Un film, pese a la dictadura
«Alianza para el Progreso», el filme que llegó a Cannes pese a la censura de la dictadura. El 4 de mayo de 1972, la ópera prima del muy joven Julio Ludueña logró exhibirse por primera vez en una sala del festival que ya por entonces era el más importante del mundo, mientras en Argentina seguía perseguida por el Ente de Calificación Cinematográfica de la dictadura de entonce. Un año después estuvo en Rotterdam y recién en 1999 se estrenó en el cable argentino.
POR CLAUDIO D. MINGHETTI
El 4 mayo de 1972, un año antes del retorno a la democracia, es decir hace ya medio siglo, el director Julio Ludueña logró lo que parecía un imposible: presentar en el Festival de Cannes su película «Alianza para el progreso», que recurriendo a un lenguaje poco habitual en el cine argentino previo a la fugaz primavera política que se estaba prologando, mostraba aquel presente tal como era interpretada por la intelectualidad local del llamado séptimo arte.
En 1961, más de una década antes, el presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy propuso un programa de ayuda económica y social para América Latina titulado Alianza para el Progreso. El objetivo era mejorar las condiciones sanitarias, ampliar el acceso a la educación y la vivienda, controlar la inflación e incrementar la productividad agrícola mediante la reforma agraria de la región al sur del Río Bravo, pero nada de eso término ocurriendo.
Kennedy fue asesinado, y el paquete pensado para contrarrestar la onda expansiva de la Revolución Cubana que empezaba a tener diferentes manifestaciones precisamente en lo social, tuvo un destino totalmente inverso: las políticas implementadas desde entonces por el Foreing Office y la de los mandatarios que ocuparon la Casa Blanca uno detrás de otra fueron claras, contundentes y la mayor parte de las veces incluyeron violencia.
Al joven Ludueña, en tiempos que otros cineastas también trataban de expresar sus convicciones políticas a través de la pantalla grande, se le ocurrió pergeñar una ficción alegórica acerca de ese plan frustrado y sus consecuencias, así como de la verdad detrás de de las políticas planeadas por Estados Unidos para el sur del continente.
En el trascurso de la trama desfilan escenas de la época, en un teatro, algunas audaces de sexo como entonces no se veían en el edulcorado o politicamente correcto cine nacional con abundancia de musicales tipo Palito Ortega o Sandro; las más duras con grupos armados -gruesos calibres-, militares uniformados, represores y torturadores que portan y usan picanas eléctricas, al igual que discursos o consignas a lo Cohn-Bendit, que recuerdan a la nouvelle vague del Mayo francés y a Jean-Luc Godard.
Para su debut en el largometraje, Ludueña convocó a Lorenzo Quinteros, Roberto Carnaghi, Carlos del Burgo, Juana Droeven, Alicia Quintas, Zulema Zatone, Norberto Pagani, Lelio Leser, Mario Fogo, Héctor Malamud, Pachi Armas, Roberto Zamora, Roberto Ibáñez, Mónica Escudero, Mirna Nuner y Melita Battidoro, mientras que detrás de cámaras estuvieron Juan Carlos Ciravegna en la dirección de fotografía, Juan Carlos Lenardi en cámara y Bebe Kamin en el sonido.
En aquellos tiempos y como ocurrió con muchas otras películas que no podían verse en salas por su contenido audaz o simplemente por la interpretación política de los censores de turno, se proyectaban en funciones furtivas, entre familiares o entre amigos en copias que generalmente eran en 16 mm., en improvisados microcines.
En una de aquellas proyecciones, la policía llegó hasta un departamento la calle en República de la India frente al Jardín Zoológico porteño donde se estaba exhibiendo el filme de Ludueña y detuvo al dueño de casa y a sus 30 espectadores, al operador de la proyección y a Alicia Quintas, actriz intérprete del personaje bautizado como Clase Media en la película.
Lógicamente incautó la copia y el proyector Bell & Howell. Por consejo del abogado Carlos Fayt (años más tarde juez y finalmente ministro de la Corte Suprema), que entonces asumió su defensa, Ludueña se profugó, pasando circunstancialmente a la clandestinidad y luego se presentó para ser detenido, interrogado y finalmente puesto en libertad.
La justicia le inició dos procesos, uno por incitación a la violencia y otro por obscenidad y pornografía de los que terminó sobreseído mientras no hubiera exhibición pública de la película en la Argentina, sin embargo, el 4 de mayo de 1972, se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes.
Fue entonces que el joven Huber (Hubertus Bernardus) Bals creador del Festival de Rotterdam la incluyó en la primera edición se iniciaba un mes después. La televisión sueca, que entonces dirigía el maestro Ingmar Bergman, la compró, exhibió y produjo la siguiente película de Ludueña, “La Civilización está haciendo masa y no deja oír”, una comedia musical con Valeria Lynch, Juan Bullrich, Lorenzo Quinteros y Edgardo Cozarinsky.
«Alianza para el progreso» fue distribuida y estrenada comercialmente en los Estsados Unidos, exhibiéndose meses en Nueva York, San Francisco y Berkeley, en pleno escándalo de Watergate.
El 20 de enero de 1973, el crítico Roger Greespun comentó en The New York Times: “Trata acerca de una revolución y su contra revolución en un país latinoamericano que no hace falta especificar. Sus personajes no son personajes, ni siquiera tipos humanos. Son clases sociales: hombres de negocios, militares, sacerdotes, estudiantes, sindicalistas, artistas, la señorita Clase Media y la señora Estados Unidos; una joven astuta, mala y poderosa que quiere demoler ciudades para construir autopistas en las que transiten infinidades de automóviles. Es difícil decir por qué toda esta rara estructura funciona tan bien. Horriblemente divertido unas veces y tremendamente mordaz otras, tan atrevido por su técnica y tan diferente por su extremismo, más que un film de vanguardia ‘Alianza para el progreso’ parece ser muy convincente”.
En 1974 el todavía existente Ente de Calificaciones Cinematograficas, a cargo de Octavio Getino por unos meses, autorizó la película para su exhibición, pero no pudo estrenarse por amenaza de bombas. En Argentina recién se estrenó el canal de cable Volver en 1999, es decir 27 años después. Ahora puede verse sin problemas en YouTube https://youtu.be/SkbJoZ-F4QU
En el catálogo de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, bajo el título de «La ficción de la ficción es la realidad», Ludueña fundamentaba:“Producido por un equipo de actores y cineastas que la posibilitaron con su misma intervención, ‘Alianza para el Progreso’ es un film tan malo como nos propusimos realizar. La cámara toma la peor posición posible, los actores el peor estilo posible, la narración la peor fragmentación posible, la luz la peor simpleza posible, la escena la peor de las alternativas posibles, el montaje la peor solución posible, el ritmo no existe».
Medio siglo después qué difícil ponerse en el lugar de aquellos que la descubrieron en su momento. Sin embargo todavía hoy luce esa impronta que caracterizó a aquellos cineastas que inspirados en las revoluciones cinematográficas que ocurrieron en otros lugares del mundo, sea en los Estados Unidos, en Francia o más cerca en el Brasil, así como también del cine publicitario del que muchos sobrevivían y que permitió dejar registro de aquel momento tan crucial de la historia argentina.
Julio Ludueña, que este año cumple 78 años, rodo «Alianza para el progreso» cuando solo tenía 27 años. A partir de allí siempre vivió aferrado al cine. Para entonces ya había colaborado con otros cineastas de su generación y dado muestras de su talento como parte del colectivo que rodó «La noche de las cámaras despiertas» (1970, junto a Alberto Fischerman, Jorge Cedón y Edgardo Cozarinsky, entre mas) y el mediometraje -con título extenso- «Prometeo con hacha y posología en los Estudios Delta Films y otros exteriores de la República Argentina (1971).
Años después siguió dirigiendo largometrajes, como «La civilización está haciendo masa y no deja oír» (1974), que originalmente se titulaba «Érase una bella comedia musical», «El angel Lito» (2008), y finalmente «Historias de cronopios y de famas» (2014).
Su última película, que tuvo seis años de producción, recrea las historias escritas por Julio Cortázar, a través de la animación de obras de arte de diez maestros consagrados de la pintura argentina, como Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Luis Felipe Noé, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia.
Actualmente Ludueña es vocal titular del consejo directivo de la entidad de acción social y de gestión Directores Argentinos Cinematográficos (DAC). secretario de Prensa y Comunicación, y tiene a su cargo la revista -impresa y digital- «Directores», que este año cumple su primera década.
Fuente: Télam