Las Brujas de Salem: la verdad de la ciencia
Vamos a decirlo de entrada: las brujas de Salem no eran capaces de dañar a otras personas mediante “conjuros malévolos”. Pero no se trata solamente de que su hechicería no fuera eficaz. En realidad, ni siquiera practicaban ritos de las “artes oscuras”.
Entonces, ¿qué es lo que ocurrió en Salem a fines del siglo XVII, que llevó a que la ciudad sea conocida hoy en los Estados Unidos como la “Ciudad de las Brujas”? ¿Acaso todo se reduce a calumnias, fraudes y peleas entre familias rivales de un poblado que, en esa época, no superaba los dos mil habitantes?
Quizás, antes de empezar a abordar estas preguntas, lo mejor sea realizar un breve repaso de los hechos. Salem fue una colonia de Massachusetts fundada hacia 1630 por puritanos (un estricto grupo protestante de Inglaterra).
Daniel Day-Lewis en la ficción del filme Las Brujas de Salem, es víctima de hechizos de amor. Foto: Archivo Clarín.
Con apenas algo más de 60 años de existencia, la ciudad estaba en tensión por disputas políticas, religiosas y económicas entre los miembros de la comunidad. En ese marco, en febrero de 1692, algunas niñas comenzaron a sufrir ataques repentinos que se manifestaban en contorsiones del cuerpo, andar a gatas, sentir pinchazos y lanzar gritos y sonidos extraños.
El escenario de estos hechos fue el Massachusetts puritano: la religión era fundamental.
Pronto les quedó claro a los pobladores que no había explicación natural para estos accesos.
Indudablemente eran “obra del demonio”, lo cual quedó en evidencia cuando las jóvenes que padecían estos daños comenzaron a acusar de brujería a diversas personas.
El asunto fue creciendo y, durante un año se realizaron procesos judiciales en los que se emitieron acusaciones contra más de 200 personas de Salem y poblados cercanos. Treinta fueron halladas culpables y 19, ejecutadas en la horca: la mayoría eran mujeres.
Si a alguien le resulta familiar esta historia, tal vez se deba a la película Las brujas de Salem (1994), protagonizada por Winona Ryder. El filme está basado en una obra teatral de Arthur Miller de 1953 (The Crucible), donde se comparan ostensiblemente los episodios de Salem con la caza de brujas del macartismo, que ocurría al momento de ser escrita la obra.
Los juicios en Salem, en 1692, condenaron a 30 personas. Diecinueve fueron ahorcadas. Imagen: Archivo Clarín.
De hecho, esa pieza ayudó a consolidar el sentido figurado de la expresión. La notoriedad de la obra (y la película) penetraron en la imagen colectiva sobre las brujas de Salem, de modo que el veredicto popular sobre el caso es que se trató de un fraude pergeñado por jóvenes reprimidas debido a una sociedad autoritaria, a las que el asunto se les fue de las manos y que dio lugar al destape de odio, persecución ideológica y ajustes de cuentas.
Histeria colectiva
La realidad es que esta visión fragmentada –en última instancia, distorsionada– es un eslabón más en una serie de creencias erróneas respecto de la brujería a lo largo de la Historia. Por ejemplo, se suele creer que la principal época de cazas de brujas tuvo lugar la Edad Media, cuando en realidad se desarrollaron, sobre todo, durante la Edad Moderna, entre los siglos XV y XVIII.
En ese período fueron ejecutadas unas 50 mil brujas, pero no en la hoguera (otro mito), sino en la horca. Por otra parte, si bien la mayoría han sido mujeres, en varios países la proporción con hombres es más pareja, e incluso en algunos estos las superan.
Pero el mayor mito es el de la propia brujería: como práctica organizada jamás existió. En palabras del historiador Scott Hendrix, de la Universidad Carroll (Wisconsin, Estados Unidos): “Los historiadores han notado desde hace tiempo que no hay evidencia de que ningún ‘sabbat’ haya ocurrido jamás”.
Los sabbat son los aquelarres, las supuestas reuniones en donde tendrían lugar perversos pactos con el diablo. Esto, más allá de que en la actualidad hay numerosos grupos neorreligiosos que siguen una forma moderna y sincrética de brujería, denominada wicca, con numerosas vertientes.
Para desentrañar qué es lo que sucedió realmente hace más de tres siglos en Salem, Viva buscó a tres de los mayores expertos mundiales en el tema: Robert Bartholomew, sociólogo estadounidense especializado en histeria colectiva y pánico social, profesor en la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda); Benjamin Radford, psicólogo e investigador escéptico estadounidense; y Emerson Baker, profesor de historia de la Universidad de Salem (sí, el propio lugar de los hechos).
Todos se ocuparon de resaltar el rol de la llamada histeria colectiva en los juicios de Salem. Términos más apropiados serían reacción de estrés colectivo o enfermedad sociogénica colectiva, preferibles debido a las connotaciones negativas de la palabra “histeria”.
Según Robert Bartholomew: “La condición se desencadena por la conversión del estrés psicológico en síntomas físicos reales para los que no existe una causa orgánica”. En la misma línea, Emerson Baker afirma que “Trastorno de conversión es una mejor descripción de la condición, ya que la mente convierte la angustia mental en síntomas físicos”.
Los problemas en Salem les hicieron creer a sus habitantes que Satanás estaba allí, suelto.
Benjamin Radford completa la idea: “Estos síntomas generalmente son bastante leves y temporales, desaparecen por sí solos y no son debilitantes, en su mayor parte. Puede ser tos, picazón, oler algo, mareos, náuseas, sensación de debilidad, convulsiones, temblores. De modo que, en muchos casos, no se puede probar que se trata de histeria colectiva, y tampoco es necesario”.
Estrés y religión
Es decir, una situación de ansiedad provoca en una persona una serie de síntomas físicos particulares. Pero, ¿cómo se pasa de un caso individual a un contagio grupal?
Radford dice que “la gente toma señales sociales de otras personas. Entonces, una persona comienza a sentirse rara y se desmaya o tiene temblores, y otras personas a su alrededor la ven y, a veces, asumen esos síntomas. Así es como la histeria colectiva puede pasar de una persona, a tres, a treinta y a cientos de personas. Esta imitación es sutil e inconsciente. Ocurre –fuera del terreno patológico– diariamente, como cuando alguien imita la conducta del otro en una primera cita, o con el carácter contagioso del bostezo, por poner un par de ejemplos con mecanismos algo similares a la histeria colectiva”.
Es importante tener presente, como recuerda Bartholomew, que “la enfermedad sociogénica colectiva no es un trastorno mental, ni las víctimas están ‘locas’ o se lo inventan. Es una respuesta al estrés”.
Por otra parte, tampoco hay que creer que todas las “víctimas” de Salem sufrieron este desorden. Baker advierte que “hubo muchas causas, incluidas algunas víctimas de la guerra que sufrían de trastorno de estrés postraumático, y también hubo claramente simulación de síntomas (probablemente más de lo que querríamos admitir)”.
Hecha la aclaración, ¿qué mecanismos que provocaron ese tipo de estrés en algunos de sus pobladores estaban presentes en Salem? Baker nos detalla el contexto favorable para que apareciera el fenómeno: “En el Massachusetts puritano de 1692, la religión era fundamental en todos los aspectos de la vida. Entonces, cuando la gente tenía preocupaciones religiosas (sobre el destino de la colonia puritana, sobre el nivel de devoción de la gente a Dios, sobre sus preocupaciones personales acerca de lograr la salvación), esto generaba ansiedades que podían resultar en un trastorno de conversión”.
Está claro que las mujeres no son quienes padecen exclusivamente este trastorno. Sin embargo, más allá de diferencias locales, hay una desproporción de mujeres, tanto en quienes eran consideradas brujas en la antigüedad (incluidos los juicios de Salem) como en los casos más recientes de histeria colectiva.
En los juicios de Salem se revisaron 200 acusaciones por brujería. Imagen: Archivo Clarín.
Para Benjamin Radford, las causas de ese fenómeno podrían ser sociales: Las mujeres tienden a estar mucho más conectadas socialmente y por eso –volviendo al tema del contagio colectivo– es más probable que estuvieran en grupos de personas que experimentaron los mismos síntomas”.
Una tormenta perfecta
Estas consideraciones pueden explicar por qué algunas jóvenes de Salem sufrían de ciertos síntomas. Pero, ¿por qué se atribuyó la causa a la brujería?
Recordemos que esto terminó con la pena de muerte para 19 personas. Otras cinco murieron en prisión esperando sentencia y otra persona ejecutada por no confesar.
Ellas son las verdaderas víctimas, más que aquellas que padecieron accesos de histeria colectiva. Para Radford: “La clave aquí es que existe la creencia en alguna fuerza externa que puede causar una enfermedad. Existe una cosmovisión que atribuye eventos misteriosos, desconocidos o inexplicables a otra cosa. Y en la base hay una búsqueda de alguien a quien culpar”.
La búsqueda de culpables nos vuelve sobre el tema del chivo expiatorio, mencionado por Radford. Por lo general, un chivo expiatorio aparece en situaciones de crisis. ¿Qué estaba ocurriendo en Salem al momento de la caza de brujas?
Emerson Baker escribió un exhaustivo libro sobre el contexto de los juicios de Salem, A Storm of Witchcraft (“Una tormenta de brujería”), que apunta a múltiples causas para la persecución, ya desde el título.
“Llamé así a mi libro –nos cuenta Baker– para sugerir que se necesitó una tormenta perfecta de causas y problemas para crear lo que fue, con mucho, la mayor caza de brujas en la historia de Estados Unidos. Los factores que influyeron fueron: un clima notablemente malo, que llevó a malas cosechas e inflación; dificultades económicas; faccionalismo político y religioso; inseguridad política en la colonia; preocupación por el declive de la devoción religiosa; y pánico por la guerra frente a los franceses y sus aliados indígenas wabanaki. Como los franceses eran católicos y los indígenas, paganos o habían adoptado el catolicismo, se trataba de una crisis a la vez religiosa, militar, política y económica. Todos estos problemas, juntos, crearon una atmósfera en la que la gente creía que Satanás estaba suelto en Massachusetts”.
Emerson Baker tiene la particular ventaja de conocer de primera mano el lugar de los hechos, como residente de Salem. Aprovechamos esta circunstancia para preguntarle por la actualidad de la ciudad, que promociona los célebres juicios como elemento turístico.
Dice el experto: “Es un poco irónico que Salem sea conocida como la Ciudad de las Brujas, ya que hubo 19 ejecuciones contra las aproximadamente 50.000 que hubo en Europa y sus colonias. Aún así, los juicios de las brujas de Salem han arrojado una sombra oscura sobre la ciudad. Mucha gente todavía siente vergüenza por los hechos. Mientras tanto, cientos de miles de personas acuden a Salem cada año como turistas, y el turismo de brujería es un importante generador de ingresos para la ciudad (se desaceleró bastante durante la pandemia, pero se ha recuperado en los últimos meses). Esto preocupa a mucha gente, ya que parece que la comunidad se está beneficiando de las víctimas de 1692. Creo que Salem lucha constantemente con este problema. Queremos ser una comunidad que acepte a todos los residentes y visitantes por quienes son, porque en 1692 aprendimos lo que sucede cuando no lo haces”.
Más allá de histerias colectivas y cazas de brujas, tal vez lo mejor que podemos aprender de los juicios de Salem es, como dice el profesor Baker, una lección de tolerancia.
Fuente: https://www.clarin.com/viva/brujas-salem-verdad-ciencia-330-anos_0_dpJCWV5Bx.html