Psicofármacos en pandemia
El encierro por el Covid y la crisis económica y social contribuyeron a distintos padecimientos psíquicos. ¿Cómo evolucionó la venta de psicotrópicos y qué dicen los profesionales?
Tristeza, incertidumbre, soledad, conflictos familiares, estrés laboral, temor a la desocupación. La mayoría de los argentinos atravesó alguno de estos estados desde la llegada de la pandemia al país, en marzo del año pasado.
La crisis excedió lo sanitario y penetró en distintos aspectos de la vida. En los consultorios, psicólogos y psiquiatras observaron un aumento de consultas por ansiedad, depresión, insomnio y otros padecimientos. Ellos tampoco estuvieron exentos.
Muchas personas recurrieron a productos de venta libre para dormir mejor o relajarse. Otras iniciaron tratamientos o incluso acudieron a los psicofármacos.
La industria en números
Juan Manuel Santa María es CEO de IQVIA, una compañía dedicada a la ciencia de datos y enfocada en el rubro de la salud. En diálogo con Clarín, el especialista conversó sobre la evolución de un mercado que representa miles de millones de dólares en todo el mundo.
Barbijos en la estación Constitucion. Las restricciones por el Covid derivaron en estrés, ansiedad y depresión. Foto German García Adrasti
«Los psicotrópicos tienen un control muy fuerte por parte de las autoridades, porque pueden tener graves efectos adversos. La demanda está muy atada a la receta médica».
Así, Santa María explica por qué, de conjunto, este tipo de medicamentos no mostró un cambio sustancial comparado con la etapa prepandémica (con algunas excepciones).
En el último año, según datos de junio, los psicofármacos movieron 44.157.163 unidades. En dinero, esto equivalió a más de $ 38.725 millones. Respecto al año pasado, se vendieron un 6,17% más.
Los ansiolíticos fueron los más expendidos: más de 25,5 millones de unidades, con un alza de 4,64% en los últimos doce meses.El clonazepam lidera la lista, con 7,5 millones de unidades anuales. Su incremento en el último año, sin embargo, rondó el 3% (por debajo del promedio total de los medicamentos bajo receta).
Los que sí crecieron, aunque mueven menor cantidad de cajas, son el lorazepam (14%) y el bromazepam (13%).
La salud mental y física de las mujeres se vio particularmente afectada, ya que sobre ellas recaen distintas tareas. Foto Shutterstock.
Los antidepresivos -un mercado de casi 11 millones de unidades- aumentaron su circulación en un 7,37% de año a año. Hay dos que crecieron a doble dígito: la sertralina (13%) y el citalopram (15%).
La familia de los antipsicóticos, que concentra cerca de 6,5 millones de unidades anuales, experimentó una suba del 8,18%.
«Hay medicamentos de venta libre, que tienen que ver con la ansiedad, donde sí vemos un cambio. Estos son más accesibles y no tienen una acción terapéutica tan compleja», agrega Santa María.
Es el caso de la valeriana y la melatonina, que en el último año acrecentaron su venta en un 19%, casi duplicando la velocidad de crecimiento del total de los productos de venta libre.
La publicidad y las ofertas en bocas de farmacia, según el experto, «los ponen un poco más cerca del bolsillo de la gente». Si se comparan el primer semestre de este año con el primer semestre del año pasado, su volumen aumentó un 31%. Por mes, se venden cerca de nueve mil unidades de valeriana y 40 mil de melatonina.
Ricardo Corral, médico psiquiatra presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría (AAP).
Hasta ahí, las cifras. Pero ¿qué representan en términos de salud mental?
Tratamientos psiquiátricos: mucho más que medicación
Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras y jefe del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital José T. Borda, detalla que tres elementos combinados repercutieron en el bienestar de las personas: la pandemia, la cuarentena y la crisis económica.
«Al miedo a enfermarse, se sumó la infodemia o información permanente sobre el virus, muchas veces de fuentes poco confiables o directamente fake news«, destaca el especialista.
También se refiere a los cambios obligados en la rutina que repercutieron en el bienestar psicológico y la estabilidad de las personas (por ejemplo, la imposibilidad de hacer actividad física, salir e interactuar).
La falta de certezas, la dificultad de las convivencias y las preocupaciones propias de la inestabilidad en el empleo llevaron a un aumento de consultas relacionadas con la depresión, la ansiedad patológica y el insomnio.
Como resultado, constata un aumento en el consumo de fármacos y de bebidas alcohólicas.
Problemas de convivencia agudizados por el encierro por la pandemia. Foto Shutterstock.
«El problema de la ansiedad no se resuelve únicamente tomando ansiolíticos, sino a través de una estrategia terapéutica para ayudar al paciente a enfrentar las circunstancias que la generan. La ansiedad es normal, el problema es cuando pasa a ser excesiva cualitativa y cuantitativamente. Los psiquiatras no solo usan medicación, sino que se apoyan en la psicoterapia«, advierte el doctor.
La mitad de los pacientes que atiende en su consultorio no están medicados. En cambio, «tienen una terapia específica, generalmente cognitiva conductual, que les permite entrenar su mente para afrontar esas situaciones de manera más adaptativa».
Corral señala que toda receta tiene indicaciones precisas. «El tratamiento con medicación para la depresión o la ansiedad, que a veces resulta necesario, es limitado en el tiempo, no es para siempre. Uno a veces ve pacientes que llevan veinte años tomando un ansiolítico y eso no es lo recomendado«, acota.
Y plantea que, así como los cardiólogos tratan la hipertensión, los psiquiatras son quienes poseen la experticia para abordar trastornos como la ansiedad o la depresión. Lamentablemente, explica, «distintas especialidades médicas indican benzodiacepinas» (como el clonazepam, el diazepam y el lorazepam).
Si bien no hay tiempos preestablecidos (cada caso es único), «lo que no debería faltar nunca es la evaluación global de la persona». Hay síntomas psíquicos que pueden originarse a partir de una enfermedad clínica o somática.
Atender más de una cosa a la vez favorece a los trastornos de estrés y ansiedad.
Solo en base a un diagnóstico se puede saber si se trata una ansiedad primaria (psíquica), que requiere un tratamiento psiquiátrico: este no involucra necesariamente medicación.
Lo mismo ocurre con las consultas por insomnio. El médico cuenta que el primer paso es una «higiene del sueño»: explicarle al paciente qué situaciones favorecen el sueño y cuáles no (como tomar café, escuchar noticias antes de dormir, utilizar pantallas). Después, es cuestión de ver por qué le cuesta dormir.
Como señala Corral, hay insomnios que responden a problemas fisiológicos. Por ejemplo, afecciones respiratorias como el EPOC, que requieren una interconsulta con un neumonólogo. Recién entonces se debe pensar en recetar un hipnótico u otro medicamento.
El insomnio está íntimamente ligado a la ansiedad.
Si bien la melatonina es natural en los organismos, el psiquiatra aclara que «la que se vende es sintética». La valeriana, por su parte, «no tiene efectos colaterales» y «aunque obviamente depende de la cantidad, es difícil llegar a una sobredosis con hierbas (salvo que se utilice algún aceite concentrado de la planta)».
El doctor remarca la necesidad de combatir el estigma que sufren las personas con padecimientos psíquicos. A la vez subraya la importancia de las medidas de prevención y de no automedicarse.
La salud mental de los que cuidan la salud mental
El año pasado, Ricardo Corral publicó junto a su colega del Hospital Borda, Julieta Ramírez, un artículo que llegó a la reconocida revista de la World Psychiatric Association.
Se tituló «El impacto de la pandemia del Covid 19 en los trabajadores de la salud mental en Argentina» y partió de una encuesta realizada por la Asociación Argentina de Psiquiatras a médicos, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales y terapistas.
De las 1.744 personas consultadas, el 20,1% trabajaba en instituciones públicas, el 46,6% ejercía en establecimientos privados y otro 33,3%, en ambos.
El 67,9% había presentado ansiedad durante la semana anterior al relevo. El 36,4% sufrió angustia, el 43,4% experimentó anhedonia (incapacidad para experimentar placer sexual y llegar al orgasmo), el 45,7% se puso irritable y casi el 70% notó problemas para alcanzar o mantener el sueño.
Como si fuera poco, el 41,6% vio alterada su ingesta de comida. Los resultados mostraron un incremento en el uso de psicotrópicos (en un 24,4%) y de alcohol (en un 19,8%). Quizás el dato más preocupante es que el 4,5% tuvo algún tipo de pensamiento suicida.
Casi el 70% de los médicos encuestados presentó cuadros de ansiedad. Foto Lucía Merle
Los más afectados fueron aquellos trabajadores que no contaban con los equipos de protección personal adecuados o vivían con personas que formaban parte de los grupos de riesgo.
«El estudio mostró la vulnerabilidad del sistema de salud, la sobrecarga del horario laboral, la baja remuneración a los profesionales y la dificultad para conseguir licencias, entre otras cosas», concluye Corral.
Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/psicofarmacos-pandemia-dice-consumo-salud-mental-argentinos_0_F2TTlB4gX.html