Qué aprendimos de la pandemia
Los infectólogos Eduardo López y Roberto Debbag pusieron bajo la lupa el abordaje de la emergencia sanitaria en el país, a un año del primer caso de coronavirus. Cuáles son los desafíos pendientes en la lucha contra el COVID-19.
Cuando el 3 de marzo de 2020 se conocía el primer caso de coronavirus en la Argentina, pocos imaginarían que 16 días después el gobierno nacional decretaría la emergencia sanitaria y el país entraría en un aislamiento social preventivo y obligatorio que -con diferentes fases- se extendería hasta principios de noviembre en el AMBA. El resto del país continuó con medidas estrictas de confinamiento un tiempo más.
Era el comienzo de una serie de aciertos y desaciertos que marcaron el manejo de la crisis sanitaria y que hoy analizan expertos infectólogos.
Eduardo López es médico infectólogo pediatra (MN 37586) y desde el comienzo de la pandemia fue convocado por el Gobierno para formar parte de su comité de expertos asesores en la materia. Con una mirada crítica cuando lo creyó necesario, observó que “el abordaje de la pandemia en la Argentina tiene varias lecturas”. “La primera es la instauración de una cuarentena precoz, con la idea de preparar el sistema de salud en forma integral ya que no se sabía cómo iba a impactar la pandemia acá y se creía que el sistema no iba a soportar un aumento importante en el número de casos y, por otro lado, porque no se contaba con los recursos para el diagnóstico”, arrancó.
Y tras considerar que “esa cuarentena se prolongó en el tiempo quizá más de lo que hubiera sido lógico y esto hizo que la gente desarrollara una tendencia a incumplir las medidas”, López evaluó que eso “además impactó en otras áreas como la educación y el ámbito productivo”.
Para él, esto hizo que la curva tuviera un crecimiento lento (recién empezaron a aumentar los casos en forma importante en julio) y dio lugar a un fenómeno que llama “curva bimodal”, que tiene que ver con que “gran parte del tiempo la curva elevada era la del AMBA y cuando comenzó a bajar en esa zona comenzó a subir en el resto del país; incluso hubo provincias como Salta o Jujuy que tuvieron una curva tipo España de gran crecimiento y gran caída”.Shutterstock
Consultado sobre cuáles son a su entender los principales errores en el manejo de la pandemia en el país, López opinó que “no se aumentó el testeo como se hubiera necesitado”. “Se llegó a tener un índice de positividad de 35%/45%, y eso significa que el virus circulaba activamente en la población y que no se llegaban a detectar todos los casos”, explicó.
Con él coincidió en este punto el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253), para quien “el gran error fue que el sistema sanitario argentino no pudo generar un control epidemiológico o por lo menos una reducción del impacto epidemiológico de la pandemia”. “No se implementó de manera adecuada lo que se conoce como la estrategia de rastreo y localización y bloqueo con respuesta social sanitaria de las personas y eso fue un gran error epidemiológico de la Argentina”, señaló el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, quien como contrapunto sostuvo: “Después de un año de pandemia lo que se puede decir es que el comportamiento de la población en la Argentina fue muy bueno; la gente acató todas las recomendaciones sanitarias y eso merece un reconocimiento”.
“Creo que el error mayor es haber testeado poco y en segundo lugar cuando la curva venía bajando francamente como se vio el 6/7 de diciembre con menos de 4 mil casos diarios se dieron una serie de manifestaciones populares que fueron permitidas por la causa que sea, que junto con las fiestas de fin de año llevaron a un rebrote de la enfermedad de casi 14 mil casos a fin de año y recién ahora aparentemente la curva vuelve a descender”, agregó López.
Y tras reconocer que “en diciembre se aumentaron mucho los testeos”, consideró que “fue un acierto tardío pero acierto al fin y hoy lo demuestra el índice de positividad 14%”. Según establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), un índice de positividad debajo del 10% da cuenta de que se está testeando bien y se están detectando los casos de manera correcta.Los especialistas coinciden que el mayor error de la Argentina es no haber testeado lo suficiente (Efe)
En otro orden, López resaltó que “no hubo durante bastante tiempo de la pandemia una comunicación destinada a los jóvenes para prevenir el contagio entre ellos y evitar así llevar el virus a las familias”. “No se hizo comunicación pensando en estas edades y no es lo mismo cómo impacta el mensaje en adultos que en jóvenes -destacó-. Y el reflejo de esto es que en el rebrote se vio un aumento de casos entre los 20 y 29 años”.
De cara a una nueva temporada de otoño/invierno, para López “la Argentina tiene una pequeña ventaja y es que suele tener un primer mes de otoño bastante amable y si bien se sabe que este no es un virus estacional, se comporta mejor con temperaturas bajas y esto se ve claramente en los países europeos”.
– ¿Cómo evalúa la etapa de vacunación que se está desarrollando ahora?
– López: En diciembre apareció una variable nueva que es la posibilidad de usar vacunas. Sobre un plan estratégico muy bien armado que establecía primero inmunizar al personal de salud y en segundo término a los mayores de 65 años para luego ir bajando en edad, Argentina basó su campaña en las vacunas Sputnik V y la elaborada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, a partir de marzo.
Lo que ocurrió es que Sputnik V no llegó en tiempo y forma y aun mucho personal de salud no completó la segunda dosis.
La llegada de las vacunas de Sinopharm y Covishield es alentador pero no deja de ser un paliativo al plan original que no se dio.
La estrategia del plan era bajar la hospitalización, los casos de enfermedad grave y la mortalidad por eso apuntaba primero a adultos mayores, pero va más lento de lo que debiera. Lo lógico sería poder inmunizar a los alrededor de 7 millones 400 mil mayores de 65 antes de la llegada del frío, pero hasta el momento se vacunaron con una dosis 900 mil y con dos 300 mil.
No sólo no hay dosis suficientes sino que el proceso de vacunación va más lento de lo esperable.«La estrategia del plan era bajar la hospitalización, los casos de enfermedad grave y la mortalidad por eso apuntaba primero a adultos mayores, pero va más lento de lo que debiera» (Efe)
– Debbag: Hay que saber que las vacunas son la herramienta que va a poder controlar la pandemia en el mundo y en la Argentina. Los programas de vacunación creo que tienen que tener cuatro pilares: uno es el profesionalismo y la evidencia médica, o sea actuar basados en las normas de evidencia médica para la aceptación o la implementación del programa de una nueva vacuna; el segundo es la robustez tecnológica de la información y la comunicación, para poder trackear, rastrear, controlar y producir respuestas epidemiológicas basadas en la tecnología de la información; el tercer pilar está en los valores morales y éticos que no se cumplieron en la Argentina, por más que haya cientos de personas que lo hayan cumplido eso genera un deterioro de la calidad del sistema que no pudo ir con los valores morales y de equidad en el acceso a las vacunas y el cuarto la comunicación, que si algo ha fallado en la Argentina es la comunicación (se pensó que dando reporte diario de cantidad de casos y personas fallecidas eso era una estrategia de comunicación y lo cierto es que careció definitivamente de serlo).
– ¿Cuáles son a su entender los desafíos que vienen?
– López: El desafío más importante es la vacunación ya que cuando se ve cómo trepa la tasa de mortalidad es muy claro que después de los 60 años es el peor impacto y debajo de 60 es muy bajo.
El segundo es comunicar mejor y mejorar campaña de cara al otoño y preparar a la gente para eventuales cuarentenas cortas y focalizadas por jurisdicción como ocurrió en la segunda ola en Europa.
Sin pretender hacer futurología, preveo un aumento del número de casos con la consiguiente mortalidad, pero eso va a depender de cuán eficientes seamos para vacunar al adulto mayor.
– Debbag: El gran desafío es -estableciendo una similitud entre la situación sanitaria con la climatología- tratar de enfrentar al efecto huracán, esto es, la probabilidad de que el mundo viva un huracán COVID por cuatro aristas de esa tormenta huracanada, que son: las nuevas variantes, el relajamiento de las medidas preventivas, el no acceso a las vacunas en forma adecuada y con programas eficientes de vacunación y la cuarta es la probabilidad de reinfección. Eso en el mundo se llama efecto huracán COVID y creo que no entender que eso nos puede ocurrir equivale a no producir una planificación de estrategia epidemiológica y de respuesta sanitaria en la Argentina.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/2021/03/03/contrapunto-dos-expertos-analizan-los-aciertos-y-errores-en-el-manejo-de-la-pandemia-a-nivel-local/