El vacío emocional detrás del consumo de drogas
En esta estación la problemática se intensifica debido al mayor tiempo disponible y a la libertad. La angustia existencial se intenta aplacar con sustancias que van acompañadas de peligrosas consecuencias, como la sobredosis y los accidentes de tránsito
El verano se asocia con un aumento en el consumo de drogas, reflejando una tendencia preocupante que va más allá de la estacionalidad y se adentra en la psicología de las adicciones y el vacío emocional
Pensar en el consumo de drogas en el verano lleva a la pregunta de por qué sería diferente del resto del año y quizás en la respuesta existan líneas sobre el abordaje de algunas de las temáticas que hacen al núcleo del consumo y de las adicciones.
En primer lugar, porque el planteo de “verano” quizás sea referirse en el imaginario al periodo que real o mentalmente adjudicamos a las vacaciones, esa palabra que refiere a lo desocupado, vacante, vacío. Y allí aparece la punta del hilo del ovillo, quizás el de Ariadna.
Plantearnos la cuestión así nos remite a la existencia ligada al vacío y a sus patologías. Es decir, en lugar de qué sustancias se trata, vale preguntarnos ¿en qué estado se encuentra, más que en otras épocas, el estado mental, emocional de las personas? A qué nos lleva el verano, ese vacío que buscaremos llenar de algo, y en ese algo intervendrán muchas cosas, entre ellas, ciertas sustancias.
En cuanto a la clínica de hoy, ya que hace unas décadas no se hablaba mucho de patologías del vacío, las más frecuentes son las relacionadas justamente a esta dificultad de vérselas con esa carencia. Al lector le resultará más fácil interpretarlo si en lugar de pensar la palabra, intenta sentirla, vivenciarla, ya que, a pesar de ser relativamente recientes en la clínica, del vacío, de la necesidad de huir de él, de llenarlo con algo, se hablaba hace mucho.
Las drogas sintéticas junto con las clásicas se convierten en símbolos de la gratificación inmediata y el escape de la realidad (Imagen Ilustrativa Infobae
“Lo que anhelaba Elena era algo distinto. Puso rápidamente en el vino que se hallaba bebiendo, un remedio para mitigar el sufrimiento, la pesadumbre y el recuerdo de todo pesar. Quien bebiera la pócima, una vez la sustancia estuviera disuelta en el jarro, no vería surcado su rostro de las lágrimas en todo el día, aun cuando hubiera tenido que presenciar la muerte de su padre y de su madre, aun cuando en su misma presencia su hermano y el hijo más amado cayeran muertos a manos enemigas y lo contemplara con sus propios ojos”. Homero. “La Odisea”, Canto IV de la Odisea. S.VIII A.C.
La necesidad de escapar, de muchas cosas, pero en principio de sí mismo, utilizará según las épocas y las culturas diferentes recursos, muchos predominantemente químicos. Las drogas que impactan sobre la conciencia, sobre el estado mental son conocidas desde el origen de la cultura.
En esa búsqueda de escape del vacío que angustia y atrae a la vez, es la grieta que llena la sustancia. No casualmente en el grupo que denominamos “patologías del vacío” encontramos la bulimia, la anorexia, las adicciones en todas sus versiones, así como las relaciones dependientes, etc.
Una persona consultaba por su compulsión a las relaciones tóxicas, y aun usando la misma palabra sentía que era algo ajeno a sus adicciones químicas. La toxicidad existía como forma de intoxicar, borrar, ese espacio que molesta, a un punto que provoca una angustia insoportable, en realidad en su soledad, no por nada también se las conoce como “patologías narcisistas”.
En el cerebro, todo remite a la búsqueda de la activación cada vez más frecuente y por diversos medios, químicos, comportamentales etc. del circuito de recompensa (Imagen Ilustrativa Infobae)
Las consecuencias del consumo de drogas
El consumo de drogas por sí sólo se considera peligroso, pero con la llegada del verano se incrementa y los riesgos derivados de ellas también. Un aspecto es aquel en el cual en ciertas zonas o ciudades que son predominantemente ligadas al turismo, la idea de la norma es que no exista la misma y es la libertad la que impera. Eso deja la sensación de una falsa seguridad ligada a veces exclusivamente a la fantasía del lugar ligado al placer.
Pero en sentido opuesto los accidentes por sobredosis o algo a veces no tenido en cuenta, las conductas violentas contra sí o contra terceros, conscientes, buscadas o no, o hasta la consecuencia de la alteración psíquica del consumo, como son los accidentes de tránsito, todo ellos se incrementan.
Es importante repetir que el gran problema es la poliadicción y a la cabeza de ellos la adicción quizás más peligrosa, por lo naturalizada, como es el consumo de alcohol, que tiene un rol social aceptado y publicitado inclusive. Luego vendrán en la desinhibición, en la pérdida de la conciencia de riesgo, de peligro, otras como accidentes de tránsito, peleas a veces con graves consecuencias, agresiones sexuales, etc., es decir todo lo que la crónica policial nos cuenta en cada verano.
La huída del vacío
«En esa búsqueda de escape del vacío que angustia y atrae a la vez, es la grieta que llena la sustancia», explicó De Rosa Alabaster (Imagen ilustrativa Infobae
Hemos hablado en otros espacios de los cuadros de aprisionamiento, por ejemplo, durante la pandemia, o quizás al referirnos al síndrome de Estocolmo. El dilema del prisionero es la libertad ya que el vacío que esta genera es muy difícil de llenar.
Por ello la palabra adicto viene de “addictus”, esclavo. La etimología fantástica le ha atribuido el significado de “a-dictus” que no puede hablar que no tiene palabra, pero en realidad se refería a un tipo de esclavitud muy particular y es la de aquel que debe pagar con su vida por un tiempo o por siempre, sus deudas, en alguna medida lo relaciona con Sísifo quien debió pagar eternamente. La pregunta es ¿esclavo por deudas de qué o frente a quién?, y en alguna medida lo es de su angustia y de su existencia.
Es por eso que se relaciona tanto a un par de autores en particular, entre tantos, con este estadio de vacío. Uno, desde el psicoanálisis, Gilles Lipovetsky y su obra “La era del vacío”, y el otro el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman, con su obra, o quizás básicamente el concepto, de existencia líquida.
Ambos señalan desde diferentes miradas, un mundo que se puso en evidencia desde mediados del siglo pasado en el que empezó a acelerarse el ritmo de la historia y los cambios dieron lugar a desde el consumo desenfrenado de bienes, objetos y también personas, solo que en esta ocasión eran ellos mismos. De allí el esclavo que paga con su vida. Pero este esclavo, a la manera que nos señala Platón y tantos otros,no es consciente de su cárcel, de su prisión y eventualmente utilizará, las “Flores del mal”, para salir de esa sensación de ese vacío.
Con el consumo problemático de alcohol vienen la desinhibición, la pérdida de la conciencia de peligro, accidentes de tránsito, peleas a veces con graves consecuencias, agresiones sexuales, etc. (Imagen ilustrativa Infobae)
La búsqueda del goce se impone, en esa sociedad de consumo inmediato, de retribución que no admite esperas, y eso lleva a la búsqueda de ese “Paraíso artificial” la otra obra de Baudelaire, junto a “Las Flores del mal” en la que nos habla de su propio proceso.
El consumo, que debe dar una retribución inmediata, necesita a su vez ser reforzado cada vez más, como sabemos desde el condicionamiento operante. En el cerebro, todo remite a la búsqueda de la activación cada vez más frecuente y por diversos medios, químicos, comportamentales etc. de un circuito conocido como circuito de recompensa.
Es así que esa huida del vacío hacia el goce narcisista individual compartido con multitudes solitarias en verano suele incrementarse debido a las situaciones aptas que se nos presentan. Más salidas, más fiestas, más reuniones y, por ende, más posibilidades de incrementar el consumo de drogas, ya que al mismo tiempo hay más espacio vacío. Hay más tiempo libre para socializar y salir con sus amigos y de alguna manera licuar la propia subjetividad en lo colectivo.
Desde las clásicas a las de diseño
Los nombres y las sustancias, así como las situaciones pueden ser muchas, por eso cada vez vemos más a las adicciones comportamentales y las emocionales, asociadas a las que antes considerábamos aisladamente drogas. Ya que la droga, la sustancia era el problema y no el ser.
«El gran problema es que frente al aumento del consumo de drogas no se tiene en cuenta el riesgo real y, al mismo tiempo, el verano presenta para algunos el ritual iniciático que puede llegar a marcarlos por el resto de sus vidas», dijo De Rosa Alabaster (Imagen Ilustrativa Infobae)
En esa sustancia hoy ya no pensamos solo en las clásicas: “porro”, “merca”, es decir marihuana, cocaína, pero desde hace varios años hay otras como las drogas sintéticas, o de diseño.
Se trata de drogas que no surgen de un principio natural y que las modificaciones introducidas por la experimentación química buscan efectos mayores y diferentes. Así tenemos al alcohol, estimulantes como la cafeína, nicotina, el cannabis, o la cocaína e inclusive a alucinógenos de origen natural pero que luego serán sintetizados y modificados o la misma situación con los múltiples derivados opiáceos, (La oxicodona y su impacto en la crisis de los opiáceos: de la prescripción a la adicción) los analgésicos, hasta el hoy tan presente fentanilo. En otro artículo ya hemos hablado de los efectos de este solo o asociado. (De qué manera las drogas “zombie” pueden devastar el cerebro)
A esto se unen los productos que son exclusivamente de origen químico como los sedantes, los psicofármacos en general, los estimulantes derivados de las anfetaminas, (MDMA, metanfetamina etc). los anestésicos como la ketamina, el ácido gamma hidroxibutírico etc. La lista es interminable en cuanto a los nombres químicos pero la de los productos que salen al mercado es aún mayor, es imposible de calcular todo lo que busca atrapar con nuevos envoltorios y propuestas, a un público en búsqueda de algo que no encuentran en el vacío de la vida cotidiana.
Desde las sobredosis, las conductas violentas hasta los accidentes de tránsito, todo ellos se incrementan como consecuencias del consumo de sustancias (Imagen Ilustrativa Infobae)
El tema es buscar cada vez más aturdimiento, excitación. Quizás no debiéramos haber condenado tanto las palabras estupefacientes y psicoestimulantes ya que describen bastante bien cuál era la búsqueda: aturdirse, estimularse hasta la pérdida de la conciencia de la propia existencia.
El uso de la expresión droga de diseño no es solo porque son de naturaleza química, sino que en general el mercado en el cual ocurre es el que está por fuera de las normas que controlan la experimentación farmacológica.
Hay otra palabra también que nos relaciona con el vacío y es el de drogas de uso recreativo, que esconde detrás de lo festivo de la palabra el hecho que, en un lugar de propuesta habitual de esa denominación, las fiestas electrónicas, han ocurrido casos de muerte en búsqueda de esa supuesta recreación (Las nuevas drogas de diseño: nombres diferentes para el mismo veneno).
Finalmente, el gran problema es que frente al aumento del consumo de drogas no se tiene en cuenta el riesgo real y, al mismo tiempo, el verano presenta para algunos el ritual iniciático que puede llegar a marcarlos por el resto de sus vidas. La sociedad y en particular algunas tendencias ideológicas parecen no darse cuenta de la gravedad del problema y alientan a banalizar el tema, como los folletos con consejos para el consumo de estupefacientes que se repartieron en 2022 en un festival la provincia de Buenos Aires (“Tomá poquito”: el peligro de los mensajes parciales”).
Fuente: https://www.infobae.com/salud/2024/01/05/las-adicciones-y-el-verano-el-vacio-emocional-detras-del-consumo-de-drogas/