La ciencia crece cada día en Argentina
Por Claudio Tomasi, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina.
Los problemas de desarrollo son complejos y cambian rápido. Por eso, es necesario pensar otras maneras para abordarlos. Una de ellas es comenzar mapeando lo que las personas están haciendo para lidiar con sus problemas, reconociéndolas como expertas con saberes derivados de su experiencia, para informar a las políticas públicas con una lógica de abajo hacia arriba. Los mapeos de soluciones -desarrollados por la Red de Laboratorios de Aceleración del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)- parten de lo que ya está funcionando en los territorios para acelerar el desarrollo a otra velocidad.
Pongamos un ejemplo que ilustra el potencial de este abordaje y nos hace retroceder dos años. Habíamos detectado a la ciencia ciudadana como una herramienta innovadora para incidir en la incorporación de nuevos temas en la agenda, reforzar el activismo presente en los territorios, favorecer una democracia más participativa y una ciencia más democrática, entre otros beneficios. Ahora bien: ¿a qué llamamos ciencia ciudadana? Al esfuerzo de investigación científica, colectivo, participativo y abierto, destinado a generar conocimiento de manera rigurosa e impulsado por distintos actores, quienes no necesariamente forman parte del ámbito académico. Desde PNUD, intuíamos que la ciencia ciudadana iba a terminar creciendo, como está sucediendo en otros países, y queríamos ser parte del colectivo que la acelerara en la Argentina.
Con este objetivo en mente, necesitábamos mapear los proyectos de ciencia ciudadana que estaban implementándose. Para ello, nos aliamos con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT). De manera co-creativa, diseñamos e implementamos una estrategia de mapeo que ya ha reconocido 55 iniciativas de ciencia ciudadana -con distintas temáticas, enfoques y a lo largo del país- y que sigue creciendo de manera colaborativa.
Cuando dimos a conocer los primeros 30 proyectos mapeados a fines de 2021, se produjo un gran hito en la puesta en valor en Argentina: MINCYT se comprometió a diseñar un Programa Nacional de Ciencia Ciudadana. A fines del año pasado, se celebró su lanzamiento y PNUD estuvo presente porque sabemos lo que significa este logro y reconocimiento para quienes venían desarrollándola. Su primera línea de acción es una convocatoria que procura fortalecer y promover este tipo de proyectos y, gracias a ella, el mapeo sigue alimentándose y generando lecciones.
Tenemos mucho por aprender de este tipo de construcción de conocimiento en la que todos podemos formar parte. Por ejemplo, de los niños que adoptan cuerpos de aguas como mascotas, de los turistas que monitorean microalgas en la Antártida, de las comunidades que anticipan crecidas para minimizar los riesgos por desastres naturales, de los vecinos que separan sus residuos domiciliarios para precisar su cantidad y composición, de las personas preocupadas por el mal de chagas que contribuyen al monitoreo de las vinchucas en tiempo real y a las alertas a centros de salud cercanos, de los productores agrícolas que mejoran e innovan las semillas que producen mediante la inteligencia colectiva, de los buceadores que recopilan información para contribuir al monitoreo oceánico en el sector costero, de los grupos interdisciplinarios que trabajan con comunidades organizadas en torno a problemáticas socioambientales, de quienes sistematizan y comparten el conocimiento acumulado a lo largo de los años en determinados lugares, entre otros.
En definitiva, a casi dos años de nuestros primeros pasos en la temática, en PNUD miramos para atrás y reconocemos un camino donde fuimos parte del movimiento que está haciendo crecer a la ciencia ciudadana en la Argentina. Sabemos que llegamos lejos porque lo hicimos de manera colectiva, nos basamos en la evidencia y trabajamos con herramientas innovadoras que brindan mecanismos de participación ciudadana y soluciones que responden a las preocupaciones de las personas afectadas por los problemas.
Fuente: Télam