Cómo se reconvirtió una ex fábrica de chocolates
Hoy es un moderno complejo habitacional
Gentileza Estudio Minond4
Se trata de la planta de Nestlé, que durante más de 50 años fue parte del paisaje urbano del barrio de Coghlan
PARA LA NACIONSilvina Vitale
Ubicada en la manzana comprendida entre las calles Tronador, Núñez, Plaza y Manuela Pedraza, el aroma inconfundible que esparcía impregnaba a toda la zona. Los vecinos la recuerdan con nostalgia y añoranzas de ese exquisito olor a chocolate y la vista del humo en su chimenea. Era frecuente que se realizaran excursiones a la gran fábrica para los primeros grados de escuelas primarias de la zona y de toda la Capital y que los chicos se fueran contentos con los dulces que se llevaban a casa.
Si bien los productos Nestlé empezaron a llegar al país durante las últimas décadas del siglo XX, a través de las importaciones, por ejemplo de harina lacteada y leche condensada, recién el 5 de mayo de 1930 la compañía se estableció formalmente en la Argentina. La historia de Nestlé había comenzado unas décadas antes cuando, en 1866, la compañía Anglo-Swiss Condensed Milk abrió la primera fábrica de leche condensada en Europa con sede en Suiza. Un año más tarde, Henri Nestlé desarrolló un alimento para lactantes, una harina a base de leche y cereales tostados, que era una solución para aquellos bebés que no podían ser alimentados por sus madres.
Nacido en Frankfurt, Alemania, Nestlé era químico y se desempeñaba como asistente de farmacia. Luego se trasladó al pueblo suizo de Vevey, en las costas del noreste del lago Ginebra, donde estableció su negocio de cereales infantiles. En 1905 su empresa se fusionó con Anglo-Swiss y ambas dieron origen al Grupo Nestlé que a lo largo de los años amplió notablemente su oferta de productos.
En tanto que, en la Argentina, la fábrica ubicada justo en el límite entre Coghlan y Saavedra se instaló en 1930 y permaneció activa hasta 1981. Su llegada cambió la dinámica del barrio y alcanzó a emplear a más de 1000 personas. Dedicada a la fabricación de chocolates, el crecimiento urbano y cuestiones de espacio llevaron a la empresa a mudarse del barrio. Tras su cierre, una firma de electrónica y artículos para el hogar estableció allí un centro de distribución de su producción.
Un barrio con identidad
Según explican Leonel Contreras y Víctor Coviello en el libro Buenos Aires tiene barrio (publicado por Editorial Planeta en 2022), Coghlan surgió con la llegada de una nueva estación del Ferrocarril a Rosario. En 1888, la Compañía de Ferrocarriles Pobladores decidió construir un nuevo ramal que llevara al pueblo de Saavedra (hoy es el Ferrocarril Mitre, ramal Retiro Mitre). “Fue así que en 1891 se inauguraron dos nuevas estaciones; a la primera se le dio el nombre de Luis María Saavedra y a la segunda el del irlandés John Coghlan, fallecido el año anterior”, cuentan los autores.
Este ingeniero había llegado a estas tierras en 1853 y había realizado obras importantes: fue técnico de ferrocarriles británicos, director de la Oficina de Puentes y Caminos de la Provincia de Buenos Aires y proyectó las primeras instalaciones de aguas corrientes en Buenos Aires. La compañía de ferrocarriles compró los terrenos vecinos a estas estaciones para rematarlos y lotear cuando la obra estuviese terminada.
“El origen del barrio de Coghlan se remonta entonces a cuando los primeros compradores de los lotes se convirtieron en vecinos”, aclaran Coviello y Contreras en su libro. Y aseguran que la tranquilidad de la zona se vio alterada cuando se instaló la fábrica de sombreros de Brousson, hacia 1892, y luego con el Hospital General de Agudos Dr. Ignacio Pirovano, inaugurado en 1896. Luego se establecieron más fábricas en el barrio, la primera más importante fue la de muebles Barthel en la década de 1920 que cerró hacia 1960, y luego la de Nestlé en la década de 1930, una de las más recordadas que se mantuvo en la zona durante cinco décadas.
Recién en los 2000 se proyectó la reconversión de la antigua fábrica de chocolates en un conjunto de viviendas. Edgardo Minond, titular de Arquitectura Minond Estudio, que llevó adelante el proyecto del Complejo Tronador junto con Arupac, la empresa desarrolladora, dice: “Nuestra tarea fue refuncionalizar la ex fábrica que en el último período había servido como depósito, lo que significó una verdadera transformación para el barrio”.
Y recuerda que, de alguna forma, este proyecto consolidó a la zona; si bien no era un lugar que estaba abandonado al funcionar como depósito le faltaba vida. “Nadie entraba ni salía de allí, en cambio ahora tiene mucho movimiento, porque al construir vivienda hizo a todo el contexto mucho más seguro”, añade.
El arquitecto asegura que el proyecto, que comenzó en 2003, no fue sencillo porque había mucha construcción que fue demolida para establecer una plaza en el centro. Recuerda que una opción era demoler absolutamente todo y hacer torres de departamentos, pero eso no configuraría un lugar agradable para el barrio. “Decidimos dejar lo que había, que es parte de la historia del barrio para que el tejido urbano fuera mucho más amigable. Dejamos las construcciones de la fábrica que fueron remodeladas y reconvertidas en unidades habitacionales. En tanto que la plaza es aún hoy un éxito total, un lugar común que es muy utilizado”, agrega.
Desde un primer momento, en el interior del complejo se dispuso un bar o restaurante y amenities en una época en la que ni siquiera se hablaba de estos. Hacia la calle Núñez, en un sector que quedaba libre, se levantó un edificio de altura. El resto de los departamentos tienen doble altura, que responden a las características de la estructura de las fábricas. Algo pintoresco es que los habitantes pueden entrar a su departamento a través de la plaza.
“Uno entra a su unidad a través de un lugar verde y lo hace caminando a través de senderos con árboles, es una escala urbana muy linda”, dice Minond. Aunque también se tiene acceso desde el estacionamiento en el subsuelo del terreno.
Por lo general, se trata de departamentos de tres o cuatro dormitorios, también hay de uno o de dos dormitorios. En todos los casos, de dimensiones bien amplias. En total, se construyeron unos 25.000 m² y 256 unidades de departamentos. “El proyecto buscó conservar la identidad del barrio, del espacio urbano, las calles, el relieve y lo logró”, finaliza Minond. El proyecto conservó la chimenea de la antigua planta que simboliza el diálogo permanente entre pasado y presente.
Por Silvina Vitale