La “agenda” de cómo florecen los árboles porteños
La floración del lapacho marca la largada oficial de la estación en la Ciudad.Cómo afecta el cambio climático la regularidad histórica.
Un ejemplar de lapacho en la 9 de Julio, la primera especie en florecer con la llegada de la primavera.
Más allá del calendario, la floración del lapacho marca la largada oficial de la primavera en la Ciudad de Buenos Aires. Las flores rosas del lapacho, las rojas del ceibo -la Flor Nacional Argentina-, amarillas las de las tipas; las más famosas, las violetas, las del jacarandá; y las rosas y blancas del palo borracho. Los árboles y su paleta de colores son un sello distintivo en territorio porteño.
A su tiempo, cada cuál a su ritmo, los árboles ubicados en veredas, avenidas, plazas y parques, van regalando postales a cada paso. En septiembre el lapacho, el ceibo en octubre, en diciembre las tipas y el jacarandá; y a lo largo del año, en diferentes momentos y con diferentes colores, el palo borracho (la mitad de los ejemplares en territorio porteño tienen flores rosa).
A lo largo del tiempo, este calendario ha tenido variaciones. Por supuesto, el cambio climático no es inocuo. Argentina sufrió la sequía más severa de los últimos 100 años entre 2022 y principios de este año; y ahora, según informó el Servicio Meteorológico Nacional, ya comenzaron a manifestarse condiciones típicas de El Niño, con lluvias extremas.
Desde la Secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal de la Ciudad marcan un detalle respecto a este tema. Año a año viene observando la pérdida de la regularidad en la fecha de floración de las principales especies: «El caso por demás evidente, por la importancia de su presencia, es la del jacarandá. La fecha en que la mayoría de los ejemplares de esta especie se encontraban en plena floración se ubicaba en la primera semana de noviembre, sin embargo en los últimos años hemos visto tanto adelantamientos como retrasos«, indicó el ingeniero agrónomo Jorge Fiorentino, gerente de arbolado porteño.
Sobre la floración «fuera de época», Milena Manzur, doctora en Ciencias Agrarias, explicó a Clarín que las plantas tienen «receptores que les indican los cambios en la cantidad y calidad de la luz, y también ‘acumulan’ temperatura para pasar de su estado vegetativo, es decir sin flores, a su estado reproductivo, es decir, con flores».La floración de las tipas se espera para diciembre. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
«Si bien las plantas no van a florecer de un momento al otro si un día de julio hace calor, lo que puede pasar es que si las temperaturas promedio aumentan a lo largo de los años, las plantas perciben que las condiciones óptimas se aproximan y entonces florecen. El problema está en que si luego las temperaturas caen abruptamente, las estructuras reproductivas se pierden», explica Manzur.
En 2015 la «chinche de encaje» le jugó una mala pasada a los jacarandá: este insecto comió el tallo de las hojas de los árboles, lo que retrasó la floración. Las temperaturas pudieron haber generado una condición favorable para la reproducción de esta plaga, que se reproduce más aceleradamente en climas secos y con temperaturas altas. Estas condiciones se dieron en la zona metropolitana entre febrero y abril de ese año, porque la temperatura estuvo siempre entre 5 y 7 grados arriba de la media histórica; y llovió sólo un milímetro, cuando lo normal es que promedien los 97 mm.
Paleta de colores argentina
Volviendo a la floración de este año, Fiorentino resaltó que el aporte cromático más significativo en la Ciudad lo proporcionan los representantes de la flora argentina, «el jacarandá, lapacho, tipa, palo borracho y el ceibo. Mientras que la flora exótica contribuye con el color desde los cambios en el follaje», explicó. Y en esta paleta tuvo todo que ver, en su origen, el paisajista francés Carlos Thays que diseñó los paseos, parques y plazas más destacados de la Ciudad.
En el caso del lapacho -en estos días, explotados en toda la Ciudad- tiene la particularidad de que las flores copan las ramas, de manera exclusiva; es decir, no las comparten con las hojas. Lo mismo ocurre con el jacarandá. Por eso estas especies, aún más allá de sus bellos colores, son tan llamativas en el momento que florecen.
A estos colores se suma el otoño, lo que hace aún más extensa y colorida la la floración porteña. Es que durante el reposo del equinoccio los árboles se tornan de colores rojos, naranjas, amarillos, ocres y marrones. Fresnos, plátanos, tilos, crespones, álamos -y otras especies menos conocidas, como el roble de los pantanos, el arce tridente o el ciprés calvo- son alcanzados por la senescencia foliar, el proceso de degradación cíclico y natural.El jacarandá es otro de los protagonistas de los próximos meses. Foto: Emmanuel Fernández
En la web arboladourbano.com se puede ubicar estas especies; y en rigor, todas las especies y todos los ejemplares porteños (el mapa también incluye el de otras ciudades, como La Plata, Rosario y Montevideo).
Esta herramienta, desarrollada por Martín Simonyan -en base a los datos abiertos publicados por el gobierno porteño-, permite visualizar los lugares en donde hay concentración de árboles de determinada especie. Como por ejemplo el famoso túnel de tipas de la Plaza Florencio Sánchez, la alineación de jacarandás de Plaza Intendente Seeber o la de gingko biloba en calle Junin, sobre uno de los límites del cementerio de la Recoleta.
Por supuesto, el «lapacho de Ezcurra» es un imperdible en la Ciudad. Ubicado en Figueroa Alcorta y Ramón Mariscal Castilla, tiene una historia: fue bautizado así por el escritor e historiador Félix Luna, quien indagó sobre la historia de este ejemplar. Fue plantado por el paisajista Martín Ezcurra entre los años 30 y 40.
Su hija, Diana, contó que «plantó muchísimos lapachos en jardines privados y en estancias, le encantaban. En general, le gustaban los árboles del norte del país, que además se adaptaron maravillosamente a la Ciudad. Plantó también palos borrachos en Plaza San Martín (Retiro). Y lapachos en los jardines de la Embajada Británica, en el Hospital Rivadavia y en el Yacht Club de San Fernando. Los plantaba en grupos de seis o siete árboles, porque así también se protegen entre ellos del frío y de las inclemencias».
Visita al vivero. La Ciudad tiene vivero propio, en donde se cultivan y se reproducen muchas de las especies que luego se plantan en la vía pública, en plazas y parques. En el Día de la Primavera, el vivero estará abierto a la comunidad, con visitas y actividades libres y gratuitas. Está ubicado en el Parque Avellaneda y se accede por Avenida Directorio 4250, de 10 a 17.
Fuente: https://www.clarin.com/ciudades/agenda-florecen-arboles-portenos-primavera-detalle_0_IBQrAfPijE.html