Dengue: oportunismo y malas costumbres
Dengue: oportunismo y malas costumbres
En marzo se detectaron casos de dengue en distintas provincias de la Argentina. Sobre la adaptabilidad del mosquito Aedes aegypti para resistir las condiciones que el humano genera, opinó para Télam la investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán, la Dra. Giselle Rodríguez.
Por Dra. Giselle Rodríguez
Aedes aegypti es un problema para la salud pública en países empobrecidos por transmitir numerosos patógenos. En Argentina es el único vector eficiente conocido del virus dengue en la mayor parte del territorio.
Un mosquito oportunista y resistente. Esta especie invade entornos humanos y está muy vinculado con nuestras «malas costumbres». En estos microambientes encuentran los recursos necesarios para establecerse exitosamente, usando como criaderos receptáculos con agua acumulada y obteniendo fácilmente sangre para las hembras. La vegetación urbana brinda sustancias azucaradas y refugio contra depredadores sin necesidad de desplazarse demasiado. Estos aspectos solo benefician a los mosquitos y es un proceso conocido como «domiciliación», donde Aedes aegypti explota los recursos generados por nosotros en el interior y alrededor de hogares, escuelas, trabajos, etc. Luego de haber copulado ingiere sangre, localiza condiciones óptimas para depositar 60-100 huevos y completa su ciclo de vida en 7-10 días. Los huevos soportan sequía y frío por periodos superiores a un año, siendo la estrategia más importante de esta especie para sobrevivir y propagarse y el principal problema para controlarlo.
En Argentina el dengue no es endémico y requiere la introducción del virus desde regiones con circulación activa a través de personas infectadas. La transmisión y la distribución estacional del vector presentan picos durante las estaciones húmedas y se interrumpen en las estaciones secas. Ae. aegypti hoy forma parte de nuestra fauna habitual situándonos en posición de riesgo al registrar gran actividad del vector y determinantes que favorecen la proliferación. Los problemas con Aedes aegypti no es algo novedoso, Argentina declaró la «erradicación» en 1963, registrándose actividad en las provincias del noreste un par de décadas después. El dengue reemerge en el noroeste en 1997 y posteriormente se producen epidemias en 2009 y 2016. Las estrategias implementadas entonces se discontinuaron por falta de inversión, produciéndose un brote de mayor magnitud en 2020.
Sanar el ambiente con prevención. Las enfermedades transmitidas por Aedes aegypti son producidas por un desorden socio-ambiental. En ambientes «desordenados» con mosquitos, virus y factores socio-sanitarios desfavorables, los virus son transmitidos cíclicamente de un humano infectado a otro susceptible. Entender el papel que jugamos en el mantenimiento y agravamiento de estos procesos, es un requisito indispensable para un panorama propicio. La solución es integral e involucra a vecinos, instituciones y comunidad en general, para alcanzar un patio, una manzana o un municipio saludable. Debemos entonces replantearnos nuestra falta de compromiso plasmada en las últimas epidemias, la solución es vivir en un ambiente sano, no existen soluciones mágicas, es necesaria la participación ciudadana activa e informada con un objetivo común.
Fuente: Télam