Equinoterapia: superhéroes a caballo
Los caballos tienen una capacidad sanadora para tratar personas con capacidades diferentes. Falta una ley nacional que regule la actividad para permitir un mayor acceso.
Donato llega caminando agarrado de la mano de sus padres. Tiene 5 años, camina con dificultad pero, lento, logra dar un paso tras otro. Su diagnóstico es ECNE (Encefalopatía Crónica No Evolutiva), tiene atraso madurativo, dificultades motoras y de comunicación producto de haber nacido con prematurez extrema (apenas 26 semanas de gestación). Unos minutos después llega Simón (17 años) “montado” en su silla de ruedas. Sentada, aguarda Vera, que tiene síndrome de down (14 años) y busca seguridad y confianza en ella misma. Están expectantes y ansiosos para subirse a su caballo y empezar su clase de equinoterapia.
La forma más gráfica para explicar el momento mágico que ocurre en la pista cuando estos jinetes/pacientes montan sus caballos (Donato en una petisa de crines rubias, Vera en un criollo gateado y Simón en un alazán) es lo que sucede con la vida de los superhéroes y su identidad secreta: Clark Kent anda todo el día con sus gafas grandes, saco, corbata y peinado a la gomina hasta que se pone el traje de Superman; el joven huérfano Peter Parker, pierde todos los miedos cuando se convierte en Spiderman; o el propio Bruno Díaz, subido al Batimovil para ser Batman. Todos adquieren superpoderes. Lo mismo pasa con estos jinetes con alguna discapacidad, cuando se suben a los caballos.
Alguna vez la escritora y periodista ucraniana Clarice Lispector (1920-1977) acuñó una frase muy conocida en el ambiente equino que ayuda a ilustrar esta simbiosis entre caballo y jinete: “Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo entonces el mío se expresa. La forma del caballo representa lo mejor del ser humano.”
Una de las cosas que más se valora de la terapia con caballos es que representa «una de las pocas oportunidades de rehabilitación global, porque trabajás muchas áreas de manera simultánea: lo sensorial, neuromotor, social, afectivo, comunicacional, emocional”, describió en diálogo con Clarín Rural la doctora Verónica Settepassi, coordinadora del área de Equinoterapia de la Escuela Hipocampo, que funciona en el Club Hípico de Buenos Aires y en La Horqueta.
“Nunca supe cómo surgió mi amor por los caballos, pero sí te puedo decir que hice equitación de chica, después estudié medicina, hasta que, en un momento, estando en Italia, donde pasé casi 9 años, se conjugaron mis dos pasiones al ver que se podía rehabilitar personas con caballos”, contó Settepassi.
Bien distinta, aunque atravesada también por la equinoterapia, es la historia de Elena Cataldi Fleming, salteña, fundadora y presidenta de la Fundación de Equinoterapia del Azul en Salta. “Mi historia con el caballo viene desde siempre porque vengo de una familia de campo que me supo transmitir ese amor y respeto por los caballos desde chiquita”, contó. Y prosiguió: “Fue mi medio de transporte en la adolescencia y mi deporte, mi herramienta de trabajo cuando fui mayor y trabajaba en el campo, pero me tocó descubrir su faceta terapéutica, cuando en el año 2000 nació mi hijo menor Francisco “Panchi” Estrugamou”.
Donato y Karina Galak premian con con una zanahoria al caballo, como premio cuando finaliza la clase de equinoterapia.
Al poco tiempo de nacer “Panchi” tuvo un paro cardiorespiratorio que le dejó severas secuelas neurológicas, por lo que empezaron un camino de terapias y rehabilitación. Los terapeutas del Fleni, donde se trataba, le sugirieron andar a caballo para estimular distintas áreas del desarrollo. “Empecé a capacitarme pensando en aplicar algunas técnicas con Panchi y los resultados fueron tan sorprendentes que me motivaron a crear una fundación, para que más chicos que necesitan esta terapia puedan acceder a ella”, explicó Cataldi, quien también es miembro fundadora de la Red Argentina de Equinoterapia.
“El diagnóstico de Panchi no era bueno, pero logró revertirlo, y, según los propios médicos, gracias a la equinoterapia, fue algo increíble y a pesar de los pronósticos que auguraban que no iba a poder realizar casi ningún movimiento, hoy, con 21 años, Panchi camina, ¿Cómo no voy a volverme una fanática y agradecida de este método?”, enfatizó Cataldi.
“El caballo es un gran facilitador, genera un vínculo desde la confianza que fortalece mucho la autoestima”, contó Karina Galak, que descubrió la terapia con caballos a los 20 años, pero después de dedicó al área comercial hasta que hace 15 años empezó como voluntaria, y a capacitarse en comunicación, acompañamiento terapéutico y cuanto curso había. Hace 8 años que coordina el departamento de equinoterapia del Club Ecuestre Pilar, además trabaja en otros centros con un total de 42 chicos por semana.
Una de las cosas que más le interesa trabajar a Galak son los trastornos y patologías que dificultan el relacionamiento en las personas, porque “cuando uno logra destrabar esta área podés avanzar en otros aspectos”.
¿Qué es la equinoterapia?
La equinoterapia es un método terapéutico en el que se usa al caballo y las técnicas ecuestres dentro de un abordaje interdisciplinario con el objetivo de rehabilitar personas desde lo emocional, físico, psíquico y social.
Liz Hartal, la atleta que ganó medallas en adiestramiento y fue la primera que hizo equinoterapia.
“Es un tratamiento que pueden empezar desde los 18 meses en adelante a través del cual se pueden tratar diferentes patologías como síndrome de Down, parálisis cerebral, espina bífida, secuelas de traumatismos cráneo-encefálicos, retrasos madurativos, trastornos generalizados del Desarrollo, trastornos del Espectro Autista (TEA), Asperger, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos del ánimo, de la alimentación y esclerosis múltiples, entre otros”, enumeró Settepassi.
“Al desarrollarse en un ambiente natural permite que todo lo que uno adquiere traslade a la vida diaria también naturalmente y que vayas acompañando el desarrollo de la persona, que empieza de una manera y va creciendo hasta incluso puede convertirse en un deporte, en su lugar en el mundo”, resumió Settepassi.
“El movimiento que realiza el caballo al andar es muy similar al que hacemos cuando caminamos, por lo tanto, el jinete que tiene un trastorno motor utiliza los mismos músculos que usaría si estuviera caminando, además, trabaja la postura, regula el tono muscular y ayuda en el movimiento de los órganos internos”, repasó Cataldi.
También ponderó la interdisciplinariedad con la que se aborda al paciente/jinete, con profesionales de la salud, la educación y el área ecuestre. “No son sólo temas físicos, es recomendada para personas que están atravesando una situación emocional especial”, recomendó Cataldi.
Es una terapia que ayuda en el plano emocional y tiene muchos beneficios en el lenguaje. “La atracción natural que surge entre el caballo y los niños genera mucha motivación, la cual es clave para trabajar el autoestima”, apuntó la mamá de Panchi.
Los niños con capacidades diferentes manifiestan notables mejoras psicomotrices «al galope» de los caballos.
“Nuestras madrinas de la Asociación ´Los Niños del Desierto de Francia´, le llaman ´la terapia de las sonrisas´, y a mi me gusta también llamarla así, porque se genera una sensación de paz, libertad y alegría”, explicó Cataldi. Y dio una explicación: “El contacto con los caballos, genera una liberación de endorfinas en la persona, una sustancia producida por nuestro cerebro, que tiene un efecto relajante y ayuda a mitigar las dolencias”.
Elección del caballo
¿Hay distintos caballos para diferentes discapacidades? ¿Cómo se elige un caballo? “Siempre se elige un caballo específico, no es cualquier caballo, cada uno te da un tipo de estimulación, tienen diferente personalidad”, apuntó Settepassi. Y agregó: “El diagnóstico es una etiqueta que nos guía hasta ahí porque cada persona tiene una realidad y evolución diferente”.
“Hay niños que necesitan caballo con mayor frecuencia del paso, mas activos, para levantarles el nivel de atención, y otros a los que hay que generarle el efecto contrario, bajarles un poco la intensidad, entonces necesitas un caballo más tranquilo”, graficó la doctora.
Martín Hardoy se autodefine como “gaucho de toda la vida”, estudió veterinaria tres años, después se especializó en el comportamiento animal y durante 30 años se dedicó a lo que llamó “doma racional” o amansar caballos sin violencia, no sólo en Argentina, también en Europa y el resto de Sudamérica. Conoce mucho la “herramienta”, en este caso, el caballo y forma parte de la Red Argentina de Equinoterapia.
“En realidad casi todos los caballos tienen para ofrecer algo en una equinoterapia, pero si vamos a pensar en el promedio ideal es un caballo criollo de no gran tamaño, porque las personas se suben y se bajan fácil, pueden tolerar hasta 120-130 kilos de peso cómodamente y pensando en la institución que lo mantiene, al ser más chicos comen menos, y hacen más rentable la ecuación económica”, relató Hardoy. Y explicó: “Cualquier caballo come 3% de su peso vivo en materia seca por día, por lo tanto, si tenés un percherón de 700-800 kilos te va a dar la misma cantidad de sesiones de equinoterapia que un criollo pero come el doble”.
“También tenés caballos que andan de una manera, como el peruano de paso que andan laterales, que son super cómodos, tan cómodos que cuando tienen que mandar ese estímulo vestibular como si el paciente estuviera caminando le mandan un estímulo menor, no servirían para este tipo de terapias pero sí para, por ejemplo, una persona con síndrome de down que necesita prestar atención al menos media hora, si puede hacerlo arriba del caballo probablemente pueda hacerlo en el aula”, contó Hardoy.
Eso es pensando en lo que el caballo le ofrece a los pacientes, ¿Y qué recibe el equino de la persona con la que interactúa? Hardoy lo tiene claro: “Yo no tengo dudas que los caballos tienen la capacidad de leer a las personas, tienen una energía y percepción especial y sienten ellos también una energía particular de esos pacientes”.
Para Galak, el caballo es un “gran igualador, porque “lleva en su lomo a alguien que hace equitación convencional así como a un paciente que no puede mover sus piernas pero va al trote, igual que aquel de la pista de al lado”.
Jinetes superhéroes
El caballo transmite calor corporal, impulsos rítmicos, un patrón de locomoción tridimensional equivalente al patrón fisiológico de la marcha humana que se graba en el cerebro del paciente y le permite, en caso de que lo pueda hacer, transferirlo a la marcha pedestre. Se estimula el sistema digestivo, el circulatorio, el respiratorio y el sistema nervioso central.
“El caballo te empodera, al que está arriba y a los que estamos en tierra, es un trabajo en equipo”, dijo Galak. Y graficó: “Si logro que el chico se sienta un héroe arriba del caballo, después el se va a animar a ir por otros objetivos, el paciente se siente fortalecido, por ejemplo, un adolescente con un retraso madurativo tiene grandes dificultades de relacionamiento y si entra a la pista y se siente un superhéroe para poder alcanzar los objetivos que le proponemos luego va a poder relacionarse de otra manera con el resto, en su vida personal”.
Una niña en plena clase de equinoterapia. Los especialistas reflejan que «algunas cosas que transmiten los caballos se pueden explicar, otras pasan por el cuerpo».
“De lo que transmite el caballo hay cosas que se pueden explicar y otras que no, te pasan por el cuerpo”, apuntó Settepassi. Y contó: “Se ha intentado explicar por qué un niño con TEA (trastornos del espectro autista) le tiene medio a los perros pero está bien con un caballo, que es mucho más grande que ellos en tamaño, pero les transmite algo sensorial inexplicable, la suavidad del pelaje, la respiración, el hocico suave, la estimulación vestibular que se siente al montar”.
Cataldi refleja dos momentos que recuerda bien. “Una nena de 3 años con un diagnostico de TEA que llegó a su primer sesión y ni bien la subimos al caballo, rio a carcajadas por primera vez en su vida, la emoción de sus padres fue mi emoción y mejor impulso para seguir”, contó. Y agregó: “También un chico de 10 años, con síndrome de moebius (N de la R: una enfermedad congénita caracterizada por la parálisis facial y en extremidades), que llegó con la indicación de trabajar su autoestima y cuando se subió a ´Gitano´ y vio que podía manejarlo gritó: ´¡soy el rey del mundoooo! Fue un momento mágico e inolvidable para mi”.
“Cuando un paciente puede montar y puede dominar un animal de estas características con movimientos suaves y simples se siente un semidiós y piensa ´si puedo con esto, voy a poder con muchas más cosas´, los hace sentir muy bien, con poder”, explicó Settepassi.
Historia de la equinoterapia
El uso de equinos vinculados con la salud se remonta, según algunos, a tiempos antes de Cristo, cuando ya Hipócrates aconsejaba en sus libros la equitación para regenerar la salud y preservar el cuerpo destacando los beneficios del trote.
Cientos de años más tarde, en el siglo XVII, la medicina proponía el uso del caballo para tratar enfermedades como la gota, que por entonces causaba estragos.
En la historia moderna, la equinoterapia como tal surgió a partir de Liz Hartal, una amazona danesa que practicaba la equitación pero a los 16 años la poliomielitis la dejó en silla de ruedas.
Ocho años más tarde, en las olimpíadas de 1952, obtuvo la medalla de plata en adiestramiento compitiendo con los mejores jinetes del mundo. Al subir al podio con muletas despertó el interés de la comunidad médica. Cuatro años más tarde, en Melbourne repitió la hazaña. Su caso llamó la atención de muchas personas en todo el mundo, médicos y de terapeutas empezaron a preguntarse por los beneficios potenciales de la equinoterapia.
De Escandinavia, la equinoterapia pasó a Inglaterra y de allí a Estados Unidos y a Canadá. En Sudamérica, Argentina, Brasil y Chile son los países que han dado pasos más acelerados en la aplicación de esta terapia. Puntualmente en Argentina la equinoterapia se usa formalmente desde el año 1978, sin embargo, todavía no esta regulada y ordenada a nivel nacional, a diferencia de otros países que ya pudieron hacerlo.
Necesidad de una ley
Quienes están en la actividad bregan para que el mundo científico y médico entienda, avale, que la equinoterapia es una ficha más dentro de las que colaboran con la rehabilitación de una persona. Junto con fonoaudiología, kinesiología, fisioterapia, hidroterapia, terapia ocupacional -TO-, musicoterapia, etc.
Actualmente, la práctica está regulada y cubierta por las obras sociales en sólo 11 provincias: Tucumán, Salta, Misiones, Santa Fe, Mendoza, Chaco, Rio Negro, Corrientes, La Pampa, Chubut y San Juan. “Queremos que se pueda acceder a esta terapia en todo el país, por eso pedimos una Ley Nacional de Equinoterapia”, dijo Cataldi.
“Cuando empecé, hace más de 20 años, la gente llegaba a la consulta recomendada por otros padres, desde hace un tiempo, los equipos terapéuticos de los pacientes empezaron a ver cambios, y los médicos empezaron a indicarlo, pero como sus beneficios no están avalados por una ley las obras sociales no lo cubren”, describió la problemática Settepassi, quien reconoce que “si bien hay evidencia científica, siempre los estudios son con poca cantidad de pacientes”.
“Sería importante contar con una ley que regule la actividad porque no cualquiera con un caballo puede hacer equinoterapia, hay que regular la formación, los elementos, las personas que tienen que formar el equipo, no alcanza con querer a los caballos y tener uno manso”, dijo Galak. Y agregó: “Lo otro es que obras sociales se hagan cargo de la terapia dentro del plan médico obligatorio, algunos padres interponen un amparo para lograr la cobertura, pero es muy difícil”.
Desde la Red Argentina de Equinoterapia (que nuclea unos 200 centros de todo el país) elaboraron un proyecto de ley junto a la diputada nacional Gabriela Lena (UCR – Juntos por el Cambio) de Entre Ríos, que fue presentado en octubre del 2020, y actualmente tiene estado parlamentario. “Nuestro objetivo es que la actividad se realice cada vez de manera más ordenada, y que puedan acceder a ella todas aquellas personas que necesiten mejorar su calidad de vida con este método”, dijo Cataldi.
La diputada nacional Gabriela Lena (Juntos por el Cambio-Entre Ríos) es la Impulsora del proyecto de ley nacional de equinoterapia.
En el caso de aprobarse, la norma beneficiaría, de manera directa a todas las personas que tengan Certificado Único de discapacidad (CUD) y el beneficio debería ser incluido en las prestaciones terapéutico/educativas de la Ley 24.901, referida al Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación Integral a favor de las personas con discapacidad. Entre los potenciales beneficiarios también están las personas encuadradas en la Ley de Salud Mental y aquellas que tengan indicación médica de tratamiento.
También se ha avanzado en la presentación de un proyecto ley en la provincia de Buenos Aires, que ya tiene media sanción en el Senado y pasó a la Cámara de Diputados, donde aún no tuvo tratamiento desde noviembre de 2020. El proyecto fue presentado por Felicitas Beccar Varela, senadora de Juntos por el Cambio pero para la aprobación lograron ponerse de acuerdo con senadores del Frente de Todos. Esperan que lo mismo suceda en la Diputados.
“Agradezco a todas las organizaciones vinculadas a la equinoterapia que me ayudaron en la elaboración técnica del proyecto por enseñarme con el amor, la pasión y la convicción que ponen en la tarea que realizan cada día, que siempre se puede hacer algo más por el otro, su misión no se agota en brindar la terapia, sino que hacen cada día algo más por esas familias que tienen que lidiar contra el sistema para poder acceder a estos tratamientos”, dijo Beccar Varela durante la presentación en la legislatura.
“Una ley permitiría ofrecer a cientos de familias que transitan el camino de la discapacidad mejores condiciones de vida, pero también la posibilidad para los educadores, la salud y el deporte porque de esta manera se trabaja en equipo para poder también generar empleo”, detalló la senadora.
Cuando se termina el tiempo de la terapia, Donato, Simón y Vera van en busca de unos bastoncitos de zanahorias, un delicioso premio para su coequiper. El desafío es entregarle un trozo de zanahoria en la boca del caballo y saludarlo con unas caricias o palmaditas al irse. Contarán los días para volver a encontrarse con su compañero, que los estará esperando, para una nueva súper aventura.
Fuente: https://www.clarin.com/rural/equinoterapia-historias-superheroes-caballo_0_-Dbq7DDS3.html