La búsqueda del placer puede llevarnos a perder el control
Pregunta: En estos meses que no pude ir todos los días a las maquinitas del casino, aunque sea una hora, eso me tuvo muy mal, inquieto, nervioso. Sé muy bien que es como un vicio, pero lo necesito y no puedo parar. ¿A qué se debe una cosa así? B.J.M., Tigre.
«La evolución nos ha cableado el cerebro para sentir placer con una gran variedad de experiencias”, afirma David. L. Linden, profesor de Neurociencias de la Escuela Universitaria de Medicina John Hopkins y editor jefe del Journal of Neurophysiology.
Muchas cosas son fuentes de placer para los seres humanos: comer, mantener relaciones sexuales, hacer deportes, bailar, realizar compras, jugar, reunirse con amigos, tomar un buen vino, escuchar música, aprender, trabajar, meditar, etcétera.
Aunque los animales, al igual que los humanos, disponen de un centro del placer, en nosotros éste resulta más complejo por su interconexión con otras zonas del cerebro que están comprometidas con la toma de decisiones, la memoria y las emociones.
La comida es una fuente de placer para los humanos. Foto Shutterstock.
Este entramado le otorga conflictividad al ser humano, ya que a veces desea algo que le da placer aunque por otro lazo su raciocinio le advierte que puede resultarle dañino.
El psicoanálisis plantea una lucha permanente en el psiquismo entre el sentido del placer y el sentido del deber y que la neurociencia lo explica por la vinculación entre las regiones corticales (sede del razonamiento) y el sistema límbico (instintivo y sin represiones).
“El placer es una brújula que nos guía”, dice Linden. Y en esa búsqueda la dopamina desempeña un papel clave ya que se libera en el sistema límbico, permitiendo y anticipando cuál o cuáles serán las situaciones o elementos que van a generar placer como el ansiado premio.
El control racional es siempre más débil que el deseo y con frecuencia pierde la pulseada. Por eso, a pesar de saber que fumar o beber en exceso hace mal, algunos no lo pueden controlar aunque sean plenamente conscientes de los perjuicios que pueden obtener.
Norberto Abdala, médico psiquiatra
A su vez, la dopamina origina una sucesión de otros cambios químicos cerebrales al disparar otras sustancias, especialmente endorfinas y endocanabinoides, que al final brindarán la sensación del placer buscado.
Existen básicamente tres situaciones de orden natural que activan el centro del placer humano desde hace miles de años: la comida, el sexo y los vínculos con los otros.
Con la evolución, el desarrollo se fue sofisticando al permitir que una larga serie de elementos se haya agregado a esa primitiva lista, de manera tal que cada ser humano pueda tener sus preferenciales actividades placenteras. Así, en uno será jugar en las máquinas tragamonedas mientras que el vecino se deleitará al escuchar a Vivaldi.
El centro del placer tiene riesgos: al ser estimulado demanda y exige que se lo continúe haciendo, caso contrario amenaza con sensaciones de malestar.
Escuchar música alegre aumenta la sensación de felicidad. Foto Archivo Clarín
El control racional es siempre más débil que el deseo y con frecuencia pierde la pulseada. Por eso, a pesar de saber que fumar o beber en exceso hace mal, algunos no lo pueden controlar aunque sean plenamente conscientes de los perjuicios que pueden obtener.
Sin un equilibrado control de la razón se puede terminar adicto. Se puede considerar la adicción como la cara oscura del placer, al activar el botón del placer en el cerebro y provocar cambios sostenidos o permanentes tanto en las funciones eléctricas, morfológicas y bioquímicas de las neuronas como en sus conexiones sinápticas.
La disminución de dopamina genera dificultad para sentir placer (lo que ocurre en quien está deprimido) mientras que su exceso, la peligrosa búsqueda de aquello que lo estimula, sin medir las consecuencias (como en el adicto).
Fuente: https://www.clarin.com/viva/busqueda-placer-puede-llevarnos-perder-control_0_XHWks_nhP.html