Agencia I+D+I), que tienen los subsidios más importantes; o también pueden ser subsidios internacionales. Tenemos grupos que reciben subsidios de distintos países, Estados Unidos, Europa, o subsidios de las propias universidades. Así se sostiene lo que serían los insumos y el equipamiento.
La carrera científica tiene toda esa lógica. Esa competencia permanente que tienen que tener los investigadores y las investigadoras, y los grupos de investigación, como ocurre en todos lados del mundo, eso hace que estemos permanentemente evaluados.
Nosotros informamos al CONICET bienalmente, y los más jóvenes anualmente, sobre lo que hicimos, y cuál fue nuestra tarea durante ese año. Cada vez que solicitamos tener un becario o una becaria, volvemos a concursar. Cuando completamos nuestro doctorado y queremos entrar al CONICET con un cargo de investigador, es un concurso competitivo.
«Con las patentes que están actualmente válidas, tenemos alrededor de 985 patentes, es un aporte al PBI si estos productos son llevados de alguna manera al mercado», explicó Franchi (Conicet)
Muchos no deben saber que dentro del Conicet hay representantes de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Sociedad Rural, justamente para que el sector productivo tenga participación en la dirección de las políticas que lleva adelante el Conicet.
Hay 55 empresas de base tecnológica que fueron creadas por investigadores del Conicet y que crecieron por la inyección de capital privado. Actualmente, la institución tiene 985 patentes activas.
—La carrera científica, además de equipos transdisciplinares, necesita tiempo y anidar grupos de trabajo, para que después puedan lograr un momento Eureka! que implique un nuevo conocimiento y un paso hacia el futuro ¿Es por eso que las dotaciones son tan numerosas?
—Absolutamente, nadie hace ciencia en el garaje, como uno podía pensar hace muchos años atrás. Los grupos necesitan de todo tipo de personal, desde el administrativo, el personal técnico, los becarios y becarias que se están formando o terminando de formar, porque ya son profesionales, y por supuesto de los investigadores en distintos momentos de la carrera. Están los que se llama en Estados Unidos senior, un investigador principal y, a partir de ahí, tenemos las líneas que van bajando. Y esta gente que se termina de formar irá a formar su grupo y así sucesivamente.
Cada vez más hablamos de la interdisciplinariedad. Una investigación antes parecía más segmentada, más enfocada en un tema, pero ese enfoque de un tema ahora necesita distintos aportes. Incluso, con las posibilidades que brinda la comunicación y la tecnología, hace que haya un grupo en Buenos Aires, pero que tiene una rama en Mendoza y otra en Tierra del Fuego. Y por supuesto, que exista colaboración con grupos del exterior también.
La producción de petróleo sigue incrementándose en Vaca Muerta con muchos científicos del Conicet involucrados (Vista)
—Para los que se escandalizan con los presupuestos que se lleva la ciencia, la tecnología también permite optimizar los presupuestos. Por ejemplo, la tecnología de ARNm ya no necesita montar laboratorios gigantes, sino que se puede hacer en lugares relativamente pequeños ¿Cómo ve el aporte de la transformación tecnológica a la que se asiste hoy?
—Lo que nosotros invertimos en ciencias y tecnología en Argentina es muy poco comparado con cualquier país del mundo. Necesitamos que se aporte más porque lo que tenemos que mirar después es cuánto de esta inversión, inversión no gasto, en ciencia y tecnología, aportará a la Nación.
En este momento las exportaciones asociadas a la economía del conocimiento están llegando al tercer lugar en la Argentina, entonces hay una vuelta de lo que hacemos. Una de las cosas más importantes que hacemos es la formación de recursos humanos, porque todos esos jóvenes que entran y se doctoran y hacen su postdoctorado, no van a entrar al Conicet, porque no ganan concursos, o porque no quieren. Y van a formar parte de empresas que van a tener personas que puedan llevar adelante tecnologías de última generación. Tenemos que entrar en un mundo donde la tecnología atraviesa toda nuestra vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
Esos recursos humanos, estos jóvenes que se terminaron de formar en el CONICET, en realidad en las universidades con financiamiento del CONICET o de otros lugares, son los que van a integrar luego grandes planteles. Para mí uno de los primeros logros del CONICET es esta gente que formamos y que a cada lugar que vamos los encontramos.
Hace 10 días estuve en Vaca Muerta y la geóloga que nos empieza a guiar me dice: “Yo me recibí en la Universidad de La Plata, luego hice mi doctorado en el Conicet, luego hice un post doctorado en el exterior y entré a YPF”. Y esos lugares como Vaca Muerta, van a dar una gran cantidad de divisas al país y de trabajo genuino porque están integrados por muchísimas personas que estuvieron en el CONICET.
Y como fueron a YPF, los vamos a ver en los hospitales, en un montón de industrias nuevas, en las empresas farmacéuticas. ¿Por qué creen que las empresas farmacéuticas de todo el mundo vienen a la Argentina a buscar recursos para trabajar?
—Con las más de 900 patentes que tiene el CONICET, hay un aporte concreto al PBI Nacional, hay exportaciones…
—¡Claro!Con las patentes que están actualmente válidas, tenemos alrededor de 985 patentes, son un aporte al PBI si estos productos son llevados de alguna manera al mercado, por supuesto.
Una de las cosas que hicimos en pandemia, que fueron los barbijos (Atom protect) que se llamaron popularmente “barbijos Conicet”, aunque no los fabricamos en el CONICET, se exportaron y entraron divisas. Pero no solo eso, era una empresa muy pequeña, que fabricaba cortinas y toallas. Esa empresa, que nos puso los barbijos a nuestra disposición, que exportó barbijos, incorporó 100 personas, puso una segunda sede en Bellavista, incorporó equipamiento y actualmente sigue trabajando con investigadores e investigadoras. Además ya tienen otros productos, salieron con alcohol en gel y un montón de productos más, o sea ya le cambió el estilo a la empresa.
También los kits diagnósticos. En la primera etapa de la pandemia necesitábamos saber quién tenía COVID y quien no tenía, había pocos lugares, necesitábamos kits diagnósticos. En ese momento ni los insumos nos vendían desde afuera. Inmediatamente la doctora (Andrea) Gamarnik salió con el kit de anticuerpos y un poquito después los doctores Carolina Carrillo y Adrián Vojnov salieron con el test de virus que se exportó y también fueron divisas que entraron al país.
Hay 10 ó 12 países nada más que hacen kits diagnóstico. Tendremos muy prontito, la vacuna contra el COVID-19 ARVAC- Cecilia Griersonenteramente hecha en la Argentina. Con el liderazgo de la doctora (Juliana) Cassataro, una investigadora del Conicet en la Universidad de San Martín, y ya la tiene la reguladora local ANMAT para la aprobación. Se hizo la Fase II y la Fase III en el país, una hazaña muy difícil.
Franchi recordó entre los logros del CONICET la vacuna contra el COVID-19 100% hecha en la Argentina que pronto será aprobada por ANMAT y cuyo desarrollo lideró la doctora Juliana Cassataro y producirá en escala el Laboratorio Cassará
—Un proyecto entrañable -ARVAC-Cecilia Grierson- porque consustancia una idea muy potente para la ciencia argentina: las alianzas público-privadas. La investigación básica de origen público transdisciplinar y también un laboratorio como Cassará que escalará industrialmente el desarrollo
—Exactamente. En ninguno de los lugares del mundo, el inicio de la investigación es privado, pero tampoco es que el Estado va a llevarlo al mercado. Todo lo que la gente ve en la calle, en el mercado, en la farmacia son desarrollos de CONICET o de las universidades y escalado por una empresa privada y esa empresa privada se beneficia también.
El año pasado el CONICET interactuó con casi 3.000 empresas, casi todas pymes. Nosotros hacemos una cosa que se llaman Servicios Tecnológicos de Alto Nivel. Son cosas que a lo mejor no se pueden hacer en una empresa, y que en muchos casos se hacían antes en el exterior (transferencia tecnológica); y ahora, cuando se ve que se puede hacer en el país, lo hacemos a través de institutos nuestros. Todos estos productos, algunos que a lo mejor no son un producto, es resolverle un problema a una empresa. Vienen y dicen “no puedo resolver esto”. “Bueno, podemos hacerlo de tal manera”, le decimos desde Conicet. Cada vez nos conocen más, y lo bueno es que se acerca más gente a nuestra gerencia de vinculación a los lugares de vinculación en el interior del país y dicen “tengo este problema”.
Trabajamos con el polo petroquímico en Bahía Blanca, trabajamos con la industria forestal en Misiones, estamos trabajando en Mendoza con los viñateros, muy especialmente con el tema de la sequía.
«En la primera etapa de la pandemia necesitamos saber quién tenía COVID y quien no. Necesitábamos kit diagnósticos. En ese momento ni los insumos nos vendían desde afuera. La doctora del Conicet (Andrea) Gamarnik salió con el kit de anticuerpos», recordó
—Están las semillas resistentes al agua, las HB4 de soja y trigo, que un grupo de científicos del Conicet desarrollaron con técnicas de biotecnología vegetal…
—Claro. La doctora Raquel Chan, en Santa Fe, es una investigadora de CONICET en la Universidad Nacional del Litoral, desarrolló semillas resistentes al estrés hídrico, o sea la sequía. Estas plantas, que son trigo y soja, crecen con 30% menos de agua, pero ahí vino la empresa Bioceres, porque la doctora Chan no iba a poder escalar esto, y trabajó muchísimo porque hubo que demostrar un montón de cosas para que esas semillas fueran aceptadas en los países que nos compran trigo, que eran Brasil, Estados Unidos, entre otros.
Bioceres en este momento cotiza en la Bolsa de Nueva York con estas semillas y también es un producto de exportación, se ha comenzado a exportar para eso hubo que escalarlo. La empresa invirtió en hacer todo lo que se pedía para que pudiera ser exportable y, a partir de ahí, se empezó a trabajar. No se resolvió en un año porque eso es lo que tiene la necesidad de la inversión estatal en la formación de los recursos y en estudios que no se resuelven rápidamente.
—En ocasiones se ponen recursos y talentos y no se llega al objetivo, eso también es ciencia. Pero repasemos el último proyecto del doctor Gabriel Rabinovich, Geltec, aplicado a tratamientos en oncología y a enfermedades autoinmunes. También es un buen ejemplo de asociación virtuosa público-privada.
—El doctor Rabinovich es un investigador de excelencia en la Argentina, es miembro de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, creo que hasta ahora tiene casi completo el álbum de premios. Es una persona muy joven, que se formó la Universidad Nacional de Córdoba y que luego hizo todo su carrera en Argentina. Él viene trabajando con las proteínas llamadas Galectinas, desde su doctorado y fue armando un grupo, el doctor ya ha formado gente que está en todo el país y en el exterior.
Franchi mencionó entre los grandes científicos del CONICET al doctor Gabriel Rabinovich, quien recientemente presentó la empresa Galtec para desarrollar terapias en oncología e inmunología (Galtec / Conicet)
Gabriel se queda con esta apuesta por el país, porque la verdad que está tentado por los mejores laboratorios del mundo para armarle institutos, pero él insiste y se queda. Y armó una empresa que la llamó Galtec -un acrónimo que une Galectina y tecnología–, donde va a trabajar con terapias alternativas para oncología y también con ciertas enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoidea.
Esto fue un trabajo de 30 años, desde que Gabriel empieza a doctorarse, y sigue y forma gente y se asocia a personas que saben la parte que nosotros nunca sabemos, que es cómo comercializar, cómo armar, y cómo conseguir inversores. Hay inversores locales, inversores extranjeros. La semana pasada, el broche maravilloso de esta historia, fue la presentación de Galtec, que va a funcionar en un instituto que es del CONICET, el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) en el barrio porteño de Belgrano. Investigadores de todo el mundo, entre ellos varios premios Nobel, felicitaron al doctor Gabriel Rabinovich por este emprendimiento.
Franchi explicó, «Estamos con Y-Tec, la empresa que el CONICET tiene con YPF, desarrollando baterías de litio, el mes que viene van a ser presentadas. Estas baterías de litio ya tienen el interés del país y el mundo» (Getty Images)
—Traigo la historia del Nobel César Milstein. Él se tuvo que ir del país cuando se cuestionó y persiguió a la ciencia en la época de los militares. Luego volvió, en 1984, a los 57 años, cuando recibió el Premio Nobel de Medicina, junto a Köhler y Jerne, por su trabajo sobre la producción de los anticuerpos monoclonales. Pero fue parte de esa fuga de cerebros que sufrió la ciencia argentina…
—Por supuesto, el tema de si algún joven se va al exterior a perfeccionarse es fantástico; que conserve las relaciones con los laboratorios o los lugares de trabajo donde estuvo es fantástico; pero nosotros los necesitamos ¡acá!. Milstein fue el creador de los anticuerpos monoclonales que revolucionaron la medicina, y con esa inocencia de los científicos, él no lo patentó, un colega le pidió la técnica y este colega lo patentó. Bueno, fue compensado con el Premio Nobel, pero tuvo ese amor por el conocimiento. En los momentos de grandes crisis nadie es generoso.
Cuando empezamos la pandemia, decíamos, ¡vamos a salir mejores! pero eso no ocurrió. Y después aparecieron las primeras vacunas, que significaban la diferencia entre la vida o la muerte. Pensemos la cantidad de gente que falleció por COVID. Los países centrales se quedaron con el 80% de la producción de vacunas, no nos vinieron a preguntar cuántas necesitábamos.
Por ejemplo, la transición hacia las energías renovables que llevará años, pero que ya se ha comenzado, en el Conicet estamos con Y-Tec, es la empresa que el CONICET tiene con YPF, desarrollando baterías de litio, el mes que viene van a ser presentadas. Estas baterías de litio ya muestran el interés de, por ejemplo, de la provincia de Santiago del Estero que quiere ir hacia la electromovilidad del transporte público y quiere construir una planta cinco veces mayor que esta que es casi experimental, que armamos con la Universidad Nacional de La Plata.
La provincia de Catamarca también mostró su interés porque quiere trabajar con energías renovables en pequeñas poblaciones, como hay tantas en nuestro país, que están muy distanciadas de centros más grande, y que en definitiva su energía es cara y contaminante porque usan gasoil, entonces ante la posibilidad de utilizar, ya sea eólica o solar y las baterías de litio para almacenar, se empiezan a mostrar interesados.
Nosotros tenemos el litio, ¿vamos a trabajar así o vamos a trabajar y conseguir trabajo argentino y agregar con ese trabajo divisas que van a entrar al país?
«Uno de los tantos proyectos científicos que hicimos en pandemia, fueron los barbijos «atom protect» que fueron popularmente conocidos como «barbijos CONICET», aunque no los fabricamos en el CONICET. Se exportaron y entraron divisas por este proyecto», dijo Franchi
-Es interesante notar que tanto las universidades públicas como las privadas, especialmente aquellas enfocadas en ciencia y tecnología, están muy activas. Por ejemplo, las carreras STEM (acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) atraen a jóvenes que desean dedicarse a una larga carrera en las ciencias, lo cual es muy alentador. No estoy segura de si esta tendencia se observa también en otras partes del mundo. ¿Cómo analiza este activo tan importante que es el talento y que lo tenemos disponible?
—Así es, tenemos en las cincuenta y pico universidades públicas, pero también en las privadas, muchísima gente interesada en biotecnología, nanotecnología, informática, y tantas otras carreras científicas. Además tenemos muchísimos jóvenes compatriotas latinoamericanos que vienen a la Argentina a hacer su doctorado por el prestigio de nuestras universidades, y también del CONICET. Algunos se quedan, y eso es sangre que renueva y no es tan común en el mundo.
Porque también se acercan muchas universidades internacionales de Estados Unidos, Australia, europeas diciendo “queremos llevarnos jóvenes de la Argentina”, porque hay que saber que las vocaciones científicas están en baja en el mundo. Entonces acá, sabiendo la calidad de nuestra gente, de nuestros graduados, vienen muchísimo a buscarlos. Hay que tratar de retenerlos. No es tan fácil, no vamos a olvidar que estamos en una crisis económica, y que los salarios acá no son los mismos que en Europa. Muchas veces hablo con investigadores y les digo: “Vos podrías estar tan tranquilo, y sin embargo estás acá apostando”. Me gusta repetir que la ciencia es algo para que todos y todas vivamos mejor. Y en eso estamos.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/ciencia/2023/08/27/ana-franchi-presidenta-del-conicet-pensar-que-la-inversion-en-ciencia-es-un-gasto-es-un-error-que-pone-en-riesgo-al-pais/