La reanudación de las actividades cotidianas -con cierta normalidad- podría ser síntoma de que la pandemia del Covid-19, que nos acompañó durante estos años, ha sido superada. Sin embargo, como sabemos, la evidencia sobre su impacto es múltiple y llega a miles de personas, entre ellas, los profesionales de la salud, y, más concretamente, el personal de Enfermería.

Durante el 2020 y el 2021, el personal de salud no dejó de adquirir responsabilidades, diseñar y ejecutar nuevos procesos, y adaptarse a reubicaciones dentro del servicio profesional. Todo ello fue llevado a cabo en tiempo récord, demandado por una situación crítica, que nos apremiaba y exigía una respuesta urgente.

El impacto individual fue todavía más grande: hubo una sobrecarga de trabajo, agotamiento y el llamado “estrés moral”. Además, inquietaba el miedo y el riesgo del contagio de uno mismo y de los más cercanos, previo al desarrollo de las vacunas. Ni hablar del fallecimiento de colegas, familiares o amigos.

El mismo año en que se declaró la pandemia, se conmemoró también el “Año Internacional de los Profesionales de Enfermería y de Partería”. Ese fue el año en que la Organización Mundial de la Salud se propuso poner de relieve, a nivel mundial, los recursos humanos de salud y, particularmente, los de enfermería. Un informe, publicado a comienzos de ese año, ya era contundente: los datos 2019-2020 indicaban que la escasez a nivel mundial de enfermería se estimaba en 5,9 millones y que, esa carencia, se acentuaba en los países de renta baja y media baja.

Desde entonces, solo pasaron dos años, pero cabe preguntarnos: ¿qué tendencias podemos observar ahora en enfermería? Diversos estudios evidenciaron no solo que el personal de enfermería tuvo la intención de abandonar la profesión durante la pandemia, sino que, incluso después, entre el 10% y 25% pensaron en abandonar la profesión por completo. Algunos de los factores que contribuyen a este pensamiento son la sobrecarga laboral, la insatisfacción en el trabajo, como también la falta de apoyo institucional y condiciones laborales deficientes.

En un hospital, los enfermeros son quienes están las 24 horas del día y los 365 días del año, y sus competencias son un diferencial en los resultados de salud de las personas. Por tanto, estos estudios no pueden pasar inadvertidos, al contrario, deben ser considerados por los actores del sistema de salud, los administradores del sector público y privado, las gerencias responsables del recurso humano y los responsables de la educación universitaria. Además, deben impulsar el desarrollo de estrategias, para fortalecer la fuerza de trabajo de Enfermería en todos los niveles de atención de la salud, a través de la inversión en educación, empleo, liderazgo y prestación de servicios.

Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, la necesidad de incorporar, apoyar y retener a los recursos humanos, actuales de salud, a nivel global es imperiosa, ya que existe la posibilidad de un déficit de aproximadamente 18 millones de trabajadores sanitarios para 2030.

Es fundamental planificar acciones y estrategias a fin de apoyar al personal, evaluando sus necesidades, y considerando su bienestar y salud. Si cuidamos a la fuerza laboral de salud, el beneficio es y será mutuo.

Fuente: https://www.clarin.com/opinion/desercion-enfermeria-inquietud-global_0_D5izRiQaIA.html