El arte durante y después de la pandemia
Muestras trasladadas a la virtualidad, alianzas estratégicas, artistas que buscan otros vínculos con el público, experiencias puertas adentro y obras autogestivas, entre las nuevas experiencias que generó el aislamiento.
El arte estuvo sin duda entre los rubros más afectados por la pandemia pero acaso sea uno de los que salgan más airosos de la experiencia de desconcierto y encierro prolongado que tuvo lugar durante gran parte del 2020: instituciones y artistas ensayaron todo tipo de artilugios para no romper el lazo con sus interlocutores, generando una trama de experiencias que aportaron distracción en el corto plazo y al mismo tiempo dieron paso a nuevos paradigmas que llegaron para quedarse.
Cuando lo inesperado rompe la lógica articulada de lo cotidiano, lo que al principio descoloca se transforma también en una instancia para repensar dinámicas cuya supervivencia parecía garantizada por la inercia de lo instituido: el arte fue uno de los campos que más discusiones alojó acerca de cómo adecuarse al escenario trazado por la pandemia, operando en simultáneo frente a una escena que venía reclamando nuevos planteos en torno a la manera de concebir la relación entre la práctica artística, sus públicos y los espacios que la exhiben.
Muestras on line para atrer público de todas las edades.
A lo museos les tocó uno de los retos más difíciles de estos meses en los que la materialidad quedó en suspenso. Afrontaron el desafío de adaptar a la virtualidad el vínculo entre sus colecciones y los visitantes, pero al mismo tiempo al no disponer de los ingresos que generan el precio de las entradas tuvieron que pensar mecanismos alternativos de financiamiento y en algunos casos hasta propusieron sacar a la venta obras de su acervo para hacer frente a los gastos, como la Royal Academy de Londres, que evaluó la venta de una escultura de Miguel Ángel para evitar el despido de 150 trabajadores.
En el ámbito local, hubo cierres temporarios pero no despidos masivos de personal. Y hasta se concretó una alianza inédita entre Fundación Proa, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Malba que bajo la denominación Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME) convocó a museos de todo el país a iluminar sus fachadas y visibilizó el rol que cumplen estas instituciones en la ampliación del espacio público y la reconstrucción de lazos sociales.
La migración al espacio virtual a la que obligó la pandemia impulsó debates acerca de cómo reformular muestras pensadas originalmente para el formato presencial, en tanto la virtualidad supone otras condiciones para la producción y el público. Más adelante se empezó a prefigurar una escena de convivencia entre ambos soportes, un modelo híbrido de exhibición que aún está en ciernes pero que ya ha comenzado a debatir y diseñar varios espacios, como el Museo Reina Sofia de Madrid.
Recorridos virtuales para los espacios culturales de todo el mundo.
«Estamos yendo poco a poco, ensayando modos de cruce entre presencialidad y virtualidad en las actividades públicas», dijo hace unos meses a Télam la investigadora Ana Longoni, que desde hace dos años se desempeña como directora de Actividades Públicas del emblemático espacio madrileño.
«Estamos yendo poco a poco, ensayando modos de cruce entre presencialidad y virtualidad en las actividades públicas».ANA LONGONI
Y sumó su diagnóstico: «Creo que esta pandemia ya está generando una enorme crisis de la que ojalá emerjan otros modos de vida y no solo en el ámbito cultural. Si los museos eran ámbitos clave del llamado capitalismo cognitivo, y recibían un incesante flujo turístico, hoy se están repensando en su función, en tanto espacio público y foro de debate que interpela a quienes los recorren, no como una visita fugaz sino como la posibilidad de un habitar persistente y colectivo».
La investigadora Diana Wechsler, directora artística de Muntref y Bienalsur, advierte: «Lo presencial no puede ser reemplazado. Los cuerpos en el espacio producen situaciones y experiencias que no pueden sustituirse. Sin embargo, los formatos virtuales pueden funcionar como complementos, como memoria de una presentación y como sitio para el estudio de las muestras».
«Los cuerpos en el espacio producen situaciones y experiencias que no pueden sustituirse.DIANA WECHSLER
El efecto de la pandemia se replicó con mayor énfasis en aquellas instituciones que se insertan en la ruta preciada del turismo masivo mundial, como el Museo de Louvre, que en palabras de Alberto Vial -responsable de la política internacional del espacio parisino- pasó de ser «el museo más visitado del mundo al más vacío del mundo». Sin embargo, el repliegue en el formato virtual fue exitoso -llegaron a recibir diez millones de visitas en una semana, cuando suele recibir esa cantidad en un año- pero no dejó dudas respecto a que el hormigueo de visitantes que llegan año tras año para ver de cerca su mayor tesoro, «La Gioconda» de Leonardo Da Vinci, es una experiencia insustituible.
Desde la reapertura de los espacios museísticos se leyó el nuevo escenario como una oportunidad para que los turistas puedan disfrutar de nuevas experiencias, más sostenibles y con un concepto menos espectacularizado del arte, lejos también de las multitudes que caracterizaron durante años a sus principales espacios de exhibición.
Charlas vía Zoom sobre el arte en tiempos de pandemia.
En esa línea, el director de la Galería Uffizi de Florencia, Eike Schmidt instó a no volver a la situación anterior «no virtuosa», caracterizada por un consumo rápido y superficial del arte. «Hoy existe la posibilidad de experimentar otra forma de turismo, otra forma de visita al museo, que espero sirva como un nuevo paradigma», se esperanzó.
Las estrategias de los artistas
En paralelo a las instituciones, los artistas debieron encontrar alternativas a proyectos y ferias postergados por la pandemia, ya sea para abrir circuitos paralelos de venta como para recrear nuevos modos de vinculación con las audiencias. Algunos agudizaron la creatividad, como el muralista Martín Ron, que con el pretexto de generar un «testimonio de este tiempo vivido» puso en marcha el «Primer concurso independiente de puertas intervenidas durante la cuarentena», una iniciativa que convocó a más de 320 artistas que se animaron a transformar sus espacios. Luego montó el «Mundial de chanclas con medias», un torneo en el que instaba a exhibir combinaciones de medias con pantuflas.
Las consignas lúdicas fueron unos de los recursos más frecuentados para transitar la opacidad de estos meses y no parece haber sido desacertado: decenas de improvisados artistas jugaron a replicar con elementos domésticos los escenarios y la gestualidad dramática de algunas de las obras maestras del arte, a partir de convocatorias lanzadas por instituciones como el Rijksmuseum de Amsterdam, el Museo Paul Getty de Los Angeles o la National Gallery de Londres.
En la escala individual, muchos artistas ampliaron su radio de acción para fusionar el proceso creativo con la necesidad de autogestión económica y se volcaron a una línea de producción accesible a una mayor gama de bolsillos, como la colección de cuencos y vajilla de barro que diseñó la iconoclasta Nicola Costantino o los souvenirs que lanzó a la venta el conocido fotógrafo Marcos López, una edición limitada de jarras pingüinos que venían acompañadas por botellas de vino provenientes de una bodega boutique de Mendoza.
Puertas intervenidas: el espacio del arte en època de aislamiento.
Otros artistas, como Marta Minujín, aprovecharon el encierro para reflexionar sobre el contexto bajo la forma que más domina: el lenguaje artístico. Sin metáforas y sin rodeos surgió el título de su obra más reciente, «Pandemia», un lienzo de grandes dimensiones –como el resto de sus obras- pero esta vez sin los habituales colores flúo que utiliza desde 1965.
La etapa de monopolio virtual de la vida social y cultural volvió más democratizante que nunca el mundo del arte, facilitando el acceso y el interés de un público que habitualmente no visita espacios alusivos. Al mismo tiempo, empujó a una transparencia inédita en los precios de las obras que abre la posibilidad de atraer nuevos compradores y sacar a la compraventa de arte de su reducido nicho.
«Lo que antes había tardado años se consolidó ahora en semanas. En primer lugar, la transparencia de los precios. Conseguir que las galerías tengan la voluntad de mostrar los precios fue una batalla cuesta arriba que tomó décadas».NOAH HOROWITZ
«Lo que antes había tardado años se consolidó ahora en semanas. En primer lugar, la transparencia de los precios. Conseguir que las galerías tengan la voluntad de mostrar los precios fue una batalla cuesta arriba que tomó décadas», apuntó hace algún tiempo Noah Horowitz, director de Art Basel Miami.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202012/539242-anuario-arte-2020.html