Historias de fútbol e inmigración
El Mundial de Qatar dejó muchas curiosidades, entre ellas que 137 futbolistas jugaron para un país distinto al que nacieron.
A principios de los 2000, el ex futbolista Boji Fati se fue de su país natal, Guinea-Bissau, en África occidental, para encontrar una vida mejor en Europa.
Dejó a su familia (tenía un hijo y su esposa estaba embarazada de Anssumane, luego conocido como Ansu) con la promesa de regresar por ellos. Guinea-Bissau sufría aún los resabios de la guerra civil iniciada en junio de 1998.
Se alternaban los golpes de Estado y la pobreza crecía a la par que el narcotráfico. Boji probó suerte en el fútbol de Portugal pero no le fue bien. Después supo de la localidad comunista de Marinaleda, en Sevilla, España.
El intendente Juan Manuel Sánchez Gordillo era receptivo a los inmigrantes. Llegó ilusionado pero los primeros tiempos los pasó como mendigo. Hasta que consiguió empleo como chofer de camiones.
Las cosas se acomodaron y, tal como prometió, llevó a su familia. Entre ellos a Ansu, que había nacido el 31 de octubre de 2002; era el segundo de un total de cinco hijos que tendría el matrimonio.
Hincha del Real Madrid y admirador de Cristiano Ronaldo, Ansu empezó a jugar al fútbol en el Sevilla. Emisarios del Madrid y del Barcelona fueron por él. Ganaron los catalanes.
A los 9 años entrenaba en La Masía. En 2019, el Consejo de Ministros español le concedió “la nacionalidad española por carta de naturaleza”. En Barcelona la rompió. A los 17 años lo veían como el heredero de Lionel Messi. Y fue integrante de la España mundialista en Qatar.
La historia de Ansu Fati terminó bien, pero hay cientos de casos de inmigrantes que no llegan a buen término.
Según la Unión Europea, los cruces de fronteras ilegales aumentaron en 2021 un 60 por ciento con respecto a 2020. Sobre 199.900 casos registrados, 112.600 fueron por mar y 87.300 por vía terrestre.
El fútbol como esperanza
Industria multimillonaria, el fútbol es esperanza de una vida mejor en los países pobres. Para encontrar talentos, los agentes merodean cualquier espacio en el que se juegue a la pelota.
Cuando aparece un diamante, se le busca club y se le encuentra nacionalidad. En el reciente Mundial de Qatar fueron 137 los futbolistas nacionalizados (en Rusia 2018 eran 82).
Es decir, que jugaron para un país distinto al de su nacimiento. Alguno, hasta gritó un gol. Tal el caso de Breel Embolo, suizo por adopción y nacido en Camerún el 14 de febrero de 1997.
Fue el autor del gol con el que Suiza le ganó 1 a 0 a Camerún. Nunca en un Mundial había pasado algo así. Eso sí: no lo gritó.
El fútbol es esperanza de una vida mejor en los países pobres.
Familiero, tiene esposa, hija y suele visitar a sus abuelos en Camerún. Se reencontró con su padre, Moise Kegni.
Alguna vez protagonizó escándalos, como cuando en plena cuarentena por covid participó de una fiesta clandestina de la que se escapó por los techos. Con la Fundación Embolo ayuda a chicos pobres en Camerún, Suiza y Perú.
Los Williams, entre Ghana y España
3.500 kilómetros en línea recta y poco más de 5 mil si se va por ruta es la distancia entre Ghana y España.
En auto, 82 horas en promedio. María y Félix Williams huyeron de Ghana en auto y a pie. Previo pago a traficantes. Puro Desierto del Sahara. Se sabe: no todos llegan. La muerte acecha.
La sed juega en contra. Pero hay más: María hizo ese recorrido embarazada. Así tuvo que seguir cuando los traficantes los obligaron a bajarse del auto sin devolverles el dinero por el viaje. Alternaron caminatas descalzos y, cuando había suerte, viajaban en el acoplado de un camión.
Fueron arrestados por la Guardia Civil española al intentar trepar la valla de la ciudad española de Melilla.
El estado de la mujer, un abogado y el recibimiento de un sacerdote de Caritas, Iñaki Mardones, que atendía refugiados, les salvó la vida. En agradecimiento, el hijo nacido el 15 de junio de 1994 en España se llamó Iñaki. Hoy tiene 28 años y un hermano, Nico, de 21 años. Juegan en el Athletic de Bilbao.
Y juntos participaron del Mundial de Qatar. Iñaki lo hizo para Ghana y Nico para España.
Que Iñaki juegue para Ghana –lo había hecho antes para España en un amistoso– se debe al pedido del patriarca familiar y de autoridades nacionales.
“Querían que aportara mi granito de arena para el país. No era fácil tomar la decisión porque tenía en ese momento las puertas abiertas para jugar con España.
Pero todo cambió cuando fui a Ghana y visité a mis abuelos. Mi abuelo de 90 años me dijo que sería un sueño para él verme con la selección de Ghana.
Eso me despejó cualquier duda. Hice muy feliz a mi familia y represento lo que llevo en la sangre”, contó en una entrevista con el diario español As.
Nico Williams (Nicholas Williams Arthur, su nombre completo) nació el 12 de junio de 2002 en España.
Su padre todavía trabajaba en Londres, desde donde mandaba dinero, y su madre tenía un trabajo a tiempo completo. Sin la presencia física de su papá, Iñaki cumplió el rol paterno.
Nico jugó en Osasuna y empezó a ganar buen dinero. Su padre regresó a España. El 28 de abril de 2021, el hermano menor debutó en la Primera del Athletic de Bilbao. En la cancha lo esperaba Iñaki.
De vivir en una choza a jugar en el Mundial
Awer Mabil nació en una choza de Kenia el 15 de septiembre de 1995. Sus padres habían huido de Sudán.
Los padres de sus compañeros de selección Thomas Deng y Garang Kuol huyeron del mismo conflicto. Comían una vez al día y tenían, al menos, una pelota para distraerse.
En 2006, Australia le concedió asilo a la familia Mabil y cambió la historia. Awer jugó en clubes locales: en 2012 debutó en el Campbelltown City y al año pasó al Adelaide United. Se fue a jugar a Dinamarca (Midtjylland y Esbjerg), Portugal (Pacos de Ferreira), volvió a Dinamarca, luego Turquía (Kasımpaşa) y desde este año está en España (Cadiz).
Ya no hay problemas económicos. En Australia lo aman. Su penal convertido en la definición del Repechaje contra Perú permitió que el seleccionado australiano clasifique al reciente Mundial.
Las secuelas de la guerra
Milos Degenek nació en Croacia el 28 de abril de 1994. Un año después, su familia, de origen serbio, fue expulsada del país junto a otros tantos que se convirtieron en refugiados.
Huyeron a Serbia a bordo de un tractor, rodeados de una multitud que también escapaba de la muerte. Sufrieron la Guerra de Kosovo, la pobreza y el miedo de ver y sentir caer bombas a su alrededor.
En 2000 sus padres emigraron a Australia: un amigo del padre que trabajaba en la Cruz Roja les consiguió asilo en Sidney.
Sus primeros partidos de fútbol los jugaba con amigos en el patio de la casa australiana. Su familia había podido comprar un lugar propio en un país ajeno. Era más de lo soñado.
La historia de Ansu Fati terminó bien. A los 9 años entrenaba en La Masía y a los 17 lo veían cooel heredero de Messi en el Barcelona.
A sus 16 se fue a probar suerte al fútbol alemán. El Stuttgart II le pagaba unos pocos euros, estaba solo y no le alcanzaba ni para comprar ropa. Pero llegaron propuestas profesionales de Japón, Serbia y Arabia.
Desde este año juega en el Columbus Crew de los Estados Unidos. Y también en el seleccionado australiano, donde es considerado el mejor defensor del equipo.
“Nunca dejen de creer en ustedes mismos”, escribió en su cuenta de Twitter después de que Australia le ganó 1 a 0 a Túnez.
Futuro de futbolista
Los cameruneses Marie Moukoko y Joseph Moukoko eran un matrimonio de clase media en Yaundé, capital de Camerún, pero él vivía y trabajaba en Alemania para girar dinero a la familia.
Cuando el 20 de noviembre nació Youssofa, Joseph estaba en Camerún y se trasladó a la embajada alemana para anotarlo. Después volvió a Alemania y cuando el pequeño cumplió 10 años todos se fueron a vivir a Hamburgo. Youssofa amaba el fútbol, hacía goles y su padre gestionó su ingreso al St. Pauli, equipo conocido por su condición antifascista.
Después se lo llevó al Borussia Dortmund, en el que debutó el 21 de noviembre de 2020 con 16 años y 1 día. Le salió redondo.
Porque Youssofa Moukoko fue parte del seleccionado alemán que participó de Qatar 2022. Es innegable que Marie y Joseph fueron previsores.
La lista de jugadores que nacieron en un país y juegan para otro no es exclusiva de estos tiempos. El Mundial de Qatar apenas mostró que la tendencia es imposible de detener mientras haya pobreza, guerras y necesidades para los más humildes.
Si antes llamaba la atención que Surinam proveyera a los Países Bajos de jugadores como Clarence Seedorf, Edgar Davids, Ruud Gullit o Frank Rijkaard, hoy no sorprende que las naciones más sufridas sean cantera de los países poderosos.
Fuente: https://www.clarin.com/viva/qatar-2022-historias-sorprendentes-futbol-inmigracion_0_z65VgQM1P8.html