Con los jóvenes como protagonistas y la inclusión como meta
La Casa Ana Frank Argentina (Superí 2647, CABA) desarrolla proyectos vinculados a la memoria, los derechos humanos y la inclusión con jóvenes y adolescentes como capacitadores. La educación entre pares, el programa para que los chicos no dejen la escuela y el museo que recrea el escondite donde Ana Frank y otras siete personas se ocultaron de los nazis durante más de dos años.
La casa de atrás tenía todas las ventanas bloqueadas, salvo una muy pequeña, en el altillo, desde la que Ana Frank observaba un castaño. Aquel árbol era para ella la vida en medio de la muerte; la comprobación del paso del tiempo durante un encierro que duró 761 días. Ese castaño, el de la Amsterdam ocupada por los nazis, ya no está. Pero alto y colorido vive su retoño en Buenos Aires, donde mantiene vivo el anhelo de libertad y respeto por la diversidad.
“Plantamos un retoño del castaño original, al que Ana Frank le escribiera. Los avatares del tiempo quisieron que el castaño original se cayese y el que está acá, en Buenos Aires, mida ahora cinco o seis metros, creando un espacio significativo de reflexión”, relata Héctor Shalom, director de la Casa Ana Frank Argentina, en diálogo con Télam.
La casona del barrio de Saavedra, sede del Centro Ana Frank en Buenos Aires.
Con actividades en su sede del barrio porteño de Coghlan (Superí 2647) e itinerantes en distintos puntos del país, la entidad apuesta a la inclusión, a la promoción de los derechos humanos y a la educación. Sólo durante 2019 estuvo presente en 52 ciudades y recibió a unos 900 grupos de estudiantes.
Desde el año pasado protagoniza uno de sus proyectos más ambiciosos: acompañar a 150 escuelas medias, en cuatro provincias, para que los alumnos vuelvan a clase o no dejen el colegio durante la pandemia.
Las actividades y proyectos de la Casa están a cargo de jóvenes. Son ellos quienes guían las visitas en el Museo que recrea el escondite de Ana Frank durante la ocupación nazi de los Países Bajos o quienes coordinan los talleres.
“Los contenidos y la presencia de los jóvenes generan un espacio donde la palabra ocupa un lugar central, en un contexto donde suele haber poco espacio para ellos”, reflexiona Shalom, para quien el “empoderamiento juvenil significa poner en valor los talentos, las pasiones y los desafíos que representan los adolescentes, que es parte también del legado de Ana Frank”.
Recorrida por el Centro Ana Frank en Buenos Aires, antes de la pandemia
Setecientos sesenta y un días
La familia Frank, en Frankfort, antes de tener que emigrar a Holanda.
Nació en Frankfort, Alemania, el 12 de junio de 1929. En 1934, con solo cinco años, Ana Frank emigró con su madre (Edith) y su hermana a Ámsterdam. Allí Otto, su padre, había mudado la empresa familiar el año anterior debido al hostigamiento que sufrían los judíos desde la llegada de los nazis al poder. Pero cruzar la frontera no sería suficiente. En mayo de 1940 las tropas de Hitler ocuparían los Países Bajos.
La familia Frank buscó sin éxito viajar a los Estados Unidos y después a Cuba. El 5 de julio Margot Frank, hermana de Ana, es citada por las autoridades para ser trasladada a un campo de trabajo en Alemania. Pero Otto y Edith tienen un plan: esconderse con sus hijas en la “casa de atrás”.
Se trata de una vivienda ubicada en la calle Prinsengracht 263 de la capital holandesa, justo detrás del edificio de la compañía de Otto Frank, quien había acondicionado la propiedad para convertirla en un escondite. A la casa de atrás se accede a través de una escalera secreta ubicada detrás de una biblioteca.
La pequeña Ana en Amsterdam, con amigas.
Allí estarán encerrados durante 761 días: desde el 6 de julio de 1942 hasta el 4 de agosto de 1944. Además de los Frank el refugio albergará a otras cuatro personas: los tres integrantes de la familia van Pels (Hermann, Auguste y su hijo Peter) y al dentista Fritz Pfeffer. Ana solo tenía 13 años.
El grupo sobrevivirá gracias a la ayuda de los “protectores”, dos mujeres y cuatro hombres que eran empleados y amigos de Otto Frank y que les llevan comida, ropa y lo necesario para soportar el encierro.
En la mañana del 4 de agosto el edificio es allanado por la policía alemana y agentes holandeses. Los escondidos son descubiertos y arrestados. El 2 de septiembre Ana Frank y su familia fueron traslados al campo de concentración de Auschwitz.
Posteriormente, Ana y su hermana serán deportadas al campo de Bergen-Belsen, donde morirán de tifus en marzo de 1945. De los ocho ocupantes de la casa de atrás solo Otto Frank logró sobrevivir.
El diario de Ana Frank
La niña que soñaba con ser escritora
Ana y sus apuntes, una foto que quedó en la historia.
Cuando Ana cumplió 13 años sus padres le regalaron un diario. Ella misma lo eligió en una librería de Ámsterdam. Soñaba con ser periodista y, quizás, una gran escritora. Fue en ese diario donde realizó las primeras anotaciones acerca de la vida cotidiana, que incluía su paso por la escuela y la convivencia familiar. También escribirá allí cartas y cuentos cortos.
“Me parece que lo mejor de todo es que, lo que pienso y siento, al menos lo puedo escribir, de lo contrario, me asfixiaría completamente”, escribió el 16 de marzo de 1944. La escritura se transformaría en una válvula de escape a la presión del encierro. Una vez acabado el diario, las anotaciones continuarían en cuadernos y hojas sueltas.
Los escritos de Ana Frank fueron encontrados por Miep Gies, una de las protectoras, después de que la policía detuviera a los escondidos. La última carta del diario de Ana es del 1 de agosto de 1944, tres días antes de ser detenida junto al resto de los integrantes de la casa.
Gies guardará los textos con la esperanza de entregárselo a Ana una vez que fuera liberada. Pero no pudo hacerlo. Sí se los dará a Otto Frank, quien cumplirá el sueño de su hija. El 25 de junio de 1947 aparece “El Diario de Ana Frank” con una tirada de 3.000 ejemplares. Era una selección y edición de los textos hecha por su padre.
El museo de Ana Frank es uno de los más visitados de los Países Bajos.
“Imagínate lo interesante que sería si se publicara una novela sobre la ‘Casa de atrás’. Con solo ese título, los lectores ya pensarían que es una novela policial”, había escrito Ana, quien planeaba publicar un libro con las vivencias del encierro.
Traducido a más 70 idiomas el texto será mucho más que una novela policial. Con el correr de los años se convertirá en uno de los testimonios más importantes sobre la persecución que sufrieron los judíos y otras minorías durante el nazismo.
La casa de atrás
Alberga imágenes y testimonios que reflejan el horror del Holocausto.
La organización Casa Ana Frank recupera la casa de atrás en 1957, que es abierta al público tres años más tarde. La cantidad de visitantes irá en aumento hasta alcanzar 1,2 millones en la actualidad, según detalla el sitio web de la entidad, que cerró sus puertas para visitas presenciales hasta el 9 de febrero por la pandemia.
La gran afluencia de público y el interés que despertó la historia de Ana Frank llevó a la organización con sede en Amsterdam a crear una muestra itinerante, traduciendo el material del que disponía a 30 idiomas.
En la Argentina la primera exposición itinerante se realizaría en 1991 en el Teatro San Martín, y sería coordinada por el activista de derechos humanos Héctor Shalom, actual director de la Casa en el país.
El ya mítico diario de la adolescente.
En 2006, durante la visita que la reina Beatriz y la entonces princesa Máxima realizan a la Argentina, se organiza una exposición con 46 paneles y dos ejes: “De la dictadura a la democracia. La vigencia de los derechos humanos en la Argentina” y “De Ana Frank a nuestros días”.
A partir de esta experiencia se publica un libro donde se articula la historia de Ana Frank y su testimonio y la historia argentina contada por jóvenes cuyas familias sufrieron el Terrorismo de Estado. Este trabajo será el pilar para la creación de la Casa Ana Frank en la Argentina y también del museo.
En 2009, una familia lee el libro y decide donar una casona en el barrio porteño de Coglhan para hacer realidad el emprendimiento. Se trata de una vivienda conocida “Casa de Hilda”, cuya propietaria realizaba actividades solidarias y supo albergar a perseguidos de la dictadura militar argentina.
Una casa que protegió a perseguidos de la dictadura se convertía así en la Casa Ana Frank Argentina, que recupera la historia de una perseguida por el nazismo.
«La ventana del árbol y Ana Frank»
Una historia contada por jóvenes
En el Centro Ana Frank de Buenos Aires los jóvenes mantienen vivo el recuerdo de la chica alemana.
La casa museo (centroanafrank.com.ar), ubicada en Superí 2647 de la Ciudad de Buenos Aires, basa su muestra permanente en el Holocausto y los derechos humanos a partir de recuperar la memoria de Ana Frank y su familia, proyectándolas hasta el presente.
Allí se puede recorrer una recreación escenográfica del lugar donde la adolescente judía estuvo escondida, repasar una línea de tiempo para conocer la vida de Ana Frank contextualizada en el Holocausto y reflexionar sobre los puntos en común entre el nazismo y la dictadura cívico-militar argentina de 1976-1983.
Con un dato particular: las visitas guiadas y los proyectos educativos que la Casa desarrolla son protagonizados por jóvenes y adolescentes. Y esto no será aleatorio. La palabra de una joven que se convirtió en un símbolo mundial de la lucha por la libertad y el respeto a la diversidad será recuperada (y actualizada) por otros jóvenes, casi un siglo después.
“Desde el inicio mismo se define que la historia de esta adolescente la cuenten adolescentes, en lo que comienza a ser el concepto de empoderamiento juvenil. Se convoca a adolescentes voluntarios, se los capacita para guiar las exposiciones y son ellos quienes se convertirán en los portadores del legado de Ana Frank”, relata Shalom.
Educación de pares
Héctor Shalom, director de la Casa Ana Frank Argentina.
El Proyecto Nacional de Empoderamiento de Jóvenes y Responsabilidad de Pares de la Casa Ana Frank busca “una promoción integral de derechos e inclusión social de población adolescente en la pandemia con el fin de lograr la recuperación y retención de alumnos en escuela media”, según anuncia la propia organización en su sitio web.
La iniciativa nació en mayo del año pasado, casi con el comienzo mismo de la pandemia provocada por el Covid-19. “Percibimos que la pandemia iba a ser un golpe tremento para jóvenes y adolescentes y diseñamos un proyecto de inclusión educativa, que conversamos con las autoridades de todos los niveles y que contó con el respaldo de empresario Hugo Sigman”, detalla el director de la Casa.
“El proyecto –describe Shalom- se basa en la educación de pares, donde los adolescentes son parte del problema y a la vez un componente central de la solución”. Esto significa que “son los mismos chicos quienes asumen la responsabilidad de ayudar a sus compañeros con los contenidos educativos a los que hoy tienen dificultades de acceder por problemas de conectividad, distancia o por estructura social o familiar y que los va alejando cada vez más de la escuela”.
La propuesta alcanza a las provincias de Chaco, Tucumán, Río Negro y Buenos Aires a través de 150 escuelas medias y articula con autoridades educativas, docentes, supervisores, directivos y estudiantes. “El programa opera sobre los adolescentes que son empoderados para desarrollar proyectos y sobre los adolescentes que reciben el efecto de esos proyectos”, subraya el titular de la entidad.
“Cuando los chicos van a una casa a ayudar a otros chicos con los contenidos de los cuadernillos del Ministerio de Educación o a decirles cómo podemos darte una mano para que dejes la escuela, eso tiene un efecto potente para ambas partes, en un contexto donde los efectos de la pandemia sobre la educación son devastadores”, agrega Shalom.
Los jóvenes y el Centro Ana Frank
Los jóvenes de la Casa son los encargados de llevar adelante la iniciativa capacitando a los estudiantes que van a identificar vulnerabilidades para a partir de allí ayudar a sus pares. Además de la educación, el programa presta especial atención a la problemática de la salud (construcción de cultura del cuidado) y del trabajo rural (mejora en la producción agrícola), que suelen incidir en la deserción escolar.
“En tanto promotores de derechos para nosotros la escuela es central. Un adolescente que se cae del sistema es un adolescente que va a quedar expuesto. Un pibe que quedó alejado de los otros es un pibe que aumentó su vulnerabilidad”, enfatiza Shalom.
Un mundo mejor
Hay que conocer la vida de Ana Frank para no dejar que se repita el pasado.
Las comparaciones en contextos históricos diferentes suelen ser riesgosas. Las extrapolaciones, desvirtuar. Sin embargo, vale asumir riesgos. En la Holanda ocupada por los nazis o en un mundo que busca salir del encierro que provocan la pademia y la exclusión, los jóvenes toman la palabra y convierten el oprobio en un acto de resistencia.
“Ana Frank escondida decidió leer y decidió escribir. Estos dos actos, que exponen claramente el valor del conocimiento, le permitieron escribir un diario que estimula, esperanza, motiva, que incluso trasciende el dolor de su trágico final. Una adolescente que no acepta pasivamente ser víctima y desarrolla acciones propositivas. Esto es un mensaje: el derecho a construir un futuro mejor”, asegura Schalom.
De la sensibilidad de Ana Frank para buscar nuevos sentidos en el encierro a los jóvenes que en la casa que lleva su nombre en Buenos Aires hacen frente a un mundo que olvida demasido rápido, hay una esperanza: que el castaño se multiple y se abran, por fin, todas las ventanas.
Una visita impostergable
La Casa Ana Frank Argentina (Superí 2647, CABA) reabrió sus puertas el 14 de noviembre pasado. Puede visitarse todos los sábados de 14 a 19, previa reserva a través del mail visitas.centroanafrak@gmail.com o escaneando el código QR que se encuentra en el sitio web de la institución: centroanafrank.com.ar
También se puede realizar una visita virtual, ya sea individual o grupal. “La visita virtual se realiza con guías en vivo que reciben a los visitantes por Zoom, muestran videos, objetos y materiales, y concluye con un taller orientado al lugar de adolescentes y jóvenes en la pandemia, promoviendo responsailidad social, solidaridad y apoyo a quienes están siendo más golpeados por esta situación”, contó a Télam Héctor Schalom, director de la Casa.
Las visitas virtuales se realizan los jueves y sábados por la tarde y tienen una duración apróximada de 90 minutos. Requiere inscripción previa a través del enlace https://forms.gle/QgfpU7tkjbUeh83t7 Para consultas se puede escribir a visitas.centroanafrak@gmail.com
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202101/542214-con-los-jovenes-como-protagonistas-y-la-inclusion-como-meta.html