El súper barbijo «del Conicet»
¿Cuántos días lleva producir un “superbarbijo” con nanotecnología, activos antivirales, bactericidas y fungicidas que reducen los riesgos de contagios y neutraliza el coronavirus en muy pocos minutos? El proceso es largo y comenzó su recorrido en abril de 2020, cuando la Argentina recién comenzaba a vivir sus primeros días de cuarentena estricta y veía cómo la pandemia causaba miles de muertes en el continente europeo.
Cuando en agosto aparecieron en el mercado unos extraños barbijos de color lila y letras impresas del lado de afuera no se sabía que detrás de ellos había una compleja investigación de científicos del Conicet, la Universidad Nacional de San Martin (UNSAM) y la Universidad de Buenos Aires (UBA), más una cooperación entre el Estado y una PyME que pudiera convertir una tecnología propia para ámbitos médicos, en un objeto de uso cotidiano y social.
Incluso hubo (o hay) quienes dudaron de su efectividad o se preguntaron cómo podía una simple tela inhabilitar un virus y proteger más que un tapabocas convencional. Un concepto cuasi futurista.
En marzo pasado, la publicación de un memo de la Gerencia de Ingeniería Nuclear de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) salió a cuestionar la eficiencia de retención de aerosoles medida en tapabocas Atom Protect (los barbijos lilas) y concluía que los “súper barbijos” del Conicet serían, en cuanto al filtrado de partículas, más ineficientes que otros tapabocas comunes.
Pero los científicos a cargo del desarrollo explicaron que “las telas tratadas no ofrecen una barrera mecánica sino una barrera química contra el virus, que permite enfrentar procesos lentos y dentro de una dinámica de movimiento Browniano, como es el caso de los aerosoles que quedan flotando en el ambiente desde varios minutos hasta incluso algunas horas, según el tamaño de las gotículas”.
También ratificaron que virus, bacterias y hongos “quedan inactivadas” gracias al tratamiento de la tela de este barbijo, “disminuyendo el peligro representado por la manipulación del usuario”.
El barbijo del Conicet se transformó en objeto fetiche de la cuarentena. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
El “barbijo del Conicet” se convirtió rápidamente en uno de los objetos estrella de la pandemia. El tapabocas fetiche de la cuarentena. La obligatoriedad del uso del barbijo y el temor durante el invierno pasado al contagio frente a una fuerte suba de casos en los centros urbanos hizo que rápidamente el Atom Protect tuviera un aluvión de ventas: dos millones de unidades.
«¿Cuál es ese barbijo lila? ¿Dónde se vende?». De pronto en la TV se veía a políticos, cronistas en los móviles, deportistas y famosos que aparecían con la «insignia» pegada al rostro: «Atom Protect. Nanotecnología. Antiviral, antibacteriano, antihongo«.
El presidente de la Nación, Alberto Fernández, fue uno de los primeros en usar el «barbijo del Conicet». Foto: AFP.
«El barbijo del Conicet», está literalmente en boca de todos. Para sus creadores se trata de la «democratización» de una tecnología que antes estaba cerrada a ciertos ámbitos científicos. Quizás sea el primer invento asociado al Conicet que se instaló tan fuertemente en el uso cotidiano de la gente común.
A pesar de verse en numerosos actos de gobierno, sus inventores aseguran que solamente el municipio de Esteban Echeverría les hizo un pedido grande para sus empleados y que el resto de los funcionarios los obtuvieron de manera independiente, sin pedir precios especiales o ventas al por mayor.
Los superbarbijos que están en boca de todos. Foto Constanza Niscovolos
Según cuentan, este éxito también los tomó a ellos por sorpresa: hizo colapsar la página web y los obligó a correr para producir más unidades en el menor tiempo posible.
Alan Gontmaher y Ángeles Espeche son los nombres detrás del “superbarijo” y quienes en abril torcieron el destino de Kovi, su empresa textil de toallas, manteles, cortinas y repasadores. Largaron todo y se abocaron 100% a desarrollar los barbijos de uso social.
La idea surgió a partir de lo que vieron en una feria sobre la industria textil donde algunas empresas estaban aplicando la nanotecnología para eliminar el conocido y detestado olor a humedad de las toallas, que se genera por la presencia de hongos y bacterias.Play VideoVideo: Cómo se fabrican los «superbarbijos del Conicet», el objeto fetiche de la pandemia de coronavirus
Gontmaher se preguntó: ¿por qué no aplicar algo así en la creación de un barbijo?
El cambio requirió la compra de nuevas máquinas, contratación de personal, y lo más importante: trasladar la nanotecnología a miles de metros de tela que se convertirían luego en un tapabocas eficaz y antiviral.
“En el momento en que vos recibís un Atom Protect en tu casa pasaron 60 días desde el comienzo del proceso de creación del mismo”, explica Espeche a Clarín.
Angeles Espeche, socia gerente de KOVI SRL, la empresa que comercializa los «superbarbijos» Atom Protect.
Este proceso tiene que ver con que, a diferencia de cualquier otro barbijo, el Atom Protect recibe un tratamiento especial en su tela que requiere tiempo y dedicación porque se le realiza la incorporación de un polímero que lleva adentro activos iones de plata (bactericidas) y de cobre (antivirales).
La tela que está en contacto con la piel es además auto sanitizante, por lo que no sólo disminuye simultáneamente la probabilidad de infectarse y la posibilidad de contagiar a otros; sino que por sus propiedades bactericidas y anti hongos también es más higiénica y evita que quien usa el tapabocas respire sus propios gérmenes. Esto permite que se lo pueda usar muchas horas seguidas.
A esto se suma el hecho de que, al estar fijados mediante materiales poliméricos, los activos antivirales, fungicidas y anti bacterianos se mantienen en la tela, inamovibles, tras al menos quince lavados.
Los metros de tela listos para ser cortados y convertirse en un «superbarbijo» Atom Protect.
Pero para llegar a eso, la empresa Kovi tuvo que trabajar en conjunto con el equipo de Conicet, UBA y UNSAM tras la firma de un convenio de cooperación confidencial. “Ellos ya tenían bocetos de nanotecnología pero no lo habían aplicado en una cantidad tan grande de tela, por lo que unimos la experiencia de los dos grupos”, explican.
«A través de los convenios, el Conicet otorga la posibilidad de utilizar y explotar comercialmente una tecnología, desarrollada por sus investigadores y agentes, a un tercero», explican desde el organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología.
Desde Kovi ampliaron a Clarín: “Firmamos un convenio en el que el Conicet colabora (aporta el know how) y nosotros hacemos la comercialización. Es un convenio por diez años. Bajo este acuerdo se hace el aporte de un porcentaje monetario estipulado por la cantidad de producción”. Ese porcentaje no fue informado. «Es confidencial», insistieron las fuentes consultadas.
En el grupo de trabajo, dirigido por Silvia Goyanes, Roberto Candal, Griselda Polla y Ana María Llois, participaron, además, mujeres y hombres investigadores y becarios del IFIBA- DF-UBA, IIIA-UNSAM, Agencia I+D+i y Conicet.
La primera aproximación fue en el laboratorio del Conicet. Cuando lograron la fórmula, algunos de los científicos se trasladaron a la fábrica de Lomas del Mirador para hacer la impregnación en las telas y ver cómo se comportaba. Eso dio tela para cortar, en el sentido más literal de la palabra.
El «superbarbijo» Atom Protect por dentro.
“Hemos tirado muchos metros de tela, porque si te pasás un milímetro de la fórmula, ya no sirve. Corregimos una y mil veces hasta lograr la fórmula justa para llegar al producto que tenemos ahora”, grafica Espeche.
Los especialistas iban siguiendo el proceso por Zoom, la plataforma de videollamadas que se convirtió en un clásico durante el confinamiento y que se adaptó a los más diversos formatos. La presencialidad se dificultaba ya que en pleno abril trasladarse de un lugar a otro implicaba tener, como mínimo, un permiso emitido por el gobierno nacional y movilidad propia.
El “barbijo del Conicet” se convirtió rápidamente en uno de los objetos estrella de la pandemia Foto Maxi Failla
La vida en las fábricas de Kovi cambió de un momento a otro en cuanto alcanzaron la fórmula para los Atom Protect. Dejaron de lado toda la producción de toallas y repasadores y se abocaron solamente a la fabricación del “superbarbijo”.
Antes de la pandemia eran unos 35 empleados, hoy son 140, más la gente que participa por fuera para este producto. Por ejemplo, para la confección del barbijo la empresa trabaja con varios talleres y con la cooperativa Mision-ar MeCopo y les pagan un monto por unidad terminada. ¿Qué monto? En la empresa no lo informaron. Otras fuentes dijeron a Clarín que algunos talleres recibieron diez pesos por unidad producida. Espeche calcula que hay actualmente unas 600 personas involucradas en el proceso.
Los superbarbijos del Conicet. Foto Maxi Failla
El proceso
Pero, ¿cómo se hace un barbijo? Una vez comprado el hilado, hay que urdirlo, es decir, preparar los hilos para pasarlos al telar, los telares tejen la tela, luego la tela va a la tintorería. Lo siguiente es teñirla, estamparla y, lo más importante, hacer la impregnación del producto sanitizante con las nanopartículas.
Para poder lograrlo, los rollos inmensos de tela se sumergen en los productos químicos dentro de un recipiente o cuba, luego se la somete a un proceso de secado y estirado.
Vista microscópica de la tela de los barbijos del Conicet con activos antivirales, bactericidas y fungicidas.
Se hacen los cortes, y se empieza a confeccionar: se cose, se le agregan los elásticos, se los embolsa y empaca.
El proceso es casi todo manual, por eso lleva tiempo: 60 días desde que comienza hasta que llega al hogar de los argentinos.
Para sus creadores se trató de la «democratización» de una tecnología. Foto Maxi Failla
Lo que viene
En los primeros días de abril comenzarán a llegar los Atom Protect N97 Plus, la versión mejorada del clásico. Éste no es lavable y tiene en el medio un tercer filtro físico de tela no tejida con una capacidad filtrante, por lo que se garantizan cuatro barreras de protección.
El nuevo barbijo del Conicet, Atom Protect N97, estará en el mercado en abril.
Como ocurre con el diseño original, lanzado en agosto de 2020, se compra a través de la página oficial, por una cantidad mínima de diez unidades que valen $4.990, 600 pesos más que la versión anterior, debido a su capa extra de tela.
A diferencia de la primera versión, cuenta con ajuste nasal y recomiendan una máxima utilización de cinco días seguidos y unas diez horas de uso diario como máximo.
Otro de los lanzamientos esperados es el Atom Protect de color negro, que tendrá clip nasal al igual que el N97 Plus y esperan lanzarlo a mediados de abril a $499 la unidad.
La nueva versión de los Atom Protect en color negro, se lanzarán al mercado en abril.
El presidente de San Lorenzo y conductor televisivo, Marcelo Tinelli, ya tiene sus ejemplares «black» antes de su salida al mercado.
La empresa tuvo consultas para exportarlo fuera del país, pero para eso necesitan la autorización del Conicet. Lo que sí registraron en estos meses fueron compras particulares desde Uruguay, España, Australia, Estados Unidos. Hasta a la cantante mexicana Thalía le mandaron algunos ejemplares desde Argentina y lo mostró en sus redes sociales.
“Creemos que el próximo paso es que la ropa tenga algún antiviral para estar más protegido», anticipa Espeche sobre qué viene después del superbarbijo fetiche de la cuarentena, y de cara a la segunda ola de coronavirus que ya se siente en Argentina.
El paño antiviral, uno de los nuevos lanzamientos de los creadores del Atom Protect.
«Tenemos muchos desarrollos en camino: un paño que antiviraliza superficies por el lapso de un año y de una sola pasada, una crema antiviral y queremos desarrollar telas que repelan el dengue”, explica el emprendedor.
Telas de la nueva normalidad, en tiempos de pandemia.
Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/paso-paso-hace-super-barbijo-conicet-boca_0_QHoNyYjNf.html