Mujeres que se abrieron paso en las ciencias
Una astrofísica de México, una bioingeniera de Colombia y una cirujana de Argentina contaron las barreras que tuvieron que atravesar para desarrollar su vocación.
Tras formarse en las universidades, las profesionales en ciencias tienen que superar el llamado “techo de cristal”. Son el conjunto de normas no escritas en el interior de las organizaciones que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de mayor jerarquía.
En el Día Internacional de la Mujer, Infobae habló con tres expertas que se han ido abriendo paso en el campo de la bioingeniería, la cirugía, la ingeniería y la astrofísica de México, Argentina y Colombia.
Carolina Berenice Rodríguez Garza es la “mujer cohete”. Ella misma se puso ese apodo como parte de su decisión de convertirse en divulgadora de todo lo que ha aprendido en astrofísica. Es la primera mujer y astrónoma que dirige la carrera de ingeniería física industrial del reconocido Instituto Tecnológico de Monterrey, en México.
Carolina Berenice Rodríguez se considera la «mujer cohete». Es la primera mujer y astrofísica en ser directora de la carrera Ingeniería Física Industrial del Instituto Tecnológico de Monterrey, México/Archivo
La carrera se dicta hace 40 años, pero recién hace dos años empezó a estar liderada por la doctora Rodríguez Garza. Desde ese lugar, le imprime su sello: alienta a que más mujeres puedan desarrollar su vocación por las ciencias.
En diálogo con Infobae, Rodríguez Garza contó que cuando era adolescente, le gustaba la la física y la matemáticas. “Quería estudiar algo que me permitiera entender si hay más vida ahí afuera. Para descifrar esos misterios, la astrofísica era uno de los caminos. Pero antes tenía que estudiar física”. Estudió con dedicación la carrera de grado y luego obtuvo un doctorado.
“Hay que sacarse la creencia de que las ciencias sólo pueden ser ejercidas por genios que nacen naturalmente. Nadie lo es. Como dice el refrán, la práctica hace al maestro. El entrenamiento en ciencia es continuo y nunca termina”, expresó.
“Uno de los momentos más difíciles de mi carrera fue durante el doctorado. Hacer un doctorado es un cambio de dinámica de vida con respecto a la carrera de grado. Eres tú quien te tienes que hacer cargo de las preguntas para investigar. Estás en un modo más autodidacta”, recordó.
Rodríguez-Garza cuenta que uno de sus momentos más difíciles fue hacer el doctorado. Ahora promueve que haya más estudiantes mujeres/Conecta/TEC Monterrey
“En un momento no estaba convencida del trabajo de investigación que había elegido -recordó. Y lo cambié, a pesar de que fue una decisión difícil porque ya había invertido tiempo. Sin embargo, hoy creo que no hay que enfrascarse con un tema si no te convence. El proyecto de tesis no te define como persona”.
Hizo estudios en astrofísica hasta que llegó la oportunidad de dirigir una carrera. “Yo nunca ví este puesto directivo en mi radar. Pero fui conociendo las oportunidades y fui viendo que puedes dejar tu granito de arena en más lugares. Tener confianza y hacer un trabajo continuo son claves”, opinó.
Desde su puesto de liderazgo, hoy la “Mujer Cohete” impulsa la participación de las mujeres. Busca hacer equipo con nuevas docentes que han sido contratadas en la misma institución para impulsar la física y hacerla visible ante los estudiantes. “Tratamos de tener más estudiantes mujeres para que ellas consideren también que desarrollar la vocación científica es posible”, afirmó.
“En países en desarrollo, generalmente se reciben comentarios que señalan que la actividad científica puede implicar vivir en la incertidumbre si la considera como desde el punto de vista laboral. Puede ser cierto. Pero considero que con disciplina y determinación, se puede seguir adelante y desarrollar la vocación e incluso compartirla”, sostuvo Rodríguez Garza.
Natalia Martínez de Mendoza apostó a desarrollar su vocación por la cirugía bucomaxilofacial, a pesar de que le decían que no iba a poder trabajar en esa especialidad/Smile Train
Natalia Martínez, de Mendoza, Argentina, tuvo que superar las barreras de las opiniones de profesores y profesionales de la salud. Ella quería dedicarse a una especialidad dentro de la odontología que cuenta con pocos profesionales: la “cirugía bucomaxilofacial”.
Esa especialidad se ocupa del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, malformaciones y traumatismos de los tejidos duros y blandos de la boca y la región maxilofacial.
“Cuando empecé la residencia médica en 2010, había médicos que me desalentaban a seguir la especialidad de cirugía bucomaxilofacial. Me decían que no era para una mujer. Que se requería mucha dedicación y que si pensaba tener una familia no iba a poder trabajar. Incluso hubo pacientes que también desconfiaban cuando los atendía una mujer joven”, contó Martínez a Infobae.
“Nunca les presté atención a esos prejuicios. No les creí y seguí adelante”, agregó. “Mi familia me apoyó. Otros colegas varones y mujeres también. En la residencia había médicas que si bien no seguían la especialidad de cirugía, me alentaban”, recordó.
Martínez atiende a pacientes con malformaciones congénitas faciales, que requieren un seguimiento durante muchos años/Smile Train
Cuando la terminó la residencia, estaba embarazada de su hija y todavía seguía escuchando opiniones de colegas que creían que, por ser madre, no me dedicaría a su mi trabajo o que no iba a poder desarrollar su potencial. “Sin embargo, desde que terminé mi residencia hasta ahora nunca he estado fuera del quirófano ni tampoco dejé de capacitarme”, contó.
Desde 2018 recibió 5 capacitaciones de la organización internacional Smile Train, que tiene sede central en Nueva York, Estados Unidos, y cuenta con socios locales con quienes brinda un abordaje integral para que niños, niñas, y adolescentes con fisura labio palatina superen sus dificultades.
Hoy Martínez trabaja como cirujana en el hospital público Humberto Notti, de Mendoza, y la gran mayoría de sus pacientes son niños y niñas. “También atiendo adultos que no pudieron recibir el tratamiento completo durante su niñez y hay que corregir secuelas”, comentó.
Ver los pequeños cambios en la calidad de vida de sus pacientes es una gran motivación para trabajar, según Martínez/Smile Train
Lo que me da una gran satisfacción y un motivo para seguir es ver a los pacientes con malformaciones y luego registrar los resultados después de las diferentes intervenciones. “La mejoría de los pacientes con malformaciones se traduce incluso en cambios en su actitud. Están más alegres y seguros de si mismos. Verlos es mi motivación más grande. Quizá cada resultado es muy chiquito, pero a mí cada cambio es fascinante”, resaltó.
También le resulta grato que su tarea implique trabajar en equipo constantemente. Porque las fisuras labio palatina requieren que también participen profesionales de la ortodoncia, la fonoaudiología, la psicología, entre otros. “Cada uno tiene que aportar su formación por el bien del paciente”, acotó.
Juliana Cano-Mejía se fue de Colombia a los Estados Unidos a los 14 años. Hoy investiga para desarrollar tratamientos más efectivos contra el cáncer/AstraZeneca
En tanto, la colombiana Juliana Cano-Mejía se abrió paso en las ciencias biomédicas para desarrollar tratamientos más eficaces para los pacientes con cáncer. Llegó a científica senior del laboratorio farmacéutico AstraZeneca en Washington, Estados Unidos.
“Lo que hacemos es trabajar para que el propio sistema inmune pueda reconocer los tumores y reaccione sobre ellos. De esta manera se genera además una memoria que se activa en caso de que los tumores reaparezcas. Es nuestro principal objetivo y aportación para contribuir a transformar la vida de los pacientes”, contó a Infobae.
Cano-Mejía se concentra en optimizar un proceso de tratamiento conocido como «terapia CAR-T»/
“Hoy trabajo para optimizar un proceso de tratamiento de células en todas sus fases, básicamente desde que se obtiene la sangre hasta tener células T, que están genéticamente modificadas para reconocer el tumor del paciente”, contó a Infobae. La terapia se llama CART-T y ayuda principalmente en casos de tumores sólidos.
Desde que estaba en el colegio, Cano-Mejía se sentía atraída por la ciencia y la biología. “Siempre me gustó resolver problemas y encontrar soluciones. Cuando ingresé Ingeniería Biomédica en la Universidad de Virginia, me introduje en la práctica dentro de los laboratorios”, recordó.
“Saber que estoy haciendo no sólo algo que me hace feliz, sino que además ayuda a las personas es lo que motiva”, subrayó. Para sortear las barreras que hay para el desarrollo de las mujeres, consideró que el acompañamiento de otras profesionales marcó una diferencia.
La doctora en bioingeniería sugirió que contar con mentoras puede ayudar a las mujeres a desarrollar su vocación (Getty Images)
“He tenido tantas mentoras mujeres que se convirtieron en mi inspiración. Es difícil romper las barreras, pero si te gusta la ciencia y la investigación, hay lugar para tí. Toda joven que está comenzando en la carrera científica, debería pensar que hay muchas mujeres que vamos a estar disponibles para apoyarla”, recalcó. La doctora en bioingeniería forma parte de un programa de mentorías para estudiantes universitarias.
Recomendó a las jóvenes: “Aprende todas las cosas posibles: En donde estés, involúcrate en cosas diferentes y otros proyectos, explora todo lo que puedes hacer en el futuro; puedes aprender cosas que antes no sabías que te gustaban”.
También sugirió crear red de contactos para encontrar personas que pueden ayudar, mejorar las habilidades interpersonales, como la comunicación oral o escrita, y el trabajo en equipo.
Fuente: https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2023/03/08/abrirse-paso-en-las-ciencias-historias-en-primera-persona-de-mujeres-que-rompieron-el-techo-de-cristal/