Escuelas y pandemia
La controversia planteada por el Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Educación de la Nación respecto a la apertura de escuelas para los miles de chicos que han quedado al margen del vinculo escolar me convoca a pensar.
¿Y si dejamos de planear un poco y volamos más alto? Mafalda
No hay chicos y chicas desconectados, se desconectan las cosas, los artefactos. Nuestros chicos y chicas marginados desde la inaceptable inequidad de las posibilidades del tener, están humanamente privados del vínculo con la escuela y, más importante aún, del lazo entre sí.
En clave de grieta, los Sí y los NO se arman con facilidad: los SI son para los nuestros, los NO para los otros. Sabemos, sin embargo, que el resultado de este modo binario de pensamiento y acción preserva imaginariamente la facción, pero elude la complejidad con que se presentan las realidades.
Se constituye así en un real ataque a la posibilidad de pensar como acto emancipador, donde lo diferente es posibilidad y no restricción
No soy especialista en pandemia y por lo tanto me ampara mi ignorancia al respecto. Pero me anima el derecho de pensar que si no es posible la aceptación del protocolo para esa apertura de escuelas, se hace necesario abrir una conversación entre todos los actores responsables para dibujar el mejor CÓMO. Un cómo que minimice al máximo los riesgos de maestros, maestras, chicos y chicas para que puedan encontrarse y celebrar la RE UNIÓN más allá de cualquier conectividad electrónica, porque se trata, además de contenidos curriculares, de la inestimable restitución del lazo.
Sindicatos, Gobiernos nacionales, provinciales, de la Ciudad, están integrados, quiero pensar, por equipos competentes que, entendiendo momentos como los que vivimos, podrán advertir el no lugar para lo tuyo y lo mío para hacer foco en lo NUESTRO, que es lo único que debería importar en este contexto.
Es posible, entonces, que puedan encontrar a través de la palabra y el compromiso las mejores y más creativas alternativas para lo único crucial en estas circunstancias: el derecho a la educación, que también es salud de nuestros pibes y pibas, cuidando al mismo tiempo a nuestros maestros y maestras.
Hay que hacerlo, claro, cuidando a esos mismos educadores que nos han mostrado en estos dramáticos tiempos, el temple y el compromiso que los ha animado a sostener la escuela cuando no había ni hay escuela. Con ellos la comunidad estaba y sigue en deuda.
Hace falta hacer. Nuestros chicos y chicas lo esperan, con cuidado, claro, para que en esta travesía honremos el único riesgo que, por inevitable y deseante, vale la pena correr: el riesgo de VIVIR.
Por Bernardo Blejmar, especialista en educación y gestión educativa
Fuente: https://buenavibra.es/entretodos/educacion/por-nuestros-pibes-y-pibas-incomunicados/