Una verdadera red de contención es la que tejió la psicóloga Sol Buscio (26), quien hace un año, contrariada por no saber cómo ayudar desde su rol ante el desconcertante mapa pandémico, tuvo la sensibilidad y frescura para crear un mecanismo de ayuda a gente que empezaba a experimentar «situaciones de zozobra emocional». Corrían las primeras semanas de la cuarentena y «ya venía advirtiendo en mis pacientes problemáticas similares que, con el paso de las semanas, se fueron multiplicando y agravando».

Así fue que Buscio tomó el toro por las astas, recurrió a sus redes sociales para buscar a otros psicólogos y/o psiquiatras que quisieran a plegarse a ella para brindar ayuda terapéutica gratuita vía remota.

Lo que arrancó como una iniciativa tímida y aislada, se transformó en un emprendimiento «tan sorprendente como inesperado», que hasta a veces le cuesta creer a la terapeuta de Castelar.

Ese preámbulo, por cierto, no fue nada sencillo, porque cuando dio a conocer su propuesta altruista en Facebook muchos psicólogos le saltaron a la yugular. «Fue la primera impresión que tuve cuando me decidí a hacer este proyecto y la verdad es que no estuvo buena la reacción, porque me insultaron, me dijeron que estaba prostituyendo la profesión y hasta me amenazaron. Fue un shock que me impactó pero no me paralizó por suerte», revela Buscio, que se zambulló en este compromiso «porque entiendo que el cuidado de la salud mental no puede ser un privilegio para pocos«.

Cuando Sol Buscio arrancó con esta iniciativa pidió ayuda en sus colegas terapeutas, que le saltaron a la yugular: "Estás prostituyendo la profesión", le dijeron.

Cuando Sol Buscio arrancó con esta iniciativa pidió ayuda en sus colegas terapeutas, que le saltaron a la yugular: «Estás prostituyendo la profesión», le dijeron.

Prosiguió con su idea generosa y solidaria, encontró profesionales que, en su misma tónica, se plegaron al proyecto y así fue que se pergeñó como «una gran oreja» para miles de argentinos, de entre 10 y 60 años, que arrastraban diversas somatizaciones producidas por la cuarentena derivada de la pandemia de coronavirus.

«Si tomara la gente que fuimos tratando como un botón de muestra, veo a un país inmerso en un cuadro de angustia y ansiedad preocupante, por eso estoy dispuesta a seguir con esta iniciativa lo más que pueda, porque siento que ayuda y mucho».

A poco más de un año de haberse creado «este espacio de apoyo y contención psicológica«, como le gusta definirlo a su mentora, hay una red de 100 profesionales voluntarios que dedican varias horas por día, de manera gratuita, asistiendo a «muchos adolescentes y jóvenes que no llegan a los 20 años, pero también a una franja que va de los 30 a 35 años. Son los rangos más demandantes, pero también hay gente arriba de los cuarenta», puntualiza.

Sol recibe a diario mensajes de los pacientes que agradecen el espacio terapéutico de contención.

Sol recibe a diario mensajes de los pacientes que agradecen el espacio terapéutico de contención.

¿Cómo es el funcionamiento? Buscio recibe a los interesados en su cuenta de Instagram o página web (www.psicosolbuscio.com). Una vez que llenan un formulario en el que explican sus inconvenientes, ella los contacta, les explica en qué consiste «el espacio de ayuda» y con el consentimiento de las partes se los deriva a un profesional. «Yo ya conozco a mi equipo y entiendo qué situaciones podría atender cada uno». Son entre cinco y siete sesiones de unos cuarenta minutos por zoom (o videollamada).

Cuidadosa de las formas y los procedimientos, y con el fin de evitar resquemores con colegas susceptibles, Buscio se refiere a «consultas, no sesiones», y remarca «consultantes, no pacientes», porque lo que «nosotros hacemos es acompañar y contener la urgencia inmediata para luego derivar a esa persona a la que se pudo amortiguar y que empiece un tratamiento. Han habido excepciones de gente que estaba realmente mal y continuó varios meses. No dejamos a nadie a la deriva«, subraya.

Laura Medrano (43) llegó al equipo de terapeutas de Sol Buscio gracias a que su hija "navega" por Instagram.

Laura Medrano (43) llegó al equipo de terapeutas de Sol Buscio gracias a que su hija «navega» por Instagram.

Es el caso de Laura Medrano (43), una «consultante» que atendió a Clarín desde Epuyén (Chubut) y repasa su experiencia. «Yo estuve casi un año de tratamiento sin pagar un centavo, recién en febrero me dieron el alta y el psicólogo que me atendió, muy cercano y humano, me salvó emocionalmente porque yo estaba para atrás, con estrés y ataques de pánico. Y gracias a este apoyo permanente y maravilloso, de manera virtual, pude salir adelante, porque me di cuenta de que mi problema mayor era que había perdido el control producto de la incertidumbre reinante».

Maestra de educación holística, madre de dos hijas, Medrano agradece que su hija adolescente haya encontrado en Instagram esta red de psicólogos. «Ojalá haya más argentinos como Sol Buscio y su equipo, que hacen un trabajo realmente fantástico, en momentos en que hay que arremangarse y dar una mano por el otro. El psicólogo que me atendió, Martín, me brindó muchísimas horas de su tiempo que podía haberlas ocupado para él, pero sin embargo se esforzó en destrabar mis problemas. No tiene precio eso».

Noelia Alvarez (30) y su mamá Rosa (59) recurrieron a la red de primeros auxilios psicológicos de Sol Buscio. "A mí me ayudó muchísimo, por eso se lo recomendé a mi madre", afirma Noelia.

Noelia Alvarez (30) y su mamá Rosa (59) recurrieron a la red de primeros auxilios psicológicos de Sol Buscio. «A mí me ayudó muchísimo, por eso se lo recomendé a mi madre», afirma Noelia.

Noelia Alvarez (30), de Hurlingham, dice que se cruzó con Sol Buscio «en el momento justo, cuando estaba evidenciando temores relacionados a una reciente convivencia, sumados al encierro por tiempo indeterminado y la parte económica. Así fue que me derivó con una profesional que en cuatro encuentros me permitió tener otra óptica, más positiva. Realmente fue importante la ayuda, a tal punto que hoy continúo con la misma terapeuta pero con un tratamiento más remunerado», dice la gestora del automotor.

Viendo lo eficaz que fue para ella, Noelia recomendó la red a su madre Rosa (59), angustiada por no poder salir, a quien le resultó de gran ayuda «y también pensé en mis suegros, amigos y amigas, a quienes les transmití que lo prueben, que a mí me pareció fundamental para clarificar la mente cuando uno está nublado por tantas pálidas, sobre todo por la dedicación, la entrega y el acompañamiento que realizan». 

"Los mensajes que recibo son el mejor termómetro para seguir adelante", señala Sol Buscio.

«Los mensajes que recibo son el mejor termómetro para seguir adelante», señala Sol Buscio.

Cuenta Buscio que el interés y las consultas empezar a aparecer a granel. «Primero fue el boca a boca, después cada uno de los profesionales fue difundiendo el servicio y debo reconocer que tuvimos la ayuda inesperada de muchas celebrities e influencers como Ivana Nadal, Nazarena Vélez, Flor Jazmín Peña y el médico Jorge Tartaglione, que agigantaron a este humilde emprendimiento». En abril de 2020 Sol tenía 100 contactos en Instagram y hoy supera los 25 mil. «Un amigo me preguntó si compraba seguidores», sonríe.

Buscio, que trabaja por la mañana en una empresa familiar y por la tarde hace malabares para sus pacientes particulares y los de su emprendimiento, enfatiza que «a pesar de mis ocupaciones le dedico tiempo y cuido mucho esto que es una creación propia. A partir de lo que me dijeron algunos consultantes, no conformes con la atención del profesional, he tenido que tomar algunas decisiones para mantener aceitado el engranaje». Al parecer, hubo casos aislados en que psicólogos, tras una o dos sesiones, planteaban un tratamiento remunerado.

"Entiendo que el cuidado de la salud mental no puede ser un privilegio para pocos", reflexiona Sol Buscio.

«Entiendo que el cuidado de la salud mental no puede ser un privilegio para pocos», reflexiona Sol Buscio.

No deja de sorprenderse Buscio por la cantidad de contactos nuevos que le llegaron durante abril: «¡Tres mil contando los del interior del país y del exterior!», lanza con mezcla de asombro y preocupación. «Se percibe que hay un pedido de auxilio muy grande de parte de una sociedad que está sin rumbo, extraviada y no sabe qué hacer. Muchos mensajes que me llegan dicen: ‘Tengo miedo, necesito ayuda, no sé cómo controlar la ansiedad’ -lee uno de los últimos que recibió-. Recibo mucho pero intento responder no más allá de las 48 horas, para que la persona sienta que llegó a destino».

También le han escrito madres preocupadas por hijos de entre 10 y 15 años, «por la falta de colegio y sociabilización«, comparte Buscio mientras lee otro mail del día: «Acá tengo uno: ‘Mi hijo está muy irritable e intolerante, tiene desgano y no duerme de noche; vive hiperconectado‘. Se repite este patrón». Agarra otro mensaje al azar. «Es de una chica de 21 años que dice ‘No salgo de casa, no consigo trabajo, sólo estudio y pienso mucho. Mi cabeza no para, piensa demasiado y tengo miedo’. Está delicada la situación en general y en determinados sectores en particular».

Sin arrogarse más de la cuenta, Buscio hace hincapié en el tiempo para el otro y también en el compromiso y la humanidad. «Motorizando este proyecto, yo tengo que ser la primera en demostrarlo y también la más agradecida a mi equipo de voluntarios para que no afloje, ni se desestimule». Y se refiere al voluntariado de la salud mental: «En mi caso lo hago porque encontré una causa por la que luchar, estoy convencida que no hay nada que pueda contra la pasión de un voluntario«.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/primeros-auxilios-psicologicos–idea-mirada-reojo-termino-boom-virtual_0_9nsLfsqgG.html