¿Se hereda el amor por la naturaleza?
Un estudio brinda claves para entender por qué hay personas que disfrutan más del aire libre que otras.
Entre las muchas preferencias que pueden llegar a dividirnos en bandos opuestos (tales como “¿Verano o invierno?” “¿Dulce o salado?” “¿Mar o montañas?”) hay una que se destaca: el amor o la indiferencia hacia la naturaleza. Ahora, un nuevo estudio brinda claves para entender los motivos por los cuales algunas personas disfrutan y buscan estar contacto con el verde más que otras.
Basándose en experiencias de gemelos idénticos, un estudio a gran escala dirigido por Chia-chen Chang, de la Universidad Nacional de Singapur halló que el «amor» de una persona por la naturaleza y su tendencia a visitar espacios naturales son características hereditarias.
Vivir en entornos verdes puede mejorar el desarrollo cognitivo de los niños. Foto Shutterstock.
Para arribar a estas conclusiones los investigadores encuestaron a 1153 pares de gemelos enrolados en el registro TwinsUK, del Reino Unido. Se les consultó sobre cómo experimentaban la naturaleza, pidiéndoles que calificaran su familiaridad y su deseo de estar al aire libre, y con qué frecuencia visitaban espacios calificados como naturales, como pueden ser parques públicos pero también jardines privados.
Luego de analizar los resultados, descubrieron que los gemelos idénticos (monocigóticos), que comparten casi el 100% de sus genes, eran más similares entre sí en su orientación hacia la naturaleza y en la frecuencia con la que la visitaban, en comparación con los gemelos fraternos (dicigóticos), que comparten alrededor del 50% de sus genes.
Factores ambientales
Los resultados obtenidos sugieren que existe una influencia moderada de la genética sobre cómo las personas experimentan la naturaleza. Sin embargo, hay otra variable que juega un rol importante: los factores ambientales explicaron más de la mitad de las diferencias entre individuos.
Esto significa que quienes viven en entornos urbanos tienden a estar menos en contacto con la naturaleza debido, por ejemplo, al acceso limitado a los jardines.
«Se ha descubierto que pasar tiempo en espacios naturales mejora el bienestar mental, pero diferentes personas experimentan y se benefician de la naturaleza de manera diferente«, plantean los investigadores.
«Este estudio proporciona la primera evidencia de un componente genético tanto en nuestras predisposiciones hacia la naturaleza como en nuestra tendencia a visitar espacios naturales», agregan.
Las personas orientadas a la naturaleza pueden buscar estar en contacto con ella activamente incluso si eso significa viajar desde su hogar, pero se necesita una planificación urbana diversa para brindar acceso a los espacios naturales, y los beneficios que ofrecen, afirman.
Los gemelos idénticos, que comparten casi el 100 % de sus genes, son más similares entre sí en su gusto por la naturaleza. Foto Shutterstock.
Los beneficios de vivir cerca de espacios verdes
Más allá del bienestar que muchas personas puedan experimentar de modo subjetivo al estar en contacto con la naturaleza, diversos estudios arrojaron evidencia sobre sis beneficios.
– Menos problemas mentales: Uno de ellos fue dado a conocer en 2019 y hace foco en las edades tempranas, al indicar que estar rodeado de verde en la infancia trae beneficios en la adultez.
Sentarse entre 20 y 30 minutos al aire libre ayuda a disminuir los niveles de estrés. Foto Shutterstock.
Luego de realizar un seguimiento de casi 30 años, investigadores de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, mostraron que los niños que habitan en entornos con más naturaleza tienen hasta un 55% menos de chances de sufrir trastornos mentales al ser mayores.
Esto ocurre dado que tanto el ruido, como la contaminación del aire, las infecciones y las malas condiciones socioeconómicas elevan el riesgo de desarrollar un trastorno mental. A la inversa, vivir en entornos con más cantidad de espacios verdes crea una mayor cohesión social y aumenta el nivel de actividad física de las personas y puede mejorar el desarrollo cognitivo de los niños.
– Beneficios para chicos con asma. Según un trabajo de la Escuela de Enfermería y Medicina de la Universidad Johns Hopkins y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, la importancia de vivir cerca de un parque se incrementa en casos de niños que padecen esta afección respiratoria.
El estudio relacionó el número de días que los chicos sufrieron síntomas de la enfermedad con la distancia de sus casas respecto del parque más cercano. El trabajo arrojó que por cada 305 metros entre el hogar y el parque, los chicos sumaban un día extra de síntomas de asma.
– Un cerebro joven: Por su parte, otro trabajo publicado en 2018 y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona, se basó en un seguimiento a 6.500 personas de entre 45 y 68 años en Reino Unido durante 10 años.
Si bien ya era sabido que el contacto con la naturaleza tiene efectos beneficiosos para la salud, la investigación demuestra que la pérdida en las funciones cognitivas esperada como parte del proceso de envejecimiento es ligeramente más lenta en personas que viven en barrios más verdes.
Estar rodeado de verde en la infancia trae beneficios en la adultez. Foto Shutterstock.
– Al menos un rato todos los días. Otro de los estudios se propuso analizar qué cantidad de tiempo hay que pasar al aire libre para poder gozar de los múltiples beneficios que trae aparejado este contacto, como la disminución del estrés.
El trabajo, publicado en la revista Frontiers in Psychology, indica que dedicar al menos 20 minutos al día para pasear o sentarse en un lugar que a uno lo haga sentir en contacto con la naturaleza reducirá significativamente los niveles de hormonas del estrés.
Estas «píldoras de naturaleza» podrían ser una solución de bajo costo para reducir los impactos negativos en la salud derivados de la creciente urbanización y los estilos de vida sedentarios dominados por la visualización de pantallas.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/-hereda-amor-naturaleza-_0_haBkEZ3J7w.html