Ansiedad y desánimo, efectos de la cuarentena
Dos encuestas de la Facultad de Psicología, una al inicio del aislamiento y otra un mes y medio después, muestran incrementos en los trastornos del sueño, el consumo de alcohol y la automedicación, y una fuerte necesidad de acceder, aunque sea en modo virtual, a contención psicológica.
El prolongado aislamiento está haciendo mella en la salud mental de los argentinos, y muy probablemente en gran parte de la sociedad global asediada por la pandemia. Un pormenorizado informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA le ha puesto cifras a este esperable fenómeno. Según los resultados del trabajo, que no sólo da cuenta de la situación actual sino que sugiere políticas públicas para atacar el problema, la cuarentena ha modificado el descanso de las personas, incrementó el consumo de alcohol y hasta las intenciones suicidas y, sobre todo, puso de relieve la necesidad de una mayor contención profesional ante una coyuntura a todas luces fuera de lo ordinario.
El estudio, coordinado por el secretario de Investigaciones de la Facultad de Psicología, Martín Etchevers, fue presentado esta semana y contempla una comparación exhaustiva de dos encuestas: una llevada adelante entre los días 7 y 11 de la cuarentena (del 27 al 31 de marzo) sobre 2631 casos; y otra realizada entre del día 50 al 55 (del 8 al 12 de mayo) sobre 2068 casos. La intención era advertir los diferentes humores a medida que se extendía el aislamiento.
En líneas generales, se observó un aumento significativo de casos en riesgo de padecer diferentes trastornos psicológicos de acuerdo a seis síntomas (depresivos, distímicos, vegetativos, agorafóbicos, fobia social y desconfianza). Del 4,8% del total de encuestados, se pasó al 7,2% un medio más tarde. Por otro lado, en ambas pesquisas son las mujeres quienes evidencian padecer más el aislamiento que los hombres.
Otro dato que se desprende del informe es que, a mayor edad, menores son los niveles de estos síntomas psicológicos. “Es que las personas más jóvenes afrontan estresores mayores, característicos del ciclo vital, incertidumbre en cuanto a la vivienda, la inserción profesional y laboral, parejas menos consolidadas, embarazos, hijos pequeños”, argumenta en el estudio, que de todas maneras aclara que esto “no significa necesariamente que los adultos mayores tengan menos problemas”, sino que se habituan mejor a incorporarlos a su vida cotidiana.
El informe refiere que los sectores más vulnerables son los que “experimentan mayor riesgo de trastorno psicológico”. Por razones similares a las asimiladas a la juventud, están “más expuestos a la incertidumbre laboral, habitacional y económica”.
Consultados por cómo afrontan el malestar psicológico, entre una muestra y la otra se advirtió un aumento de la automedicación, de un 10,5% a un 13,5%; y el consumo de alcohol, de 8,1% a 11,5%. Las consultas psicológicas, suspendidas en modalidad presencial al inicio de la cuarentena, crecieron del 4,8% al 7,8%; y la conversación con amigos, a modo de confidentes, del 37% al 42,1 por ciento.
De modo inversamente proporcional, se contrajo la cantidad de encuestados que no experimentó malestar psicológico: de un 38,5% a un 31,6 por ciento. Es decir que casi siete de cada diez personas siente algún tipo de padecimiento mental.
Respecto a quienes se automedican, la mayoría lo hace por ansiedad (aumentó de un 18,4% a un 23%) y para conciliar el sueño (de 17,4% a 22,4%); en menor medida, creció la cantidad de personas que consumen medicamentos sin receta porque se sienten desanimados (de 7,4% a 10,2%), para relajarse (de 6,1% a 9,7%), y por “los nervios” (de 4,9% a un 6,8 por ciento).
Como contrapartida, disminuyó la ingesta de medicación relacionada con enfermedades previas, como hipertensión, diabetes o tiroides, entre otras. De un 73,9% pasó a 66,9 por ciento.
Fuente: Tiempo Argentino