Máxima referente de la crianza en el mundo

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Dejó a su hijo de 9 años viajar solo en el subte de Nueva York, la llamaron la peor madre del mundo y hoy es referente mundial sobre crianza en libertad

Lenore Skenazy tiene un título de Yale, una maestría en Columbia y fue periodista y columnista de grandes medios norteamericanos

LA NACIONEvangelina Himitian

Elenore Skenazi, una referente de la crianza en libertad
Elenore Skenazi, una referente de la crianza en libertadSoledad Aznarez

Lenore Skenazy tiene un título de Yale y una maestría en Columbia. Fue periodista y columnista de grandes medios norteamericanos. Pero fue su columna “Por qué dejé que mi hijo de nueve años viajara solo en el metro”, publicada en 2008 en The New York Sun, la que le dio una sonoridad mundial y la llevó a convertirse en una referente del movimiento “crianza en libertad”. Primero llovieron las críticas. La llamaron “La peor madre del mundo”, pero después, la experiencia le abrió paso reflexionar sobre por qué los chicos hoy tienen tan poca autonomía. Actualmente es parte de la organización Let Grow, que está impulsando a nivel global una nueva mirada sobre la infancia, la tecnología y la autonomía. Skenazy es cofundadora de Let Grow con Daniel Shuchman, Peter Gray y Jonathan Haidt, autor del best seller Generación ansiosaque durante el último año revolucionó en muchos lugares del mundo las libertades que los padres les dan a sus hijos en el mundo digital y en el uso de los celulares.

Así como Haidt se enfoca en el uso de la tecnología, Skenazy se volvió una experta en temas de autonomía infantil. Está convencida de que el hecho de haber coartado la libertad con la que se mueven los niños en las ciudades tiene mucho que ver con las crisis de ansiedad y depresión que atraviesan hoy. Skenazy visitó Buenos Aires para ser parte del Primer Encuentro Internacional de Ciudades y Sociedades Sostenibles que organizaron el Instituto de Desafíos Urbanos Futuros, de la Legislatura porteña, la CAF y ONU Hábitat. Desde el año pasado, el Instituto de Desafíos Urbanos viene impulsando estudios sobre la pérdida de autonomía de los chicos porteños en la ciudad y planteándolo como un desafío para las políticas públicas.

Lenore Skenazy
Lenore SkenazySoledad Aznarez

—Dejaste a tu hijo de nueve años que viajara solo en el metro de Nueva York y se revolucionó todo. ¿Por qué lo hiciste?

—Creo que la gente ha olvidado lo increíblemente competentes y curiosos que son los niños. La idea de que un niño haga algo sin supervisión resultó revolucionaria. Vivo en Nueva York, el metro es icónico. En cualquier película siempre algo horrible sucede en el metro. Algo explota. Algo se traga gente. Y entonces fue como decir, ¿por qué enviarías a tu hijo al infierno sin siquiera un teléfono? Los padres de hoy recuerdan con nostalgia que hacían cosas como andar en bicicleta, ir al kiosco o a comprar un helado. Es llamativo que haya tanta diferencia entre la libertad que tenían y la que les dan a sus hijos. La infancia se fue volviendo menos y menos divertida hasta que de repente nos dimos cuenta que los niños no hacen nada solos. Aquí en Buenos Aires, uno de cada diez niños va caminando solo hasta la escuela. Igual en mi país. Pero, los niños tienen piernas. Y hay semáforos. La idea de que nadie permita a sus hijos hacer nada es chocante. Tratamos a los niños como si fueran incompetentes o como si estuvieran en peligro todo el tiempo.

—Contame el detrás de escena. ¿Cómo fue esa mañana mientras esperabas que llegue?

—Era la tarde. En realidad, Izzy, que tenía 9 años, nos estaba pidiendo desde hacía varias semanas que lo lleváramos a un lugar que nunca habíamos ido y que él pudiera encontrar su propio camino a casa. Así que discutimos mi marido y yo, y finalmente acordamos que, ya que nos habíamos mudamos y no teníamos auto, era importante que aprendiera a viajar. Él siempre estaba con nosotros en los trenes, y no son hermosos, pero transportan sin problemas a 6 millones de personas por día. Así que, mi marido se sentó en el suelo con él, con el mapa del tren, le explicó, este es el camino, tenés que bajar en la línea verde, y luego tomar un colectivo. Así que él estaba preparado. Ese día, estábamos haciendo compras, era viernes e Izzy nos dijo, hagámoslo ahora. Lo llevamos a un shopping, ya que el metro pasa por debajo. Le explicamos. Y él estaba emocionado. Fuimos a una tienda, se quedó en el departamento de perfumes, y le dije, bien, ahora es el momento, adiós, y me fui.

—¿Mientras esperabas que llegara, estabas ansiosa?

—La gente siempre pregunta, y siento que debería decir que sí, pero si hubiera estado muy ansiosa, no lo habría dejado. Después de ese antecedente, empezamos a permitirle que viajara en transporte público a distintos lugares. Y a veces, cuando venía a casa un poco tarde, o si estaba oscuro, pensaba, ¿esto no será una locura? Pero, después de un tiempo ya no estaba nerviosa. Luego creció, obtuvo su licencia de conducir, y he estado nerviosa desde entonces…

—Te llamaron la peor mamá del mundo en algún titular…

—Es una etiqueta asombrosa. ¿Qué hiciste? ¿Mataste a tus hijos? ¿Les echaste agua hirviendo? No, los dejé ir a tomar el tren. ¿Por qué es tan terrible? Llegamos a un punto en el que empezamos a creer que si un niño no está supervisado, está automáticamente en peligro. ¿Qué tipo de mamá pone a su hijo en peligro a propósito? Creemos que los niños no pueden hacer nada por sí mismos, a salvo o con éxito. Siempre estamos con ellos. Ahora las mamás pasamos 8 horas más por semana con nuestros hijos que en los años 70. Sumamos horas con llevarlos a fútbol, a arte, los esperamos en la puerta. Los subimos y los bajamos del auto para que entren a la escuela. Algo que los niños antes podían hacer solos. Asumimos que un buen padre, aquel que está siempre con ellos. Y eso significa que no tenemos nunca tiempo libre, sobre todo las mamás.

—¿Cuál es la propuesta de Let Grow?

—Un estudio que se hizo en Buenos Aires dice que a 4 de cada 10 padres les gustaría que sus hijos recuperaran algo de la independencia que ellos tuvieron. Necesitan ayuda. Tal vez un club, una organización, las escuelas o una iglesia podría promover ayuda para dejarlos salir. Y eso es lo que Let Grow hace. Tenemos varios programas, todos nuestros materiales son gratuitos y están en español. Se llama Let Grow Experience: se hace un taller en la escuela y se proponen experiencias de independencia: los niños vuelven a casa con una asignación de tarea del hogar. La idea es que hagan algo por sí solos, con la autorización de sus padres pero sin sus padres. Hay muchas tareas con las que los padres se sobrecargan. Por ejemplo, pasear al perro. Los chicos piden un perro, los padres acceden pero después son ellos los que se ocupan. ¡Hasta de pasearlo!

—Una de las experiencias que proponen es llevá a tu hijo al parque y dejalo solo. Pero la inseguridad es una realidad. Algún padre pensará, ¿pero esta mujer no lee las noticias?

—¡Sí las leo! Yo soy periodista. ¡Trabajé en el periódico de Superman! El New York Daily News, en el que se inspira el Daily Planet. ¡Conozco la ciudad! Mi trabajo como reportera era tomar el subte por toda la ciudad y no volver hasta que encontrara una historia. Por eso sé que, cuando revisás las estadísticas descubrís que no es tan así como lo percibimos. Es cierto, pueden querer robarle el celular a tu hijo. Tenés que enseñarle que su primera reacción sea dárselo. No es tan grave, en la mayoría de los casos. Será una experiencia traumática, va a salir adelante. Mucho peor es el daño que le hacemos al dejarlos crecer sin autonomía. Estamos privando a los niños de esa vitamina que es fundamental para su desarrollo: la independencia. ¿Sabés cuánto deberías dejar a tu hijo en la calle para que un extraño lo secuestre y asesine? Hicimos la probabilidad estadística: unos 750.000 años.

—¿En serio?

—Sí. A pesar de lo que creemos, las tasas de delito, al menos en Estados Unidos, han caído desde los años 70 a hoy. Sin embargo, la percepción es lo contrario, y en esos años, los chicos hacíamos muchas más cosas. ¿Sabés cuál es el lugar donde se producen más muertes de niños? En el auto familiar. Y a nadie se le ocurriría decir, no subas a tu hijo. La mayoría de los delitos contra la infancia son perpetrados por familiares o conocidos del niño.

—¿Cuál es la diferencia entre darles autonomía o ser negligentes?

—Yo creo que vos sabés la diferencia. Cualquier padre sabe la diferencia. Dejarlo solo, a una edad en la que puede resolver y hacer no significa dejarlo desprotegido.

―Entiendo que hay algunos estados y países que están cambiando sus leyes sobre si es negligencia dejar a un chico solo en la vía pública sin supervisión.

—Efectivamente, como parte de nuestra campaña, en ocho estados se está impulsando la figura de derecho a la independencia infantil. Porque hasta ahora estaba penado, se consideraba una negligencia. Lo que dice nuestra ley es que la negligencia es cuando pones a tu hijo en peligro obvio, serio y probable.

—¿Alguna vez te llamó la policía porque tus hijos estaban solos?

—Sí, una vez. Era la víspera de Navidad. Izzy tenía 10 años y se tomó el tren para ir a un suburbio, a la casa de un amigo. Los papás y el chico lo estaban esperando en la estación. Un guarda que lo vio le preguntó por qué estaba solo en el tren. Le explicó que tenía permiso, que podía llamarme. Me llamaron. Le expliqué que era así. Pero igual, avisaron y activaron un operativo. Cuando llegó, estaba la policía en la estación. Me llamaron de nuevo.

—¿Qué impacto tiene crecer, como la actual generación, con tan poca autonomía?

—Enorme. Hasta hace dos generaciones, entre los cinco y los 12 años los chicos salían todos los días de su casa, trepaban a los árboles, intentaban atrapar una rana, corrían en la vereda, gritaran a sus amigos, hacían que algo sucediera, intentaban aprender a tejer, querían hacer algo y se daban cuenta de que era más difícil o que les daba miedo, pero lo podían hacer de nuevo y con mejores resultados. Y todos los días estaban calibrando lo que significa tomar un riesgo que es tonto o uno que vale la pena. Así, finalmente llegaban al punto en el que podían evaluar el riesgo. Lo podés llamar inteligencia callejera… es la capacidad de aprender qué es lo que podés manejar por vos mismos. Adquirir su independencia mucho más tarde es como aprender un idioma a los 12 años en lugar a los cinco años.

—¿Los chicos sienten miedo en la calle?

—Hay un estudio que se hizo entre estudiantes universitarios a los que se les pidió que describieran una situación de riesgo. Y en Rusia, decían un borracho corriendo por la calle detrás de mí con una botella de vodka rota. Y en Estados Unidos decían algo como comer solo en un café o tomar un Uber. Si te han dicho que todo es demasiado para ti, todo es peligroso, Si cada situación ha sido interpretada a través de esa lente oscura, lo internalizás y comenzás a no darte cuenta de lo mucho que podés hacer.

—¿Estás familiarizada con el término distancia de rescate? La novela de la escritora Samanta Schweblin. Es la historia de una madre, obsesionada con la distancia y el tiempo que le llevaría rescatar a su hija y salvarla de un peligro

—No. Pero es interesante. La voy a leer. Es interesante lo que dice la teoría del apego sobre esto. Cuando tu hijo es bebé, está contigo todo el tiempo. Y luego, a los dos o tres años, puede correr más allá, se cae y mira hacia atrás. Y sabe que seguís ahí. Y luego, finalmente, da vuelta a la esquina porque tiene siete años y va al kiosco. Y luego, está en la universidad. Entonces, un apego seguro es el que te permite estar “desapegado”, darte cuenta de que mamá todavía está allí, sin verla. Mi mamá me ama. Estoy apegado en mi corazón y en mi mente. Sé que ella no querría que fume un cigarrillo. Sé que me está esperando esta noche cuando llegue a casa.

—¿Cómo interfieren los celulares con el apego y la independencia? ¿Sirve llevarlo al parque y estar trackeando todo el tiempo?

—Con los teléfonos nunca estás realmente desconectado. El hijo no aprende a decidir por sí mismo, porque siempre puede escribirle a mamá y preguntarle. El padre se acostumbra a trackearlo y ve que se detienen en una esquina y piensa ¿Está en el baúl de un auto? ¿O está comprando un chocolate? Lo llamo y le pregunto. Entonces, el hijo nunca se da cuenta que él puede cuidarse solo. Y el padre nunca desarrolla esa capacidad ansiolítica, de manejar su ansiedad. Si se corta la conexión, siempre cree lo peor. La gente piensa que cuanto más podés ver y vigilar a tus hijos, menos ansioso estarás. Y yo creo que es lo contrario.

—¿Qué es la terapia de independencia para tratar a chicos con trastornos de ansiedad?

—Hay un profesor de psicología que trabaja fuera de Nueva York, que decidió estudiar si la independencia podría ser usada como terapia. Se llama Camilo Ortiz, es colombiano. Empezó a trabajar con cinco chicos y sus familias con diagnóstico de trastorno de ansiedad. Fue una terapia de cuatro semanas. Cada día, los chicos tenían que hacer algo que hasta ahora no hacían o que los padres no les permitían. Les preguntaba: hay algo que quieras hacer. Tal vez era pasear al perro, o ir a comprar al supermercado, o caminar hasta la casa de mi amigo. Un chico dijo que quería tomarse el ferry a Long Island. Otro, quería caminar de casa a la escuela. Así, cada día, por cuatro semanas. Y los resultados fueron asombrosos.

Por Evangelina Himitian

Fuente: La Nación