Estancias jesuíticas en Córdoba
Más allá de la capital, los religiosos de la orden de Loyola dejaron un legado cultural y arquitectónico en las propiedades que fueron el corazón productivo de la congregación y hoy son Patrimonio de la Humanidad.
El circuito de las estancias jesuíticas de Córdoba es quizá la joya más valiosa de toda la provincia, que se puede visitar en tres días completos.
Cerca de la capital cordobesa se encuentran cinco de los seis establecimientos productivos (agrícolas, ganaderos y vitivinícolas) que levantaron los religiosos de la orden de San Ignacio de Loyola desde que llegaron a Córdoba en 1599 para educar y evangelizar hasta su expulsión en 1767, por orden del rey Carlos III de España.
Junto a la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba –integrada por el Colegio Monserrat, la Iglesia y la Residencia de la Compañía de Jesús y el rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba– las estancias fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en el año 2000. Es un conjunto arquitectónico y cultural maravilloso integrado por Colonia Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643) y La Candelaria (1678). La sexta, San Ignacio de los Ejercicios (1725) fue la última en construirse en el valle de Calamuchita y es la única en ruinas, por lo que quedó fuera del reconocimiento de la Unesco.
Estancia Jesuítica Jesús María
La estancia jesuítica de Jesús María (1618) se encuentra a 4 km al norte de la de Caroya, a orillas del Camino Real que unía el Virreinato del Río de la Plata con el Alto Perú.
El edificio es bellísimo y está construido sobre una loma, con una iglesia de fachada sobria y nave única abovedada, patio central, galerías amplias, arcos de medio punto, un reloj solar y una enorme bodega, de 40 metros por 7, que hoy se utiliza para conciertos de música de cámara.
Es Museo Nacional desde 1946 y sitio de memoria de la esclavitud desde 2007.
Desde la planta superior se aprecia una vista preciosa y hasta se ven los dos carajos en la cumbrera, que eran una especie de bancos a donde mandaban a los esclavos para controlar el Camino Real.
Tiene recovecos, pasajes y escaleras secretas, y un horno empotrado en el muro. Se destacan los baños, que funcionaban con un sistema de cloacas a través de acequias. Algo inusual para la época.
Hoy es un complejo museístico fabuloso, especializado en arte religioso, en arqueología y en vida cotidiana de la época colonial. La colección de arte es realmente impresionante con 16.000 objetos, sin contar documentos, fotografías ni libros.
La colección de libros antiguos es muy valiosa al igual que la de grabados del siglo XVI y XVII. También se exhibe una completa colección de numismática. El director del museo, Carlos Alfredo Ferreyra, cuenta que hay objetos maravillosos en la reserva, desde pecheras de bronce indígena hasta pinturas mexicanas del siglo XVII.
En una vitrina se puede ver una colección de platos antiguos, donde se encuentra uno con un mensaje político: “Federación o Muerte”, el lema que impuso Rosas. En otra de las salas se encuentra el inventario de la casa en la que figuran los esclavos. Llegó a haber 294 esclavos negros y entre 600 y 800 aborígenes, junto a sólo tres sacerdotes que vivían en la estancia.
Museo Jesuítico Nacional. Pedro de Oñate 246, Jesús María. T: (3525) 44-5500. Martes a domingos y feriados, de 10 a 18. Gratis.
Estancia Caroya
A 48 kilómetros de la capital cordobesa se encuentra la estancia Caroya (1616), el primer establecimiento rural organizado por los jesuitas. El sencillo edificio colonial se levanta, al igual que los demás, alrededor de un patio central.
El claustro está conformado por diez habitaciones con muebles y objetos de diversas épocas. Tiene perchel, tajamar, restos del molino y de las acequias, y áreas de quinta. Y, por supuesto, la capilla de piedra y barro con tirantes de algarrobo del siglo XVII que es preciosa.
Tras la expulsión de los jesuitas, la estancia tuvo diferentes usos. Durante la guerra de la Independencia fue sede de una fábrica de armas blancas que abastecía de puntas de bayoneta al Ejército del Norte. En 1854 pasó a manos del Estado nacional para convertirse, en 1878, en la residencia del primer contingente de inmigrantes friulanos, fundadores de Colonia Caroya. Hoy es museo provincial y Monumento Histórico Nacional.
Estancia Jesuítica de Caroya. Ruta E 66, camino a Ascochinga. Tel: (3525) 42-8581. De martes a viernes, de 9 a 18. Sábados, domingos y feriados, de 10 a 16. $1.000. Jubilados y estudiantes, gratis.
Estancia Santa Catalina
La estancia Santa Catalina (1622) es la más grande de la orden religiosa fuera de la ciudad de Córdoba. Ubicada a 75 kilómetros de la capital provincial, se dedicaba especialmente a la cría y comercialización de mulas con las minas de Potosí. Llegó a tener más de 15.000 cabezas en sus más de 150.000 hectáreas.
En 1774 fue comprada por Francisco Antonio Díaz, y aún hoy está en manos de sus descendientes. Es la única estancia privada. La majestuosa iglesia bajo la advocación de Santa Catalina de Alejandría es barroca, de una sola nave, en cruz latina. El retablo del altar mayor está tallado en algarrobo con molduras y relieves dorados.
La residencia tiene tres patios, claustros, tajamar, y techos con tejas musleras (que se fabricaban sobre los muslos de los esclavos), un cementerio y las rancherías.
Estancia Jesuítica de Santa Catalina. A 20 km de Jesús María. Mail: santacatalinaiglesia9@gmail.com De martes a domingo, de 10 a 13 y de 14 a 18. Conviene ir de martes a viernes, porque solo esos días se puede hacer la visita completa: iglesia y claustros. Fines de semana sólo está disponible la iglesia. El recorrido completo: $3.000; la iglesia: $2.000.
Estancia Alta Gracia
La estancia de Alta Gracia es la más cercana a la ciudad de Córdoba. Los jesuitas se hicieron cargo del lugar en 1643 y la construcción se terminó en 1762. El complejo comprende la iglesia y la residencia sobre una planta en L, donde funciona el Museo Nacional y la Casa del Virrey Liniers desde 1977.
El patio central cuenta con una escalinata y, como en el resto de las estancias, se observa el sistema hidráulico y los hornos.
Después de la expulsión de la orden religiosa, la compró un comerciante español en un remate. Fue la última casa del virrey Santiago de Liniers, donde vivió hasta que lo fusilaron. En frente se encuentra el Tajamar, el dique artificial más antiguo de Córdoba, y emblema de la ciudad de Alta Gracia.
Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers. Padre Viera esquina Solares 5.186, Alta Gracia. Tel: (3547) 42-1303. De martes a viernes, de 9 a 13 y de 15 a 19. Sábados y domingos, de 11 a 17. Gratis.
La Candelaria
La Candelaria (1683) se encuentra a 150 kilómetros de Córdoba sobre una planicie de altura conocida como Pampa de San Luis, en el departamento Cruz del Eje y al norte de las Sierras Grandes. Desde 1673, los jesuitas la utilizaron principalmente para la producción de mulas en un terreno de 300.000 hectáreas. La construcción combina elementos de una residencia con un fortín y está organizada alrededor de un patio central rectangular.
La iglesia se ubica a uno de sus lados con la imagen tallada en madera de la Virgen de las Candelas. En el otro extremo, se observan las ruinas de la ranchería (habitaciones para los esclavos), el obraje, los corrales y los vestigios del sistema hidráulico. La estancia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 y la Provincia la adquirió en 1982.
Estancia Jesuítica La Candelaria. El camino más bonito es por Tanti, con auto alto. Hay 90 km de tierra. El otro camino para todo tipo de vehículo es por RPN 38 hasta Cruz de Caña. La estación de servicio más cercana está a 70 km. Jueves a domingo y feriados, de 11 a 17. $1.000.
Fuente: La Nación