La restitución de restos humanos en un área especial del INAI
Creada en virtud de una resolución publicada el miércoles en el Boletín Oficial, el “Área identificación y restitución de restos humanos indígenas y protección de sitios sagrados” tendrá también la tarea de velar por la preservación y recuperación de espacios venerados por los pueblos originarios, tales como tumbas, cementerios y altares.
Como parte de una política de Estado iniciada hace 11 años, la identificación y devolución de restos humanos indígenas que estaban en poder de museos o la academia, tiene a partir de esta semana un área especial dentro del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), en tiempos en que se prepara la restitución número 19 prevista para el 11 de octubre, último día de libertad de los pueblos originarios.
“La creación de esta área específica implica un mayor compromiso con las comunidades y mayores herramientas para satisfacer los reclamos de restitución que recibimos en el INAI”, dijo a Télam Fernando Pepe, antropólogo de larga trayectoria en la temática que desde 2015 coordina el Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas del mismo organismo.
El también referente del precursor Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social (Guias) explicó que “para cumplir con la ley 25.517” de restituciones sancionada en 2001 pero reglamentada recién en 2010, “necesitamos de mayor presupuesto y personal, y la creación del área supone todo esto”.
“Pero además, incorpora una parte nueva, porque también va a desplegar su a accionar sobre sitios sagrados para protegerlos en el territorio”, dijo.
Crearon el Área identificación y restitución de restos humanos indígenas y protección de sitios sagrados. Foto: Marco Bufano
Desde la creación del programa ya se concretaron 18 restituciones, la última de “ocho ancestros y ancestras a la comunidad de Punta Querandí” de Tigre que estaban en manos de la provincia de Buenos Aires tras haber sido extraídos en la década del ‘90 como parte de una excavación arqueológica.
La devolución “contra viento y marea” de estos restos ya en pandemia, a principios de marzo del año pasado, fue también la primera y única realizada en el Área Metropolitana.
“Lo que viene haciendo el Programa Nacional -que es la base del Área- es tomar los pedidos respecto a la identificación de ancestros sobre los cuales las comunidades tienen referencias de que fueron retirados por arqueólogos o viajeros (de sus enterratorios o lugares donde fueron asesinados), pero desconocen su paradero final”, explicó.
Desde la creación del programa ya se concretaron 18 restituciones.
“A partir de ahí desplegamos una serie de consultas: algunos los hemos ubicado en museos nacionales, internacionales y algunas todavía estamos en la búsqueda, como el cacique Lisali, el jefe guaycurú que luchó a favor de los federales, pero en 1839 cayó derrotado por las tropas de (el presidente uruguayo) Fructuoso Rivera que lo toma prisionero y lo regala al príncipe de Orleans”, contó.
Una vez que son ubicados los restos y en caso que se encuentren en poder de un museo o centro académico del país, “comienza el trámite burocrático de solicitar que confirme la tenencia y sus condiciones”, así como de analizar las alternativas en función de “si la provincia esté adherida a la Ley 25.517” a la que hasta ahora se plegaron 16 jurisdicciones.
“Ahí se abren distintas instancias pero en todos los casos tiene que haber una resolución de la institución que tiene los restos y una vez que lo aprueba INAI, un escribano certifica el traspaso y entonces deja de ser patrimonio de la Nación o de una provincia, para pasar a estar en custodia de la comunidad”, contó.
Preparan la restitución número 19 prevista para el 11 de octubre. Foto: Marco Bufano
Antes de la sanción de la ley, se habían producido solo dos restituciones, concretadas después de años de reclamos y en virtud de sendas leyes específicas.
La primera tuvo lugar en 1994 y correspondió a los restos incompletos del lonko mapuche-tehuelche Modesto Inakayal, uno de los últimos jefes indígenas en resistir a la campaña de exterminio en la Patagonia que murió en 1887 en extrañas circunstancias en el propio Museo de La Plata, donde había sido llevado prisionero por el perito Moreno.
Tuvieron que pasar siete años para que se produzca una nueva restitución: la del cacique ranquel Panghitruz Guor o Mariano Rosas en 2001. En su caso, los restos terminaron en el Museo de la Plata después de haber sido profanada su tumba por un coronel roquista en 1879 que se llevó su cráneo y huesos como trofeo de su paso por tierras pampeanas.
“Esas restituciones fueron difíciles porque el museo además le pedía al reclamante que fuera familia, desconociendo la ascendencia directa entre las comunidades originarias y los lonkos, hasta que salió la ley nacional que estableció que se trata de derechos colectivos, y por eso las restituciones son las comunidades y pueblo pertenencia”, explicó.
Ya con la ley sancionada y reglamentada, se produce la restitución de la de la niña aché Damiana Kryygi y de un hombre del mismo pueblo sin identificar, hasta ahora la única devolución internacional al amparo de esta normativa, dado que en este caso el traspaso se hizo a una comunidad aché en Asunción del Paraguay.
La restitución de restos humanos ahora tiene un área especial dentro del INAI. Foto: Marco Bufano
La próxima restitución al extranjero ya fue aprobada y podría tener lugar a fines de este año o a principios del 2022: la del joven yagán Maish Kensis a la comunidad de Puerto Williams en Cabo de Hornos (Chile), tras haber permanecido 127 años en el Museo de La Plata donde murió prisionero en 1894.
Pero antes de eso, la más próxima en el tiempo dentro de Argentina se producirá el 11 de octubre en Chubut, donde serán reintegrados a las comunidades de la localidad chubutense de Sarmiento los restos de 19 antepasados que estaban en poder del museo municipal de la localidad tras ser extraídos con fines de exhibición e investigación.
Y a continuación, prevista para el 10 de diciembre, vendrá “la de los tres wichis de las comunidades de Embarcación, Salta, asesinados -entre 1881 y 1921- en los ingenios azucareros de Ledesma y la Esperanza que se encuentran en el museo de la Plata”.
Antes de la sanción de la ley, se habían producido solo dos restituciones.
Para comprender cómo estos restos humanos terminan siendo mostrados en un museo o parte de su colección, o como una persona tomada prisionera es exhibida en estos lugares como parte de un zoológico humano, “hay que tener en cuenta el contexto de los positivismos y el racismo” de fines del siglo XIX que aportaron “la falsa premisa de inferioridad de los pueblos” en los cuales buscó justificarse “el genocidio para apropiarse de territorios y recursos”.
Y “el rol geopolítico” del museo de Ciencias Naturales de La Plata con su craneoteca de más de 3 mil ejemplares, “es el de ser un faro de ese racismo justificador de que el territorio que estaba siendo sometiendo a sangre y fuego, era territorio argentino”, por eso traen “prisioneros de la ciencia” a los museos de las grandes capitales, centro del poder político que dispuso el exterminio.
A Pepe le gusta decir que modalidad del ejercicio profesional que ejerce desde 2005 con sus compañeros de Guías es “una antropología de la demanda”.
“Cuando en 2005 recibimos en el museo de la Plata el reclamo de las comunidades que pedían el retiro de exhibición, tomamos esa demanda con un grupo de antropólogos y hacerlo nos modificó la trayectoria académica a todos nosotros porque hace 15 años que estamos militando y soñando nuevas restituciones”, dijo.
Las restituciones, «un granito de arena para la reparación histórica», según autoridad mapuche
Julio Vera Cayuleo, werken (vocero del pueblo mapuche) de la lof Otron Lafken, una de las comunidades del centro de la provincia de Chubut a las que el 11 de octubre les serán reintegrados 19 ancestros y ancestras, aseguró que «las restituciones son un granito de arena para la reparación histórica» a los pueblos originarios que no obstante «remueven el dolor colectivo por el genocidio y el despojo».
«Generalmente vemos a las restituciones como la devolución de algo, como poner las cosas en su lugar, pero jamás como pueblo vamos a entender que la devolución de nuestros ancestros sea solo poner las cosas en su lugar», dijo a Télam.
«Creemos que es un granito de arena de la reparación histórica que va más allá de devolver y causa mucho dolor en los pueblos originarios porque es remover el dolor ancestral de la muerte, la profanación y el despojo que trajo la colonización y que nosotros como pueblo traemos incorporado como dolor colectivo», dijo.
Más allá de las experiencias personales posteriores, «como nuevas generaciones nacemos con ese dolor, tiene que ver con nosotros, con nuestro pueblo y con la conformación en resistencia» de las comunidades.
«Una restitución es un hecho único que provoca un sentimiento muy fuerte porque uno siente que ése, que quizás estuvo 1.200 años en el lugar y ahora vuelve, es un hermano, es familia», dijo.
Y cada restitución les recuerda que «traemos incorporado el dolor de la deshumanización de la academia, la iglesia y el Estado», que fue una herramienta importante al servicio de la colonización y el exterminio.
«Han usado todos los sistemas como herramientas para colonizar nuestro pueblo, y no les alcanzó con eso, sino vino la ‘campaña del desierto’ que sucedió hace poco más de 100 años y nuestros abuelos y bisabuelos han llegado a vivir algo de esas situaciones», dijo.
Por otro lado, Vera explicó que cada restitución implica también una «reafirmación territorial» en un doble sentido como, como espacio que les pertenece desde tiempos inmemoriales y donde son largamente preexistentes al europeo, «y como personas que pertenecemos a la tierra porque según nuestra cosmovisión, no hay una separación entre seres humanos y tierra».
Los restos de 19 ancestros y ancestras que serán restituidos en octubre por una gestión conjunta con el INAI, estaban en el propio museo municipal de la localidad de Sarmiento, a la que también pertenecía el enterratorio profanado para extraerlos, pero que a fines del siglo pasado habían sido quitados de exhibición en virtud de la Ley 25517.
Las mismas comunidades ya habían protagonizado una primera restitución en 2018, cuando les fue devuelto «el hombre de yanquenao» que había sido desenterrado por arqueólogos del Cerro Yanquenao ubicado a unos 45 kilómetros de la localidad de Sarmiento y traído a la Universidad de Buenos Aires para su estudio en 1979.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202107/560992-la-restitucion-de-restos-humanos-ahora-tiene-un-area-especial-dentro-del-inai.html