En Ituzaingó, los Constructores de Fuego son la estrella de la fiesta.

No hay corso ni comparsa. Hay murga. “Los que quedamos” se llama; ya desde el nombre, una invocación a la resilencia. Hay fiesta pagana en una esquina de Ituzaingó, donde los Constructores de Fuego llevan adelante su performance en busca de “un carnaval posible en los barrios del Conurbano”.

Aquí, en esta esquina de calles de tierra, corren la cerveza barata y la jarra loca del fernet. Chicos y no tan chicos se persiguen a pura espuma. La pizza grande cuesta mil pesos y el cono de papas, 300.

El Rey Momo, reversionado en una figura de cuatro metros hecha a partir de MDF y tubos de cartón, preside la fiesta desde su corona. Los artistas ajustan los últimos detalles de la instalación: se viene la quema del muñeco y hay que estar atentos a la medidas de seguridad.

Aparece un conjunto de vientos (saxo, trompeta, trombón) y baila un grupo vestido de negro que lleva estandartes con figuras de diablillos sobre sus cabezas.

Nacido hace doce años en el Oeste del Gran Buenos Aires, el colectivo Constructores de Fuego arma piezas únicas y efímeras. No vuelven a replicarse y se queman como culminación del hecho artístico. En cada representación se combinan música, teatro y baile en un show integral con las llamas como gran cierre.

Y eso sucede ya pasada la medianoche, con todos bailando al ritmo de la murga y los vientos. Un auto de policía custodia para que no haya desmanes. Emilio Reato, alma mater de los Constructores, lleva la antorcha y empieza el fuego. Se sigue bailando alrededor de la hoguera. No hay corridas ni peleas. La alegría no es solo brasilera.

Fuente: https://www.clarin.com/cultura/carnavales-fuego-conurbano_0_EBkSePU26p.html