Soledad en personas mayores
La tercera edad tiene mala prensa. Así lo admite José Ricardo Jauregui, presidente de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría. El tiempo libre (que muchas veces es percibido como carente de propósitos), muchas de las enfermedades que con los años comienzan a aparecer y la soledad, en ocasiones acompañada de depresión; son algunas de las situaciones que atraviesan muchas personas en esta etapa de la vida.
Sin embargo, el especialista, que también es director médico de We Care, tiene una mirada integral de la cuestión. Y para nada pesimista.
Lejos de enfocarse en estas problemáticas -de por sí complejas- como inabordables, invita a pensar esta etapa en perspectiva, inscrita tanto en una trayectoria individual, como en un tiempo histórico determinado, enmarcado o desconectado de políticas macro que lo contemplen.
¿Qué hacer una vez que ya no trabajamos, y el resto de la familia -si es que se tiene- está ocupada? ¿Cómo sobreponerse al dolor de que muchos amigos enfermen o se vayan? ¿Cómo tener proyectos a mediano plazo cuando escasean las ganas? Son interrogantes incómodos y difíciles de abordar. Pero necesarios.
A raíz de muchas consultas recibidas en nuestro canal Preguntas a Buena Vida, Clarín conversó con Jauregui para poder ofrecer algunas respuestas.
– La soledad y la falta de proyectos son dos cuestiones que aparecen en muchas personas en esta etapa de la vida. ¿Son problemas de índole individual o más bien social?
– Es una problemática, sin ninguna duda las dos cuestiones están relacionadas y tienen aspectos individuales y sociales.
Lo individual influye, en el sentido de que uno se construye una vida, el ciclo vital es el que cada uno pudo o quiso hacer. Y ese es uno de los puntos de educación más importantes, porque lo cierto es que nadie nos enseña a planificar una vida que hoy dura 20 o 30 años más que antes. A eso voy con lo individual: cada uno puede ser artífice de su envejecimiento.
Después obviamente está el azar, pero sí podemos ser artífices si alguien nos explica desde edades más tempranas las cosas que hay que hacer para que nuestro envejecimiento sea de mejor calidad.
No tengo dudas de que eso tiene que ver con lo individual, está relacionado a la educación de las personas y la capacidad de entender el autocuidado.
Yendo a la soledad puntualmente, la soledad percibida, subjetiva, la angustiante, la que la gente dice «estoy solo y me siento mal»; esa soledad hoy es un factor de riesgo cardiovascular, más importante incluso que la hipertensión o que el tabaquismo, para el infarto del miocardio.
– Algunos países, como Japón, crearon un Ministerio de la Soledad. ¿Qué medidas resultan interesantes, teniendo en cuenta el impacto que la soledad tiene en la salud?
– Nosotros, la comunidad científico-académica, cuando empezamos a tener evidencia científica de que estos datos eran ciertos, comenzamos a tomar conciencia, de hecho la Organización Mundial de la Salud dio a conocer un folleto de estrategias de políticas públicas para trabajar el tema de la soledad. Inglaterra también abrió el Ministerio de la Soledad.
El tema empieza a tomar relevancia, porque obviamente la soledad también aumenta los índices de depresión, de suicidio, la aceleración del deterioro cognitivo.
También, obviamente, empeora el autocuidado, porque las personas no tienen herramientas o las van perdiendo; con lo cual se evidencia que trae aparejados una serie de problemas que impactan decisivamente a todos los sistemas sanitarios.
Y por supuesto que tiene un impacto en la calidad de vida de las personas. En definitiva, la soledad hoy está siendo tomada como un problema de salud y social real. Y obviamente las estrategias van desde lo individual a lo comunitario.
– Recientemente se publicó un estudio que habla de la importancia del cuidado de nietos o el voluntariado para disminuir la soledad. En otra nota, un experto propuso tener mascotas; en definitiva, ponerse al servicio de alguien si uno está en condiciones, como una estrategia para sentirse mejor.
– Los japoneses tienen una palabra para esto, que es Iki Gai, simboliza la filosofía de una vida con propósito, tiene que ver con esto de levantarse con algo que te mueva, que puede ser cuidar la plantita que tenés en el balcón, la mascota, el voluntariado, algún rol intrafamiliar, eso es fundamental.
Sobre todo si pensamos en las personas que no tienen incentivos, que no tienen proyectos, que no tienen nada para hacer después que se retiran de la vida laboral, que son quienes realmente más sufren esto.
Obviamente, también hay aspectos individuales de cada uno, no somos todos iguales, pero lo que se está viendo es que todo esto tiene que ser una estrategia de política pública, porque es muy difícil pensar desde un escritorio qué hacer para que una persona no esté sola o no se sienta sola.
Entonces, creo que hay que promover cuestiones que tienen que ver con el hacer, con el ofrecer, con el invitar, a nivel de la comunidad, donde se hallan las personas.
La religión en general puede ser una salida, suele ser un núcleo que contiene, aloja, da propósito. Incluso, hay mucho escrito sobre el trabajador mayor, en el sentido que uno a los 60 años ya puede perder su trabajo.
Se está empezando a ver que los trabajadores de mediana edad para arriba tienen un montón de aspectos que no se están encontrando en los más jóvenes: tienen menos ausentismo, por ejemplo. Y dado que las personas viven 20, 30, 40 años después que se retiran o jubilan, ya hay experiencias de empresas o negocios que empiezan a buscar gente mayor para ciertos puestos.
– Teniendo en cuenta que la esperanza de vida sigue creciendo, ¿cree que será una preocupación de los gobiernos en un futuro no tan lejano el tema de quienes siguen muy activos después de jubilarse?
– Todos los chicos que nacieron del 2000 para adelante tienen 30% más de chances demográficas de llegar a los 100 años que quienes nacimos antes. Supongamos que seguimos con las mismas leyes previsionales que tenemos hoy en la Argentina, donde muchas mujeres en muchos trabajos pueden retirarse a los 60 años, y van a vivir hasta los 100. ¿Qué hacen 40 años?
Todas estas discusiones de fondo en la sociedad no se están dando. Hay estudios que muestran que la jubilación temprana aumenta el riesgo de deterioro cognitivo. Y está claro que el quedarse sin hacer nada, sin propósito, también aumenta mucho el riesgo de depresión.
– En paralelo, a nivel socio cultural cambió el paradigma, ya que muchas personas de 70 o 75 años hacen ejercicio y tienen una vida social muy activa.
– Absolutamente. Siempre digo que los viejos de hoy, que fueron jóvenes hace 15 años, hicieron el Mayo Francés, crecieron en una sociedad con la pastilla anticonceptiva, la mujer salió a estudiar; fueron los que hicieron el mundo que tenemos hoy y son los verdaderos revolucionarios.
– Es cierto que de la mano del incremento en la esperanza de vida también aumentan las enfermedades vinculadas al envejecimiento, como el Alzheimer. ¿El avance de la ciencia en la investigación de estas enfermedades se observa con optimismo, o más bien como un desafío?
– Es un desafío, porque todo lo que hay hasta ahora es investigación en animales, y el principal desafío es que la extensión de la esperanza de vida venga con salud, nadie se quiere morir, todos queremos vivir 100, 120 años, el tema es cómo.
Toda la investigación que hay hoy es muy promisoria, sobre todo para trabajar en ciertas enfermedades relacionadas a la vejez como el Alzheimer, la maculopatía.
Sin embargo, si bien no soy biólogo, creo que todavía estamos lejos de lograr que poblacionalmente la sociedad viva en promedio 100 años, pero que de esos 100 viva bien 99 y medio. Creo que el único que se está acercando es Japón. Porque lo que no se va a poder hacer, todavía, es modificar o cambiar de manera significativa que toda la gente se alimente de manera sana, que toda la gente haga ejercicio, no fume, y tenga hábitos saludables.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/soledad-personas-mayores-ensenan-planificar-vida-hoy-dura-30-anos-advierte-gerontologo_0_JBurIKCmQc.html