Hongos, bacterias y una trama sanitaria
En acuerdo con Estados Unidos, coordinará en el continente la mayor base de datos abierta y colaborativa para identificar patógenos en minutos y combatirlos con rapidez y eficacia.
Saber en el menor tiempo posible y con la mayor precisión qué bacteria padece un paciente es uno de los grandes desafíos de la medicina actual. Sobre todo si el patógeno es raro y, por lo tanto, difícil de identificar. En ese contexto, la información disponible es clave. Estados Unidos y Argentina vienen compartiendo la confección de la mayor red abierta sobre el tema y ahora darán un próximo paso.
La colaboración se ampliará con la participación a toda la región, lo que se espera sea un potenciador de la base de datos en beneficio de la identificación cada vez más rápida de estos patógenos. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) confiaron a la Argentina la coordinación de esta tarea.
Nada sería posible sin una aliada clave: la espectrometría de masas MALDI-TOF, técnica que revolucionó la microbiología clínica y es utilizada -entre otros lugares del país- en el Instituto ANLIS Malbrán. Permite la identificación de bacterias y hongos en pocos minutos, mediante la creación de un espectro de las proteínas que identifica al patógeno. Algo así como su huella digital.
Individualizar una bacteria u hongo es determinar su género y especie, ponerle nombre y apellido. ¿Por qué es importante? Para que el paciente reciba un tratamiento con el antibiótico adecuado en forma rápida y eficaz, contribuir a una rápida recuperación, ocupar menos camas de internación, disminuir el mal uso de los antibióticos y combatir la resistencia microbiana.
Antes de MALDI-TOF, el laboratorio demoraba entre 24 horas y 15 días en identificar las bacterias que causan las infecciones más comunes. Con los patógenos más raros, como por ejemplo las micobacterias, se podía demorar varias semanas y muchas veces debía derivarse la muestra a un laboratorio de referencia para conocer qué patógeno era el responsable de la infección.
Generación de huella peptídica de una bacteria mediante ionización con láser y separación de las moléculas en un espectrómetro de masas.
También es posible que el médico o el microbiólogo nunca antes hayan visto el patógeno y lo confundan con enfermedades más comunes. Esto puede llevar a una búsqueda larga para encontrar la verdadera causa y darle al paciente el diagnóstico y tratamiento correctos. O peor aún: podría ser demasiado tarde para salvar una vida.
Pero para que la herramienta en cuestión sea realmente útil debe poder comparar la huella digital del patógeno con la más amplia red de datos posible. El hecho es que cuando un paciente llega a un hospital con una enfermedad causada por una bacteria rara, es posible que no esté representada en las bases de datos que usan las plataformas comerciales de MALDI-TOF.
Aquí entra en juego MicrobeNet, una red libre y gratuita para superar esa limitación. La base de datos en línea creada por los CDC de Estados Unidos contiene información sobre más de 2.400 microbios que causan enfermedades raras. Incluye espectros proteicos, información genética y otras características de los microbios.
La herramienta permite que los laboratorios clínicos y de salud pública en cualquier parte del mundo comparen los resultados de sus pruebas de diagnóstico con la colección de patógenos de los CDC, lo que hace que los laboratorios identifiquen y respondan más rápido y fácilmente a enfermedades peligrosas.
Chrimobacteriym violaceum, bacteria que produce pigmento violeta.
En 2020, los CDC anunciaron a sus 2.703 usuarios de 1.400 instituciones de salud del planeta su alianza con el Malbrán para expandir las bases de datos de MALDI-TOF. A partir de ese momento, Argentina fue el primer país en compartir la primera base de datos internacional incluida en MicrobeNet.
Ahora, nuestro país también coordinará MicrobeNet Latin America, para usuarios de países de la región que necesitan ayuda con el sistema. La Argentina está cosechando lo que sembró: fue pionera en la creación colaborativa de bases de datos de estas huellas digitales de patógenos circulantes en el país. La iniciativa nació en 2015.
Ese trabajo fue llevado a cabo por ANLIS Malbrán y la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, mediante la creación de una Red Nacional de Espectrometría de Masas, denominada RENAEM, que facilitó bases de datos a hospitales y clínicas del país y desarrolló un manual de interpretación de resultados que fue usado en unos 50 países.
Esta semana se realizó en el Malbrán el VIII Taller de la Red Nacional de Espectrometría de Masas aplicada a la Microbiología Clínica, en coincidencia con la novedad de esta nueva etapa en la evolución de la base de datos. Participaron microbiólogos de todo el país y de Latinoamérica.
El Instituto ANLIS Malbrán, un centro de referencia para la región y el mundo. Foto: Rafael Mario Quinteros
El encuentro, que concluye este miércoles, contó con la visita de John McQuiston y Brendan Headd, expertos de los CDC de Estados Unidos. También participaron especialistas fundacionales de esta iniciativa en Argentina: Carlos Vay, jefe del departamento de Bioquímica Clínica del Hospital de Clínicas; y Mónica Prieto, microbióloga del Malbrán.
En diálogo con Clarín, Vay recuerda cómo comenzó la experiencia: “En 2015 recibimos los primeros MALDI-TOF y entre la UBA y el laboratorio de Bacteriología Especial del Malbrán -que dirige Prieto- decidimos dar los primeros pasos en el armado de esta red. Hoy ya contamos con más de 30 equipos en todo el país y la idea es ir sumando grupos de otros países”.
La clave es poder ponerle nombre y apellido a cada bacteria u hongo. ¿Cómo se diferencia un patógeno de otro? Explica Vay: “Por lo que se denomina ‘tiempo de vuelo’ de las proteínas ribosomales, que se traduce en un espectro que define la huella digital de la bacteria, un hongo o una micobacteria”.
El Hospital de Clínicas de la UBA, una de las patas clave del proyecto. Foto: Luciano Thieberger
Ese resultado se compara automáticamente con la librería de patógenos previamente identificados y archivados en el MALDI-TOF. En pocos minutos se obtiene un resultado, que es un diagnóstico de gran precisión que permite a los médicos decidir qué tratamiento asignar contra las infecciones.
Para que el proceso ocurra se debe romper la bacteria -para liberar sus proteínas- con ácido fórmico, una matriz y un láser en una placa conectada a un tubo de vacío. Se les da a las proteínas una carga positiva. Al ser éstas de diferente tamaño, llegan primero al cátodo (parte superior del tubo) las de menor carga (más livianas) y luego las de mayor carga.
No es fácil de comprender. Parece una “caja negra” rebosante de conceptos complejos que atentan contra la divulgación.En el afán por aclarar, el interlocutor redobla los términos herméticos. Hasta que surge la resignación: entre la competencia del científico y la ingenuidad del paciente hay un abismo razonable. Hay, también, algún que otro video de YouTube que intenta mitigar ese vértigo.
Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/hongos-bacterias-trama-sanitaria-argentina-gana-poder-clave-region_0_GLLTL53mYh.html