La vejez puede ser «la mejor etapa de la vida», según Pacho O’Donnell
“Es una falta de respeto identificar vejez con deterioro”, afirma el escritor e historiador.En su nuevo libro, resignifica de una manera vital, profunda y luminosa la categoría de vejez.
Pacho O´Donnell acaba de publicar «La nueva vejez, ¿la mejor edad de nuestras vidas?». Foto gentileza Sudamericana. Foto Juan Ignacio Tapia
Puede sonar llamativo, disruptivo y hasta parecer que peca de optimista. Como bien se ocupa de señalar, el historiador y escritor Pacho O’Donnell reconoce que en la mayoría de los casos, la vejez en estas latitudes está signada por la miseria, la crisis económica y un dificultoso acceso a la salud.
Sin embargo, afirma que también puede ser pensada como una etapa en la que, dado que las obligaciones no apremian tanto como antes, las personas puedan conectarse con su deseo y encarar la para nada menor tarea de resignificar sus vidas.
De hecho, O’Donnell se pregunta -aunque luego casi que lo afirma-, si el período encapsulado dentro de lo que se denomina vejez no se trata de la mejor etapa de la vida: dado el incremento de la expectativa de vida, un período mucho más prolongado que la niñez, la adolescencia y la adultez, y que, bien encarado, puede estar plagado de momentos de goce, dinamismo, erotismo y creatividad.
En “La nueva vejez ¿la mejor etapa de nuestras vidas?” (Sudamericana), expone, justifica y reflexiona en torno a esta idea desde variados ámbitos como la ciencia, el arte, la historia, y -cómo no marcarlo-, su propia experiencia.Pacho O´Donnell es historiador, escritor, dramaturgo y médico psicoanalista. Foto gentileza Sudamericana Foto Juan Ignacio Tapia
A los 82 años vive -ya desde hace un tiempo- en un estado de plenitud, iniciado en el momento en que decidió combatir una insuficiencia cardíaca con un cambio en el estilo de vida que lo llevó a ir incrementando paulatinamente su nivel de entrenamiento, hasta llegar incluso a ser catalogado como un influencer del fitness.
Su análisis no se limita a resaltar las potencialidades de una vejez bien llevada, sino que analiza esta categoría en directa relación con el sistema de representaciones que muchas veces se ancla en un sistema político- económico, que excluye a los viejos como sujetos de derechos, al negarles en primer lugar su poder adquisitivo y luego por ende su estatus de consumidores.
En esta entrevista, el multifacético y respetado médico psicoanalista, dramaturgo, ex funcionario y también ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, repasa los principales conceptos plasmados en su nueva publicación, que buscan combatir prejuicios provenientes del denominado viejismo o edadismo, para poder entender la vejez como un proceso evolutivo y no asociado al deterioro, como “un desafío y no una condena”, según asegura.
—En el último tiempo, tus seguidores pudieron ser testigos de un gran cambio en tu estilo de vida: se te ve entrenando y haciendo foco en la salud ¿Este libro surge de tu propia transformación?
—Las personas mayores somos el grupo discriminado de la Argentina más numeroso: somos más de 10 millones. Es una discriminación basada en la desvalorización de la vejez. A mí me gusta usar la palabra “vejez”, hay que reivindicarla, porque parte del viejismo, el prejuicio con la vejez, es la dificultad de usar esa palabra.
Según esa visión oscura de la vejez, las personas mayores se supone que estamos deprimidas, incapacitadas, aburridas, y nuestra principal tarea es esperar la muerte.
En este momento, la vejez es prácticamente la etapa más larga de nuestra vida: más larga que la juventud y que la adolescencia, entonces debemos darle intensidad. Lo que yo reivindico en mi libro es que la vejez puede ser una etapa dinámica, erótica, creativa.
—En el libro reiterás que sos consciente de que la crisis económica, política, social y cultural puede tener un gran peso en la modalidad en que se transita la vejez. Sin embargo, tu objetivo parece ser transmitir la idea de conectar con el deseo y cumplir metas postergadas…
—Las personas mayores somos más vulnerables en la pobreza, de alguna manera las familias pierden la capacidad de cuidar a sus personas mayores. Por otra parte es muy deficiente la posibilidad, por ejemplo, de atención médica, incrementando las chances de muerte prematura y dando lugar a vejeces muy dramáticas.
Vivimos en una sociedad de consumo, y las personas mayores somos muy malos consumidores por nuestra baja jubilación o porque perdimos gran capacidad de generar el ingreso. Y esa es una de las consecuencias del descarte, del prejuicio de la vejez: en realidad la sociedad gira en torno al ideal de la juventud, básicamente porque está ahí la capacidad de consumo, en el hombre joven, en el joven adulto.
Eso se traduce en otra categoría, por ejemplo, la categoría de lo bello y de lo feo: lo viejo es feo, los viejos somos feos, las viejas son feas, y se supone que el ideal de belleza es la juventud. Eso implica también la asimilación de vejez a deterioro, se supone que la vejez es una etapa de deterioro. Y esta consigna cultural es incorporada también por las personas mayores, y entonces se deterioran.
Es decir hay una excesiva cantidad de personas mayores, más allá de las circunstancias sociales, económicas, que asumen como que lo natural es deteriorarse. Y fijate que quien aprovechó muy bien esto fue el covid, se ensañó con las personas mayores, pero no porque hubiera una razón biológica demostrable, sino porque encontró sistemas inmunológicos muy deteriorados, muy capaces de ser penetrados. Eso es algo contra lo que también hay que luchar: la vejez es una etapa evolutiva.
—¿Las ideas del viejismo se convierten en una profecía autocumplida ya que las mismas personas se terminan convenciendo de que vejez es deterioro?
—Absolutamente, y eso trae aparejado el abandono del cuerpo: las personas abandonamos el cuerpo a los 40 años, disminuye y se ensombrece mucho la sexualidad: cuerpo y sexualidad pasan a ser cosas de joven, pero es importante saber que la sexualidad dura hasta el último día de de nuestras vidas. De otras formas, de otras maneras, pero absolutamente satisfactorias, y debemos saber y entender que tenemos derechos como viejos y viejas a ser personas sexuadas.
—Justamente durante la campaña estuvo circulando una idea despectiva de la vejez de la mano del concepto de «viejos meados», asociando precisamente vejez a deterioro…
—Uno de los problemas de la vejez es que por lo general tenemos un problema de atención médica complicada. El prejuicio del viejismo hace que se adjudique a la vejez cualquier cosa que nos pasa. Eso puede encubrir diagnósticos de enfermedades graves.
Muchas veces tiene que ver con que los que atienden a personas mayores, sean médicos o psicólogos, no les es indiferente atender a una persona mayor, los enfrenta a su propia idea de que la vejez es algo trágico, y eso hace que puedan poner distancia.
También esto puede llevar a la polimedicación, ya que muchas veces los que nos atienden a los viejos salen del paso dándonos muchos remedios, o muchos estudios, pero sin profundizar lo que realmente nos pasa. Hay que tener mucho cuidado con esto.
—¿Por qué la vejez puede ser el mejor momento de la vida?
—Creo que cuando uno puede tener una buena vejez, por decirlo de alguna manera, es un buen momento para pagar deudas con uno mismo.
Dado que la vejez es una edad que -cuando uno tiene suerte, se ha cuidado y las circunstancias le juegan a favor- puede extenderse, es un buen tiempo para pagar deudas con uno mismo, es decir, para hacer aquello que uno no hizo, por dificultades, porque tuvo que trabajar, porque se distrajo, o porque no tuvo el coraje.
Es un momento para hacer las cosas a las que uno no se animó o no pudo hacer en la etapa de de su juventud, de su madurez, como por ejemplo, estudiar, hacer cursos, aprender idiomas, hacer algún viaje, incorporarse al curso de ajedrez, hacer una carrera terciaria.
Te doy ejemplos históricos: San Martín, en su vejez, se dedicó a pintar, se pudo conectar con su vocación artística. Bartolomé Mitre, un hombre que ha sido presidente de la República, que ha conducido ejércitos inmensos, dice: “en realidad, mi vocación siempre fue la poesía”, y en su vejez traduce la Divina Comedia, un trabajo enorme ya que se trata de un texto muy largo, y lo traduce literalmente del italiano antiguo al español antiguo. Conecta con su vocación, con la deuda que él ha tenido consigo mismo.
Creo que es muy importante la reflexión de la vejez, el privilegio de la vejez, la idea de poder hacer un balance, de hecho, se dice que cuando uno está en sus últimos momentos de vida piensa más en lo que no hizo, que en lo que hizo. La vejez es un buen momento para pagar esa deuda.
—¿Nos acordamos de reflexionar en torno a la vejez cuando nos toca ser viejos?
—La sociedad capitalista está organizada para que estemos muy ocupados produciendo y consumiendo, y no nos deja tiempo para mucho más que eso. Somos personajes alienados, lo cual hace muy difícil un elemento clave de la vida que tiene mucho que ver con la vejez, que es que la vida es algo milagroso, es algo azaroso, y puede convertirse en algo bastante estúpido, ridículo. Nosotros tenemos la obligación de darle sentido, de darle dignidad a ese milagro de estar vivo. Y mientras mejor vivamos, mejor va a ser nuestra vejez.
—Mostrás tu cuerpo en redes, algo que suele ser criticado en personas mayores, pero además pusiste en evidencia la tensión cuerpo-mente, ya que antes lo que exponías eran tus ideas. ¿Te costó sobreponerte a este tipo de prejuicios?
—Hay cosas que pareciera que no son para los viejos, en un acto de audacia publiqué en Instagram una foto en la que estaba haciendo gimnasia, y hubo varios que protestaron, se da este viejismo según el cual el cuerpo de la persona mayor es un cuerpo feo, y eso es ridículo, es absurdo, los cuerpos son bellos de acuerdo a sus edades.
Es verdad que también se supone que el intelectual no tiene nada que ver con lo corporal, son como dos cosas disociadas, eso viene incluso de lo bíblico: el alma está en el corazón, el amor está en el corazón, pero en el cuerpo está el pecado, en el cuerpo está lo malo.
Honestamente a mí se me dio como algo natural, aunque sabía que era arriesgado, pero decidí que lo que estaba haciendo estaba bien, que me estaba haciendo viejo y quería ser el mejor viejo que podía ser. Y el mejor viejo que se puede ser es el viejo que sabe que inevitablemente la condena está firmada, pero que su obligación es luchar contra el deterioro. La muerte viene invicta hasta ahora, no le vas a ganar nunca. Pero con el deterioro podés pelear.
Es una falta de respeto con la vida deteriorarse, es una falta de respeto identificar vejez con deterioro, no solo a nivel corporal, sino también a nivel intelectual. Uno puede ejercitar el cuerpo pero también la mente. Para mí escribir ese libro a los 82 años ha sido una forma de ejercitar mi mente.
Además hay cifras extraordinarias, las personas que caminan, que dan una vuelta manzana, por ejemplo, todos los días caminando extienden su vida a cuatro años más. Las personas que socializan, que se incorporan a grupos y que se sienten necesarios, viven también varios años más. Hay mecanismos de cuidado y de pelea contra el deterioro. Hay que entender que la vejez no es una condena, es un desafío. Lo importante es ver cómo enfrentas ese desafío.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/vejez-oportunidad-calvario-puede-mejor-etapa-vida-pacho-odonnell_0_ArYDFBAFAE.html