El lugar de la ciencia
Nuestro país tiene la mayor capacidad en términos de tecnología nuclear de América Latina con un desarrollo amplio y variado. El papel de la CNEA y el INVAP.
Argentina es uno de los países del mundo que invierte menos en investigación científica e innovación: sólo el 0,52% del PBI. En el otro extremo se encuentra Israel, que destina a dicho fin el 5,44%. En cuanto a los científicos por habitante, Corea del Sur tiene 18,05%, Francia 10,94% y Alemania 10,27%. Argentina tiene 3,1%, seguido por Brasil, que tiene 1,68%, Chile 1,17% y México 0,85%.
Pero nuestro país tiene la mayor capacidad en términos de tecnología nuclear de América Latina (el segundo es Brasil, con el cual hay emprendimientos conjuntos que deberían ampliarse). El desarrollo de Argentina es amplio y variado (reactores de investigación y medicinales, plantas de radioisótopos, otras facilidades productivas, etc). En este rubro somos líderes mundiales, y protagonistas de los mayores y más avanzados proyectos.
Hay que destacar la actividad de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) también, en investigaciones aplicadas, que mantienen el desarrollo, y la formación de recursos humanos de altísima calidad, sin los cuales no hay tecnología.
El actor más relevante en ello es una empresa cuya mayoría accionaria es de la provincia de Río Negro: el INVAP. Este exitoso emprendimiento se da en un contexto de un sistema del cual forma parte el Centro Atómico Bariloche como protagonista central. Esta empresa ha facturado más de mil setecientos millones de dólares en los últimos diez años.
Detrás está una experiencia científica de siete décadas y la estabilidad relativa de un ente estatal, la CNEA, que ha logrado mantener líneas de investigación permanentes pese a la fuerte inestabilidad política de la Argentina.
INVAP hace casi dos décadas vendió e instaló un reactor nuclear en Australia, país que como aliado de Estados Unidos y el Reino Unido tiene acceso a las tecnologías más avanzadas. Desde entonces, el reactor ha funcionado perfectamente y ha sido un éxito argentino de primer nivel. Tres años atrás, esta empresa ganó una licitación para construir un reactor nuclear en Holanda, imponiéndose frente a las ofertas de empresas francesas y surcoreanas. Holanda es miembro de la OTAN y la Unión Europea, y por eso tiene acceso a las tecnologías más avanzadas. También Argentina, a través del INVAP, ha colocado reactores nucleares en países como Argelia, Perú y Egipto, entre otros. La medicina nuclear ha sido otro avance importante en el campo internacional de esta empresa estatal-provincial.
La carrera espacial puede ser el tema de mayor gravitación para la humanidad en el largo plazo. El programa Artemis de la NASA prevé la llegada del hombre nuevamente a la Luna en la segunda parte de esta década y a Marte a finales de la próxima. Tiene una veintena de países asociados y uno solo de América Latina: Brasil, el socio natural de nuestro país en el campo científico-tecnológico. Nuestro país acaba de firmar su integración a esta red. Se trata del país de América Latina con el que la NASA más ha trabajado en los últimos 25 años.
La Argentina es el país de América Latina con mayor capacidad en tecnología de satélites, una etapa previa a la carrera espacial. Por calidad, complejidad y cantidad de desarrollos propios y proyectos aplicados en misiones, tanto LEO como GEO. Hay todo un sector tecnológico industrial que desarrolla y produce, además de INVAP que es lo más desarrollado a gran escala y contratista principal de la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) y de ARSAT (Empresa Argentina de Soluciones Satelitales S.A.). También hay un sistema formativo que nutre de recursos para sostener ese desarrollo tecnológico.
Argentina lanza sus satélites a través de convenios inter-agencias (como el del CONAE con la NASA) o contrataciones de servicios (los de ARSAT con ArianeSpace, CONAE con Space X, propiedad de Elon Musk, para SAOCOM). Tiene un plan de desarrollo de un lanzador, el Tronador -proyecto en el cual han tenido un papel protagónico las Fuerzas Armadas-, que ejecuta VENG SA (empresa perteneciente a CONAE). Un lanzador propio es el eslabón que nos falta.
Cabe señalar a su vez que CONAE está construyendo, junto a la Agencia Espacial Italiana en el Sistema Italo Argentino de Satélites de Emergencias, dos satélites modelo SAOCOM, que sirven para detectar incendios y erupciones volcánicas.
Pero el sector privado también tiene protagonismo en este campo. La empresa argentina Satellogic está a la vanguardia en su sector. Fue una de las primeras en colaborar con Ucrania tras la invasión, aportando información que resultó útil para las primeras operaciones de la guerra.
Todo esto no es fruto de la improvisación ni de un golpe de suerte. Cabe recordar que Argentina ha tenido cinco premios Nobel, tres de ellos en ciencias: Bernardo Houssay (1947), Luis Federico Leloir (1970) y César Milstein (1984). Es difícil encontrar un país que con tan pocos recursos invertidos, haya obtenido este tipo de logros. Es un área poco reconocida cuando Argentina necesita de ejemplos concretos que mejoren su autoestima.
Fuente: https://www.clarin.com/opinion/lugar-ciencia-productividad-baja-inversion_0_ggOzL0tSql.html