El Riachuelo hoy
Por Eva Marabotto
La Cuenca Matanza Riachuelo es una postal emblemática del desarrollo industrial de la Argentina, pero también un símbolo de sus consecuencias sobre el medio ambiente. Un fallo de la Corte Suprema de 2008 en la Causa Mendoza obligó al Estado a avanzar en el saneamiento del río y sus afluentes. Es que los 64 kilómetros de su extensión y su cuenca de más de 2 mil kilómetros cuadrados se convirtieron en la región más contaminada del país.
Catorce años después Télam registró en una recorrida por el Riachuelo que desaparecieron los autos y los barcos hundidos, que las riberas tienen basura solo en las zonas donde hay asentamientos -a la altura del barrio de Barracas, en la zona del Barrio 21 24-, que no se ven camalotes ni basura flotando y sí variedades de aves, y que los que vecinos comienzan a sentir como propios los espacios de juegos infantiles y del Camino de Sirga que permite caminar o andar en bicicleta, junto al curso de agua.
La cuenca Riachuelo-Matanza abarca 14 municipios de la provincia de Buenos Aires: Almirante Brown, Avellaneda, Cañuelas, Esteban Echeverría, Ezeiza, General Las Heras, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Marcos Paz, Merlo, Morón, Presidente Perón y San Vicente. Asimismo, atraviesa toda la Comuna 8 y parcialmente las Comunas 1, 3, 4, 5, 6, 7, 9 y 10 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Son 64 kilómetros de la cuenca (110, sumando los afluentes) y está habitada por casi 5 millones de personas.
De todo ese territorio, son potencialmente navegables unos 22 kilómetros, que van desde el Río de la Plata al Camino de Cintura. El desplazamiento está condicionado siempre a los vientos, las mareas y la altura del río. Télam realizó la recorrida en una de las lanchas de control de Acumar (la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) que salió desde Puente Bosch y se dirigió primero hacia la Cuenca Media (hasta casi el Puente Alsina) y luego a la Cuenca Baja, donde el Riachuelo confluye en el Río de la Plata.
Los trabajos de limpieza
La navegación del Riachuelo no está permitida; las únicas que lo recorren son las embarcaciones de patrullaje y limpieza del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de Acumar, además de los remeros de varios clubes de Avellaneda y La Boca que deben pedir permiso a Acumar, la CIudad o Prefectura. Los 14 municipios que componen la cuenca controlan las riberas, pero no navegan el río ni los arroyos que a él llegan. Los que sí cruzan permanentemente de una a otra orilla son los botes que llegan a la Isla Maciel, juntos al transbordador del Puente Nicolás Avellaneda.
Foto: Daniel Dabove.
Por eso, las únicas embarcaciones que se cruza la lancha de Acumar son los catamaranes que van y vienen recogiendo la basura que arrojan en las márgenes o que traen los 100 arroyos que desembocan en el Riachuelo y no tienen recolección de residuos, entonces llegan cuando el río crece. La autoridad de cuenca cuenta con cuatro barcos que tienen grúa -y dos ellas también pala-, pero también con cuatro lanchas para patrullaje y control y para la colocación de las 16 barreras flotantes -o «mangas»- donde se acumulan los desechos que luego son recogidos.
Desde la orilla también trabajan dos grúas ubicadas en los dos obradores que tiene la autoridad de Cuenca, uno en Puente Bosch, del lado de la provincia de Buenos Aires en el municipio de Avellaneda, y otro en Puente Alsina, del lado de la Ciudad de Buenos Aires.
Según cuentan los técnicos, los desechos en la superficie ocasionaban que en 2005 el desplazamiento de una nave en el río, por pequeña que fuera, se hiciera imposible. Ahora es tranquila, salvo cuando alguna bolsa de plástico que se escapó de las mangas atasca el motor de la lancha y alguien debe estirarse para sacarla. En promedio, Acumar recoge entre 250 y 300 toneladas por mes.
Foto: Daniel Dabove.
La zona de patrullaje y limpieza comprende 22 kilómetros, divididos en cuatro tramos que van desde la Ruta 4 hasta el Río de la Plata. Se extiende por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero también de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, La Matanza y Esteban Echeverría. De la limpieza participan 49 cooperativas formadas por beneficiarios de planes sociales, quienes se encargan de la limpieza y cuidado de las márgenes.
«El Riachuelo es un río de llanura y de poco calado. Eso atenta contra el saneamiento. Cuando llueve, las precipitaciones hacen que llegue la basura», precisa Daniel Larrache, Director Ejecutivo de Gestión de Acumar.
Y precisa: «Hubo una primera etapa en la cual se trabajó en la limpieza superficial, la quita de los residuos de los sobrenadantes, el mantenimiento de los bordes de la ribera y la remoción de los buques y autos hundidos del lecho del río». En este sentido, según la contabilidad de la autoridad de cuenca, fueron rescatados 70 buques y 110 autos, junto a autopartes y neumáticos. Éstos últimos son, precisamente, uno de los desperdicios más comunes hoy.
El adiós a la chatarra
Es así como en la recorrida lo primero que llama la atención es que la postal del Riachuelo ha perdido los restos de chatarra que emergían del agua. Pero no todo se percibe con la vista. También falta (y no se extraña) el olor penetrante y nauseabundo característico de la zona. Tampoco se ven las burbujas de gases en la superficie. Incluso, en la Vuelta de Rocha se pueden encontrar peces y aves, como garzas y patos.
Según un estudio que inició Acumar en febrero para caracterizar los residuos que sacaba del río, el 46,37 por ciento son plásticos y está compuesto por bolsas, botellas y envases de distinto tipo. El 39,45 % son ramas y restos de desmalezado y poda. Luego siguen en menor porcentaje madera, neumáticos, envases metálicos, textiles apósitos y pañales.
Pero además de los objetos que pueden ser removidos con grúas y mangas, el problema profundo es el de la calidad del agua del Riachuelo, que sigue siendo turbia. Según el monitoreo que realiza Acumar con muestras del líquido de la superficie, los rangos de calidades del hábitat buena y moderada reunieron respectivamente el 19% de los sitios, mientras que en un 29% la calidad fue mala y en el resto de los sitios se halló una calidad muy mala, localizándose en las muestras de cuenca media y baja.
Una garza, protagonista en varios tramos del río./ Foto: Daniel Dabove.
Sucede que el curso de agua que recorre la ciudad y varios partidos del conurbano se convirtió en el lugar ideal para depositar aquello que sobraba, o quería ser ocultado. «En los 90 aparecieron en el río algunas de las estatuas de mármol que se hicieron para lo que iba a ser primero el Monumento al Descamisado y luego el Mausoleo para Eva Perón, arrojadas, presumiblemente, tras el golpe militar que derrocó a Perón. Estaban decapitadas y fueron trasladadas a la histórica Quinta de San Vicente que perteneció a Perón», relata Lorena Suárez, coordinadora de Cultura y Patrimonio de Acumar.
El arte y la historia
Sin embargo, la historia da revancha ya que a poco de comenzar la navegación, sobre la orilla sur del Riachuelo, entre el viejo y el nuevo Puente Pueyrredón, se erige el Coloso de Avellaneda, una gigante construcción de hierro con la cual el escultor Alejandro Marmo homenajeó a los obreros que cruzaron el río a nado para llegar a la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. La obra que también se conoce como «El Descamisado de Avellaneda» fue instalada en mayo de 2013. Dos años antes, el artista había emplazado las emblemáticas imágenes de Eva Perón en dos de las caras del edificio del Ministerio de Obras Públicas.
Foto: Daniel Dabove.
A corta distancia, el río propone otra cita con la historia: el transbordador Nicolás Avellaneda, uno de los ocho que aún quedan en el mundo y el único de América. Tiene 53 metros de altura y fue inaugurado en 1914, cuando no había comenzado la Primera Guerra Mundial. Consta de una barquilla para transportar pasajeros desde La Boca a la isla Maciel y estuvo parado desde 1960. Incluso hubo un intento de desguazarlo y venderlo como chatarra en 1990.
En 2019 volvió a funcionar en medio de una campaña para que la UNESCO lo declare patrimonio de la Humanidad. Entre sus «patas» navegan los boteros que cruzan gente de orilla a orilla y uno que otro pato que han vuelto a apropiarse del agua. «Es una estructura que forma parte del patrimonio de la cuenca. El que está en la ciudad de Bilbao, en España, fue declarado ‘paisaje industrial’. Aquí estamos previendo organizar visitas e integrarlo a los circuitos turísticos», argumenta Suárez.
También sobre la ribera del lado de Avellaneda el viejo Hotel de inmigrantes dio paso a una construcción vidriada y de ladrillo que aloja al Polo Judicial de Avellaneda. Este edificio tiene un nombre emblemático: Beatriz Mendoza, el de la mujer que dio origen a la causa por la cual la Corte le ordenó al estado la limpieza del Riachuelo Queda sobre el Camino de Sirga, que es la franja de terreno que deben dejar los propietarios de las tierras para el tránsito de personas o las necesidades de navegación.
Espacios para los vecinos
Esa franja que debería correr paralela a uno y otro lado de la costa es la que marca el mayor cambio que se ve en el espejo de agua. Va de una a otra punta del lado de la provincia de Buenos Aires y del lado de la ciudad, se interrumpe en la zona de la Villa 21-24 (Parque Patricios y Barracas), donde aún hay muchas familias que deben ser relocalizadas para dejar libre ese espacio. Precisamente en esa ribera es donde se ven la mayor cantidad de desechos, bolsas, plásticos y maderas en la orilla y la porción de río aledaña. En especial, donde el Riachuelo traza una herradura, dentro de la cual está el estadio del club Victoriano Arenas.
Foto: Daniel Dabove.
Desde el fallo de julio de 2008 por el que la Corte Suprema determinó la responsabilidad del Estado Nacional, la provincia y la ciudad de Buenos Aires en materia de prevención y recomposición del daño ambiental existente en la Cuenca, se terminaron (entregadas o próximas a entregar) 6.030 soluciones habitacionales, mientras que 2.923 se encuentran en ejecución de acuerdo a datos de Acumar. No obstante, se trata de menos de la mitad del Plan de Viviendas del organismo formulado en 2010, ya que aún restan 8.818 viviendas con proyecto ejecutivo o en formulación de las 17.771 totales.
En este tramo se ven los restos de un muelle, a la altura de la cancha de Huracán, que supo ser un Puerto de Frutos hasta la década del 70. Allí el río está cruzado por un puente ferroviario de madera por donde hasta el año último pasaba un tren de cargas que serpenteaba entre las casillas de la Villa 21-24. En agosto de 2021 una formación atropelló y mató a una adolescente de 15 años y los vecinos decidieron que el servicio quedaba suspendido indefinidamente.
Contrariamente, en la otra margen se ven algunos vecinos caminando, una mujer que anda en bicicleta con su hija y una familia que aprovecha los juegos infantiles y mesas con bancos instalados a la altura de Lanús. «Son nodos recreativos o saludables que invitan a los vecinos a disfrutar a la vera del río. Queremos que la comunidad vuelva a acercarse a la costa y comparta la experiencia con su familia o sus vecinos», argumenta Suárez quien insiste en que el objetivo además del saneamiento es cambiar el imaginario que la gente tiene sobre el Riachuelo.
La mayor cantidad de residuos se ve en la orilla cercana a la Villa 21-24. / Foto: Daniel Dabove.
Los diferentes paisajes -según de qué margen se trate- son la prueba inequívoca de que el Camino de Sirga y la reurbanización son indispensables para recuperar la cuenca.
«Además de sanear el río tenemos que sanear nuestro imaginario sobre el río porque tantos años que nos han dicho que está contaminado nos llevó a asociarlo a cuestiones negativas como la corrupción, el mal olor y la basura. Tenemos que volver a recuperar ciertas prácticas como pasear, hacer actividad física, tomar mate o navegarlo», proponen desde Acumar.
El remo
De esto saben y bastante en el club Regatas de Avellanedas, el club de remo más antiguo del país. A esa altura el río tiene una profundidad de tres metros y algunos remeros suelen solicitar permiso para realizar actividades recreativas, como las «remadas» que organiza habitualmente el Club de Remo de Almirante Brown de La Boca. También hay una empresa de catamaranes turísticos que propuso llegar desde Tigre a la Vuelta de Rocha. En todos los casos quien debe darles luz verde es el Juzgado Federal Correccional N° 2 de Morón, que monitorea el saneamiento.
Edificios abandonados, una postal del recorrido. / Foto: Daniel Dabove.
A lo largo del recorrido la orilla acumula edificios abandonados que pertenecieron a fábricas y silos almacenadores de granos que llegaban al puerto. Uno de los más emblemáticos, convertido casi en un esqueleto, es el que supo albergar a la SIAM, en Piñeyro. La empresa que se hizo famosa por las heladeras y los autos, comenzó en 1911 como Sociedad Industrial de Amasadoras Mecánicas, vendiendo ese equipamiento para reemplazar a los panaderos durante un paro que motorizó el gremio.
Del lado de la Ciudad de Buenos Aires, a la altura de La Boca y poco antes de la postal emblemática de Vuelta de Rocha, Caminito y la Fundación Proa, también la actividad de la zona dejó un mojón: el edificio Barraca Peña, cuyo origen se remonta a 1774, cuando Francisco de la Peña y Fernández llegó desde Galicia para establecer una barraca para el comercio de frutos. Pero la construcción que hoy se puede ver, y que un fallo de 2020 le ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que debía preservar, es de 1865, cuando el dueño tenía un apellido que aún hoy está ligado a la industria alimenticia: Emilio Bunge. Desde la primera década de los 2000 el edificio tiene enterrados en su interior los restos del galeón hundido del siglo XVIII que fue encontrado en Puerto Madero.
El problema es la vaca
Foto: Daniel Dabove.
«De algún modo la principal causante de la contaminación del Riachuelo es la vaca -bromea Suárez- porque del lado de la Ciudad de Buenos Aires prosperaron los saladeros, y del de la provincial, las curtiembres. Y todos estos establecimientos arrojaban los residuos al río».
Por su parte, Larrache precisa que la primera de las tres grandes obras concretadas por Acumar para el saneamiento de la cuenca es el traslado del Mercado de Hacienda de Liniers a Cañuelas, ya que las instalaciones anteriores no contaban con una planta de tratamiento para la materia fecal del ganado. Aunque la altura del río no permite llegar en la recorrida hasta el cruce con el arroyo Cildañez -junto el Puente Olímpico, a la altura de Villa Soldati-, los expertos cuentan que allí todavía se podían ver mientras operaba el mercado las burbujas de gases producto de las deposiciones que arrojaban al agua.
El director Ejecutivo también apunta que el mercurio para tratar el cuero contaminó la corriente hasta que los países a los que se exportaban empezaron a pedir un certificado de que no habían sido tratados con ese mineral. En ese mismo sentido, Acumar avanza en la constitución de un Polo de Curtiembres en Lanús.
En la Cuenca alta, además del ganado el problema es el glifosato, un agrotóxico que se utiliza en la agricultura y que llega al agua. Para erradicarlo, en la región se incentiva la producción sin estas sustancias y se brinda capacitación del INTA.
Hacia el final del recorrido, a la altura de Lanús, dos enormes caños cruzan el río a modo de puente. El que llega desde el lado de la provincia transporta agua potable para la ciudad de Buenos Aires. El que va en sentido contrario lleva desechos cloacales de los porteños para ser tratados en territorio provincial.
Pero no es la única metáfora de la relación entre la provincia y la Ciudad. A la altura de Piñeyro, en el meandro de Brian, un recoveco del río cobija la cancha del club Victoriano Arenas, uno de los más emblemáticos de Valentín Alsina, aunque según la cartografía, integra al territorio porteño. Hubo un proyecto para trazar los límites siguiendo el recorrido natural del río, pero no se concretó y el club de Primera C sigue jugando en CABA, al menos en los papeles, aunque sólo se pueda llegar a él por la localidad bonaerense.
Larrache aclara al respecto: «El mayor contaminante son los líquidos cloacales: en la cuenca viven 5 millones de personas y la mitad no tiene cloacas. Esto se revertirá cuando esté terminado el Sistema Riachuelo, que construye AySA, que permitirá incorporar a más de 1 millón y medio de habitantes del sur del Gran Buenos Aires al servicio de cloaca y mejorar la prestación del servicio a más de 4 millones de personas de la cuenca».
Hasta que estas obras estén terminadas el agua no dejará de recibir desechos, el primer paso para empezar a pensar en cómo sanearla, algo que el Reino Unido logró con el Támesis en 30 años y París se ha propuesto con el Sena para los Juegos Olímpicos de 2024.
LAS OBRAS EN MARCHA
La limpieza de los residuos, un trabajo continuo. /Foto: Daniel Dabove.
Para atacar las tres grandes fuentes de contaminación del río -los desechos cloacales, los desechos industriales y los residuos sólidos), el Estado nacional proyectó tres grandes obras. Una de ellas, el traslado del Mercado de Hacienda a Liniers, ya se concretó. Las otras dos, el Sistema Riachuelo y el Parque Curtidor, quedarán finalizadas en 2023.
En tanto, la limpieza de los residuos sólidos es un trabajo continuo más que una gran obra, e incluye la limpieza del espejo de agua del cauce principal y sus márgenes, así como el mantenimiento, mejora, acondicionamiento, perfilado y limpieza de arroyos.
El Mercado de Hacienda
El 13 de mayo de 2022 dejó de operar el Mercado de Hacienda de Liniers. Dos días más tarde comenzó a funcionar en una nueva localización: un predio de 110 hectáreas (tres veces más grande que el anterior) en Cañuelas, con una doble ventaja: cuenta con una planta de tratamiento de efluentes líquidos con capacidad para recibir los desechos de las más de 12.000 cabezas de ganado diarias que podrían ingresar al mercado, pero además reduce costos de logística y evita que los camiones que trasladan animales tengan que ingresar a la ciudad de Buenos Aires.
El Mercado de Hacienda se mudó a Cañuelas en mayo. /Foto: Acumar.
La mudanza benefició al Riachuelo ya que el predio de Liniers no trataba los desechos del ganado y estos iban al agua, al arroyo Cildáñez, en cuya desembocadura solían verse unas burbujas de gases tóxicos en la superficie del agua que, desde que fue bajando la actividad en Liniers, ya no están.
Así lo explica Daniel Larrache, director ejecutivo de Acumar: «Después de 122 años las actividades se trasladaron a Cañuelas, con instalaciones totalmente diferentes a las que tenían en Liniers, donde la actividad era prácticamente al aire libre y cuando llovía todos los desechos de los animales iban directo al Arroyo Cildañez y de allí el Riachuelo».
«En Cañuelas el mercado opera en un lugar techado, en el que se dividen las aguas pluviales de las aguas de procesos de la limpieza de los galpones. Además, hay una planta de tratamiento que tiene la aprobación y el control de Acumar», completa.
El Sistema Riachuelo
De las obras troncales de la Cuenca es la construcción del Sistema Riachuelo la primera gran ampliación de cloacas que se realiza en el Área Metropolitana de Buenos Aires en más de 70 años, que se inició en la gestión de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Se espera que el Sistema Riachuelo esté terminado en 2023. /Foto: Acumar.
La obra tiene tres componentes: el colector izquierdo -que va de La Matanza a la planta de Dock Sud-, el emisario que entra 12 kilómetros al Río de La Plata, y la planta de tratamiento que realiza AySA. Con una inversión total de 1.300 millones de dólares se concretó la construcción del colector y el emisario con los créditos aportados por el Banco Mundial.
«El año que viene va a estar terminada y empieza a ponerse en funcionamiento un colector que recorre toda la margen izquierda del río en la Ciudad de Buenos Aires, desde la General Paz hasta La Boca que tiene la planta de pretratamiento, y luego el emisario de 12 kilómetros que los lleva al Río de la Plata. Estos trabajos están completados en un 85 por ciento», detalla Larrache y agrega: «El colector y el margen izquierdo están en un 95 % pero la planta de tratamiento de Lanús estuvo relegada durante los cuatro años de gestión de Mauricio Macri y se retomó en 2019, por lo que está en un 60%».
Según el funcionario, el fin de la obra va a permitir que los pluviales de la Ciudad de Buenos Aires no vuelquen la carga contaminante en el río.
La Planta Curtidora de Lanús
Acumar trabaja para agrupar a las curtiembres en un predio de Lanús. / Foto: Acumar.
Por otra parte, la tercera obra en marcha apunta a evitar los daños al ambiente que producen los desechos industriales. La idea es agrupar a las curtiembres, histórica fuente de contaminación del Riachuelo, en un predio de Lanús, donde también se tratarán los efluentes propios de la actividad. «Las parcelas ya están listas y las empresas ya pueden empezar a trasladarse. La planta de tratamiento está realizada en un 55% y estaría concluida a fines del año próximo», precisa Larrache.
El futuro
Según cuentan en Acumar, después de la finalización de las dos obras que faltan, cuando se eliminen las grandes fuentes de contaminación cotidiana del río, se podrá comenzar a pensar en cómo sanear el agua y qué herramientas tecnológicas se pueden utilizar para acelerar el proceso natural de depuración de las aguas.
También apuntan al control de inundaciones a partir de la ejecución de 11 reservorios, el primero de los cuales está en construcción en el arroyo Morales, en la zona de La Matanza y Merlo.
«Son obras que se pueden ver y se concretan. Nos empiezan a poner más próximo el horizonte de recuperación de la Cuenca», sintetiza Larrache.
UN CLUB DE REMO PARA «NO DARLE LA ESPALDA AL RÍO»
Roberto Naone no sólo es vecino de La Boca de toda la vida, sino también uno de los impulsores del resurgimiento del Club Almirante Brown y uno de los pocos porteños que disfruta del Riachuelo. Recuerda la época en que era habitual acercarse al río e incluso remar cotidianamente, así como el período oscuro en el que ya no había remeros y el club estaba fundido.
Remeros del Club Almirante Brown. / Foto: Daniel Dabove.
«En 2007 nos juntamos con algunos vecinos dispuestos a recuperarlo. Veníamos de trabajar en la comuna con varios proyectos para el barrio, como los colegios públicos», recuerda, y se queja de quienes conciben a La Boca como «un barrio dormitorio» y no se involucran para mejorar el lugar en que viven.
«Por eso desde 2005 impulsamos la iniciativa en favor de la limpieza del Riachuelo que es una remada que sale de Puerto Madero y termina en La Boca», agrega.
Precisamente los botes identificados con las siglas del club son los únicos que se ven en el Riachuelo además de las embarcaciones de limpieza. «Tramitamos los permisos para remar con la Prefectura y organizamos remadas todos los fines de semana en los que suele haber más de 100 personas disfrutando del río», se enorgullece Naone, quien recuerda que la zona es la cuna del remo nacional, que luego se trasladó a Tigre, cuando La Boca comenzó a convertirse en puerto.
Los botes identificados con las siglas del club, los únicos que se ven en el Riachuelo. / Foto: Daniel Dabove.
A partir de su observación cotidiana de las aguas del río, el vecino de La Boca puntualiza: «El agua está bastante limpia. Se nota en que hay muchas aves acuáticas. Se ven gaviotas sobre las mangas de limpieza y eso prueba que ahí también hay peces».
Desde el club, Naone impulsa la navegación tanto deportiva como comercial. Argumenta que es «motor de la economía» y que en países tan distintos como Cuba y Estados Unidos no se interrumpió a pesar de la contaminación. «La navegación fluvial comercial es lo más barato que hay para el transporte de productos», sintetiza.
Roberto Naone y remeros del club, entre los que más disfrutan del Riachuelo. / Foto: Daniel Dabove.
También recuerda un proyecto de cultura en Villas en el que colaboró el Ministerio de Seguridad en la época de Nilda Garré, que consistía en un plan de navegación de remos para los chicos y adolescentes de la villa 21 24. «Cuando llegó el macrismo lo desactivó y ahí están los botes sin uso», se lamenta.
«Tiene que haber promoción de las actividades náuticas. Nosotros hacemos lo que podemos, incluso promoviendo la formación en tierra, para que luego la gente disfrute del río y no le dé la espalda», propone el vecino con un entusiasmo contagioso.
«APUNTAMOS A LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y A GENERAR CONCIENCIA SOBRE EL CUIDADO DEL AMBIENTE»
El presidente de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo Martín Sabbatella fue designado en el cargo en enero de 2020, apenas dos meses antes de las restricciones impuestas por la pandemia. El organismo a su cargo se ocupó de tareas sanitarias en los 14 municipios y la zona costera de la Ciudad de Buenos Aires pero también continuó con las obras en marcha. En una entrevista con Télam, Sabbatella realizó un balance de su gestión.
«Tenemos un muy buen trabajo con todos con los 14 gobiernos municipales de Buenos Aires y con el gobierno de CABA también. / Foto: Daniel Dabove.
-¿Cuál es el balance que puede hacer de la gestión de Acumar en relación con el saneamiento de la Cuenca durante su gestión?
-Nuestros primeros años de gestión estuvieron atravesados por la pandemia, por lo cual Acumar se sumó al Plan Sanitario que ordenaba el Ministerio de Salud, aunque hubo tareas que no se dejaron de hacer como la limpieza del espejo de agua, del río y los arroyos que no se frenaron nunca. Hubo muchas tareas esenciales que nunca se detuvieron como el trabajo de los 1.300 cooperativistas en las márgenes del río y de los arroyos. Incluso las grandes obras continuaron.
-Al mismo tiempo hay tres grandes obras en marcha
-Sí. Hoy podemos decir que de las tres obras que estaban en marcha se ha avanzado muchísimo. Por ejemplo la del Sistema Riachuelo es una mega obra de saneamiento que estaría terminada en 2023: impacta en más de 4 millones y medio de personas y además ataca uno de los problemas centrales de la contaminación de la cuenca, que son los efluentes cloacales y comprende un colector que está en el margen izquierdo del río, una planta de tratamiento y un emisario que vuelca los líquidos ya tratados por esa planta al Río de la Plata.
-Pero este trabajo que arrancó en 2015, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner: ¿Sufrió grandes demoras?
-Sí. Es una obra gigante de 1.300 millones de dólares que se inició en el 2015 pero, lamentablemente, una parte -que es la planta depuradora- en el gobierno del macrismo se atrasó muchísimo, pero nosotros pudimos acelerarla cuando asumimos. Es un proyecto de alto impacto en toda en toda la cuenca y también esta región más allá de la Cuenca porque intercepta las conexiones que llegan crudas al río y las trata antes de volver a sacarlas.
Son 10 los puentes que cruzan el Riachuelo y 14 los municipios con los que trabaja Acumar, además de CABA.
-También está en marcha el parque que agrupará las curtiembres.
– La primera etapa, que tiene que ver con la instalación del parque y de los lotes con servicios, ya está lista. La segunda abarca la relocalización de las industrias del sector del cuero y la planta depuradora, que también estará lista en 2023.
-El primer proyecto finalizado es el traslado del Mercado de Hacienda de Liniers.
-Ya está funcionando en Cañuelas, donde cuenta con una tecnología diferente. Tiene una planta depuradora de los líquidos, donde son tratados, y en el arroyo Cildañez -en Liniers- ya se ven los efectos de la mudanza ya que no están más esos efluentes del ganado.
-¿Hay dificultades para lograr consenso y gestionar un organismo integrado por 14 municipios y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que no tienen el mismo signo político? Llama la atención que el único lugar en el que no hay camino de sirga es en territorio porteño, en la zona de la villa 21-24 donde están demoradas las relocalizaciones de familias.
-Acumar es un organismo que sí o sí tiene que trabajar en forma articulada porque es un es un organismo creado por ley de modo interjurisdiccional con una conducción designada por el Gobierno Nacional, que tiene el cargo de presidente y en este caso me tocó desempeñar. También tiene representantes del Gobierno de la Ciudad y de las provincias. La articulación es absolutamente necesaria porque la cuenca atraviesa distintas jurisdicciones.
Además Acumar requiere una articulación interministerial porque muchas de las cosas que se hacen se ejecutan a través de distintos ministerios: el de Obras Públicas, el de Hábitat, el de la Producción, el de Ambiente ya que el abordaje es interdisciplinario.
Hubo tareas que no se dejaron de hacer en pandemia: la limpieza del espejo de agua, del río y los arroyos. / Foto: Daniel Dabove.
-¿En qué consiste ese abordaje interdisciplinario y cómo contribuye al saneamiento de Cuenca?
-Nosotros articulamos políticas de salud ambiental, de educación ambiental, de tratamiento de los residuos sólidos urbanos, de viviendas en las zonas aledañas a la cuenca, de cloacas. Fiscalizamos las industrias y supervisamos los planes de readecuación industrial, y también tenemos una política de recuperación de la sociedad con el río, en un abordaje sociocultural que busca rescatar el patrimonio histórico del Riachuelo.
-En ese sentido, también es necesaria la colaboración de los municipios y el Gobierno de la Ciudad.
-No hay ninguna duda de que la relación con los municipios es fundamental porque el gobierno local es la democracia de proximidad, de cercanía, es ese territorio concreto. Entonces el trabajo que hace Acumar lo hace con los intendentes y las intendentas y el gobierno porteño.
La verdad es que tenemos un muy buen trabajo con todos con los 14 gobiernos municipales de la provincia de Buenos Aires y con el gobierno de la Ciudad también. Tengo una valoración positiva también del nivel de coordinación y articulación de la ejecución conjunta.
-Según los plazos el Polo Curtidor y el Sistema Riachuelo quedarían finalizados en 2023. ¿Cuáles son los planes que siguen?
-Estamos solucionando el tema de los efluentes cloacales mayoritariamente, los efluentes industriales y también con los residuos sólidos urbanos.
Es un paso muy grande pero hay que seguir con más obras y sobre todo también con las cuestiones vinculadas con las cloacas, en lo que hace a las conexiones domiciliarias. Es el proceso de conexión domiciliaria. También vamos a continuar con los planes de adecuación y de fiscalización de las industrias y, por supuesto, con la limpieza permanente del espejo de agua.
La limpieza de los residuos sólidos urbanos, una tarea permanente. / Foto: Daniel Dabove.
-Hace hincapié en la cuestión de mejorar la relación de la gente con el río, de la participación ciudadana en el cuidado del ambiente.
-Sí. Es muy importante porque genera otro vínculo, otra relación de la sociedad con el río. Que sea un lugar amigable, de esparcimiento público, que la gente recupere su vínculo con la zona, la disfrute, y no sea un espacio donde se va a tirar basura. Apuntamos a la construcción de una conciencia colectiva sobre la casa común. Para eso son importantes las políticas de educación ambiental.
En eso también tiene mucho que ver la recuperación del camino de sirga y la instalación de nodos de esparcimiento y actividad física donde la gente puede ir a disfrutar y a tomar mate.
DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN: UN TRABAJO MULTIDISCIPLINARIO
Si bien la sentencia de la Corte en la Causa Mendoza se previó la intervención de la Defensoría del Pueblo de la Nación para representar los intereses generales de la población afectada por la contaminación de la cuenca, al poco tiempo ese organismo quedó vacante y no hay una autoridad que pueda ocupar su rol en la causa.
La fiscalización de las actividades de las empresas y la extensión de la red cloacal, las grandes deudas para la remediación de las aguas. / Foto: Daniel Dabove.
En 2014 la Defensoría General de la Nación, actuando como organismo cabeza en los defensores públicos oficiales, creó un equipo especial para la causa para representar la voz de los particulares y a los barrios afectados y garantizar el cumplimiento de los derechos de esas personas.
«El Equipo Riachuelo de la Defensoría General de la Nación que actualmente coordino no es solo un conjunto de abogados sino un equipo multidisciplinario especializado en abordaje territorial que hace trabajo jurídico comunitario, vamos a los barrios conocemos sus problemas y tratamos de expresar sus demandas y gestionar sus conflictos tanto en sede extrajudicial», explica Mariano Gutiérrez, titular del equipo Matanza-Riachuelo de la Defensoría.
A la vez, precisa que las dos grandes deudas para la remediación de las aguas son la fiscalización de las actividades de las empresas y la extensión de la red cloacal a toda la cuenca. «Hay muchos barrios en los que no hay construidas cloacas ni pluviales con lo cual todos los desperdicios que se juntan, cuando llueve terminan en el Riachuelo», argumenta.
Fuente: Télam