El tiempo y las víctimas
El tiempo y las víctimas A les niñes abusades, el crimen les detiene el tiempo. Les presenta una nueva manera de contar los minutos, horas, días, meses, y años. La evolución del derecho y muy especialmente de la psicología permitió que el tradicional almanaque de los victimarios, signado en esta materia por una impunidad prescriptiva que ofende, fuera reemplazado por el tiempo de las víctimas. Por Carlos Rozanski*
Los calendarios y relojes tradicionales nos marcan fechas y horas que se suelen corresponder con las convenciones sobre los sistemas de medición. Sin embargo, diversos hechos humanos pueden alterar esas precisiones modificándolas curiosamente. Es interesante efectuar una breve comparación entre dos criaturas vivientes que ayuda a comprender esas modificaciones de la subjetividad. Así, los animales, han sido dotados de una agresividad denominada benigna y que es eminentemente defensiva, biológicamente adaptativa y que, como tal, está al servicio de la vida. El objetivo de esa agresión defensiva no es el placer de destruir sino la conservación de la vida. Una vez alcanzado el objetivo, la agresión y sus equivalentes emocionales desaparecen. Hay otro tipo de agresión, maligna, que no es derivada de instintos animales y no sirve para la supervivencia fisiológica. Esta agresión es exclusivamente humana y hace del hombre el único ser viviente capaz de matar, torturar y aniquilar a individuos de su propia especie sin ningún provecho racional biológico ni material. En esa diferencia radica la razón de dos formas tan diversas de relacionarse con el mundo. El animal lo hace mediante mecanismos instintivamente determinados. El ser humano, en cambio, lo hace a través de un proceso de asimilación (adquiriendo y asimilando objetos) y relacionándose con otras personas y consigo mismo (proceso de socialización). Esa necesidad de vivir en comunidad lo obliga a organizarse a través de normas que regulan su conducta. Es por eso que la inmensa mayoría de ellos son obedientes de las leyes, al menos de las que sancionan las conductas criminales más graves. Sin embargo, hay individuos que no están dispuestos a resignar ninguna de sus tendencias agresivas y buscan satisfacer sus deseos emocionales y materiales sin tener en cuenta los daños que esa criminal satisfacción ocasiona. En el caso del abuso sexual en las infancias, los perpetradores integran el sector delictivo menos dispuesto a resignar sus brutales tendencias y al mismo tiempo aquel que mayor daño genera a sus víctimas. Daños que las acompañarán a lo largo de sus vidas pero que podrán ser atemperados de acuerdo al acompañamiento, comprensión y escucha respetuosa que la comunidad brinde a les niñes que han padecido semejante vulneración. Durante siglos, la humanidad miró para otro lado ante los abusos sexuales a niñes y adolescentes. La afirmación de que «los chicos mienten», era suficiente para frenar cualquier intento de investigación o eventual sanción. Más recientemente, esa descalificación se extendió a las madres protectoras, así como a les profesionales que asisten a las víctimas. La evolución del derecho y muy especialmente de la psicología, no sólo demostró la falsedad y tendenciosidad de esas descalificaciones, sino que puso en crisis el significado del concepto tradicional de calendario y reloj transmitido respecto de este tema en las universidades, tanto de derecho como de ciencias sociales no jurídicas. A les niñes abusades, el crimen les detiene el tiempo. Les presenta una nueva manera de contar los minutos, horas, días, meses, y años. Se les genera un nuevo calendario que irán transitando como puedan y que será relativo a la ayuda que reciban de la comunidad en la que viven. La evolución disciplinar señalada permitió que el tradicional almanaque de los victimarios, signado en esta materia por una impunidad prescriptiva que ofende, fuera reemplazado por el tiempo de las víctimas. De ese modo, que 40 años después de los hechos, la justicia de la provincia del Chaco, haya decidido que el calendario vivencial de les niñes es el que debe orientar los tiempos del derecho, es ya un triunfo de lo justo. Rosalía, Belén y todas las víctimas que han sufrido atropellos, al fin están arropadas por una justicia que logra comprenderlas y protegerlas como nuestras leyes mandan. *Ex juez de Cámara FederaA les niñes abusades, el crimen les detiene el tiempo. Les presenta una nueva manera de contar los minutos, horas, días, meses, y años. La evolución del derecho y muy especialmente de la psicología permitió que el tradicional almanaque de los victimarios, signado en esta materia por una impunidad prescriptiva que ofende, fuera reemplazado por el tiempo de las víctimas.Por Carlos Rozanski*
Los calendarios y relojes tradicionales nos marcan fechas y horas que se suelen corresponder con las convenciones sobre los sistemas de medición. Sin embargo, diversos hechos humanos pueden alterar esas precisiones modificándolas curiosamente. Es interesante efectuar una breve comparación entre dos criaturas vivientes que ayuda a comprender esas modificaciones de la subjetividad.
Así, los animales, han sido dotados de una agresividad denominada benigna y que es eminentemente defensiva, biológicamente adaptativa y que, como tal, está al servicio de la vida. El objetivo de esa agresión defensiva no es el placer de destruir sino la conservación de la vida. Una vez alcanzado el objetivo, la agresión y sus equivalentes emocionales desaparecen.
Hay otro tipo de agresión, maligna, que no es derivada de instintos animales y no sirve para la supervivencia fisiológica. Esta agresión es exclusivamente humana y hace del hombre el único ser viviente capaz de matar, torturar y aniquilar a individuos de su propia especie sin ningún provecho racional biológico ni material.
En esa diferencia radica la razón de dos formas tan diversas de relacionarse con el mundo.
El animal lo hace mediante mecanismos instintivamente determinados. El ser humano, en cambio, lo hace a través de un proceso de asimilación (adquiriendo y asimilando objetos) y relacionándose con otras personas y consigo mismo (proceso de socialización). Esa necesidad de vivir en comunidad lo obliga a organizarse a través de normas que regulan su conducta.
Es por eso que la inmensa mayoría de ellos son obedientes de las leyes, al menos de las que sancionan las conductas criminales más graves.
Sin embargo, hay individuos que no están dispuestos a resignar ninguna de sus tendencias agresivas y buscan satisfacer sus deseos emocionales y materiales sin tener en cuenta los daños que esa criminal satisfacción ocasiona.
En el caso del abuso sexual en las infancias, los perpetradores integran el sector delictivo menos dispuesto a resignar sus brutales tendencias y al mismo tiempo aquel que mayor daño genera a sus víctimas. Daños que las acompañarán a lo largo de sus vidas pero que podrán ser atemperados de acuerdo al acompañamiento, comprensión y escucha respetuosa que la comunidad brinde a les niñes que han padecido semejante vulneración.
Durante siglos, la humanidad miró para otro lado ante los abusos sexuales a niñes y adolescentes. La afirmación de que «los chicos mienten», era suficiente para frenar cualquier intento de investigación o eventual sanción. Más recientemente, esa descalificación se extendió a las madres protectoras, así como a les profesionales que asisten a las víctimas.
La evolución del derecho y muy especialmente de la psicología, no sólo demostró la falsedad y tendenciosidad de esas descalificaciones, sino que puso en crisis el significado del concepto tradicional de calendario y reloj transmitido respecto de este tema en las universidades, tanto de derecho como de ciencias sociales no jurídicas.
A les niñes abusades, el crimen les detiene el tiempo. Les presenta una nueva manera de contar los minutos, horas, días, meses, y años. Se les genera un nuevo calendario que irán transitando como puedan y que será relativo a la ayuda que reciban de la comunidad en la que viven.
La evolución disciplinar señalada permitió que el tradicional almanaque de los victimarios, signado en esta materia por una impunidad prescriptiva que ofende, fuera reemplazado por el tiempo de las víctimas.
De ese modo, que 40 años después de los hechos, la justicia de la provincia del Chaco, haya decidido que el calendario vivencial de les niñes es el que debe orientar los tiempos del derecho, es ya un triunfo de lo justo.
Rosalía, Belén y todas las víctimas que han sufrido atropellos, al fin están arropadas por una justicia que logra comprenderlas y protegerlas como nuestras leyes mandan.
*Ex juez de Cámara Federal
Fuente: Télam