Teletrabajo: la nueva normalidad
El cerebro se adapta a la modalidad home office, pero no sin un costo. Las organizaciones que protejan el aspecto psicológico de sus empleados saldrán beneficiados.
Por María Roca
El teletrabajo o el trabajo a distancia, ha sido una alternativa de modalidad laboral impulsada por años, que evidentemente fue impuesta de manera masiva por la situación sanitaria que enfrentamos a nivel mundial. Así, luego de años de un avance sigiloso, la conversión al trabajo remoto se aceleró en la pandemia de coronavirus y parece haber llegado para instalarse y acompañar la famosa “nueva normalidad”.
Ahora, más allá del reconocimiento de algunos de los beneficios reconocibles de esta forma de trabajo, la situación que estamos viviendo ha aumentado también la presencia de condiciones relacionadas con la salud mental tales como el burnout, ansiedad y el distress. Si bien dicho aumento no puede relacionarse de manera exclusiva al cambio de la forma de trabajo, es primordial regular estos cambios de tal manera que prioricen la salud mental de los colaboradores y por tanto, su efectividad.
Es cierto que el contexto que llevó a una gran parte de la sociedad al trabajo remoto fue brusco, desconocido y por ende, ha generado preocupación y estrés en muchas personas. No obstante, han pasado meses y estamos en el momento de quiebre para repensar las dinámicas que estamos tratando de adaptar a este formato home office.Resulta fundamental un análisis interno por parte de cada organización donde no se sigan perpetuando las agendas presenciales en un formato digital, sino que encuentren su propia lógica ante la necesidad de cada equipo.
Si bien podemos asegurar que nuestro cerebro tiene la capacidad innata de adaptación a un nuevo contexto, no lo hace sin un costo, ya que aquello que llamamos estrés, es la respuesta de nuestro organismo para lidiar con los cambios. Por ese motivo, las organizaciones que propicien el desarrollo de recursos y capacidades que protejan el aspecto psicológico y emocional de su talento, tendrán resultados superadores no solo a nivel sanitario sino también a nivel económico y social.
La combinación de los mismos espacios para el trabajo y el ocio en nuestros hogares podrían llegar a complejizar algunas de nuestras rutinas o inclusive pueden llegar a alterar nuestros ritmos biológicos. Asimismo, las reuniones virtuales pueden generar una mayor demanda a nivel cognitivo y emocional ya que la lectura de las claves de comunicación no verbal se encuentran limitadas y el cerebro debe procesar múltiples escenas estancas.
Frente a esto, es necesario pensar integralmente los escenarios de teletrabajo impulsando también la organización personal y el desarrollo de estrategias de manejo del estrés y de regulación emocional. En este punto, sería ideal que las empresas dediquen tiempo y recursos a generar rutinas de teletrabajo que promuevan el bienestar y favorezcan la salud mental, resguardando a sus colaboradores en este proceso de cambio creando nuevas dinámicas que acompañen correctamente el escenario que nos propondrá la nueva normalidad. Sin dudas, todos saldremos beneficiados.
*María Roca, doctora en Psicología, Subdirectora Operativa de INECO y miembro del equipo INECO-Humanize escribió esta columna en conjunto con Alejandro Melamed, Director de Humanize Consulting y también miembro del equipo INECO-Humanize
Por María Roca
Fuente: Ambito Financiero