Juan Alberto Badía el día en el que cumpliría 78 años
“Juan Alberto Badía era la misma persona dentro y fuera de cámara”. Con esta frase, directa y cargada de admiración, Juan Carlos Baglietto resumió lo que muchos pensaron y sienten aún sobre el legendario locutor y conductor. Para el músico, como para tantos artistas que compartieron momentos con él, Badía no fue solo un comunicador excepcional; fue un pilar, un guía y un generoso anfitrión que marcó un antes y un después en la forma de hacer radio y televisión.
En charla exclusiva con Teleshow, Baglietto reflexionó sobre algunas características del histórico locutor. “Juan Alberto no solo abría puertas a la música, a la diversidad, a la pluralidad, sino que además, cuando te sentabas a hablar con él, si no estaba absolutamente al tanto de qué estabas haciendo como artista, se informaba. Estudiaba. Sabía con quién estaba hablando”. Estas palabras son un retrato fiel de un profesional que entendía su trabajo como un puente entre el arte y el público, un rol que requería compromiso, dedicación y un respeto genuino por las personas que entrevistaba.
En un medio donde, muchas veces, las preguntas pueden ser superficiales o improvisadas, el comunicador se destacó por su meticulosidad. El rosarino subrayó esta cualidad como algo casi único en la industria: “No digo yo, sino cualquiera, podía sentarse frente a él y sentir que había alguien que valoraba lo que hacía. Porque Badía sabía tu historia, entendía tu presente y se interesaba por tu futuro. Ese nivel de respeto es algo que no se encuentra fácilmente”.
Juan Alberto Badia en una clásica estampa de «Badía y compañía», un espacio para que la música nacional brille
Para Baglietto, la figura de Badía trasciende su rol como comunicador. En sus recuerdos, Juan Alberto era mucho más que el anfitrión de programas icónicos como Badía y Cía. o Imagen de Radio; era un verdadero aliado de los artistas. “Seguimos extrañándolo porque tenía un don de gente que iba más allá de las cámaras y los micrófonos. Era alguien que entendía que estaba hablando con una persona particular, que no todos somos lo mismo, y valoraba eso”, rememoró el músico.
Esta conexión auténtica es quizá lo que hizo de Badía un referente insustituible. Durante las largas emisiones deBadía y Cía., ese refugio en el que los artistas podían compartir su música, historias y pensamientos en un ambiente de absoluta confianza, se creaban momentos mágicos que gracias a la magia de Internet muchos de ellos están ahí, para abordarlos de ser necesario.
Baglietto no ocultó la nostalgia al reconocer que hubo intentos de seguir su legado, mencionando figuras como el recordado Gerardo Rozín, pero admitió que son excepciones en un medio que cambió profundamente desde los días de Badía. “Lamentablemente, son muy pocos los que intentaron continuar con su trayectoria. Es triste porque ese espacio que él construyó, ese lugar para la diversidad, ya no existe”.
El músico destaca que el legado de Badía no es solo técnico o profesional; es humano. “Se lo sigue valorando, se lo sigue teniendo presente porque lo que hizo no era solo comunicar”. Las palabras de Baglietto resuenan con fuerza al recordar lo que Badía y Cía. representó para la cultura argentina. Emitido por primera vez en 1983, en pleno regreso a la democracia, el programa se convirtió en un refugio para músicos de todas las generaciones. Allí desfilaron nombres como Serú Girán, Soda Stereo, León Gieco, Sandra Mihanovich y Virus, entre muchos otros.Sandro en una vieja imagen junto con Juan Alberto Badía
Nacido en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, Juan Alberto Badía fue un hombre destinado a revolucionar la forma de comunicar en la radio y la televisión argentinas. Hijo del reconocido locutor Juan Ramón Badía, creció en un hogar donde la radio era un miembro más de la familia. Su niñez estuvo marcada por juegos en los que, junto a sus hermanos, recreaban programas ficticios, presagio de una carrera brillante que comenzaría a tomar forma años después.
En 1970, al recibir su título de locutor en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), Juan Alberto inició un camino en los medios que lo llevaría por emisoras icónicas como Radio Antártida, Rivadavia, El Mundo y Radio del Plata. Su estilo único, coloquial y cercano, redefinió la relación entre los oyentes y el anfitrión, instaurando un sello personal que sería la base de su éxito.Juan Alberto Badia junto con Alberto Cortez en su último ciclo en la TV Pública
La música fue su gran aliada. No solo la compartía con su público, sino que se convirtió en un puente entre artistas y audiencias. Su carisma como anfitrión abrió puertas a talentos emergentes y rindió homenaje a figuras consagradas. Con él, la música era más que entretenimiento: era emoción, cultura y comunidad.
El año 1983 trajo consigo el retorno de la democracia y el lanzamiento de uno de los programas más emblemáticos de la televisión argentina: Badía y Cía.. Durante años, este espacio marcó un antes y un después en el entretenimiento nacional. Con emisiones maratónicas de hasta nueve horas, el programa se transformó en un verdadero escenario para los grandes de la música argentina.
Imagen de Radio, otro de sus programas icónicos, logró un cometido difícil de imaginar: trasladar al espectador al interior de un estudio radiofónico. Las luces, los micrófonos y el ambiente íntimo de la radio llegaban a la televisión en un formato único que resaltaba la magia de este medio.Juan Alberto Badía recibió un Martin Fierro a la Trayectoria en la edición del año 2012
El tiempo pasó, pero la figura de Juan Alberto Badía sigue viva en la memoria de quienes lo conocieron y en el corazón de quienes disfrutaron de su trabajo. Las palabras de Baglietto, cargadas de admiración y melancolía, resumen lo que el locutor significó para la cultura argentina: “Se lo extraña. Se lo sigue queriendo”.
A pesar de su partida en 2012, su legado sigue iluminando el camino de quienes buscan hacer de la comunicación un arte. En el corazón de la radio y la televisión argentinas, Juan Alberto Badía sigue siendo una voz irremplazable. Es que no solo fue un hombre de radio y televisión; fue un puente, un faro y una inspiración. Su legado no reside únicamente en los programas que condujo o en los artistas que entrevistó, sino en la forma en que entendió la comunicación como un acto de amor, respeto y humanidad. La ausencia de Badía dejó un vacío difícil de llenar, pero sus enseñanzas y su ejemplo siguen siendo una guía para quienes creen en el poder transformador de la música, las palabras y la conexión genuina entre las personas.