Por qué duele tanto el rechazo
Es un sentimiento que pega de lleno en la autoestima y puede marcar para toda la vida. Cómo decodifica el desprecio el cerebro y cuáles son las estrategias para sanarse, según los expertos
En las relaciones sociales hay pocas cosas que duelan tanto como sentirse excluido, menospreciado o despreciado por los demás. A casi todos nos ha pasado alguna vez descubrir, con pesar, que no somos correspondidos en el amor; que no fuimos incluidos en un plan de amigos o familia o que rechacen nuestras ideas en el trabajo. La prueba del dolor que producen esas situaciones es que muchas de ellas quedan grabadas a fuego en la mente.
¿Por qué duele tanto un rechazo? Tanto la psicología como la neurociencia han estudiado mucho lo que sienten las personas cuando se sienten excluidas y lo que ocurre en sus cerebros.
La doctora Gabriela Goldstein, psicoanalista, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), doctora en Psicología, explicó a Infobae: “El rechazo produce un dolor anímico porque rasga el amor propio y señala que no despertamos interés en el otro. Está relacionado con el narcisismo, con el amor y el reconocimiento”.
Por su parte, la licenciada Gabriela Martínez Castro, psicóloga, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), describió que el ser rechazados generalmente provoca angustia, “el otro ‘no me quiso’, ‘no me aceptó’, esto genera sentimientos de depresión y culpa, porque uno supone que tiene más defectos de los que veía o el otro detectó ciertos defectos que no advertíamos, entonces esto produce una tristeza muy fuerte”, afirmó.
Las distintas formas de desprecio, como el bullying, causan una serie de daños emocionales que nos afectan de una manera u otra
Hay distintos tipos de rechazo. Goldstein describió primero el dolor de amar y no tener reciprocidad. “Es un dolor profundo que remite a las raíces infantiles del amor parental y de los seres queridos de tiempos muy tempranos de la vida”. Pero afirmó que hay otros rechazos que tienen relación con aspectos ideológicos, racismo y discriminación. “Son rechazos al otro como la alteridad, lo diferente de mí o de mi grupo. Son muy dolorosos y comprometen la ética y el reconocimiento”, manifestó.
Hay personas que parecen ir por la vida sin sentirse afectadas por nada, mientras que otras son más susceptibles, en especial, al rechazo. Martínez dijo que se trata de aquellas personas que tienen baja autoestima, sienten mucho temor a hacer el papelón o a que se burlen de ellas. “Lamentablemente, este tipo de personalidades que coinciden con los síntomas del llamado trastorno por ansiedad social, tienen un concepto de sí mismas muy pequeño y básico. Son personas sumamente autoexigentes, autocríticas y esto las hace más susceptibles”.
Por su parte, Goldstein afirmó que hay personalidades muy sensibles al rechazo, que están pendientes de cada signo que puedan interpretar como esto. “Son sensibles por su naturaleza y sienten un dolor muy profundo. Otras, transfiguran ese dolor en odio o resentimiento, a veces interminable. Hay personas que pueden elaborar con más recursos el dolor del rechazo y pensar, hablar, creando otra cosa a partir de ese sentimiento. En distintos niveles el rechazo es percibido, pero cada quien tiene respuestas diferentes”, analizó.
Ante el rechazo, nuestro cerebro responde de modo idéntico que en el dolor físico(Getty Images)
Qué ocurre en el cerebro
El psicólogo Guy Winch, autor del libro “Primeros auxilios emocionales. Consejos prácticos para tratar el fracaso, el rechazo, la culpa y otros problemas psicológicos cotidianos”, identificó distintas consecuencias que padece el que se ha visto expuesto al desprecio y cómo estas inciden en su cerebro.
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Por ejemplo, el rechazo hace responder al cerebro del mismo modo que al dolor físico. Estudios de resonancia magnética han demostrado que ante el desprecio se activan las mismas áreas del cerebro que ante un dolor físico. Por eso duele tanto el rechazo, hablando neurológicamente.
Winch explicó en un artículo sobre el dolor del rechazo y qué hacer al respecto, que este tuvo una función vital en nuestro pasado evolutivo. “En nuestro pasado como cazadores/recolectores, ser excluidos de nuestras tribus era prácticamente una sentencia de muerte, ya que teníamos pocas probabilidades de sobrevivir por mucho tiempo solos. Como resultado, desarrollamos un mecanismo de alerta temprana para advertir cuando estábamos en peligro de ser ‘expulsados de la isla’ por nuestros compañeros de tribu, y eso era rechazo. Las personas que experimentaron el rechazo como algo más doloroso tenían más probabilidades de cambiar su comportamiento, permanecer en la tribu y transmitir sus genes”.
Las personas más susceptibles al rechazo son, en general, aquellas que tienen baja autoestima
Y agregó: “Desafortunadamente, el mayor daño que causa el rechazo suele ser autoinfligido. De hecho, nuestra respuesta natural a ser abandonado por un compañero de citas o ser elegido último para un equipo no es solo lamerse las heridas, sino volverse intensamente autocríticos. Nos insultamos, lamentamos nuestras deficiencias y nos sentimos disgustados con nosotros mismos. En otras palabras, justo cuando más duele nuestra autoestima, vamos y la dañamos aún más. Hacerlo es emocionalmente insalubre y psicológicamente autodestructivo, pero cada uno de nosotros lo ha hecho en un momento u otro”, describió el psicólogo.
Cómo afrontarlo
La buena noticia es que es posible tratar el dolor emocional y que existen formas más saludables de responder al rechazo, aliviar nuestras heridas y reconstruir nuestra autoestima.
¿Cómo superarlo? “En realidad es algo que sí o sí tiene que procesarse a medida que pasa el tiempo”, respondió Martínez y continuó: “Por supuesto que va a haber personas que nos van a rechazar y otras que nos van a aceptar. Entonces, la cuestión es: ¿por qué todos me tienen que aceptar? De todas formas, es una persona o son dos las que pueden habernos rechazado, pero no todo el mundo, no hay que generalizar. Y también, por supuesto, el paso del tiempo hace que procesemos mejor los rechazos”, consideró la psicóloga.
Para superar el dolor del rechazo hay que intentar paliar la agresividad y la ira, proteger nuestra autoestima y mantenernos en un lugar en el que nos sintamos queridos
Winch recomendó en su artículo que cuando la autoestima recibe un golpe, “es importante recordar lo que uno tiene para ofrecer (en lugar de enumerar sus defectos). La mejor manera de aumentar los sentimientos de autoestima después de un rechazo es reafirmar los aspectos de nosotros mismos que sabemos que son valiosos”
También como animales sociales, Winch afirmó que necesitamos sentirnos queridos y valorados por los diversos grupos sociales a los que estamos afiliados. por eso, aumentar nuestros encuentros sociales nos hará sentir mejor.
Por su parte, Goldstein dijo que es importante trabajar las heridas que causa el rechazo. “El psicoanálisis es una gran posibilidad para elaborar estas situaciones que pueden asemejarse a un trabajo de duelo, si bien no es lo mismo. Poner en palabras ante un otro que escucha el dolor y lo pone a trabajar en el discurso psicoanalítico, promueve nuevos lazos afectivos y tramas sociales que funcionan a partir del nuevo amor, que es el amor de transferencia. El dolor social del rechazo es difícilmente suturable, pero podemos hacer algo con eso: ponerlo a trabajar”, afirmó.
La psicoanalista recomendó que cuando el dolor producto del rechazo o sus efectos, empiezan a aparecer, es importante hacer la consulta. “El odio, rencor, depresión y padecimientos psicosomáticos son efectos que necesitamos elaborar antes de que nos afecten en todos los niveles”.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/2023/07/10/por-que-duele-tanto-el-rechazo-el-impacto-en-la-psiquis-y-claves-para-curar-esta-herida-psicologica/