«Las viejas somos activas sexualmente»

Especialistas y militantes reflexionaron sobre los preconceptos que las muestran como «no deseables» y pasivas y piden que la ESI contemple la vejez. 

POR AGUSTINA RAMOS

Delia Gallardo y Norma Castillo militantes por la sexualidad libre Foto Candelaria Lagos
Delia Gallardo y Norma Castillo, militantes por la sexualidad libre.

Adultas mayores destacan que la sexualidad y la búsqueda del placer propio también se vive en la vejez, por lo que es necesario «derribar mitos» que las dejan en un lugar social «pasivo» y las muestran no «deseables ni deseadas», al tiempo que remarcaron la necesidad de una Educación Sexual Integral (ESI) que las contemple, en la víspera del Día Internacional del Orgasmo en personas con vulva.

Delia Gallardo es una psicóloga de 58 años, quien, a partir de atravesar su menopausia, comenzó a hacerse «muchas preguntas» que la llevaron a especializarse en sexología y a crear la cuenta de Instagram @menopausiaysexualidad.

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«A raíz de eso, encuentro en la web una publicación de ‘La Revolución de las Viejas’. De algún modo mostraba lo que yo venía pensando. Me sumo a un (encuentro virtual vía) Zoom y escucho hablar de sexualidad. No lo podía creer: una maravilla. Éramos muchísimas viejas poniendo en palabras la sexualidad», contó Gallardo a Télam.

Para Delia, el objetivo de la organización «La Revolución de las Viejas» es «poner en palabras mayúsculas que las viejas también somos activas sexualmente, que no nos clausuramos, que seguimos con un montón de preguntas y que queremos ser activas en todos los órdenes de la vida», además de que busca reivindicar y usar la palabra «vieja».

Distintas especialistas y mujeres viejas señalaron a Télam que aún existen «muchos mitos y prejuicios vinculados a la sexualidad en la vejez».

En este sentido, la militante lesbiana Norma Castillo, quien en marzo pasado cumplió 80 años, compartió a Télam una experiencia que la inquieta hasta el día de hoy.

«Creo que estaba en la secundaria todavía cuando la ciencia -ni hablar de la religión, que directamente te castra la sexualidad desde joven-, decía que la mujer perdía su deseo sexual con la menopausia. Yo no me puedo olvidar que nos digan una mentira tan grande como esa. Pero era lo que se vivía, lo que se decía y lo que había que obedecer», reflexionó.

Las vivencias de mujeres viejas y la palabra de especialistas desmienten esta afirmación. «Las personas con vulva pueden alcanzar el orgasmo en esta etapa de la vida. Hay un afinamiento de las paredes de la vagina y por cuestiones hormonales menos hidratación y lubricación, además de que requieren de un poco más de tiempo de estimulación, de lubricación, masturbación, juegos, caricias y abrazos», informó a esta agencia la sexóloga Andrea Orlandini.

Y remarcó que, «aunque requiera de un poco más de tiempo, se pueden tener orgasmos tan placenteros como los que se tuvo en otro momento de la vida». Sin embargo, para la sexóloga, «la búsqueda del placer femenino estuvo censurada y reprimida por muchos años».

Norma, por ejemplo, siempre se sintió culpable por tener un «fuerte deseo sexual».

«En los años ’50 y ’60, la ciencia decía que éramos enfermas. Las mujeres muy ardientes éramos ninfómanas o teníamos fiebre uterina», sostuvo Castillo, al tiempo que señaló que durante su educación -de la primaria a la universidad- «nunca fue pronunciada la palabra clítoris».

Norma Castillo Foto Candelaria Lagos
Norma Castillo.

A lo largo de su vida, Norma exploró el placer propio, sobre todo a través de la masturbación, práctica que mantiene activa hasta el día de hoy. «Durante mucho tiempo siempre me pareció que yo daba más de lo que recibía. Entonces la masturbación siempre fue un desahogo», dijo la militante lesbiana, y aclaró que si bien se enamoró de muchos hombres, «nunca llegó ese momento de decir ‘qué rico, qué bien que estoy’, hasta que descubrí mi verdadera sexualidad».

«Cuando pude encontrarme con Cachita recién ahí vi qué era realmente tener placer», rememoró sobre la mujer con la que compartió su amor durante casi cuarenta años, Ramona Arévalo.

De joven usaba su capacidad artística innata para crear historietas pornográficas, haciendo uso de su imaginación ya que en su entorno no encontraba información sobre sexualidad: «Con respecto al clítoris y la masturbación, yo crecí en el mundo cerrado como ‘cola de muñeco’. Eran todas imposiciones en contra de la sexualidad y a favor de estimular el falo, el dominio del hombre y de negar la sexualidad a la mujer».

«La educación en general estuvo muy ligada a la procreación. Nosotras queremos poner en valor el erotismo de la sexualidad, el disfrute: correr la sexualidad de esta cuestión coitocentrista», sostuvo Gallardo, quien coordina junto a la bióloga Aída Gotlib el espacio de ESI que contempla a las vejeces de «La Revolución de las Viejas».

Y advirtió que «en la vejez seguimos corriendo el riesgo de transmisiones sexuales».

«La ESI no habla de cuerpos viejos: no habla de menopausia, de andropausia. Es una ley de vanguardia, pero es una ley viejista», destacó la psicóloga diplomada en ESI y maestranda en Derecho de la Vejez, Carolina Iglesias, en referencia al término «viejismo» (ageism), acuñado por el psiquiatra Robert Butler en la década de 1970 e introducido en la Argentina por el psicoanalista Leopoldo Salvarezza, para hablar sobre «la discriminación por vejez».

Para Iglesias, es necesario hablar de los estereotipos de género porque «no es lo mismo ser vieja mujer que ser viejo hombre» ya que «venimos con una discriminación arrastrando desde nuestros inicios en el mundo y cuando llegamos a viejas se multiplica», la cual se puede ver, por ejemplo, en el «trabajo invisibilizado de las abuelas».

«El trabajo del que menos se habla es el de las abuelas. Hablamos del trabajo no pago de los cuidados y ponemos en imágenes mujeres jóvenes. Las mujeres mayores sienten culpa por este mandato. No es algo menor porque cuando una se ocupa de las tareas de los cuidados está dejando parte de sus días para una misma. Y esto también tiene que ver con la sexualidad», explicó.

En esta línea, Gallardo agregó que «la mayoría no fantasea, no hay lugar para eso».

«En realidad es el momento en el que tenemos más tiempo porque estamos llegando o ya llegamos a la jubilación. Pero hay roles sociales anclados en la creencia de que este momento ya está, que es el momento de los nietos… Una cuestión muy pasiva», dijo.

Los estereotipos también impactan en las imágenes asociadas a las mujeres viejas.

«Lo que nos transmiten las revistas es que el cuerpo de la mujer tiene que mantenerse incólume, joven, y nuestro cuerpo va cambiando. También nos tenemos que sentir eróticas y deseables. Eso es un cambio de mentalidad, un trabajo que se tiene que hacer», dijo Gallardo.

Sobre el orgasmo, Norma tiene muchas cosas para decir: «El momento del orgasmo compartido es tan pero tan bajador de fronteras, de límites. En el momento de hacer el amor y tener orgasmo se borra todo lo demás y se vive algo profundo y maravilloso. Es una inyección de salud. Y es lo más estimulado en los hombres y lo más prohibido en las mujeres».

Delia Gallardo Foto Candelaria Lagos
Delia Gallardo.

En ese sentido, advirtió que «sigue siendo difícil hablar del tema, como si fuera algo vergonzoso».

Las mujeres entrevistadas también señalaron que el orgasmo «no es el fin último» de todo acto sexual ya que existen muchas maneras de disfrutar la sexualidad, y advirtieron que «en la vejez tenemos que hacer como una ‘reescritura’ en torno a la sexualidad porque nuestra imagen corporal cambia».

«Si logramos entender que la sexualidad, el disfrute, tiene que ver con los tiempos, las caricias, una mirada, un disfrutarse… vamos por un mejor camino. A veces uno puede estar con una pareja horas acariciándose y pasa un momento maravilloso», concluyó Gallardo.

Fuente: Télam