Los mapas de la pandemia revelan las desigualdades en Latinoamérica
El coronavirus está marcando con tinta indeleble las fronteras de la desigualdad en las ciudades latinoamericanas. La enfermedad, que llegó oficialmente al continente el 26 de febrero a través de un brasileño de São Paulo que había estado en Italia y se cobró su primera vida en Buenos Aires (Argentina) poco más de una semana después, no tardó en entrar en la fase de contagio comunitario poniendo en emergencia los sistemas de salud de algunos países. La covid-19 enfrentó a los dirigentes de la región y a millones de familias a la disyuntiva imposible de cómo frenar su expansión sin ahogar las economías. Aunque el virus golpea por igual a ricos y pobres, hay grandes diferencias a la hora de combatirlo en función de la clase social. Confinarse, mantener la distancia social, quedarse en casa e incluso lavarse las manos son acciones mucho más difíciles para quienes viven al día, hacinados y en ocasiones sin acceso a agua corriente en favelas o barrios de bajos recursos y coloca en una situación de desventaja a sus habitantes frente a la pandemia.
Un análisis de datos en cuatro de las urbes más grandes del continente revela cómo las brechas de la región han quedado al descubierto con la pandemia, que se ha cebado especialmente con los barrios populares de la Latinoamérica urbana. En la enormidad del área metropolitana que acompaña a Ciudad de México encontramos el peso de la densidad; en Bogotá, la división económica entre el noreste de la ciudad y el resto se materializa también en los contagios; en Buenos Aires, la brecha norte-sur se plasma con particular intensidad no sólo en el contagio, sino también en la atención que ha merecido por parte de las autoridades; y en São Paulo, la ciudad más grande del continente, un zoom milimétrico desvela las fronteras invisibles por las que se mueve la covid-19.
🇲🇽 La metrópolis mexicana recibe el virus por sectores
Ciudad de México lleva meses batallando contra el contagio en un espacio que abarca mucho más que sus fronteras administrativas: los límites de las metrópolis latinoamericanas las desbordan con frecuencia, pero la extensión de la Zona Metropolitana del Valle que la contiene es excepcional: 8.000 kilómetros cuadrados, 60 municipios y 22 millones de habitantes. En su variedad, y en la constancia del contagio, ofrece un observatorio trágicamente privilegiado para comprobar cómo se desenvuelve el virus con la densidad poblacional como hilo conductor.
México es ya el tercer país con más muertes por coronavirus del mundo, después de Estados Unidos y Brasil, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins. Hasta el 2 de agosto, la ciudad había registrado más de 74.314 casos positivos y más de 8.900 muertes. La pandemia, que llegó a la capital mexicana a finales de febrero, principalmente a través de personas de las colonias más acomodadas que habían estado en el extranjero, encontró en los barrios populares densamente poblados y con altos niveles de pobreza de la capital un caldo de cultivo para su expansión. En marzo, la Ciudad de México entró en una cuarentena laxa que se relajó aún más en junio, cuando el Gobierno de Claudia Sheinbaum inauguró el sistema del semáforo epidemiológico, por el que se reabrieron parcialmente comercios y restaurantes con medidas de seguridad y sana distancia mientras disminuía la tasa de ocupación hospitalaria. Sin embargo, para los habitantes de los sectores más desfavorecidos, donde las familias viven hacinadas y sin acceso a agua potable y drenaje, el quedarse en casa y la distancia de seguridad nunca fueron una opción y eso tiene un claro reflejo en el número de muertes y contagios. Para muchos mexicanos, el salir a la calle y, como consecuencia, la posibilidad de enfermarse, lo marca más la necesidad de ganarse la vida que el semáforo.
🏢 La densidad importa (y el hacinamiento también). Los municipios con mayores contagios y muertes son también algunos de los más densamente poblados y los de los que tienen mayores tasas de pobreza como Iztapalapa y Gustavo A. Madero, donde el 35% y el 28,4% de la población, respectivamente, vivía en 2015 en la pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
🇨🇴 El contagio en Bogotá, en dos mitades
La epidemia despegó tarde en Colombia, pero cuando lo ha hecho ha concentrado su impacto en la capital. Bogotá acumula casi cuatro de cada diez casos detectados en el país, con apenas un 18% de la población. Pero la inmensa mayoría de ellos se concentran en los estratos bajos.
La palabra “estrato” no es aquí trivial, sino que tiene una connotación profunda en las ciudades del país: todas sus viviendas urbanas están clasificadas según una serie de parámetros de calidad y habitabilidad que van de 1 a 6. La afiliación de un hogar con un estrato se convierte prácticamente en una marca de clase. Según datos que publicó la Secretaría de Salud de Bogotá el pasado 30 de julio, el 45% de los fallecidos durante la pandemia pertenecían a hogares de estrato 2, y el 25%, al estrato 3. Ambos dominan en Suba y Kennedy, las localidades con más contagios acumulados. Un 17% vivía en el 1. Entre todos suman nueve de cada diez muertes por la covid-19 confirmadas en Bogotá.
🚍 La desigualdad en la calle, en las viviendas… y en el transporte público. Un tercio de las viviendas de Bogotá son de estrato 2, pero casi la mitad de muertes y hospitalizaciones pertenecían a este segmento. En el estrato 1 la diferencia es más abismal: la proporción de casos graves de la covid-19 duplica a la que le correspondería por peso en la población. La razón es doble: por una parte, se trata de hogares normalmente más habitados. Pero, por otra, de ellos se nutre la gente que tuvo que salir a trabajar casi desde un primer momento. El confinamiento en Colombia fue temprano, pero la vuelta de la gente a las calles rebrotó pronto. Sobre todo, por motivos laborales, según los datos de movilidad de Google. Además, el sistema de autobús de plataforma reservada que moviliza a millones de personas día tras día recoge datos según el tipo de tarifa empleado por sus pasajeros: los billetes comprados con la reducida, reservada para los hogares de menos ingreso, descendieron menos que el resto, y también aumentaron a mayor velocidad. Son, efectivamente, los estratos 1 y 2.
🇦🇷 Los focos al sur de Buenos Aires
✍️ Por Federico Rivas
Argentina inició una dura cuarentena el 20 de marzo, que aún continúa. Luego de mantener durante meses aplanada la curva de contagios, atraviesa ahora un periodo de subida acelerada de la curva. Desde hace dos semanas, los casos promedian los 5.500 diarios y la cantidad de infectados se acerca a los 200.000, con más de 3.500 muertos. Las cifras están lejos de sus vecinos más afectados por la pandemia, como Brasil o Chile, pero preocupa a las autoridades que el virus se ha ensañado con la ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana. Viven allí cerca de 15 millones de personas, el 33% de la población total del país. Los mapas muestran, además, que la distribución del virus tampoco ha sido homogénea dentro de esa zona de conflicto.
🛑 Los focos epidemiológicos en zonas vulnerables. El virus llegó a Argentina a principios de marzo y se instaló en la zona norte de la capital, donde se concentran los barrios acomodados. Ingresó por el aeropuerto internacional de Ezeiza, portado por turistas que regresaban de sus vacaciones por Europa, sobre todo en España e Italia. La propagación, sin embargo, se concentró pronto en las comunas más pobres, ubicadas en la mitad sur de la capital, y en las llamadas villas miseria, barrios carenciados donde vecinos hacinados y sin servicios básicos no pueden cumplir con el confinamiento preventivo. El peso estadístico de estos asentamientos precarios ha sido tan importante que puso en rojo al barrio de Retiro, ubicado en la zona “verde” del coronavirus.
🇧🇷 El virus respeta fronteras invisibles en São Paulo
✍️ Por Marina Rossi
La ciudad de São Paulo, la más rica y poblada de Brasil, fue la primera en registrar un caso de la covid-19 en Brasil el 26 de febrero, cuando sus calles estaban llenas de gente celebrando el carnaval. Con 12 millones de habitantes, se convirtió rápidamente en el epicentro de la pandemia en el país y hoy suma oficialmente más de 22.700 muertos. Aunque la cuarentena se impuso oficialmente el 24 de marzo, con restricciones en algunos sectores, nunca hubo un verdadero confinamiento. Las medidas de aislamiento social favorecieron a las clases medias y altas. Gran parte de los sectores que emplean a la población de menor poder económico siguieron funcionando total o parcialmente, como los servicios esenciales o la construcción.
Bajo esta realidad, los más pobres se volvieron aún más vulnerables. Viviendo en espacios precarios, muchas veces sin infraestructura básica y compartiendo espacios pequeños con otras personas, este grupo siguió saliendo a trabajar, muchas veces usando el transporte público, lo que les exponía más al contagio. Además, este sector de la población generalmente depende de la salud pública, que ya tenía largas listas de espera antes de la pandemia. La comparación entre el barrio de Morumbi, uno de los más caros de la ciudad, y Paraisópolis, un conjunto de favelas –viviendas improvisadas al costado de ese mismo barrio–, es un claro ejemplo de este escenario. Los residentes de Morumbi, donde la densidad de población es de 4.119 habitantes por kilómetro cuadrado, se vieron mucho menos afectados por la pandemia que los de Paraisópolis, donde la densidad es de 45.000 por kilómetro cuadrado.
Según datos del Ayuntamiento presentados esta semana, 1,3 millones de personas tuvieron contacto con el coronavirus, un número seis veces mayor que los 213.000 casos confirmados oficialmente hasta entonces en la ciudad. El informe oficial refleja que las personas con ingresos mensuales más bajos y menos educación son los más vulnerables al virus, un sector con mayoría de población negra.