El proyecto de vacuna contra el COVID-19 de la UNAM ya está en fase preclínica, pero enfrenta un gran obstáculo
El Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es uno de los centros nacionales de investigación científica que está trabajando en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19. El proyecto de IBt está liderado por Laura Palomares Aguilera, doctora en Ciencias por la UNAM.
La vacuna del IBt está en la fase preclínica del protocolo científico para el desarrollo de vacunas. Durante este periodo, los investigadores evalúan los efectos de su ensayo químico en modelos animales. En el caso del instituto, las pruebas usan ratones y hámsters. De acuerdo con la doctora Palomares, en entrevista con TV UNAM, el avance del proyecto tuvo un inicio ágil gracias a la plataforma de vacuna que el instituto desarrolló para otros virus.
Para seguir con las pruebas, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de la Ciudad de México apoyará al instituto con los recursos para establecer un laboratorio que cumpla los parámetros de bioseguridad que necesita el proyecto.
Sin embargo, si el equipo del IBt no tiene acceso a las instalaciones necesarias para producir una vacuna a nivel masivo, la fase 1, que prueba la seguridad en grupos humanos reducidos, será el fin del proyecto. Jaime Padilla Acero, doctor por la UNAM, explicó en entrevista con Infobae México que la universidad tiene la capacidad de diseñar una vacuna viable, pero le faltan recursos como para seguir a la etapa 2, que evalúa la seguridad de la vacuna en una población más grande.(Gráfico: Biotecnología en movimiento)
A nivel nacional el instituto de Biotecnología fue elegido por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en el “Programa de Apoyos para el Fortalecimiento de Capacidades para el diagnóstico de calidad de COVID-19”. El programa aprobó un millón 495 mil 197 pesos para el diseño de pruebas de diagnóstico más efectivas. Además cuenta con el apoyo de la CDMX para el laboratorio de pruebas preclínicas.
Internacionalmente, este proyecto de vacuna de la UNAM entró en la convocatoria para recibir parte de los USD 100 millones que la Coalición para las Innovaciones en Preparación Epidemiológica (CEPI, por sus siglas en inglés) decidió invertir en esfuerzos para el desarrollo de vacunas. CEPI no ha confirmado si seleccionará al IBt.
La organización de la Fundación Bill y Melinda Gates ya dio alrededor de USD 30 millones a organizaciones como Moderna y la Universidad de Oxford en conjunto con la empresa Novarax. Ambos proyectos están en la fase 3, que distribuye la vacuna en poblaciones de miles de habitantes y compara el número de infecciones con un grupo de control.
La vacuna recombinante
Para que una vacuna sea efectiva, tiene que “enseñar” a los linfocitos, células del sistema inmune, a reconocer estructuras químicas ajenas al cuerpo. El doctor Padilla Acero explicó este proceso: los linfocitos almacenan distintas configuraciones de anticuerpos. Los anticuerpos son cadenas de proteínas con afinidad por los rasgos químicos de un patógeno específico. Esto quiere decir que lo identifican y neutralizan.
Para que un linfocito aprenda a actuar en contra del SARS-CoV-2, necesita producir anticuerpos que respondan a las partes del virus que sí son dañinas. Puede ocurrir que la célula reconozca una parte del virus que no sea clave en su funcionamiento y tenga una respuesta no neutralizante.
Este riesgo es la justificación de las fases preclínicas del desarrollo de una vacuna. Para que una vacuna sirva, tiene que enseñarle al sistema inmune cuáles rasgos del virus debe enfrentar. Si los animales presentan una reacción inmunológica efectiva, las pruebas pueden seguir a la siguiente etapa. Esta también es la razón por la que el IBt sigue trabajando en mejorar las pruebas de diagnóstico, para evitar falsos positivos con rasgos del virus que no producen enfermedad.
En la UNAM, la vacuna recombinante usa una plataforma que el IBt desarrolló con anterioridad y que ha probado como segura y efectiva en vacunas contra la influenza y el virus del papiloma humano. Esta plataforma es una especie de vehículo diseñado para entrar al cuerpo y llegar hasta las células inmunes para incitar una reacción. Dentro del vehículo están las proteínas que conforman los rasgos químicos del SARS-CoV-2 que los investigadores buscan anula
El doctor Padilla explicó que cualquier vacuna se enfrenta a algunos riesgos como los efectos secundarios y degradación de la respuesta inmune. En el primer caso, los linfocitos reaccionan con violencia ante la vacuna y se manifiestan con síntomas similares a la gripe, dolor muscular, náusea y cansancio. En el segundo escenario puede ocurrir que el paso del tiempo anule la capacidad del cuerpo de enfrentarse al virus, ya sea por una mutación de éste o porque el proceso de aprendizaje, o priming, sea lento y necesite refuerzos, como en la vacuna del tétanos.
La infraestructura de vacunas en México
Birmex es el organismo del sector salud dedicado a la producción y distribución de vacunas. De acuerdo con Jaime Padilla, esta empresa solía tener la capacidad industrial para enfrentar epidemias, pero se degradó a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
La doctora Esther Orozco, que coordina el grupo de investigadores que la Secretaría de Relaciones Exteriores armó ante la pandemia, declaró en entrevista con El Universal que no sabe qué pasó con BIrmex, sólo que “se apagó” y que ahora el país importa todas sus vacunas. “Sería ideal que la empresa resurgiera”.
Mientras eso no pase, la única opción que tienen el IBt y los otros tres proyectos de vacuna en México es asociarse con alguna empresa privada. De ser así, ésta debería estar dispuesta a negociar la producción y distribución de una vacuna a bajo costo con el gobierno federal.
Ante este prospecto, los doctores Palomares, Padilla y Orozco coinciden, es muy importante que la investigación científica en México haga frente a este reto para incitar el progreso académico y la innovación tecnológica nacional.