La maternidad
El documental de Silvina Estévez, rodado durante cuatro años con madres en puerperio pero adentrándose en un mundo donde el amor filial se vive tan fuerte como la incertidumbre, se podrá ver desde este viernes en el porteño Centro Cultural San Martín.
El documental «Años cortos, días eternos», de Silvina Estévez, que registra cuatro años de madres en puerperio, adentrándose en un mundo donde el amor filial se vive tan fuerte como la incertidumbre, se podrá ver desde este viernes en el porteño Centro Cultural San Martín.
«Cuando la coguionista de la película, Brenda Howlin, fue madre, comenzamos a registrar su puerperio, palabra que en su momento no conocíamos. No es inocente que se desconozca cómo nombrar una etapa de la vida; eso implica el desconocimiento de las vicisitudes que lo caracterizan y, a su vez, los derechos», dijo Estévez a Télam.
Aunque más allá del puerperio en sí, Estévez plantea la disyuntiva entre el derecho al deseo de lo que uno quiere y cómo sobreponerse a los mandatos, tanto internos como externos; y cómo el regreso de las licencias por maternidad las alejan de un día para el otro de la crianza para retomar la senda de la producción económica.
La película que tuvo paso por varios festivales, y cuyo germen fue un cortometraje, se proyectará a el 16, 22, 24 y 28 de julio, las 19.
Télam: ¿Cambio en algo tu visión sobre la maternidad?
Silvina Estévez: Si, claro. Yo no soy madre. A partir de registrar tantas mujeres atravesando el puerperio y las primeras etapas de sus maternidades, pude ser testigo de experiencias muy transformadoras. Pude adquirir información y la información me ayudó a hacerme preguntas. A reflexionar sobre mi deseo. A indagar en el deseo de mujeres de distintas generaciones incluida mi madre, quien nunca pudo preguntarse si tenía el deseo de serlo.
T: ¿Cuál creés que puede ser el cambio en el punto de vista social sobre la maternidad?
SE: Creo que hay muchos cambios que deberían suceder para construir sociedades más saludables. En principio las licencias por maternidad y paternidad deberían ser más extensas y equitativas. Deberíamos bajar la exigencia que el sistema tiene para con nosotras, donde se nos exige por mandato ser madres y luego se nos escinde de la crianza para continuar funcionales al sistema productivo. Preguntarnos con libertad y honestidad por nuestro deseo, implica el esfuerzo de sortear los prejuicios y los mandatos. Pareciera que hacerse preguntas por lo que una siente, piensa o quiere, es un privilegio, pero en verdad debería ser un derecho. Tanto para con la elección de ser madre o no, como para con todo lo demás.
Fuente: Télam