El cerebro se modifica durante toda la vida
Facundo Manes, neurocientífico y político con intención a presidente de los argentinos en 2023 puede jactarse de diagnosticar con precisión el humor social. Y lo más destacable es que lo hizo en un contexto de conmoción mundial: una pandemia global por un virus desconocido que -sin tratamiento- provocó millones de muertes. El 4 de abril de 2020 -cuando en la Argentina transitábamos los primeros 15 dias del ASPO -un confinamiento social, preventivo y obligatorio- y el número de muertes por COVID-19 no cesaba en todo el globo, Manes declaró enfáticamente que estábamos viviendo un trauma global.
Y que la empatía y la resiliencia serían las mejores herramientas para sobreponernos a este trauma colectivo. Advirtió también que la fragmentación social y el “sálvese quien pueda” nos llevará definitivamente al desastre. Manes no se equivocó ni en una sola coma.
Ahora es el tiempo de desgranar la pospandemia, a pesar de que el virus se reconvierte en nuevas variantes y se vuelve cada vez más perenne, y los efectos del COVID -19 en la salud mental. “Se avecina una pandemia de enfermedad mental que necesita una respuesta urgente”, remarcó Manes.
Desde España conversó con Infobae sobre como la (pos) pandemia y el siglo XXI nos enfrentan a nuevos desafíos y destrezas cognitivas. ¿Qué habilidades debemos desarrollar para este nuevo escenario? ¿ Qué destrezas debe incorporar nuestro cerebro para complementarse con las nuevas tecnologías? Manes debatió junto a otros expertos del mundo sobre educación, conocimiento, el futuro post COVID y su vinculación a una nueva revolución industrial.Manes destaca el poder de las habilidades emocionales y sociales como esenciales para la supervivencia y para el bienestar, ya estas no pueden ser trasladas a un robot ni a una computadora (Getty Images)
—¿Cuáles son específicamente las habilidades cognitivas que se necesitarán en esta era de la pospandemia?
—Empecemos por un ejemplo simple: el conocimiento enciclopédico y las memorias prodigiosas dejarán lugar a nuevas habilidades ya que hoy, como nunca antes en la historia, la información está más disponible y accesible.
Por eso hablo sobre la nueva revolución industrial, distinta a la que veníamos transitando. No es ciencia ficción ni literatura: hoy en día, la inteligencia artificial, la medicina digital, las impresoras 3D, la nanotecnología y la realidad virtual ya forman parte de las tareas cotidianas de infinidad de personas alrededor del mundo.
Ahora, la combinación de esta nueva revolución industrial con el contexto pospandémico acelerará las transformaciones y el desarrollo de las habilidades que son consideradas fundamentales para adaptarse a los cambios. Estamos frente a una serie de desafíos enormes tanto a nivel educativo como laboral. Este presente no tiene que desalentarnos sino, por el contrario, impulsarnos a pensar los cambios urgentes que necesitamos en los procesos de formación de las personas y las comunidades.
Los trabajos del futuro, para los que tenemos que prepararnos hoy, valorarán nuestra resiliencia y flexibilidad cognitiva que es la capacidad de adaptarnos a contextos cambiantes. Una de estas habilidades es la capacidad de resolver problemas complejos, de encontrar respuestas novedosas a situaciones difíciles.
En la misma línea, la creatividad humana será esencial y los roles que la requieran no podrán ser fácilmente reemplazados.Otra de las habilidades imprescindibles será la capacidad de pensar críticamente.La pandemia mostró la necesidad urgente de mejorar la alfabetización digital de toda la población (Getty)
—¿Cuáles fueron los impactos más relevantes que dejó la disrupción de la pandemia en el acceso al conocimiento?
—La pandemia del COVID-19 ha obligado a cerrar escuelas y suspender clases presenciales. Millones de niños, niñas y adolescentes en edad escolar alrededor del mundo vieron interrumpidas o trastocadas sus rutinas cotidianas y las circunstancias nos han obligado a maniobrar rápidamente para poder dar respuesta a un derecho esencial que no puede darse el lujo de cerrar: la educación. Sobre todo en países como el nuestro, esto ha tenido como consecuencia una tragedia educativa cuyo impacto durará décadas.
Hoy, nos encaminamos a un modelo de enseñanza híbrida que combina lo presencial con las alternativas digitales, tomando lo mejor de ambos mundos. El contexto nos obliga a superar el miedo a la “deshumanización”. Las capacidades inherentemente humanas son y seguirán siendo irremplazables, pero las tecnologías son una enorme ventana de oportunidades para aprender y compartir nuestro aprendizaje.
En el mundo moderno, no hay democracia posible sin acceso al conocimiento. En ese sentido, la pandemia también nos mostró la necesidad urgente de mejorar la alfabetización digital de toda la población, no solo para educar y educarse sino también porque hoy hace la diferencia entre poder o no contar con atención médica a distancia, operar en las bancas online, realizar trámites de forma remota, y muchas otras cuestiones de la vida cotidiana.Por la pandemia, millones de alumnos perdieron su contacto con la escuela y según Manes, llevará años mitigar el efecto (EFE/EPA/MOURAD BALTI TOUATI/Archivo)
—¿Qué papel juega la creatividad, la flexibilidad cognitiva y la empatía para los liderazgos y las sociedades del futuro?
—Nuestro cerebro está adaptándose permanentemente al contexto, cambiando, generando miles de conexiones nuevas. Es un órgano plástico y se modifica con cada nuevo aprendizaje, hasta el último día de nuestra vida. Por eso, tenemos que aprender cosas nuevas siempre. Todos debemos de alguna manera “volver a la escuela”.
Respecto de la empatía, entender lo que los demás sienten y necesitan, continuará siendo una cualidad esencial. La inteligencia colectiva, la capacidad de manejar equipos y de interactuar con otras personas, de comprender cómo se sienten y qué es lo que saben los demás, seguirá siendo fundamental. Existe una empatía cognitiva, que es la habilidad que tiene nuestro cerebro para entender que el otro tiene creencias distintas a las nuestras o piensa diferente a nosotros. Además, existe la empatía emocional, que consiste poder sentir lo que siente ese otro.
En un contexto de tanta crisis y dolor necesitamos líderes que nos guíen con empatía, no con miedo. Los humanos somos seres sociales, y por lo tanto la salida del laberinto será colectiva o no será.Manes junto a Alvaro Pascual Leone, profesor de la Harvard Medical School, y considerado uno de los neurólogos más importantes del mundo, Ambos compartieron mesas de debate y brindaron ponencias en el seminario en Cataluña
—¿En la pospandemia y con la revolución tecnológica cada vez más desarrollada, pueden las habilidades del cerebro humano distinguirse o complementarse con las capacidades de la inteligencia artificial?
—Nuestro cerebro es un órgano social. En ese sentido, las habilidades emocionales y sociales son esenciales para la supervivencia y para el bienestar, y estas no pueden ser trasladas a un robot ni a una computadora.
Las máquinas pueden ser “más inteligentes” que nosotros en muchos aspectos, pero nunca lo van a ser en habilidades como la compasión, en imaginar qué piensa el otro y en entender que ese otro piensa diferente a nosotros, en sentir la alegría o el dolor ajeno. Por más información estadística que una máquina pueda procesar, es improbable que detecte líderes, lidie con personalidades complejas o ayude a crear vínculos entre los miembros de un equipo. Como bien decís, la inteligencia artificial será un complemento.
—¿Hasta qué punto nuestro cerebro está capacitado para sostener las tareas múltiples que las nuevas tecnologías promueven?
—El cerebro es, como cualquier sistema de procesamiento de información, un dispositivo con capacidades limitadas. Así, nuestro cerebro tiene dos cuellos de botella: la atención (cuando tenemos dos fuentes de información suficientemente complejas, la eficiencia de una decae como consecuencia de la otra) y la memoria de trabajo (el espacio mental en el que retenemos la información hasta hacer algo con ella).«El cerebro está adaptándose permanentemente al contexto, cambiando y generando miles de conexiones nuevas», aseguró Manes a Infobae (Getty Images)
Muchas veces se plantea que la multitarea (multitasking) podría ser beneficiosa para entrenar nuestra capacidad para el paso rápido y eficiente entre actividades. Sin embargo, existe evidencia científica de que las personas que funcionan con esa modalidad se dispersan más cuando pasan de una a otra.
Contrariamente a lo que uno podría imaginar, son más propensas a quedarse pegados a estímulos irrelevantes y, por lo tanto, a distraerse fácilmente. En un contexto como el actual, en el que estamos rodeados por una gran cantidad de estímulos, resulta más difícil sostener la atención porque estamos expectantes de que llegue otro próximo y sea aún más interesante. Esta alerta permanente hace que nos demoremos más en completar las tareas, que cometamos más errores, además de producirnos estrés y agotamiento.
Las personas suelen sobrevalorar su capacidad para hacer multitasking, lo que impacta en una menor concentración sobre cada tarea y en el pasaje de cada una. Cuando estamos en una reunión, en una conferencia o viendo una película en casa y, al mismo tiempo, mandamos emails y mensajes desde nuestro teléfono, creemos que podemos seguir en profundidad lo que se dice y sucede en el entorno, pero esto, la mayoría de las veces, es solo una ilusión. Por el contrario, nos estamos perdiendo mucho.
Desde el punto de vista del funcionamiento cerebral, estamos capacitados para realizar numerosas tareas, pero debemos focalizarnos. Tener gran cantidad de cosas para hacer y hacerlas una por vez (que es lo recomendable) no es lo mismo que intentar hacer varias cosas al mismo tiempo. La multitarea tiene un costo cognitivo alto.
Fuente: https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2022/05/20/facundo-manes-el-cerebro-se-modifica-hasta-el-ultimo-dia-de-nuestra-vida/