Doña Petrona, la que abrió el camino a los programas de cocina

Máximo referente de la cocina en tele, marcó a varias generaciones: sus recetas son una biblia para sus colegas y su público… y para hijos, nietos y bisnietos de su público. Retrato de una mujer que hizo historia. Y un flan de 12 huevos.

Muchísimo antes de Masterchef, de Bake off o de los varios realities gastronómicos que coparon la pantalla, e incluso mucho antes de la creación de la señal de El Gourmet, la cocina de la TV ya tenía dueña. No tenía coronita -ni la hubiera querido, por otra parte-, pero era la reina de las recetas frente a cámara. Doña Petrona C. de Gandulfo marcó el camino del boom culinario que hoy saboreamos todos. No hubo otra igual.

Doña Petrona, en un sentido, era la televisión. Porque apareció por primera vez en 1952, pocos meses después de la primera transmisión argentina: el 17 de octubre de 1951. Al año siguiente, ella ya desplegaba su magia, su don, su carisma, su sabiduría. Petrona era sabia. Y, sumándole tilde, sabía preparar comidas, pero fundamentalmente sabía comunicar.

Y eso que hablamos de la era de los palotes de la TV, con más entusiasmo que tecnología. Y ahí estaba ella, ya convertida en un sello de autor. De hecho, ya no era la señora de Gandulfo, pero su segundo marido no puso reparos en que su vieja identidad conyugal siguiera siendo parte del fenómeno.
Play VideoVideo: Doña Petrona, un referente para muchos cocineros de TV

Porque, por aquel entonces, a Petrona no se la perdía nadie (nadie de los que tuvieran televisores, un bien preciado, pero no masivo todavía): sin caer en los clichés de la conquista demagógica, era seductora, sublime, graciosa, precisa. Era una masterchef adelantada, en caso de que se puede sustantivizar la marca.

Gracias a que ella estuvo haciendo televisión hoy nosotros podemos estar delante de una cámara, difundiendo a ustedes todo lo que sabemos de gastronomía”, le dice a Clarín el cocinero Santiago Giorgini, estrella de La peña de Morfi (Telefe).

Y en la misma línea de la gratitud de quien ha sabido mirar y aprender, insiste en que “seguimos rememorando recetas, trayendo tips, cosas que ella nos enseñó y nos dejó. Gracias a ella hoy podemos estar delante de una cámara enseñándoles a ustedes. Doña Petrona, lo más”.

Recuerdos de la infancia

Consultados especialmente para este tributo a una de las figuras trascendentales de la historia de la televisión argentina, los que siguieron sus pasos hablan de ella como la maestra, la referente, la pionera. En la mayoría de los casos, Petrona hilvana las infancias de muchos de ellos. Casi ninguno de ellos la trató, a todos ellos los inspiró.

Las mágicas páginas de la enciclopedia de la cocina: "El libro de Doña Petrona", que va por la enésima edición....

Las mágicas páginas de la enciclopedia de la cocina: «El libro de Doña Petrona», que va por la enésima edición….

Actriz, buena anfitriona y cocinera, participante de MasterChef Celebrity 2 (Telefe) y ex conductora de Trocca alla Fontán, por El Gourmet, Claudia Fontán muestra orgullosa la primera edición de El libro de Doña Petrona (1934), con hojas amarillas, tan teñidas por el paso del tiempo como por la memoria emotiva.

“¿Qué significa para mí?: es este libro, es el libro de mi familia, de mi mamá, con sus hojas ya viejitas, con las ilustraciones manchadas de cremas y comidas. Es el día de hoy que todavía saco recetas de aquí”, comparte la Gunda, quien, de esas páginas, se nutrió para dos de sus hits: “La suprema Maryland y el flan de dulce de leche”.

Si a esta altura del texto, y de la vida, hay gente que no sabe quién fue esta mujer, que ahora debería ser emblema de las empoderadas, repasemos entonces su camino para que todos sepan el valor de su impronta.

La primera página de su vida ya viene con dudas, pero nos encolumnamos detrás de su palabra y de su documento de identidad: algunos escritores que se ocuparon de su biografía dicen que Petrona Carrizo nació en La Banda, Santiago del Estero, el 29 de junio de 1896. Ella decía que todo eso estaba bien, salvo el año y mostraba la página donde figuraba 1898. Murió a los 93 años, el caluroso 6 de febrero de 1992, a los -entonces, digamos- 93 años. En su casa de Olivos, con su leal compañera Juana Bordoy al pie de la cama.

Juanita y Doña Petrona, un vínculo que trascendió la pantalla, a fuerza de lealtad.

Juanita y Doña Petrona, un vínculo que trascendió la pantalla, a fuerza de lealtad.

Porque Petrona, en otro sentido, también fue Juanita. Formaban un dúo inseparable, de ésos que en la galería de los personajes de la TV vienen juntos, como Piluso y Coquito, como Alberto Olmedo y Javier Portales.

Antes de que Bordoy se convirtiera en criatura televisiva, Petrona ya era figura. Vamos primero a trazar el pasado de nuestra protagonista del día y, dentro de unos párrafos, nos volveremos a encontrar con su asistente. Su amiga.

Historia de superación

Hija de Clementina y Manuel Carrizo, tuvo seis hermanos. Su padre murió cuando ella tenía 6 años y, ya mudadas a la capital de la provincia, su madre montó un comedor y la nena, que vaya uno a saber con qué soñaba para cuando fuera grande, se las ingeniaba para el repulgue y la masa hojaldrada. Se le daba bien, pero ella luego reconocía que lo hacía “sólo para ayudar a mamá”.

Su hoja de ruta marca que trabajó como cocinera en una estancia, que conoció a Oscar Gandulfo, y que, ya instalados en Buenos Aires, se casaron en 1923. Él trabajaba en las oficinas del Correo, ella se especializó en costura y tejido.

Pero no le alcanzaba. Quería ir por más. Gandulfo que no, ella que sí: ganó ella y se anotó en la convocatoria que en 1928 lanzó la compañía Primitiva de Gas, que buscaba dejar atrás los métodos conocidos de cocción, con leña o carbón.

Petrona Carrizo nació en Santiago del Estero y desplegó su arte culinario en la gráfica, la radio y la TV. Y en su libro, que sigue siendo de cabecera para muchos.

Petrona Carrizo nació en Santiago del Estero y desplegó su arte culinario en la gráfica, la radio y la TV. Y en su libro, que sigue siendo de cabecera para muchos.

De las 20 elegidas para formarse con las técnicas de la prestigiosa academia de Le Cordon Bleu, y luego poder demostrar sus conocimientos sobre hornallas a gas, Petrona picó en punta. Y, cuentan los testigos, que verla cocinar en la puerta del Bazar Dos Mundos era todo un espectáculo. Recién comenzaba la década del ‘30.

Como lo suyo era un interesante espejo social, su arte culinario empezó a correr los límites de esa demostración.

En 1933 comenzó a recolectar sus propias recetas, fue a una imprenta por su cuenta y patentó su primera gran obra que ya superó ampliamente las 120 ediciones. La leyenda alrededor de su figura asegura que ella quiso manejar los hilos de su negocio y vendió los primeros 5.000 ejemplares en su casa y en otros puntos caseros. Era la pieza literaria más buscada de 1934 (y lo fue durante muchos años, y hoy sigue batiendo récords de venta).

Sus columnas en la revista El hogar eran un clásico de la gráfica. También publicó en Caras y caretas. Pero Petrona también fue personaje de radio: trabajó en Argentina, El Mundo, en Excelsior y en Belgrano.

En cuanto a su vida personal, en 1943 murió Gandulfo, con quien habían adoptado un hijo, Marcelo Francisco. Con los años, él decidió tomar como propio el apellido del segundo marido de su madre, Atilio Massut, un hombre que sabía de negocios. Tanto, que se animó a dejar sus tareas para administrar la carrera de su mujer. Un gran visionario.

Debut en TV

En 1952, Petrona llevó sus “Variedades hogareñas” a la flamante televisión argentina, con sólo un canal en la grilla. Y es justo acá, en su consagración en un estudio de TV, cuando nos reencontramos con Juanita, una mujer que ayudaba en su casa y que su patrona, más Petrona que patrona, dado el vínculo de amistad que tejieron, paró frente a cámaras como su asistente.

Y, para los que las vimos en acción, ese Juanita sueña a guiño cuando uno pide ayuda en su cocina: ‘¿Me hacés de Juanita?’. A Juanita, que murió tres años después que ella, siempre fiel, siempre a su lado, le encantaba que el público la viera como el sostén necesario de cualquier preparación gastronómica.

“La historia más linda que me lleva a ellas es recordar la escena de mi infancia en la casa de mi abuela Mami, viendo juntas Buenas tardes, mucho gusto, con Doña Petrona y Juanita. Mi abuela y mi mamá tenían el libro gordo de Petrona. Y, cuando estaba en primer grado y tenía que practicar lectura, yo elegía ese libro. Me fascinaba”, recuerda Maru Botana a pedido de Clarín.

Doña Petrona se familiarizó rápidamente con los electrodomésticos frente a cámaras. siempre estaba un paso adelante.

Doña Petrona se familiarizó rápidamente con los electrodomésticos frente a cámaras. siempre estaba un paso adelante.

Devenida en una reconocida pastelera, entre otras virtudes culinarias, cuenta que “mi abuela tenía la Pastalinda y ponerme a cocinar con ella era re lindo, un my buen plan. Me motivaba. Prefería ir a cocinar con mi abuela que salir con mis amigas. Hacía unos crepes de Doña Petrona, con espinaca, huevo duro cortado, jamón y salsa blanca, que eran riquísimos. También hacíamos sus alfajorcitos de maicena. Nunca me imaginé terminar en la tele, pero evidentemente fue una referente de cuando yo era chiquita. Me encantaba ver cómo se movía en cámara, cómo actuaba, cómo enseñaba. Era genial”.

Su otra abuela, Isabel, también era fan de ‘la Gandulfo’, como ya se la nombraba en los ‘70: “A ella le salían espectaculares los caramelos de chocolate y las bombas de profiteroles con pastelera al oporto y caramelo. Así que tengo influencias por los dos lados, porque las dos seguían sus recetas al pie de la letra”.

Maru habla de dos puntos trascendentales en la trayectoria de Petrona: una, su paso por Buenas tardes, mucho gusto, un magazine que marcó la inauguración del viejo Canal 13, en 1960: primero estuvo conducido por Maricarmen, y luego por Annamaría (Muchnik) y Canela. Doña Petrona era la capitana de ese programa que devoraban, especialmente, las amas de casa.

El Libro de Doña Petrona se sigue editando, a casi 90 años de su priemr ejemplar.

El Libro de Doña Petrona se sigue editando, a casi 90 años de su priemr ejemplar.

El otro punto determinante de su éxito fue su postura frente a cámaras: su clave estaba en olvidarse de ellas por momentos. Lo suyo era hacer las cosas bien y, su gran obsesión, que se entiendan. Era muy didáctica. Y no tenía problemas en hablarles a los técnicos con tal de que determinados detalles no se perdieran. Por momentos producía en vivo desde la baldosa del conductor. Más allá de las recetas del día, en su mesa de trabajo siempre estaban sus tres ingredientes de cabecera, el aceite, la manteca y los huevos (cómo olvidar su flan de doce huevos, receta que algunos nutricionistas han tildado de amenaza para el colesterol).

Corrido de su lugar de jurado de Masterchef Celebrity (Telefe), Damián Betular comenta que “desde que me empezó a gustar la gastronomía, acompañaba a mi abuela, que abría ese libro con páginas amarillas, ya súper usado, manchado por tortas, por preparaciones, y seguíamos ahí sus recetas. Crecí y, con el correr de los años, el primer libro de cocina que me regalaron fue la edición nueva. Así que Doña Petrona me acompaña, me inspira y realmente sigo haciendo sus recetas”.

Adelantada a su época, tenía una especie de lista de seguidores (casi todas seguidoras), que querían saber todo de ella, fundamentalmente sus secretos para que sus platos fueran la gloria.

Ximena Sáenz, ex integrante de Cocineros argentinos y ahora en el staff de El gran premio de la cocina (El trece), confiesa que la admira “muchísimo. Era una mujer con mucho carácter”. Y explica que “tenía vínculo muy fluido con sus televidentes y un archivo de 500 mil mujeres que le escribían. Se dice que en 1969 recibió tantas consultas de su receta de pan dulce, que tuvo que contratar una secretaria para contestar una por una todas esas cartas durante cinco días”.

Y regala una yapa sobre su ídola: “Parece que a los 90 años mandó a instalarse una línea telefónica al lado de su cama para seguir contestando las preguntas que tenían sobre cocina. Eso, para mí, es una mujer apasionada”.

En 2010, Narda Lepes decidió honrarla en TV reccreando sus recetas por la pantalla de Utilísima.

En 2010, Narda Lepes decidió honrarla en TV reccreando sus recetas por la pantalla de Utilísima.

Petrona abrió un camino para la gastronomía en general, pero también para el oficio de comunicar, de compartir conocimiento. Militante de la generosidad, hasta sus últimos días intentó ayudar a sus fans para despejar dudas. Cuentan que entre las consultas más recurrentes que recibía se imponía la de cómo evitar que se corte la mayonesa. Y, si uno sigue sus pasos, no se corta. Ni la mayonesa, ni el hilo de los consejos.

Integrante de una familia de cocineros, con un par de programas en El Gourmet y un banquito de jurado en El gran premio de la cocina (El Trece), Christian Petersen comparte que su “historia con Doña Petrona es fantástica. Nuestra abuela, Susana, fue la que empezó a cocinar en nuestra familia (…) Ella decía que había sido ayudante de Doña Petrona, que por eso cocinaba tan bien. Nunca vimos ni una foto ni un video de eso, pero juraba que había sido su ayudante. En casa siempre estaban sus libros. Y,cuando arrancamos a estudiar, era un libro de mucha consulta, sobre todo los scons, los budines… La verdad es que la amamos. Es una referente de la cocina argentina”.

La pinta no es lo de menos

Doña Petrona trascendió muchas fronteras. Su rostro aparecía en productos de grandes marcas, en afiches callejeros, en los pisos de Harrods, donde ha dado cursos. Porque, además de enseñar genuinamente a través de sus recetas, ha dictado clases, a las que iba siempre coqueta.

Su tono favorito para labios y uñas era el rojo carmín. Y siempre coronaba su pecho con collares. Alguna vez le han pedido que se los sacara, antes de salir al aire, porque el ruido de las perlas o eslabones se filtraba por el micrófono.

Con más de 20 años en Buenas tardes, mucho gusto ya sabía qué ponerse y qué palabras repetir para fijar la idea. Uno de sus consejos de cabecera: “No abra el horno para mirar cómo va. Espere, el tiempo hace lo suyo”.

Sus apariciones, en el programa que fuera (en el ‘56, por ejemplo, condujo por Canal 7 Petrona C. de Gandulfo, arte culinario), conquistaban a más público que las amas de casa. Eran ciclos o segmentos para toda la familia.

Con un nutrido recorrido en las señales gastronómicas del cable y ahora en el equipo de El gran premio de la cocinaMauricio Asta va con la memoria a su infancia, vuelve y regala: “Llegaba del colegio, prendía la tele y, ¿quién estaba?, Doña Petrona. Y aprendía sus recetas. Luego me iba de vacaciones y, con la palita y el baldecito, jugaba ser Doña Petrona. Miraba el infinito y explicaba cómo hacer una receta: dos de harina, una de azúcar, una de agua, revolvía un poquito, tuqui, daba vuelta y tenía mi pastel. Ella marcó la época de mi cocina”.

Y así podrían seguir las anécdotas de gente de todas las generaciones que, por un motivo u otro, tienen algo que los lleva a honrar la memoria de Petrona. Como hizo Narda Lepes en 2010 con Doña Petrona, por Narda, en Utilísima.

Doña Petrona tiene un museo en Jujuy y Garay (ahora cerrado por la pandemia), tuvo dos nietos (Alejandro y Marcela Massut) que, abriendo una de sus tantas valijas, varios años después de su muerte, se encontraron con más mil recetas inéditas. En 2012 se realizó una obra de teatro en su nombre, Doña Petrona, una delicia teatral, y los libros que se ocupan de la historia de la TV la cuentan en sus páginas como un personaje imprescindible.

Alguien que comparte sus secretos para dar de comer, y lo hace frente al público, merece no sólo ser recordada. Si no, no ser olvidada. Y gracias por el flan de 12 huevos, que tampoco se olvida.

Fuente: https://www.clarin.com/espectaculos/tv/70-anos-tv-dona-petrona–abrio-camino-exitos-masterchef_0_PRdfkBuaZ.html