Montevideo: calles empedradas y cafés legendarios

- Un paseo obligatorio para quienes desean cruzar el charco.
- El destino perfecto para recorrer en pareja, con amigos o en familia durante todo el año.
A apenas unas horas de Buenos Aires, cruzando el Río de la Plata, Montevideo aparece como un suspiro lento entre tanto vértigo cotidiano. Con sus calles empedradas, cafés centenarios y esa brisa que parece no tener apuro, la capital uruguaya es el lugar ideal para escaparse un fin de semana y volver con el alma un poco más liviana.
Esta ciudad tiene su propio ritmo, más calmo que Buenos Aires. Y esa familiaridad con lo porteño le suma un aire acogedor. En una escapada de dos o tres días, uno puede perderse en sus barrios emblemáticos, sentarse en una mesa con historia, mirar el atardecer desde la rambla y brindar por lo simple.
Ciudad Vieja: donde todo empieza
La mejor forma de empezar un paseo por Montevideo es desde su corazón más antiguo: la Ciudad Vieja. Acá, entre edificios con más de un siglo de vida y calles adoquinadas que crujen bajo los pasos, el tiempo parece detenido.
La puerta de la antigua Ciudadela marca el ingreso a un barrio que es museo a cielo abierto: la peatonal Sarandí, la Catedral, las plazas coloniales y las fachadas que cuentan historias sin hablar.
En esta zona late el espíritu más bohemio y literario de la ciudad. Uno puede arrancar la mañana con un desayuno en La Farmacia Café, una ex botica devenida en bar cultural, o sentarse en una de las mesas del Café Brasilero, el más antiguo de Montevideo, donde Juan Carlos Onetti imaginó su primera novela y Eduardo Galeano solía inspirarse entre café y café.Las calles empedradas de la Ciudad Vieja ofrecen un paseo histórico y cultural inigualable. Foto: Archivo Clarín.
Cafés, libros y museos: Montevideo para caminar sin prisa
Montevideo tiene aroma a libro recién abierto. Desde Más Puro Verso, una librería con café en un edificio recuperado de la Ciudad Vieja, hasta Escaramuza, en el barrio Cordón, donde las palabras conviven con medialunas y muestras de arte. En cada rincón se respira poesía: Benedetti, Idea Vilariño, Ida Vitale, Marosa di Giorgio, todos dejaron huellas en sus veredas.
Y si lo tuyo es la historia, hay opciones de sobra: el Museo del Carnaval, el de la Inmigración, el Andes 1972 o el de Artes Decorativas, todos a pocas cuadras. Al mediodía, el paseo termina, casi por inercia, en el Mercado del Puerto, donde el humo de las parrillas se mezcla con el sonido de guitarras, charlas en porteño y chivitos humeantes. Comer bien es parte del viaje, y acá la experiencia es completa.
El río, la rambla y el Montevideo moderno
Después del centro, el viaje sigue por la Avenida 18 de Julio, columna vertebral de la ciudad moderna, que desemboca en el barrio Tres Cruces. Allí se puede subir al Mirador Panorámico de la Intendencia y ver desde las alturas cómo Montevideo abraza el río. Pero el alma del fin de semana se encuentra en la Rambla, ese largo abrazo costero que une playas, parques y barrios.Es uno de los lugares más elegidos por turistas y locales para caminar, correr o simplemente sentarse a disfrutar del paisaje. Foto: Archivo Clarín.
Pocitos, Buceo, Ramírez, Carrasco… cada playa tiene su encanto, desde las más urbanas hasta las más tranquilas. Montevideo vive de cara al río, a diferencia de Buenos Aires. Y eso hace que la gente corra, pesque y se siente a mirar el horizonte o tomar mate frente al agua.
Por cercanía, precios accesibles, ritmo relajado y múltiples opciones culturales y gastronómicas, Montevideo se consolida como uno de los destinos más elegidos por los argentinos para una escapada de fin de semana.