Transbordador Nicolás Avellaneda
Uno de los ocho que quedan en el mundo: es un ícono porteño y buscan que lo declaren Patrimonio de la Humanidad
Se trata del transbordador Nicolás Avellaneda que une a La Boca con la Isla Maciel y fue un símbolo de la Argentina industrial de principios del siglo XX
Su imagen es protagonista de numerosas postales de la ciudad y de la obra de Quinquela Martín, el artista que pintó el barrio de La Boca. “El puente transbordador es el segundo ícono de Buenos Aires después del obelisco. Su imagen está ligada a la historia porteña. En su momento, fue de suma importancia para el desarrollo del puerto y el avance industrial de esa zona”, sostiene Gabriel Lorenzo, director de Relaciones Institucionales de Fundación X La Boca. La entidad trabaja desde hace varios años para lograr que la construcción centenaria sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que, en 2018, le otorgó el Escudo Azul de protección de bienes culturales.
Desde la Dirección de Vialidad Nacional, organismo que tiene a cargo la estructura, reconocen que, en la década de 1990, la suerte del transbordador corrió peligro ya que incluso se llegó a ordenar su desguace. Sin embargo, la acción conjunta de los vecinos logró impedir ese destino.
Un gigante de hierro
Según refieren fuentes de Vialidad, el puente transbordador fue erigido entre 1908 y 1914 por la empresa británica Ferrocarriles del Sud. En realidad, se construyó en Inglaterra y fue traído por partes hasta la Argentina. La estructura fue encargada a la fábrica inglesa Earl of Datle Steel y solo los cimientos de cada una de las dos torres laterales fueron de construcción nacional. Ambas están compuestas por ocho cilindros de mampostería de ladrillos de 90 centímetros de espesor rellenos de hormigón.
Con gran expectativa se inauguró el 30 de mayo de 1914. Es uno de los entre 20 a 30 puentes transbordadores que se levantaron en el mundo, en zonas portuarias, entre los siglos XIX y XX con esta tecnología y uno de los ocho que siguen en pie. El transbordador conecta, a partir de una plataforma colgante, a través del río Matanza-Riachuelo, al barrio de La Boca con la Isla Maciel, en el municipio bonaerense de Avellaneda.
En su momento representó un logro significativo ya que, a principios del siglo XX, una obra de estas características resultaba muy costosa y sofisticada lo que daba cuenta de la relevancia estratégica que el cruce del río tenía para la economía de la ciudad y del país.
La obra, de unos 52 metros de altura –contando desde las bases de las torres hasta el tope de la viga superior– es una estructura de hierro y cobre que se inauguró con el nombre del Nicolás Avellaneda a modo de homenaje al expresidente de la República Argentina entre 1874 y 1880. Según explica Lorenzo, este permitía pasar los carros con las herramientas y los obreros de una orilla a la otra, es decir de La Boca al polo industrial ubicado en la isla Maciel y Dock Sud. “No había otra comunicación y ese fue el motivo de la construcción, netamente para el desarrollo del puerto”, dice. De manera que su inauguración permitió que los obreros de la carbonera, los astilleros, la usina de la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad (CATE) y el frigorífico Anglo, pudieran cruzar el Riachuelo en forma más segura ya que, anteriormente, lo hacían en bote.
Desde Vialidad aclaran que el auge del puerto y la actividad industrial se produjo en las primeras décadas del siglo XX. En su momento de máxima circulación, en los años de entre guerras, llegaron a cruzar diariamente por el puente unos 17.000 trabajadores y trabajadoras, rumbo a los astilleros, frigoríficos y fábricas de la zona. “El puente transbordador Nicolás Avellaneda fue centro del antiguo puerto del Riachuelo. Se trataba de un territorio integrado por el trabajo y la industria producto de la expansión de la economía agroexportadora y las grandes oleadas de inmigración europea, países limítrofes y las provincias”, detallan.
Caída
La circulación comenzó a decaer a partir de 1940, cuando se levantó un nuevo puente, esta vez carretero, es decir que permitía el paso vehicular, a cien metros de distancia, al que se denominó como Nuevo Puente Nicolás Avellaneda. Aproximadamente unos veinte años más tarde, el transbordador dejó de funcionar porque ya no era funcional y requería de altos costos de mantenimiento y operación. Por otra parte, cabe recordar que, algunas décadas antes, se había establecido el Puerto Nuevo al norte de la ciudad, lo que dejó sin operatividad a Puerto Madero a la vez que quitó circulación a la zona de La Boca.
El director de relaciones institucionales de Fundación X La Boca reconoce que luego devino una etapa de desmantelamiento del puerto que había quedado obsoleto y que incluso en la década del noventa algún gobierno consideró desguazar el puente sin tener en cuenta la importancia histórica de este símbolo del barrio de La Boca y de la ciudad. “En los noventa se llegó a ordenar su desguace y venta como chatarra, pero a partir de la iniciativa de un arquitecto local y a la resistencia de diversas asociaciones barriales se logró impedir ese destino. A partir de entonces, el valor patrimonial del puente comenzó a ser reconocido”, indican desde Vialidad Nacional.
El trabajo de rehabilitación y puesta en valor, que estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Vialidad, comenzó en 2011 y finalizó en 2017. “Volvió a funcionar tal cual lo hacía en 1914 lo que fue posible porque fue totalmente reconstruido a partir de un estudio realizado por el Centro Argentino de Ingenieros para que estuviera tal cual se había inaugurado”, comenta Lorenzo.
Regreso truncado
Tras más de cincuenta años, la colosal obra de principios de siglo volvía a cumplir su función, ahora como paseo turístico. Para su reinauguración y puesta en valor, Fundación X La Boca realizó en Buenos Aires un congreso internacional al que asistieron las delegaciones de los otros puentes transbordadores que quedan en pie: dos en Francia; dos en Inglaterra; uno en España, en Vizcaya –declarado Patrimonio de la Humanidad–, y otro en Alemania. Sin embargo, de estos, solo cinco operan: el de España, los dos de Francia, el de Alemania y uno solo en Inglaterra. “Allí surgió la iniciativa de hacer una extensión de la declaratoria como Patrimonio de la Humanidad del transbordador de Vizcaya a los siete restantes, una candidatura en serie”, explica Lorenzo.
“Con el de Vizcaya se hizo un desarrollo impresionante, hoy está concesionado. Si bien el río Bilbao estaba mucho más contaminado que el Riachuelo se hizo toda una reconversión, no solo desde el punto de vista ambiental, sino de todo el entorno. Desde la fundación tenemos la iniciativa de recuperarlo desde el punto de vista patrimonial junto con el entorno del Riachuelo pero también desde el punto de vista cultural y social”, añade.
Sin embargo, Lorenzo aclara que por estos días el transbordador Nicolás Avellaneda se encuentra fuera de funcionamiento. “Tenemos que seguir trabajando para que se concesione o para que la entidad responsable siga adelante para asegurar su funcionamiento y mantenimiento”, advierte.
Desde Vialidad aseguran que el transbordador no funciona debido a cuestiones técnicas. De todos modos, ofrecen un recorrido histórico-patrimonial por la cuenca baja del Riachuelo que une los barrios de La Boca y la Isla Maciel por la pasarela del Puente Avellaneda Nuevo, así como una serie de recorridos a lo largo de los barrios y sus costaneras. Aclaran que esta iniciativa es resultado de la articulación entre la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), Vialidad Nacional, el municipio de Avellaneda y la Comuna 4. “El objetivo es poner en valor la cultura y el patrimonio de la Cuenca Matanza Riachuelo, es decir, la revinculación de las comunidades con sus entornos”, destacan. Más información sobre este recorrido en la página web de Acumar.
Remada
Este año se realizará una nueva edición de la “Remada x el Riachuelo” que celebra la vuelta a la navegabilidad de forma turística y recreativa en la Cuenca Matanza-Riachuelo. Organizada por la Fundación X La Boca en colaboración con el gobierno porteño, Acumar y la Federación Metropolitana de Remo, busca concientizar sobre la problemática de la zona y promover acciones concretas para su recuperación. Su 14ª edición se llevará adelante el sábado 9 de noviembre a partir de las 9, cuando cientos de embarcaciones recorran 12 kilómetros desde Puerto Madero hasta Avellaneda, con una perspectiva única de la ciudad, que contribuye a visibilizar la importancia de cuidar el Riachuelo. Más información en la página web de Fundación X la Boca.
Por Silvina Vitale
Fuente: La Nación